Angélica Blandón vuelve en “Una visita inesperada”
En una comedia romántica del director Famor Botero, la actriz interpreta a Monserrate, una colombiana que sin querer vuelve a su país por obligaciones laborales y termina enamorándose de un estadounidense.
¿Quién es Monserrate?
Monserrate es una colombiana que se va muy joven de su país natal a los Estados Unidos. El sueño de sus papás para ese entonces. Ella siente una especie de rechazo hacia Colombia, hay algo que no la invita a volver, pero por cuestiones de su trabajo debe regresar y a través de los ojos de un estadounidense, que vive en una casa con muchos personajes pintorescos, ella se va a reencontrar con un país muy diferente al que dejó. A partir de ese momento se enamorará tanto de Colombia, nuevamente, como de uno de los personajes.
En la película “Una visita inesperada” vemos el recurso donde se rompe la cuarta pared a través de su personaje. ¿Cómo fue concebida la idea?
Ese fue un riesgo que quisimos tomar con Famor Botero, que se da en otros países con la comedia. House of Cards tiene ese recurso del personaje hablándole a la cámara directamente. En este caso se trató de mostrar lo que está pensando el inconsciente de la protagonista, que muy poco se muestra. Al principio fue bastante complejo, dudamos y al final decidimos lanzarnos a la piscina y escoger los momentos importantes y necesarios para darnos esa licencia. Opino que en particular nos funcionó muy bien para este género.
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¿Qué tanto se utiliza este recurso?
Vale la pena rescatar que Famor [Botero] es un director criado y que ha desarrollado su carrera en los Estados Unidos. Entonces esto le ha permitido indagar y navegar por los distintos géneros de la cinematografía. Nosotros también tenemos otra película qué es más thriller psicológico y él tiene muy el sentir femenino. Monserrate es un poco el alter ego del director. Él se hace estas preguntas de ¿quién es? ¿De dónde vengo? En esa búsqueda vuelve a su país, pero con esa libertad de haber estudiado cine en otra parte.
¿A quién representa Monserrate?
A esos colombianos que nos hemos ido, me incluyo, heridos del país por las circunstancias sociopolíticas, por la impotencia que generan nuestros gobiernos. Es una problemática de Latinoamérica y algo estando en el exterior nos hace un clic. Claro que es una representación con mucha comedia, porque al final es una película romántica. Aunque queda por hacer tanto en lo cultural y social, Colombia no deja de ser un país donde la gente todavía es solidaria, amorosa.
Vemos también la referencia que hace el personaje de Alejandra Miranda sobre las riquezas y de que ya no es más un país de guerra...
Así es. Ambos estilos de películas son necesarias para Colombia, tanto esas que hablan de una guerra de más de cincuenta años y de la muerte de líderes sociales, se debe contar porque pasa y no podemos cerrar los ojos. Esta es una película que mira con optimismo las raíces hacia cosas que parecen superfluas, pero es de lo que estamos hechos.
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¿“Una visita inesperada” le ha hecho reenamorarse de sus raíces?
Claro que sí, por esa razón sigo acá en Colombia, porque soy una optimista. Obviamente, en algunos momentos me he ido y he vuelto. Seguramente me falta ahondar en muchas cosas. Ese tipo de películas nos ayudan a reconectarnos y ver lo que somos.
¿Cómo analiza el cine hecho en Colombia?
El cine se está diversificando. Ya de un tiempo para acá hemos dejado de ver al cine colombiano como un género cinematográfico, sino como algo hecho en Colombia, donde caben muchos géneros. En una ocasión hice una que estaba catalogada como cine erótico. Tenemos películas colombianas donde el thriller psicológico o de ficción es una realidad. Gracias a la ley del cine, que casi perdemos en plena pandemia. Aquí tenemos escenarios diversos.
¿Cómo fue trabajar en esta época pospandemia?
Ha sido un poco difícil, porque al grabar se requieren unas veinte personas en un mismo espacio. Ahora se están haciendo quizá películas más al aire libre y creo que todo problema es una oportunidad para que nos reinventemos o nos reconectemos. Cada problema es una posibilidad creativa.
