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¿Por qué decidió contar estas historias secretas?
La idea original, desde luego, es de History. Se pensó en la idea porque el 2 de septiembre de 2020 se conmemoran los 75 años de la finalización de la Segunda Guerra Mundial. El canal me invitó a ser el divulgador de la historia para seguir lo que han hecho durante años y, sin alejarse del camino ni de los acontecimientos y dejando a un lado los chismes y las conspiraciones, contar estos 75 años de historia.
¿Que novedad relata “Secretos de guerra”?
La idea y los temas de los cuatro capítulos nacieron a partir de la pregunta ¿qué contar de América Latina en la Segunda Guerra Mundial? Parece que no pasó nada o que simplemente son una serie de anécdotas curiosas, pero no. Realmente cuando el espectador ve los cuatro episodios de la serie se da cuenta de que la importancia de América Latina en la Segunda Guerra Mundial es mucho mayor de lo que sabíamos o de lo que se presumía antes.
¿Hay alguna historia que le haya sorprendido?
Me emocionó mucho, y me pareció realmente sorprendente, que haya habido 25.000 soldados brasileños combatiendo en Italia. Es increíble ver cómo participaban, cómo se sumaban, cómo iban y entrenaban, cómo tomaban posiciones alemanas en Italia… eso es algo que verdaderamente me dejó asombrado por completo. Ningún otro país latinoamericano participó con contingentes militares.
¿Hay alguna historia relacionada con Colombia?
Sí, la concentración de los japoneses en Cundinamarca, en un hotel de Fusagasugá, donde las familias empezaban a vivir hasta que se les iban acabando los recursos para mantenerse… son de esas historias que quizás uno olvida o no las tiene presentes, pero que son tragedias familiares, se desmiembran las familias, se separan. Otra historia es la de los pilotos de la Fuerza Aérea Alemana en la Segunda Guerra Mundial que se entrenaron antes en Colombia, llegaron clandestinamente porque el Tratado de Versalles impedía el desarrollo de fuerzas bélicas, así que los trajeron como pilotos comerciales.
¿Por qué cree que los latinos desconocen gran parte de la participación en la Segunda Guerra Mundial?
Creo que arrastramos un gran pecado en América Latina, porque en Estados Unidos y en Europa es un poco diferente, pero en definitiva es que no sabemos contar la historia. Generalmente las clases de historia en las escuelas son aburridas, son de fechas, son de cuadros sinópticos y no, la historia está viva, es de pasión, y eso no significa que sea romance y sexo. Claro que también los hay: aquí tenemos una historia buenísima de una espía alemana, que está contada en uno de los episodios, y es la historia de Hilda Krüger, quien se hace la amante del secretario de gobernación de México… Pero lo que quiero decir es que hay que emocionar porque son historias de seres humanos, y sin ese detalle se va perdiendo el interés.
Para usted, ¿cuál es la manera correcta de hablar de historia?
Recuperando la parte humana. No solamente es decir “la batalla del 6 de diciembre se llevó a cabo y entonces ganaron los buenos”, no. Por ejemplo, la anécdota de la independencia de Colombia del florero es buenísima, aquí tenemos el grito, allá fue el florero.
¿Cómo atraer a las nuevas generaciones?
Contándoles que eran seres humanos. A nuestro cura Hidalgo, que es el padre de la patria, le encantaba tomarse su chocolatito con agua antes de tomar una gran decisión… ese tipo de cosas que quizá puedan generar empatía o identificación.