“No podemos dejarnos guiar por el miedo”: monseñor Rubén Salazar

El cardenal Rubén Salazar, presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), envía un mensaje a los colombianos en Semana Santa y los invita a llenarse de esperanza. Hace un llamado al voto sereno en las próximas elecciones y considera que el proceso con el Eln debe avanzar hacia una tregua definitiva.

Germán Gómez Polo - Twitter: @TresEnMil
29 de marzo de 2018 - 02:00 a. m.
Para monseñor Salazar, ante el pesimismo generalizado, Colombia debe llenarse de esperanza para que nos mueva a trabajar, a unirnos, a luchar y hacer un mejor país. / Óscar Pérez - El Espectador
Para monseñor Salazar, ante el pesimismo generalizado, Colombia debe llenarse de esperanza para que nos mueva a trabajar, a unirnos, a luchar y hacer un mejor país. / Óscar Pérez - El Espectador
Foto: OSCAR PEREZ
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¿Sobre qué debieron reflexionar los colombianos durante la cuaresma?

Nosotros predicamos una persona, un acontecimiento, no una idea ni una teoría. La Iglesia presenta a Cristo como la presencia salvadora de Dios para cada ser humano. La reflexión permanente es ver en Cristo muerto en la cruz a aquel que verdaderamente salva en nombre de Dios, que nos libra del pecado, del egoísmo, de la búsqueda permanente de sí mismo. Injusticia, guerra, destrucción, eso es el pecado, y Cristo viene a darnos la gracia de renunciar a todas esas realidades y ser capaces de amarnos los unos a los otros. Ese es un mensaje esencial que luego dará aplicaciones muy concretas a situaciones de cada persona de cada país. Lo que queremos es que la gente se encuentre con el Señor, con una persona viva, que tiene una palabra que le da vida, como una persona que nos da la posibilidad de dejar atrás todo un pasado de violencia e injusticia y empezar a vivir una vida nueva de justicia y paz.

El papa Francisco dejó un mensaje fundamental: no perder la esperanza, no dejarse robar la alegría, ¿se ha podido llevar ese mensaje a los rincones del país?

Ha habido muchas maneras de difundirlo, pero lo más importante en los mensaje del papa, tanto en su discurso como en las homilías, es que han sido la base para que muchos grupos de reflexión —en las parroquias y en muchas comunidades, en donde se han convertido en un insumo de diálogo— no se queden en la teoría, sino que cale en el corazón. Ahora, es un mensaje que nos invita a la esperanza, que se abre en la medida en que aceptamos que Cristo nos da la posibilidad de vencer el pecado y la muerte, y buscar una vida nueva.

¿Cree que los candidatos a la Presidencia, muchos creyentes, han asumido el mensaje del sumo pontífice?

No sé hasta dónde cada cual lo haya asumido. No he tenido la oportunidad de seguir el hilo de todos los discursos, pero me parece que el mensaje del papa, a pesar de ser específicamente cristiano, es universal, que apela a los valores esenciales del ser humano.

La coyuntura política actual ha llevado a la polarización del país. ¿La Iglesia va a tomar un papel más protagónico en ese escenario?

No podemos entrar a militar políticamente, sencillamente porque nuestro mensaje es universal y no se puede identificar con un partido político o con un programa, pero, indudablemente, el mensaje es de antipolarización. El mensaje de la Iglesia es el de la reconciliación. Cristo muere para reconciliarnos. La polarización significa que hay bandas opuestas que chocan y no entran en un diálogo constructivo.

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¿A través de qué medio se hace ese trabajo desde la Iglesia católica?

Nosotros nos hemos pronunciado acerca de lo que tiene que ser la conducta del cristiano en las elecciones. Ha sido un llamado a la reflexión, a no dejarnos cegar por las pasiones políticas y a no dejarnos engañar por propuestas que, aparentemente, son válidas, pero que no son viables. A no dejarnos guiar por el miedo, que es el peor consejero y que se ha manejado en todo tipo de campañas políticas. El mensaje nuestro es al voto sereno, tranquilo y reposado, en el que antes de votar se barajen todas las posibilidades y se descubra con calma cuál es la mejor opción para el país, no para un partido político, un grupo económico o social.

¿Se ha elegido mal antes por esas razones?

Uno de los problemas más graves que tiene Colombia es que nosotros los colombianos no tenemos sentido de pertenencia con la nación. No pensamos en Colombia como nuestra patria, sino que se piensa en el bien de un grupo, en los empresarios o en cualquier otro, pero no se piensa en el país. No tenemos sentido del bien común. Ahí hay un trabajo muy grande que se hace desde la Iglesia: hacer que se tome conciencia de un bien común que está por encima del personal. Ahí está la clave. Para unas elecciones como estas hay que hacer un análisis muy sereno para decidir cuál es el bien para el país.

