Así se recrearon las peleas más rudas de “Ringo” Bonavena
La nueva serie original de Star+ “Ringo: Gloria y Muerte” que ya está disponible con todos sus episodios, recrea los duelos inolvidables de la trayectoria sobre el ring del boxeador argentino, entre ellos, el que lo consagró campeón argentino en 1965 y la ansiada pelea contra Muhammad Ali en 1970.
Daniela Suárez Zuluaga
“Mido 1,78 de estatura. Soy todo viveza, menos en los pies. Le doy seis puntos a mi cara, de seis para abajo; tengo diez puntos en picardía; dos puntos en inteligencia; diez puntos en viveza. Ahora, si se suma picardía, inteligencia y viveza, son veintidós puntos y esa es la gracia, juntar las tres. Si no las juntás sos un gil”, así se definía Oscar Natalio Bonavena, ícono, junto a Luis Ángel Firpo , del boxeo argentino. La descripción se lee en el libro “Díganme Ringo”, escrito por periodista Ezequiel Fernández Moores.
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“Mido 1,78 de estatura. Soy todo viveza, menos en los pies. Le doy seis puntos a mi cara, de seis para abajo; tengo diez puntos en picardía; dos puntos en inteligencia; diez puntos en viveza. Ahora, si se suma picardía, inteligencia y viveza, son veintidós puntos y esa es la gracia, juntar las tres. Si no las juntás sos un gil”, así se definía Oscar Natalio Bonavena, ícono, junto a Luis Ángel Firpo , del boxeo argentino. La descripción se lee en el libro “Díganme Ringo”, escrito por periodista Ezequiel Fernández Moores.
Desde su debut como boxeador profesional en 1964 en el Madison Square Garden de Nueva York, donde le ganó por KO (Nocaut en términos de boxeo) a Mills Lane, “Ringo”, como apodaban al boxeador porteño, se enfrentó a grandes oponentes como Luis Benetti, El Canadiense, El Alemán, Joe Frazier, y una de las peleas más recordadas con Muhammad Ali en 1970.
Ese duelo marcaba el regreso de Ali al circuito luego de que le quitaran el título de los pesos pesados por negarse a ir a combatir en la Guerra de Vietnam. Su presencia en el estadio era tan polémica que se dio en medio de amenazas de bomba, en un contexto de tensión racial y polarización social con relación a la guerra. Ringo, por su parte, venía buscando enfrentarse al estadounidense desde hacía tres años. Ese era el día con el que había soñado durante mucho tiempo.
Bonavena, siempre alardeando y bromeando, provocó a Ali durante la ceremonia del pesaje —lo llamó “gallina” una y otra vez— y brindó el espectáculo que todos esperaban. A pesar de haber dado batalla, el argentino perdió la pelea en el 15º round por nocaut técnico, y volvió a Buenos Aires con el consuelo de haber dejado lo mejor de sí en el ring. Años más tarde, regresaría a Estados Unidos con la ilusión de una revancha contra Ali. La vida, sin embargo, tenía preparada un destino mucho más trágico para el mítico boxeador en aquellas tierras.
Fueron acontecimientos históricos que los fanáticos del deporte consideraban irrepetibles, pero la plataforma en streaming Star+ se embarcó en el reto de revivir todos estos enfrentamientos en su serie “Ringo. Gloria y muerte”. Con Giocondo Bosia, en el papel del boxeador, la serie recrea las peleas que marcaron la trayectoria deportiva de Bonavena, pero además del ring, los golpes y los icónicos enfrentamientos, también revive su carisma.
Para la recreación de la pelea con Ali, ringo sale al ring con su equipo detrás. Convencido y dispuesto a vencer. El cuadrilátero se ilumina y el equipo de producción está a la expectativa, saben que no pueden fallar porque esta pelea es una de las más importantes, tanto en la serie como en la vida real. Desde abajo del ring se escuchan las instrucciones del director que está pendiente de cada uno de los movimientos, esperando que todo salga como lo planeó. “Grabar la pelea con Ali fue de los momentos más sagrados que tuvo la serie, ahí sí me daba la licencia de no tener miedo a hacer de más”, dice Giocondo Bosia.
