Adam Driver: “Actuar es un servicio”
El actor habla sobre su personaje de Kylo Ren en la tercera trilogía de “Star Wars”, cuyo Episodio IX, “El ascenso de Skywalker”, se estrenará este 19 de diciembre. Además, hace referencia a su formación en el Instituto Julliard y su paso por Broadway.
Fabián W. Waintal
Solo quienes no vieron las películas de Star Wars tomarían como spoiler saber que la fama de Adam Driver cambió por completo desde que se supo que en la historia era el hijo de Han Solo (Harrison Ford) con la princesa Leila (Carrie Fischer).
Y en una superproducción tan popular por la escena en que el villano Darth Vader le dice “Yo soy tu padre” al protagonista principal, Luke Skywalker, Driver se convirtió en una leyenda cuando la historia le dio vida a su personaje de Kylo Ren, que después de haber sido entrenado como Jedi por Skywalker, aspira a ser tan poderoso y villano como Vader, al punto de asesinar al propio padre, Han Solo.
Ahora, con la dirección de J. J. Abrams, Adam Driver vuelve a protagonizar el Episodio IX de Star Wars, como el tercer y final capítulo de la nueva trilogía de su historia.
¿Cómo es su relación con la fama desde que se convirtió en la nueva estrella de “Star Wars”?
Es algo bastante surrealista. Ni sé cómo procesarlo (ser parte de Star Wars) es divertido, en especial para los vecinos de mi edificio cuando es la época de Halloween, pero se vuelve mucho más extraño cuando la persona que cuida a mi perro se aparece con una camisa estampada con el personaje de Kylo Ren. Ahí sí que se vuelve muy extraño darle a mi mascota para que se la lleve. Pero más allá de eso, con los niños, me gusta pero sigue siendo muy surrealista.
Comparando la vida real con la ficción, debe ser uno de los pocos actores de “Star Wars” que realmente estuvo enlistado en la Marina estadounidense. ¿Cómo es esa historia?
Quise enlistarme en el ejército porque era la época del 11 de septiembre, tenía la edad justa y sentí el patriotismo lógico. Quería involucrarme. Y se juntó con un momento en el que tampoco estaba haciendo nada. Vivía con mis padres y estaba además con trabajos tan extraños como el típico telemarketing y venta de aspiradoras.
¿Aplica algo que aprendió en la milicia en su trabajo como actor?
En el ejército aprendí a trabajar en una unidad grupal. Y es algo que se aplica en la actuación, porque quita la presión, cuando te das cuenta no todo pasa solo por tu rol, y haces lo mejor posible sabiendo que atrás estás rodeado por un grupo de personas que te apoyan para contar una gran historia. Y mientras hagas tu parte, desaparece por completo el ego, porque no se puede actuar solo.
Sin Han Solo ni la princesa Leila en su verdadera familia, Adam Douglas Driver nació el 19 de noviembre de 1983, como el hijo de los verdaderos padres Nancy Needham y Joe Douglas Driver. El padrastro Rodney G. Wright, incluso, es todo lo opuesto de Darth Vader, al ser un pastor bautista. Y el gusto por la actuación surgió en realidad en la escuela secundaria de Mishawaka, donde participó en las primeras producciones de teatro estudiantiles. Después de graduarse estuvo exactamente dos años y ocho meses en el primer batallón de marinos de la Armada estadounidense, aunque nunca llegó a pelear otra batalla. La verdadera lucha que tuvo que ganar fue la inscripción al prestigioso Instituto Julliard, en Nueva York, donde también conoció a su esposa, Joanne Tucker. Los primeros pasos profesionales fueron en teatro, con diferentes obras de Broadway, mientras también se ganaba la vida como mesero.
¿Es verdad que la primera vez que se inscribió en el Instituto Julliard no tuvo mucha suerte?
Con Julliard pasé por dos pruebas de audición, porque la primera vez no me habían aceptado. Tampoco sé la razón, habría que preguntarle a la gente que me aceptó después. Supongo que la primera vez solo busqué que me quisieran y siento que la segunda ya tenía una opinión formada de lo que también quería decir.
¿La intensidad de una actuación no es la misma en una prueba de audición y en un rodaje?
Es muy diferente. En la actuación real hay una verdadera colaboración, no se trata solo de mi parte, lo que vale es contar la historia que el director trata de contar. Y mi trabajo es apoyarlo. En mi opinión, actuar es un servicio. No se trata de que me dejen mostrar quién soy, ni imponer mis ideas sobre los demás, porque todos somos muy diferentes. También hay mucho trabajo previo al rodaje.
¿Hasta qué punto le ayudó su comienzo en el teatro y en Broadway para lograr el éxito que tiene actualmente en el cine?
Supongo que el beneficio de haber hecho teatro es que hay mucho para aplicar en el cine, aunque sea algo distinto. En Broadway por lo general estás trabajando en el mismo rol ocho veces a la semana durante tres o cuatro meses. Y es algo que se aplica al cine cuando después de 20 tomas te das cuenta de que es posible contar una misma historia de 20 formas distintas.
¿Hasta qué punto se puede comparar el superéxito de “Star Wars” con el estilo de cine de Martin Scorsese en “Silence”?
Scorsese llega al estudio sin la menor idea de lo que va a hacer. No sé exactamente los años, pero a Martín Scorsese le llevó más de 20 años filmar la película Silence. Y después de tanto tiempo, cualquiera imaginaría que fue diagramando de a poco las escenas que iba a filmar, con gráficos detallados y, sin embargo, lo tenía todo programado solo en su mente. Y él es de los directores que escuchan a los actores. Toma todo en cuenta y no llega con ninguna idea planeada para imponérsela a nadie. Aquel rodaje fue una lección increíble para mí. Nunca vas a tener la verdad absoluta de nada.
