“Yo te cielo” y otros fragmentos sobre el amor de Frida Kahlo
La artista mexicana firmó cartas en las que admitió que el amor la conmovía y que no solo le perteneció en una ocasión. Aquí algunos fragmentos de lo que le escribió a sus amores.
Frida Kahlo no solo es recordada por lo que pintó y retrató sobre el lienzo. Su forma de vivir, pensar y sentir el mundo, es un recuerdo que se mantiene latente por lo que ha significado y representado para la historia. Hay que decir que sus pasiones la inmortalizaron, pues siempre las plasmo con el pincel o con la pluma.
Kahlo experimentó lo que es el amor, una y otra vez. Aunque muchos de sus romances se supone, quedaron el secreto o no se mencionaron, por lo que podía significar para la sociedad de aquel momento, ella se negó a ocultar sus sentimientos.
Diego Rivera, León Trotsky, Carlos Pellicer, Chavela Vargas y José Bartoli son algunos de los amores de los que quedaron rastros. Las cartas que les escribió demostró, que como ella misma dijo, inventaría las palabras que fuesen necesarias para decir te quiero.
“Yo te cielo”, carta al poeta mexicano Carlos Pellicer
Yo te cielo es una carta de amor que le escribió Kahlo a su amigo, el poeta Carlos Pellicer, con quien compartieron pasiones.
“¿Se pueden inventar verbos? Quiero decirte uno: yo te cielo, así mis alas se extienden enormes para amarte sin medida.
Siento que desde nuestro lugar de origen hemos estado juntos, que somos de la misma materia, de las mismas ondas, que llevamos dentro el mismo sentido.
Tu ser entero, tu genio y tu humildad prodigiosa son incomparables y enriqueces la vida; dentro de tu mundo extraordinario, lo que yo te ofrezco es solamente una verdad más que tú recibes y que acariciará siempre lo más hondo de ti mismo.
Gracias por recibirlo, gracias porque vives, porque ayer me dejaste tocar tu luz más íntima y porque dijiste con tu voz y tus ojos lo que yo esperaba toda mi vida.”
Carta a Carlos Pellicer, sobre Chavela Vargas
A Pellicer le escribió sobre su encuentro con la cantante nacida en Costa Rica, Chavela Vargas, quien luego vivió durante un año con ella y Diego Rivera en la Casa Azul, que luego abandonaría porque no soportaría los tratos del artista.
“Carlos:
Hoy conocí a Chavela Vargas. Extraordinaria, lesbiana, es más, se me antojó eróticamente. No sé si ella sintió lo que yo, pero creo que es una mujer lo bastante liberal, que si me lo pide no dudaría un segundo en desnudarme ante ella. Cuántas veces no se te antoja un acostón y ya. Ella repito es erótica. ¿Acaso es un regalo que el cielo me envía?
Frida K”.
Carta sin fecha a Diego Rivera
Diego Rivera y Frida Kahlo se entregaron el uno al otro y se amaron hasta el dolor. Su historia es una de las más famosas del arte porque Kahlo trasladó sus sentimientos a obras como Frida y Diego Rivera (1931), Autorretrato con Diego en mi pensamiento (1943), Diego y yo (1949). Y Rivera la hizo parte de los murales Ensueño de una tarde dominical en la alameda central (1947).
“Hoy he pensado en ti. Aunque no te lo mereces, tengo que admitir que te quiero. ¿Cómo olvidar el día en que te pedí por primera vez una opinión sobre mis cuadros? Yo, todavía una joven tonta, tú, un gran señor de mirada lasciva. Me diste la respuesta que esperaba, para mi satisfacción, para verme feliz, sin siquiera conocerme me empujaste a seguir pintando. Mi Diego, mi alma ha recordado que siempre te amaré aunque no estés a mi lado. En mi soledad te digo que amar no es un pecado imperdonable. [...] Le pregunté a mi corazón por qué a ti y no a otro”.
Carta a José Bartoli
Diego Rivera toleraba el amor de Frida por las mujeres, pero nunca el de los hombres. Por su parte, Kahlo firmaba sus cartas como Mara, que es la abreviación de “Maravillosa”, como Bartoli la llamaba. El hallazgo de 25 cartas manuscritas de la artista mexicana Frida Kahlo ponen en escena al pintor catalán José Bartoli, quien se convirtió en el gran amor de Kahlo, según revela la correspondencia que la artista envió al pintor español durante tres años.
“Anoche sentía como si muchas alas me acariciaran toda, como si en la yema de tus dedos hubiera bocas que me besaran la piel.
Los átomos de mi cuerpo son los tuyos y vibran juntos para querernos. Quiero vivir y ser fuerte para amarte con toda la ternura que tú mereces, para entregarte todo lo bueno que haya en mí. y que sientas que no estás solo. Cerca o lejos, quiero que te sientas acompañado de mí, que vivas intensamente conmigo, pero sin que mi amor te estorbe para nada en tu trabajo ni en tus planes, que forme yo parte tan íntima de tu vida, que yo sea tú mismo, que si te cuido nunca será exigiéndote nada, sino dejándote vivir libre... Te quiero como eres, me enamora tu voz, todo lo que dices, lo que haces, lo que proyectas. Siento que te quise siempre, desde que naciste, y antes, cuando te concibieron. Y a veces siento que me naciste a mí. Quisiera que todas las cosas y las gentes te cuidaran y te amaran y estuvieran orgullosas, como yo, de tenerte. Eres tan fino y tan bueno que no mereces que te hiera la vida.”
Carta a Nickolas Muray
Frida Kahlo fue inmortalizada bajo el lente del fotógrafo húngaro Nickolas Muray, quien fue su amigo y amante durante años. De su amor, hay una corta frase, pero que dice todo sobre el amor que existía entre los dos.
