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Cuando Edwin Eugene Aldrin Jr. bajó del módulo del Apolo 11 y pisó la superficie lunar, supo que su nombre tal vez no iba a pasar a la historia, como sí lo hiciera el de su colega Neil Armstrong, por ser el primer hombre en posar un pie sobre la Luna, aquel histórico 20 de julio de 1969. Aldrin tampoco alcanzaría a imaginar que su apodo de la infancia sí trascendería 26 años después, gracias a un visionario del cine de animación llamado John Lasseter, quien le puso su nombre a uno de los personajes más emblemáticos del cine de animación en 3D de la época moderna: Buzz Lightyear en Toy Story, la primera película realizada completamente por computador.
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El camino de Lasseter, como el de muchos genios del cine, no fue fácil, pues muchas veces su proyecto fue rechazado. Esta es una anécdota que se ha repetido infinidad de veces, pues muchos más conforman la lista de los que fueron rechazados y después obtendrían un éxito rotundo.
Al fin, cansado de tocar puertas en vano para poder realizar sus ambiciosas ideas, John Lasseter se asoció con Steve Jobs, el genio de Apple, y en 1986 crearon Pixar. Lasseter venía de trabajar en Lucasfilm y Jobs había sido despedido de Apple.
En ese momento Disney tenía un nuevo presidente: Jeffrey Katzenberg, quien no dudó en reconocer que el futuro de la animación estaba en Pixar. Así que ofreció comprarla, Lasseter no había olvidado las veces que Disney se burló de sus proyectos y hasta lo despidió. Así es que llegó a la mesa de negociaciones con una condición: “Quiero dirigir una película” y tener control total de los proyectos de animación que usaran su tecnología. Él sabía muy bien que Pixar necesitaba dinero, porque con sus ambiciosos proyectos y la búsqueda de nuevas tecnologías para realizarlos pronto quedaría en la ruina. Hasta ese momento Pixar solo había realizado cortometrajes animados en 3D, incluido Tin Toy, dirigido por Lasseter. Pero querían llegar más allá y realizar una película. Para lograrlo necesitarían el músculo financiero y comercial que solo les podría dar Disney. Y así fue.
Tin Toy, un corto de cinco minutos realizado en 1988, no solo iniciaría la revolución tecnológica en la animación de 3D creada por Pixar, sino que fue la historia que dio origen a Toy Story. La novedosa historia ganó varios reconocimientos, incluyendo el Premio Óscar a Mejor corto animado, pero lo más importante es que gracias a él John Lasseter y su equipo fueran tomados en serio por Disney.
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A finales de 1989, tras el éxito de Tin Toy, Lasseter se propuso hacer una película de Navidad con el personaje. El proyecto como tal nunca se realizó, pero tuvo varios cambios tanto en argumento como en diseño de personajes hasta convertirse en Toy Story. En dicha transformación un muñeco ventrílocuo con tintes de villano se convirtió en el vaquero Woody y Tin se transformó en el guardián espacial Buzz Lightyear. Quien, a propósito, inicialmente se iba a llamar Lunar Larry, incluso el nombre de la película iba a ser You Are a Toy (Eres un juguete).
Para que Toy Story llegara a ser lo que es pasaron muchas cosas, hasta un rechazo total por la historia y los personajes por parte de Disney, ya que la gran productora no estaba segura de emprender otro camino narrativo y salir de sus historias musicales exitosas, como La Sirenita y Aladdin, cosa que ni Lasseter ni Peter Docter, su principal colaborador en este proyecto, estarían dispuestos a hacer. Por fortuna, lograron realizar la historia que ya todos conocemos y se convirtió en una de las películas animadas más taquilleras y novedosas de todos los tiempos.
Veintisiete años después, el director Angus MacLane, quien de niño soñaba realizar una película del espacio al estilo de Star Wars y participó como animador del personaje de Buzz en las secuelas de Toy Story, empezó a trabajar la idea de que el guardián del espacio debería tener su propia historia. Así, junto a la productora Galyn Susman, decidió hacer realidad la película que hizo que Andy se enamorara del héroe del espacio. Lo interesante de esta premisa es que sí, es Buzz, pero no es el juguete Buzz, sino que crearon un nuevo universo, sin perder la esencia del personaje.
Algo que tenían claro es que deberían darle completa credibilidad, partiendo del diseño del personaje y tuviera una relación directa con el juguete en el que fue inspirado; la mandíbula, el traje, las cejas y hasta un elemento que él no tenía, como el cabello.
Lo más importante de esta película son las emociones que transmite, basadas en el valor y el respeto de la verdadera amistad, además del compromiso de respetar las diferencias; elementos que son el eje fundamental en que se sostiene la relación de los personajes originales en Toy Story y en la sociedad moderna, tanto así que la película ha sido censurada en algunos países por una de sus escenas.
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Lightyear es una película clara, limpia y diferente que transmite algo particular. Tal vez sea esa sensación de soledad y aislamiento que tuvieron que pasar sus realizadores, pues fue producida en plena pandemia, cada uno de ellos desde su casa.
El origen de Buzz era un enigma. Incluso en una de las películas anteriores se da a entender su relación con Zurg, la némesis de Lightyear, pero aquí plantean el origen de su relación y no dejan nada a la imaginación.
De hecho, una escena poscréditos demuestra que este nuevo universo no termina acá; por el contrario, irá “al infinito y más allá”.