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En total, el voto en blanco obtuvo 341.074 sufragios, de un total de más de 19 millones, lo cual representa un 1,76%, contrario a lo que apuntaban las encuestas, que llegaron a augurar, incluso, un 7%.
De esos sufragios, algo más de 60.000 los aportaron los Promotores del Voto en Blanco, figura que tomó forma bajo el Partido de Reivindicación Étnica (PRE).
Su líder, Gustavo Adolfo Prado, se manifestó al respecto diciendo “mis compatriotas hablan mucho del voto en blanco, pero lo desconocen. Necesitamos hacer una gran campaña pedagógica, la cual nunca se ha hecho porque a los políticos no les conviene que esta opción gane”.
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Dicho instrumento en el tarjetón electoral representa inconformidad, rechazo, disenso, oposición y resistencia entre los sufragantes que lo eligen a la hora de acudir a las urnas.
Y sus efectos jurídicos y políticos no son menores. De haber obtenido la mayoría de votos en primera vuelta, las elecciones habrían tenido que repetirse con candidatos diferentes.
Sin embargo, según lo reglamenta el artículo 258 de la Constitución, esta opción en segunda vuelta es únicamente simbólica. Esto quiere decir que, si ganara en las urnas el próximo 17 de junio, no tendría ninguna consecuencia.
El registrador explicó que "la tarjeta electoral tendrá las casillas de los dos candidatos y una casilla de voto en blanco para que los ciudadanos que así lo consideren, que no estén de acuerdo con alguno de los dos candidatos, puedan también ejercer el derecho al voto. Lo que sucede es que no tendrá la connotación que tiene en la elección de primera vuelta u otra elección, que si obtiene la mayoría absoluta, obligar a una nueva elección”