¿Quién es Monserrate?
Monserrate es una colombiana que se va muy joven de su país natal a los Estados Unidos. El sueño de sus papás para ese entonces. Ella siente una especie de rechazo hacia Colombia, hay algo que no la invita a volver, pero por cuestiones de su trabajo debe regresar y a través de los ojos de un estadounidense, que vive en una casa con muchos personajes pintorescos, ella se va a reencontrar con un país muy diferente al que dejó. A partir de ese momento se enamorará tanto de Colombia, nuevamente, como de uno de los personajes.
En la película “Una visita inesperada” vemos el recurso donde se rompe la cuarta pared a través de su personaje. ¿Cómo fue concebida la idea?
Ese fue un riesgo que quisimos tomar con Famor Botero, que se da en otros países con la comedia. House of Cards tiene ese recurso del personaje hablándole a la cámara directamente. En este caso se trató de mostrar lo que está pensando el inconsciente de la protagonista, que muy poco se muestra. Al principio fue bastante complejo, dudamos y al final decidimos lanzarnos a la piscina y escoger los momentos importantes y necesarios para darnos esa licencia. Opino que en particular nos funcionó muy bien para este género.
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¿Qué tanto se utiliza este recurso?
Vale la pena rescatar que Famor [Botero] es un director criado y que ha desarrollado su carrera en los Estados Unidos. Entonces esto le ha permitido indagar y navegar por los distintos géneros de la cinematografía. Nosotros también tenemos otra película qué es más thriller psicológico y él tiene muy el sentir femenino. Monserrate es un poco el alter ego del director. Él se hace estas preguntas de ¿quién es? ¿De dónde vengo? En esa búsqueda vuelve a su país, pero con esa libertad de haber estudiado cine en otra parte.
¿A quién representa Monserrate?
A esos colombianos que nos hemos ido, me incluyo, heridos del país por las circunstancias sociopolíticas, por la impotencia que generan nuestros gobiernos. Es una problemática de Latinoamérica y algo estando en el exterior nos hace un clic. Claro que es una representación con mucha comedia, porque al final es una película romántica. Aunque queda por hacer tanto en lo cultural y social, Colombia no deja de ser un país donde la gente todavía es solidaria, amorosa.
Vemos también la referencia que hace el personaje de Alejandra Miranda sobre las riquezas y de que ya no es más un país de guerra...
Así es. Ambos estilos de películas son necesarias para Colombia, tanto esas que hablan de una guerra de más de cincuenta años y de la muerte de líderes sociales, se debe contar porque pasa y no podemos cerrar los ojos. Esta es una película que mira con optimismo las raíces hacia cosas que parecen superfluas, pero es de lo que estamos hechos.
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¿“Una visita inesperada” le ha hecho reenamorarse de sus raíces?
Claro que sí, por esa razón sigo acá en Colombia, porque soy una optimista. Obviamente, en algunos momentos me he ido y he vuelto. Seguramente me falta ahondar en muchas cosas. Ese tipo de películas nos ayudan a reconectarnos y ver lo que somos.
¿Cómo analiza el cine hecho en Colombia?
El cine se está diversificando. Ya de un tiempo para acá hemos dejado de ver al cine colombiano como un género cinematográfico, sino como algo hecho en Colombia, donde caben muchos géneros. En una ocasión hice una que estaba catalogada como cine erótico. Tenemos películas colombianas donde el thriller psicológico o de ficción es una realidad. Gracias a la ley del cine, que casi perdemos en plena pandemia. Aquí tenemos escenarios diversos.
¿Cómo fue trabajar en esta época pospandemia?
Ha sido un poco difícil, porque al grabar se requieren unas veinte personas en un mismo espacio. Ahora se están haciendo quizá películas más al aire libre y creo que todo problema es una oportunidad para que nos reinventemos o nos reconectemos. Cada problema es una posibilidad creativa.