Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Gustavo Petro Urrego tiene 58 años. Nació un 19 de abril en Bogotá y hoy está un paso más cerca de ser el presidente de Colombia 2018-2022. En casi todas las encuestas aparece de primero, llena plazas por donde pasa y está convencido de que cuenta con el apoyo popular, y ayer tuvo una importante votación en las elecciones al Congreso, donde sacó cuatro senadores y dos representantes, pero además tuvo 3´500.000 de votos en la consulta.
Sus raíces costeñas, de familia humilde, se dejan ver en una oratoria convincente y sintonizada con los estratos sociales más bajos. Nació en la capital, es cierto, pero fue bautizado en Ciénaga de Oro (Córdoba), de donde es la familia de su padre, llamado también Gustavo. Y de allí se siente, aunque su acento no lo refleje. No tenía 10 años cuando se mudaron a vivir a Zipaquirá, porque a su padre le salió un puesto de profesor en un colegio.
Desde muy pequeño fue un sobresaliente estudiante. Aprendió a leer en dos meses y lo adelantaron de curso en el Colegio Nacional La Salle. En primero de bachillerato ya exploraba su vena política. Eran los tiempos en que la guerrilla del M-19 hacía espectaculares apariciones —más mediáticas que militares— y el joven Petro lo sintió como un llamado de su vocación política.
Ya con una clara militancia de izquierda, ingresó a estudiar economía en la Universidad Externado de Colombia, en Bogotá. Al poco tiempo también se había vinculado al M-19, en donde tomaría el nombre de Aureliano, inspirado en el personaje de Cien años de soledad. Más que funciones militares, Petro hacía trabajo político con comunidades, robarse un camión de leche para repartirla o la construcción de un barrio popular en Zipaquirá.
Por eso, este municipio cundinamarqués albergó el inicio de su vida política. Fue personero a los 21 años y concejal a los 24, fundador del Bolívar 83, un barrio que ayudó a construir y donde fue detenido por el Ejército, disfrazado de mujer, un día de octubre de 1985. Estuvo en la cárcel 18 meses y salió sin haber sido juzgado. Se desmovilizó tras el Acuerdo de Paz que llevó a la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, en la que participó como asesor económico.
De la Constituyente pasó a la Cámara de Representantes por la Alianza Democrática M-19, el partido surgido tras la firma de la paz de esa guerrilla con el gobierno. En 1994 sufrió su primera gran derrota política: trató de reelegirse en el Congreso y no le alcanzaron los votos. Entonces se fue de agregado diplomático a Bélgica, donde pudo conocer los movimientos políticos europeos y abrió su panorama ideológico. Regresó a Colombia para las elecciones de 1998 y volvió a ser elegido representante a la Cámara, donde ocupó una curul hasta 2006.
Participó en la fundación del Polo Democrático Alternativo. Fue una de sus principales figuras en el Senado, sobre todo por sus debates de control político. Se hizo famoso con las denuncias de la parapolítica y las chuzadas del DAS. En 2010 fue su candidato presidencial, y de allí salió tan fortalecido que sonó como candidato a la Alcaldía de Bogotá.
Y efectivamente se hizo alcalde de la ciudad, en 2011, ya no por el Polo Democrático, de donde se fue en medio de una agria diferencia con Clara López, sino por el movimiento Progresistas. Su Gobierno fue un verdadero sube y baja. En diciembre de 2013, el entonces procurador Alejandro Ordóñez lo destituyó y en marzo de 2014 la Comisión Interamericana de Derechos Humano le devolvió sus derechos políticos. Hoy es el candidato que puntea en los sondeo de opinión para la Presidencia, en medio de una polarizada campaña en la que ha sido blanco de ataques verbales y hasta físicos por parte de sus contradictores, que insisten en relacionarlo con la ideología del llamado “castrochavismo”, que él ha negado rotundamente.