Cada ángulo que las cámaras registran en el set es fundamental, desde que los actores se ponen los guantes, hasta que finalizan la pelea. Imaginamos cómo podría haber sido ese momento previo en el que se abren las puertas dl lugar y entra Ringo a enfrentarse con Ali verbalmente”, cuenta Nicolás Pérez Veiga, director de la serie. Esa escena fue improvisada, nunca hubo ningún guion para el resultado final. La caminata de Ringo hacia el ring, cuando sube, su familia acompañándolo, esos momentos fueron espontáneos, y al finalizar la escena, el equipo aplaudía detrás de los monitores.
“Nos pegamos bastante en todas las peleas”, revela Bosia. Todos los actores estaban alrededor del ring mientras se rodaban las escenas de los golpes, una tras otra sin parar. El contacto es real, nada es coreografiado. “En un momento me sentaba en el banco para descansar un poco, y el director no decía tercera escena, sino “tercer round”. El público que complementaba el cuadrilátero estaba conformado por decenas de extras, que al final terminaban haciendo parte de la pelea alentando a los actores en el set.
Los orígenes de Ringo Bonavena
Era 1956 y el Club Atlético Huracán de Buenos Aires se preparaba para ver el debut de Ringo. Llegaba la hora de subirse al ring y ponerse los guantes, su corazón palpitaba a mil por hora y su sed de victoria le sudaba por los poros. Pero perdió, y en 1959 se reivindicó. Fueron años de practicar para convertirse en el consagrado boxeador de peso pesado que en la década de los 60 y 70 ganaba sin parar gracias a su talento, carisma, desfachatez y vocación.
Antes de sus épocas de gloria, Ringo llegó al boxeo por necesidad, no por pasión. Abandonó la escuela primaria en sexto grado y encontró en este deporte un medio de sustento para su familia, y luego se convertiría en su profesión. Sus orígenes humildes, su lealtad al barrio y al club que lo vio nacer y su devoción por su madre, Doña Dominga -usó las primeras grandes ganancias de sus peleas en Estados Unidos para arreglar la casa de su infancia-, lo convirtieron rápidamente en un “héroe del pueblo”, venerado por miles de fanáticos que conectaron con su historia de superación y ascenso.
El fenómeno
Surgido como figura en los años de consolidación de la televisión como fenómeno de masas, Ringo no solo se consagró como boxeador, sino que además llevó su popularidad delante de las cámaras. Por un lado, aprovechó cada transmisión televisiva de sus peleas para desplegar su sentido del humor y personalidad provocadora, ya sea burlando y desafiando verbalmente a sus contrincantes, o haciendo alarde de sus propias cualidades como boxeador. Por otro, visitó regularmente los programas de televisión del momento en Argentina, e incluso llevó las cámaras al interior de su propio hogar, donde semana a semana compartía con la audiencia sus almuerzos junto a su madre, Doña Dominga, y rivales del box que invitaba para la ocasión.
Estaba en lo más alto de su carrera, y disfrutaba de todo lo que la fama y el reconocimiento le brindaban, pero la historia no tuvo un final feliz. Ringo Bonavena fue asesinado en 1976 el guardaespaldas de Joe Conforte, dueño del prostíbulo en el que se terminó una pelea por un problema que habían tenido días antes.
Según un artículo publicado por Infobae y escrito por Cherquis Bialo, “pasada la medianoche del 21 de mayo de 1976, Bonavena estaba jugando en el Casino Harrah’s. Recibió un llamado telefónico, se trataba de una provocación. Finalmente, de una trampa. Tenía todo programado para regresar a Buenos Aires la noche siguiente, la del 22 de mayo de 1976 en Aerolíneas Argentinas, vía Los Ángeles. No obstante, e increíblemente entre las 6:15 y las 6:30, según el Sheriff Bob De Carlo, tras aquella llamada Ringo salió velozmente en su auto Chevrolet, modelo Montecarlo Coupe 75′ color caramelo, desde el Harrah’s hacia el Mustang Ranch. Su amigo Morales había desaparecido de “los lugares que solía frecuentar” después de la señal mafiosa que dejaron sus objetos personales incinerados. Había quedado solo”.
Fue justo ahí cuando Ross Bymer sacó su fusil Remington 30-08, y en medio de la discusión, le disparó a Ringo en el corazón causándole la muerte y dejándolo tirado en el asfalto.