“Nick, te amo como a un ángel… nunca, nunca te olvidaré, eres mi vida y ojalá que nunca lo olvides”.
Frida Kahlo no solo es recordada por lo que pintó y retrató sobre el lienzo. Su forma de vivir, pensar y sentir el mundo, es un recuerdo que se mantiene latente por lo que ha significado y representado para la historia. Hay que decir que sus pasiones la inmortalizaron, pues siempre las plasmo con el pincel o con la pluma.
Kahlo experimentó lo que es el amor, una y otra vez. Aunque muchos de sus romances se supone, quedaron el secreto o no se mencionaron, por lo que podía significar para la sociedad de aquel momento, ella se negó a ocultar sus sentimientos.
Diego Rivera, León Trotsky, Carlos Pellicer, Chavela Vargas y José Bartoli son algunos de los amores de los que quedaron rastros. Las cartas que les escribió demostró, que como ella misma dijo, inventaría las palabras que fuesen necesarias para decir te quiero.
“Yo te cielo”, carta al poeta mexicano Carlos Pellicer
Yo te cielo es una carta de amor que le escribió Kahlo a su amigo, el poeta Carlos Pellicer, con quien compartieron pasiones.
“¿Se pueden inventar verbos? Quiero decirte uno: yo te cielo, así mis alas se extienden enormes para amarte sin medida.
Siento que desde nuestro lugar de origen hemos estado juntos, que somos de la misma materia, de las mismas ondas, que llevamos dentro el mismo sentido.
Tu ser entero, tu genio y tu humildad prodigiosa son incomparables y enriqueces la vida; dentro de tu mundo extraordinario, lo que yo te ofrezco es solamente una verdad más que tú recibes y que acariciará siempre lo más hondo de ti mismo.
Gracias por recibirlo, gracias porque vives, porque ayer me dejaste tocar tu luz más íntima y porque dijiste con tu voz y tus ojos lo que yo esperaba toda mi vida.”
Carta a Carlos Pellicer, sobre Chavela Vargas
A Pellicer le escribió sobre su encuentro con la cantante nacida en Costa Rica, Chavela Vargas, quien luego vivió durante un año con ella y Diego Rivera en la Casa Azul, que luego abandonaría porque no soportaría los tratos del artista.
“Carlos:
Hoy conocí a Chavela Vargas. Extraordinaria, lesbiana, es más, se me antojó eróticamente. No sé si ella sintió lo que yo, pero creo que es una mujer lo bastante liberal, que si me lo pide no dudaría un segundo en desnudarme ante ella. Cuántas veces no se te antoja un acostón y ya. Ella repito es erótica. ¿Acaso es un regalo que el cielo me envía?
Frida K”.
Carta sin fecha a Diego Rivera
Diego Rivera y Frida Kahlo se entregaron el uno al otro y se amaron hasta el dolor. Su historia es una de las más famosas del arte porque Kahlo trasladó sus sentimientos a obras como Frida y Diego Rivera (1931), Autorretrato con Diego en mi pensamiento (1943), Diego y yo (1949). Y Rivera la hizo parte de los murales Ensueño de una tarde dominical en la alameda central (1947).
“Hoy he pensado en ti. Aunque no te lo mereces, tengo que admitir que te quiero. ¿Cómo olvidar el día en que te pedí por primera vez una opinión sobre mis cuadros? Yo, todavía una joven tonta, tú, un gran señor de mirada lasciva. Me diste la respuesta que esperaba, para mi satisfacción, para verme feliz, sin siquiera conocerme me empujaste a seguir pintando. Mi Diego, mi alma ha recordado que siempre te amaré aunque no estés a mi lado. En mi soledad te digo que amar no es un pecado imperdonable. [...] Le pregunté a mi corazón por qué a ti y no a otro”.
Carta a José Bartoli
Diego Rivera toleraba el amor de Frida por las mujeres, pero nunca el de los hombres. Por su parte, Kahlo firmaba sus cartas como Mara, que es la abreviación de “Maravillosa”, como Bartoli la llamaba. El hallazgo de 25 cartas manuscritas de la artista mexicana Frida Kahlo ponen en escena al pintor catalán José Bartoli, quien se convirtió en el gran amor de Kahlo, según revela la correspondencia que la artista envió al pintor español durante tres años.
“Anoche sentía como si muchas alas me acariciaran toda, como si en la yema de tus dedos hubiera bocas que me besaran la piel.
Los átomos de mi cuerpo son los tuyos y vibran juntos para querernos. Quiero vivir y ser fuerte para amarte con toda la ternura que tú mereces, para entregarte todo lo bueno que haya en mí. y que sientas que no estás solo. Cerca o lejos, quiero que te sientas acompañado de mí, que vivas intensamente conmigo, pero sin que mi amor te estorbe para nada en tu trabajo ni en tus planes, que forme yo parte tan íntima de tu vida, que yo sea tú mismo, que si te cuido nunca será exigiéndote nada, sino dejándote vivir libre... Te quiero como eres, me enamora tu voz, todo lo que dices, lo que haces, lo que proyectas. Siento que te quise siempre, desde que naciste, y antes, cuando te concibieron. Y a veces siento que me naciste a mí. Quisiera que todas las cosas y las gentes te cuidaran y te amaran y estuvieran orgullosas, como yo, de tenerte. Eres tan fino y tan bueno que no mereces que te hiera la vida.”
Carta a Nickolas Muray
Frida Kahlo fue inmortalizada bajo el lente del fotógrafo húngaro Nickolas Muray, quien fue su amigo y amante durante años. De su amor, hay una corta frase, pero que dice todo sobre el amor que existía entre los dos.
“Nick, te amo como a un ángel… nunca, nunca te olvidaré, eres mi vida y ojalá que nunca lo olvides”.