¿Qué tan importantes son estas elecciones para la Iglesia, teniendo en cuenta que ha sido un actor importante en el proceso de paz y que el próximo presidente será definitivo para la implementación del acuerdo y los diálogos con el Eln?

Hay algo positivo, y es que el Acuerdo de Paz, en la campaña actual, no se ha convertido en la manzana de la discordia. Significa, en el fondo, que ya se aceptó que hay un Acuerdo de Paz, que hay unos procesos en marcha y que tienen que ser implementados, y que, en el campo, vamos a llegar a tener una relativa tranquilidad. Sin embargo, queda una serie de violencias, que son tal vez las más peligrosas: el Eln y los grupos armados ilegales. Las campañas políticas no han tenido un enfoque hacia la solución de esos problemas, que son uno de los óbices más grandes para el futuro.

También hay problemas más allá de los armados...

Otro problema serio es la inequidad. Las diferencias enormes entre unas clases y otras. Colombia ha avanzado muy lentamente, pero sigue siendo uno de los países más inequitativos del mundo. Hay que intentar encontrar caminos de solución. No podemos ser un país inequitativo y aquí todos tranquilos. Eso hay que afrontarlo y requiere un análisis a fondo de la economía, del modelo de desarrollo que debemos seguir para que sea sostenible, justo y que verdaderamente garantice los derechos fundamentales a los colombianos. Que no haya un solo colombiano excluido de lo fundamental para tener una vida digna.

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¿Y ve soluciones en las propuestas de los candidatos presidenciales?

Eso no ha tenido el suficiente enfoque. Por el contrario, pienso que las propuestas económicas que se han hecho han sido populistas, se mantienen en hacer promesas imposibles de cumplir, que suenan bien al oído y que pueden traer votos, pero que no van a servir.

Es decir, ¿no hay una voluntad política real para superar esa situación de inequidad?

Todavía no la hay lo suficiente. Hay candidatos que tienen planteamientos serios, pero no amplios y a fondo como para ser una solución.

La Iglesia ha acompañado el proceso con el Eln. ¿Cuál debe ser el siguiente paso en la mesa de negociaciones?

Esperamos que haya una tregua. Solamente así vamos a creerle al Eln que quiere negociar la paz. Sé que los diálogos con esa guerrilla son difíciles, más difíciles que con las Farc, pero la Iglesia siempre está lista para ofrecer sus servicios. No somos una de las dos partes, somos facilitadores, creando el ambiente propicio para que haya acercamientos, para que se cree confianza y se pueda avanzar en el diálogo y llegar a una tregua y un desarme definitivo. Ese es el único camino. El Eln tiene que entrar en razón y darse cuenta de que, hoy en día, una guerrilla como esa destruye el país, impide que salgamos adelante y que se construya una sociedad justa.

¿Hay alguna indicación directa del papa Francisco en relación con la posición de la Iglesia frente a esos diálogos?

No ha habido nada específico, pero sabemos cómo él conoce la situación del país y cómo quiere que Colombia logre la paz. En los discursos y las homilías de su visita fue muy claro al decir cómo la paz se construye sobre la justicia, sobre la fraternidad, y eso significa que aceptemos las diferencias, que seamos capaces de reconocernos aunque pensemos diferente. Hay un mensaje del papa Francisco que llega a los conflictos de América Latina: la región debe reconocerse a sí misma como mestiza. No significa un mestizaje de razas, sino que nos invita a vencer lo que nos separa y encontrar lo que es común.

¿Y cómo percibe ese clima de respeto a las diferencias en la campaña política?

Las campañas políticas siempre tienen el riesgo de polarizar, pero pienso que ha sido una campaña respetuosa, bastante digna. No hemos tenido violencias, exabruptos de partidismo exacerbado, incitación a la violencia en ningún sentido. Ese ha sido un progreso grande en Colombia, aunque nos falta debatir más a fondo los programas. Los debates entre los candidatos son útiles. Ha faltado un mayor debate público de las propuestas.

Francisco habló de la cizaña, de no dejarse robar la alegría, ¿le hablaba a algún grupo político en especial?

Los mensajes iban dirigidos a todos los colombianos. No creo que se hubiese referido a nadie en concreto. Aunque ciertos aspectos puedan parecer dirigidos a un grupo o una persona, la invitación es a que reconozcamos que todos somos los destinatarios de ese mensaje y que debemos entrar en un proceso de revisión para darnos cuenta qué actitudes debemos cambiar.

Por Germán Gómez Polo - Twitter: @TresEnMil

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