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Pasadas las festividades de Semana Santa, la campaña presidencial entró a su trance definitivo. Empezaron los debates entre candidatos, y al tiempo que cada quien busca conquistar el corazón de los electores, se afana por materializar los apoyos de las estructuras políticas. Una tarea doble, intensa y sensible al extremo que definirá los nombres de quienes lleguen a la segunda vuelta, si la hay. Quedan 50 días para la primera, en la que el mundo político se sumerge en las torrenciales aguas de la disputa por el poder.
La fotografía del lunes era de un Iván Duque disparado en las encuestas de intención de voto, seguido por un lote que encabezaba Gustavo Petro y más atrás Sergio Fajardo, Germán Vargas Lleras y Humberto de la Calle. Pero han bastado dos debates presidenciales, cinco días de giras y cientos de reuniones políticas a puerta cerrada para transformar ese panorama. Y, sin duda, el resultado más evidente de estas jugadas se expresó con la decisión del Partido de la U, que acantona casi 2 millones de votos, de anunciar la búsqueda de un acuerdo programático para adherir a la campaña de Vargas Lleras.
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Una jugada que tuvo tras bambalinas muchos detalles. Y curiosamente, lo que empujó la decisión fue el fracaso de la coalición entre Fajardo y De la Calle. “El acuerdo estaba cocinado. Se había definido que luego del debate del martes en Medellín se sellaría la alianza, pero César Gaviria se atravesó y le puso una reunión a Humberto a la misma hora del debate. El encuentro fue el más humillante que éste haya vivido, Gaviria lo bravió y le dijo que si se aliaba con Fajardo, le retiraba el apoyo político y financiero a su campaña. Además, le informó que al siguiente día había un encuentro de bancada, al cual no estaba invitado, y que allí se anunciaría que no habría alianzas”, narró una persona muy cercana al exnegociador de paz.
La fuente explicó que el cálculo del director del liberalismo es sacrificar a De la Calle, como lo hizo con los grandes jefes del partido en las parlamentarías para entregarle la colectividad a Simón Gaviria. “Simón y Duque ya hicieron un acuerdo en Washington, que implica los votos del partido para la segunda vuelta presidencial”, puntualizó. Esta semana, el expresidente Gaviria se reunirá con Juan Fernando Cristo para tratar de disipar las diferencias que, desde antes de la consulta liberal, venían sosteniendo.
El propio Andrés Cristo, hermano del exministro, se ofreció para lograr el encuentro, al que se sumaron los congresistas Fabio Amín y Guillermo García Realpe. “Esperemos que ese café sí dé los buenos resultados que no dio el que se tomaron Fajardo y De la Calle”, dijo una voz de las toldas rojas. En este escenario, Humberto de la Calle llegó al debate del miércoles en Barranquilla, donde dio muestras de que dará la pelea hasta al final, y que en ella su objetivo es el candidato uribista.
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Rota la ilusión que tenía Roy Barreras de llevar la U a la alianza de “Sergio de la Calle”, como él mismo la bautizó, el partido del presidente Santos quedó entre apoyar a Vargas Lleras o regresar con el rabo entre las piernas al uribismo. “La estocada final para apoyar a Vargas la dio Duque en el debate del martes, cuando aseguró que sobraban 100 congresistas. De inmediato, todos los representantes, que serían los que quedarían sin curul, se volcaron al exvicepresidente, mientras que algunos senadores se habían comprometido con Uribe. Pero en la reunión de bancada, Roy Barreras les dijo que ellos no tenían cómo perder, que podían hacer la jugada del caballo —que se mueve en dos cuadros— y apostarle a Vargas, que si pasa a la segunda vuelta van a tener presidente, y si no, pueden apoyar a Duque y también van a ganar”.
Sólo resta la reunión que hoy van a sostener el presidente de la U, Aurelio Iragorri, y Vargas Lleras, para que suscriban un acuerdo de cinco puntos que giran en torno a la defensa del Acuerdo de Paz. De lograrse esto, mañana la oficialidad de la U girará un cheque cruzado a nombre del exvicepresidente. Pero el papel lo soporta todo y por más acuerdo programático que se logre, lo único cierto es que la U sigue siendo un partido dividido: unos a favor de Vargas Lleras y otros con la ficha del uribismo.
“Es que este partido es naturalmente uribista”, dijo una importante voz de la colectividad. De hecho, por cuenta de la falta de consenso entre la bancada, algunos afirman que lo que se logró en la reunión de esta semana no fue un anuncio formal a favor de Vargas Lleras, sino la intención de iniciar la discusión sobre el mencionado acuerdo para, ahí sí, sellar alianzas.
Y prácticamente la mitad de los senadores, entre actuales y electos el 11 marzo, apoyarán por debajo de cuerda a Duque. Entre ellos: Eduardo Pulgar, Miguel Amín, José David Name, Sandra Villadiego, John Moisés Besaile, Berner Zambrano y Maritza Martínez. “Roy nos presionó mucho para que nos uniéramos a la candidatura de Vargas Lleras, quien es un gran ejecutor y merece ser presidente de Colombia, pero la mala imagen del presidente Juan Manuel Santos se convirtió en su sombra”, confesó otro miembro de la colectividad. A esa crítica le añaden que no quieren hacer alianzas con Cambio Radical, pues, según dicen, ese partido los maltrató a nivel regional, particularmente en Atlántico, donde la casa Char arrasó con los votos que antes le pertenecían a barones electorales de la U en ese departamento.
El resultado de este pulso por los votos se traduce en una ruptura entre la oficialidad del partido y las bases electorales en las regiones. Dos mundos difícilmente conciliables, que repartirán los casi dos millones de apoyos en los que creen son los dos caballos ganadores. “Uribe siempre ha despreciado los partidos y apela a socavar sus bases. Seguramente se llevará un porcentaje importante de los votos de la U, pero el 60 % se irá con Vargas, y son suficientes para ganarle a Petro en la primera vuelta y para que sea presidente en la segunda vuelta”, concluyó otro parlamentario.