“Avatar: la leyenda de Aang”, el “live action” que por fin vio la luz
Antes de que saliera al aire, la producción de Netflix enfrentó varios retos. Uno de ellos fue la renuncia de Dante DiMartino y Bryan Konietzko, autores de la obra original, quienes expresaron su desacuerdo con varias decisiones que se estaban tomando en el set. Sin embargo, la primera temporada se estrenó el 22 de febrero de este año. Un análisis del primer capítulo.
Juan Diego Forero Vélez
Cuando Netflix anunció que el live action de Avatar: la leyenda de Aang” estaba en producción, los fanáticos del joven maestro aire se tensaron. Las posibilidades de fracasar eran una herida profunda, abierta y dolorosa. Y los temores estaban justificados. El primer intento de humanizar a Aang fue llevado a cabo por M. Night Shyamalan, en 2010, pero la crítica, los fanáticos y el público en general condenaron la cinta al olvido. Paramount Pictures, no obstante, duplicó su inversión, un total de US$319.7 millones contra US$150 millones de presupuesto; y se sintió insatisfecho por la frígida reacción generalizada sobre la cinta, que entorpeció cualquier intento de continuar con el proyecto. Todo cayó en un lento y aletargado estupor que no parecía poder reanimarse jamás, hasta que Netflix tomó la batuta.
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Cuando Netflix anunció que el live action de Avatar: la leyenda de Aang” estaba en producción, los fanáticos del joven maestro aire se tensaron. Las posibilidades de fracasar eran una herida profunda, abierta y dolorosa. Y los temores estaban justificados. El primer intento de humanizar a Aang fue llevado a cabo por M. Night Shyamalan, en 2010, pero la crítica, los fanáticos y el público en general condenaron la cinta al olvido. Paramount Pictures, no obstante, duplicó su inversión, un total de US$319.7 millones contra US$150 millones de presupuesto; y se sintió insatisfecho por la frígida reacción generalizada sobre la cinta, que entorpeció cualquier intento de continuar con el proyecto. Todo cayó en un lento y aletargado estupor que no parecía poder reanimarse jamás, hasta que Netflix tomó la batuta.
En 2018, Michael Dante DiMartino y Bryan Konietzko, autores de la obra original, fueron contactados por el gigante del streaming para ser incluidos en el proceso creativo de la producción, quienes tomarían en cuenta sus ideas y sentimientos más profundos. Los fanáticos pudieron respirar, fue como una brisa cálida, porque esta vez todo sería diferente, más objetivo y fiel, perfecto. Los creadores de Aang, Katara, Sokka y todo el universo Avatar estaban entusiasmados, al fin verían materializados sus más grandes anhelos, sus ideas más diáfanas. Pero en 2020, tanto Dante como Bryan, renunciaron.
“Muchos de ustedes me han estado preguntando por actualizaciones sobre la serie live action de Avatar que está desarrollando Netflix. Por fin puedo decirles que no estoy involucrado más con el proyecto. En junio de 2023, después de dos años de desarrollo, Bryan Konietzko y yo tomamos la difícil decisión de dejar la producción”, escribió Dante en una sentida y nostálgica carta a los fanáticos de la serie original. Sus palabras se diluían, se sentían apesadumbradas. “Las cosas pasan, las producciones son retadoras. Eventos desafortunados aparecen de la nada. Los planes tienen que cambiar. Y cuando eso pasó en otros puntos de mi carrera, intenté, como un nómada maestro aire, adaptarme. Pero hay momentos en que incluso un nómada maestro aire sabe cuando es tiempo de aceptar su derrota y seguir adelante”, explicó. Dante y Bryan se desligaron del proyecto porque no se sintieron a gusto con muchas decisiones que se estaban tomando y por el camino que estaba adoptando la producción; y aunque sus palabras no estaban cargadas de odio, sí estaban apagadas y desconsoladas.
El caos se apoderó de nuevo de la atmósfera, pero no había marcha atrás. Solo quedaba cruzar los dedos y esperar. El 22 de febrero de 2024 Netflix estrenó la primera temporada, que consta de ocho capítulos, cada uno con una duración media de 55 minutos. Sin Dante y sin Bryan.
El primer capítulo es, al igual que la serie original, una introducción al universo de Aang. El mundo se abre de forma instantánea y sumerge al espectador en un remolino de incertidumbre. El control de los elementos, la guerra, la desilusión y el olvido. Detrás de cualquier live action reposa, inerte, la sombra gigante de su homónimo animado. Aang carga además con el fétido recuerdo de El último maestro aire, corroído y oxidado, pero resiste con tenacidad al mal augurio. Sus escenarios son frescos, y el inicio es ladino y frenético. Nada más empezar se nos presenta a un maestro tierra que desconocemos y a un montón de peones, maestros fuego, que lo persiguen de forma desaforada y urgente. Los efectos de la tierra desprendiéndose del suelo y del fuego volando a través del escenario, quemándolo todo, son sorprendentes y creíbles. Hay magia en cada movimiento, todo está perfectamente coordinado y la actuación es elocuente. Los que vieron la serie de Nickelodeon recibirán esto como un golpe nostálgico peculiar y difícil de reproducir.
Es imposible despojarse del sentimiento de aflicción que generan las primeras escenas. Los que conocen la historia, para los que está principalmente dirigida la serie, saben de las tortuosas andanzas que le esperan al protagonista, y son conscientes de las pérdidas inevitables. En la serie animada era un poco más recatado el encuentro con la extinta tribu aire, se hacía esperar, pero aquí es abrupto y endémico.
Ver a Aang sonreír con su maestro, el monje Gyatso, es al mismo tiempo penoso y melancólico. “No pedí este poder”, dice Aang en un flash back, con el ceño fruncido y contraído, gracias al imponente deseo de llorar que lo invade. “No puedo simplemente seguir pretendiendo que soy tu amigo?” le pregunta a su maestro, que justo le había revelado su condición de avatar, aunque lo consideraba demasiado joven para asumir aún ese papel. “Tú eres mi amigo… Tú siempre serás mi amigo”, le señaló Gyatso por última vez, en una escena perfectamente emulada por los actores Gordon Cormier, que interpreta a Aang, y Lim Kay Siu, que da vida al viejo maestro aire.
El capítulo logra capturar mucho la esencia de los personajes. Un escalofrío logra recorrer el cuerpo de quien ve por primera vez la tribu agua, junto a Sokka y Katara. Cuando Aang se entera de que es probablemente el último maestro aire, se entiende que todo se torna inverosímil y perpetuo. Su destino se entrelaza con el de Suko, príncipe exiliado de la nación del fuego, y la historia empieza a tomar forma. Se nos presentan todos los elementos en el capítulo y la narrativa es divertida. La canción final es la misma que sonaba al finalizar los capítulos de la serie de Nickelodeon, nostálgica y estratégica. Sokka, Katara, Aang y Appa, el bisonte volador de Aang, empiezan la travesía, decididos y valerosos. Y la promesa queda en el aire, es hora de que el avatar, luego de 100 años de ausencia, vuelva para salvar al mundo de la guerra que la nación del fuego parece haber declarado al mundo entero, aprovechándose de su larga y repentina ausencia.
No sería bien recibida una muestra más profunda y cualquiera que quiera disfrutar la serie debe abstenerse de leer una reseña más extensa. El primer capítulo es una promesa de severidad y el comienzo de un nuevo mundo.