Ansel Elgort: la estrella de un musical mundano
El actor estadounidense, apasionado por el canto y el baile, es uno de los protagonistas de la cinta “Amor sin barreras” (“West Side Story”), dirigida por Steven Spielberg, que llega a las pantallas el 9 de diciembre.
¿Qué llega a su cabeza cuando piensa en la filmación de “West Side Story” (“Amor sin barreras”?
Pienso en todo el proceso de ensayo. Pasamos mucho tiempo juntos. Estábamos ensayando en Brooklyn y, durante el almuerzo, íbamos al parque. Había muchos Jets y Sharks por todas partes. La gente bailaba y cantaba, se divertía, se hacían coreografías y competencias de danza. Había una energía contagiosa y todos estaban felices de estar allí. Incluso en días en los que la gente no tenía que trabajar o ensayar, igual llegaba al set. De todas las películas que hice, esta es la que tenía la sensación más fuerte de grupo.
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¿Cuándo conoció usted esta propuesta de musical?
Mi padre vio esta historia en Broadway en los años 50, cuando era adolescente, con su hermano, y le encantó. Así que cuando era chico, me la hicieron ver, primero la película probablemente. Luego lo hice en el campamento de teatro Stagedoor Manor. Interpreté a uno de los Jets cuando tenía doce años. Luego vi la reposición de Arthur Laurents de 2008 en Broadway, que tenía nuevas canciones en español de Lin-Manuel Miranda. Así que es uno de los grandes musicales que tengo en mi mente y en mi vida. Conozco la música desde hace mucho tiempo.
¿Por qué cree que esta historia se mantiene vigente y ha sido tan exitosa?
Obviamente, la historia es clásica y atemporal. Es Romeo y Julieta. Son personas muy apasionadas que actúan motivadas por sus emociones, y tal vez cometen errores. Pero todo viene directo del corazón, todos se desangran en pantalla, por así decir. Además, es una de las obras musicales más grandes de todos los tiempos. Amor sin barreras siempre me pareció una obra más anclada en la realidad, más mundana y un poco más oscura que los musicales por los que Broadway es famoso. Creo que eso es algo que siempre lo distinguió de los demás.
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¿Cómo fue su preparación para su personaje en esta historia?
Uno puede cantar una canción, pero tiene que poder interpretarla y realmente sentirla desde un lugar interno del personaje. Además, te tiene que salir sin esfuerzo. Steven [Spielberg] decía: “No quiero que sientas que estás siquiera cantando”. Pero está diciendo eso de una canción que es un aria de ópera. Y poder cantar ópera sin sentir que estás cantando sino que estás hablando es un verdadero desafío. Durante todo el proceso de ensayo, e incluso durante el rodaje, hice vocalizaciones durante dos horas todos los días yo solo. Estas canciones son muy técnicas, tienes que saber cuándo respirar, cómo llegar a los agudos, es todo muy específico.
A propósito de Steven Spielberg, ¿cómo llegó usted a esta historia dirigida por él?
Inicialmente, yo estaba rodando El jilguero, y mi agente me dijo: “Van a hacer esta película, tienes que audicionar”. Por supuesto que yo quería hacerlo con toda mi alma. Sabía que podía interpretar a un chico de la calle de los años 50. Pero estaban las canciones, así que traté de hacer un video cantando María. Me encanta cantar, no era la primera vez que cantaba, pero esta música no es fácil de hacer bien, porque en realidad es una ópera. Cuando Leonard Bernstein la compuso, él quiso hacer como una ópera, que tuviera ese peso. Estuve audicionando para esta película probablemente un año, tal vez dos y comencé a trabajar en esa música para poderla hacer bien para él.
¿Cómo fue esa experiencia de trabajar con Spielberg?
Estaba haciendo una entrevista, hace unos años, y la gente me preguntaba: “¿Con qué directores sueña trabajar?”. Si mencionaba tres, Steven Spielberg era uno de ellos. Así que para mí es increíble haber llegado a este punto en donde pude trabajar con él. Estaba, y todavía estoy, deslumbrado con él todo el tiempo. Pero luego te pones a trabajar y él es tan normal y entusiasta. Es como un niño, que quiere explorar y experimentar, pero al mismo tiempo es un líder extraordinario, porque tiene una mente muy organizada y es un elaborador de historias muy hábil e ingenioso.
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¿Cómo definiría a Tony, su personaje en “Amor sin barreras”?
Tony es innegablemente muy hábil para desenvolverse en las calles, pero también tiene una sencillez muy hermosa. Cuando lo conocemos, acaba de salir de prisión, en donde estuvo un año por haber casi matado a un muchacho en una pelea. Por suerte no lo mató y puede, por primera vez, reflexionar y darse cuenta de que tiene que cambiar. Así que hay un poco de remordimiento, pero también de esperanza. Está mirando hacia el futuro, queriendo cambiar y ser una buena persona.
“Something’s Coming” es una de sus primeras interpretaciones en la cinta, ¿cómo la describiría ahora?
La veo como una especie de discurso motivacional, porque Tony se está cantando a sí mismo. No está contento consigo mismo, pero tiene esperanzas, se está tratando de convencer de que le espera algo maravilloso. “¿Es posible? Sí, es posible”. Se hace una pregunta a sí mismo y se la responde. Está impaciente, hay un poco de nerviosismo, pero todavía no es una celebración.