Solo quienes no vieron las películas de Star Wars tomarían como spoiler saber que la fama de Adam Driver cambió por completo desde que se supo que en la historia era el hijo de Han Solo (Harrison Ford) con la princesa Leila (Carrie Fischer).
Y en una superproducción tan popular por la escena en que el villano Darth Vader le dice “Yo soy tu padre” al protagonista principal, Luke Skywalker, Driver se convirtió en una leyenda cuando la historia le dio vida a su personaje de Kylo Ren, que después de haber sido entrenado como Jedi por Skywalker, aspira a ser tan poderoso y villano como Vader, al punto de asesinar al propio padre, Han Solo.
Ahora, con la dirección de J. J. Abrams, Adam Driver vuelve a protagonizar el Episodio IX de Star Wars, como el tercer y final capítulo de la nueva trilogía de su historia.
¿Cómo es su relación con la fama desde que se convirtió en la nueva estrella de “Star Wars”?
Es algo bastante surrealista. Ni sé cómo procesarlo (ser parte de Star Wars) es divertido, en especial para los vecinos de mi edificio cuando es la época de Halloween, pero se vuelve mucho más extraño cuando la persona que cuida a mi perro se aparece con una camisa estampada con el personaje de Kylo Ren. Ahí sí que se vuelve muy extraño darle a mi mascota para que se la lleve. Pero más allá de eso, con los niños, me gusta pero sigue siendo muy surrealista.
Comparando la vida real con la ficción, debe ser uno de los pocos actores de “Star Wars” que realmente estuvo enlistado en la Marina estadounidense. ¿Cómo es esa historia?
Quise enlistarme en el ejército porque era la época del 11 de septiembre, tenía la edad justa y sentí el patriotismo lógico. Quería involucrarme. Y se juntó con un momento en el que tampoco estaba haciendo nada. Vivía con mis padres y estaba además con trabajos tan extraños como el típico telemarketing y venta de aspiradoras.
¿Aplica algo que aprendió en la milicia en su trabajo como actor?
En el ejército aprendí a trabajar en una unidad grupal. Y es algo que se aplica en la actuación, porque quita la presión, cuando te das cuenta no todo pasa solo por tu rol, y haces lo mejor posible sabiendo que atrás estás rodeado por un grupo de personas que te apoyan para contar una gran historia. Y mientras hagas tu parte, desaparece por completo el ego, porque no se puede actuar solo.
Sin Han Solo ni la princesa Leila en su verdadera familia, Adam Douglas Driver nació el 19 de noviembre de 1983, como el hijo de los verdaderos padres Nancy Needham y Joe Douglas Driver. El padrastro Rodney G. Wright, incluso, es todo lo opuesto de Darth Vader, al ser un pastor bautista. Y el gusto por la actuación surgió en realidad en la escuela secundaria de Mishawaka, donde participó en las primeras producciones de teatro estudiantiles. Después de graduarse estuvo exactamente dos años y ocho meses en el primer batallón de marinos de la Armada estadounidense, aunque nunca llegó a pelear otra batalla. La verdadera lucha que tuvo que ganar fue la inscripción al prestigioso Instituto Julliard, en Nueva York, donde también conoció a su esposa, Joanne Tucker. Los primeros pasos profesionales fueron en teatro, con diferentes obras de Broadway, mientras también se ganaba la vida como mesero.
¿Es verdad que la primera vez que se inscribió en el Instituto Julliard no tuvo mucha suerte?
Con Julliard pasé por dos pruebas de audición, porque la primera vez no me habían aceptado. Tampoco sé la razón, habría que preguntarle a la gente que me aceptó después. Supongo que la primera vez solo busqué que me quisieran y siento que la segunda ya tenía una opinión formada de lo que también quería decir.
¿La intensidad de una actuación no es la misma en una prueba de audición y en un rodaje?
Es muy diferente. En la actuación real hay una verdadera colaboración, no se trata solo de mi parte, lo que vale es contar la historia que el director trata de contar. Y mi trabajo es apoyarlo. En mi opinión, actuar es un servicio. No se trata de que me dejen mostrar quién soy, ni imponer mis ideas sobre los demás, porque todos somos muy diferentes. También hay mucho trabajo previo al rodaje.
¿Hasta qué punto le ayudó su comienzo en el teatro y en Broadway para lograr el éxito que tiene actualmente en el cine?
Supongo que el beneficio de haber hecho teatro es que hay mucho para aplicar en el cine, aunque sea algo distinto. En Broadway por lo general estás trabajando en el mismo rol ocho veces a la semana durante tres o cuatro meses. Y es algo que se aplica al cine cuando después de 20 tomas te das cuenta de que es posible contar una misma historia de 20 formas distintas.
¿Hasta qué punto se puede comparar el superéxito de “Star Wars” con el estilo de cine de Martin Scorsese en “Silence”?
Scorsese llega al estudio sin la menor idea de lo que va a hacer. No sé exactamente los años, pero a Martín Scorsese le llevó más de 20 años filmar la película Silence. Y después de tanto tiempo, cualquiera imaginaría que fue diagramando de a poco las escenas que iba a filmar, con gráficos detallados y, sin embargo, lo tenía todo programado solo en su mente. Y él es de los directores que escuchan a los actores. Toma todo en cuenta y no llega con ninguna idea planeada para imponérsela a nadie. Aquel rodaje fue una lección increíble para mí. Nunca vas a tener la verdad absoluta de nada.