¿Qué llega a su cabeza cuando piensa en la filmación de “West Side Story” (“Amor sin barreras”?
Pienso en todo el proceso de ensayo. Pasamos mucho tiempo juntos. Estábamos ensayando en Brooklyn y, durante el almuerzo, íbamos al parque. Había muchos Jets y Sharks por todas partes. La gente bailaba y cantaba, se divertía, se hacían coreografías y competencias de danza. Había una energía contagiosa y todos estaban felices de estar allí. Incluso en días en los que la gente no tenía que trabajar o ensayar, igual llegaba al set. De todas las películas que hice, esta es la que tenía la sensación más fuerte de grupo.
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¿Cuándo conoció usted esta propuesta de musical?
Mi padre vio esta historia en Broadway en los años 50, cuando era adolescente, con su hermano, y le encantó. Así que cuando era chico, me la hicieron ver, primero la película probablemente. Luego lo hice en el campamento de teatro Stagedoor Manor. Interpreté a uno de los Jets cuando tenía doce años. Luego vi la reposición de Arthur Laurents de 2008 en Broadway, que tenía nuevas canciones en español de Lin-Manuel Miranda. Así que es uno de los grandes musicales que tengo en mi mente y en mi vida. Conozco la música desde hace mucho tiempo.
¿Por qué cree que esta historia se mantiene vigente y ha sido tan exitosa?
Obviamente, la historia es clásica y atemporal. Es Romeo y Julieta. Son personas muy apasionadas que actúan motivadas por sus emociones, y tal vez cometen errores. Pero todo viene directo del corazón, todos se desangran en pantalla, por así decir. Además, es una de las obras musicales más grandes de todos los tiempos. Amor sin barreras siempre me pareció una obra más anclada en la realidad, más mundana y un poco más oscura que los musicales por los que Broadway es famoso. Creo que eso es algo que siempre lo distinguió de los demás.
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¿Cómo fue su preparación para su personaje en esta historia?
Uno puede cantar una canción, pero tiene que poder interpretarla y realmente sentirla desde un lugar interno del personaje. Además, te tiene que salir sin esfuerzo. Steven [Spielberg] decía: “No quiero que sientas que estás siquiera cantando”. Pero está diciendo eso de una canción que es un aria de ópera. Y poder cantar ópera sin sentir que estás cantando sino que estás hablando es un verdadero desafío. Durante todo el proceso de ensayo, e incluso durante el rodaje, hice vocalizaciones durante dos horas todos los días yo solo. Estas canciones son muy técnicas, tienes que saber cuándo respirar, cómo llegar a los agudos, es todo muy específico.
A propósito de Steven Spielberg, ¿cómo llegó usted a esta historia dirigida por él?
Inicialmente, yo estaba rodando El jilguero, y mi agente me dijo: “Van a hacer esta película, tienes que audicionar”. Por supuesto que yo quería hacerlo con toda mi alma. Sabía que podía interpretar a un chico de la calle de los años 50. Pero estaban las canciones, así que traté de hacer un video cantando María. Me encanta cantar, no era la primera vez que cantaba, pero esta música no es fácil de hacer bien, porque en realidad es una ópera. Cuando Leonard Bernstein la compuso, él quiso hacer como una ópera, que tuviera ese peso. Estuve audicionando para esta película probablemente un año, tal vez dos y comencé a trabajar en esa música para poderla hacer bien para él.
¿Cómo fue esa experiencia de trabajar con Spielberg?
Estaba haciendo una entrevista, hace unos años, y la gente me preguntaba: “¿Con qué directores sueña trabajar?”. Si mencionaba tres, Steven Spielberg era uno de ellos. Así que para mí es increíble haber llegado a este punto en donde pude trabajar con él. Estaba, y todavía estoy, deslumbrado con él todo el tiempo. Pero luego te pones a trabajar y él es tan normal y entusiasta. Es como un niño, que quiere explorar y experimentar, pero al mismo tiempo es un líder extraordinario, porque tiene una mente muy organizada y es un elaborador de historias muy hábil e ingenioso.
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¿Cómo definiría a Tony, su personaje en “Amor sin barreras”?
Tony es innegablemente muy hábil para desenvolverse en las calles, pero también tiene una sencillez muy hermosa. Cuando lo conocemos, acaba de salir de prisión, en donde estuvo un año por haber casi matado a un muchacho en una pelea. Por suerte no lo mató y puede, por primera vez, reflexionar y darse cuenta de que tiene que cambiar. Así que hay un poco de remordimiento, pero también de esperanza. Está mirando hacia el futuro, queriendo cambiar y ser una buena persona.
“Something’s Coming” es una de sus primeras interpretaciones en la cinta, ¿cómo la describiría ahora?
La veo como una especie de discurso motivacional, porque Tony se está cantando a sí mismo. No está contento consigo mismo, pero tiene esperanzas, se está tratando de convencer de que le espera algo maravilloso. “¿Es posible? Sí, es posible”. Se hace una pregunta a sí mismo y se la responde. Está impaciente, hay un poco de nerviosismo, pero todavía no es una celebración.