Berlinale, 60 años siendo políticamente incorrecto
Este Festival de Cine es el más atípico de la tríada de grandes festivales europeos.
Nuria Vicedo / Efe
Sesenta ediciones, 15.000 películas y un sinnúmero de memorables momentos del celuloide hilvanan la historia de la Berlinale, que este año celebra su 60 aniversario consolidado como el exponente más atípico de la tríada de grandes festivales europeos, que completan Cannes y Venecia.
La incorrección política y la rebeldía ‘berlinalera' han marcado la trayectoria de un festival surgido de la militancia anticomunista de las potencias aliadas, que en 1951 instauraron con él en el sector occidental de Berlín un atractivo aparato de contra-propaganda frente a la República Democrática Alemana (RDA).
Aislado en el corazón de la RDA, la isla democrática que fue Berlín Occidental se sirvió de la Berlinale para proyectar películas occidentales, apenas a unos kilómetros de la aún invisible línea divisoria que les separaba del "otro" Berlín y sólo dos años después de sobrevivir al bloqueo soviético que los aisló de los aliados.
El infame Muro de Berlín, que marcaría durante décadas la vida de la ciudad, se construiría diez años después.
Las autoridades germano-orientales no tardaron en reaccionar y en crear su propia variante comunista, con el Festival de las Películas Democráticas del Pueblo, que pronto cayó en el olvido.
El cariz político del festival, que no ha abandonado a la Berlinale durante sesenta años, se suma a su carácter atípico: se celebra en las últimas décadas durante el severo invierno berlinés alejado del halo de exclusividad y del imperativo de elegancia de sus competidores.
Romy Schneider, Cary Grant, James Stewart y Sophia Loren encabezaron la interminable lista de estrellas del celuloide que han caminado sobre la alfombra roja del festival, que en su 60 edición recibirá a una nueva generación de bellos de la gran pantalla como Leonardo DiCaprio, Ewan McGregor y Renée Zellweger.
Madonna, The Rolling Stones y Patti Smith pusieron en las últimas ediciones la banda sonora de la Berlinale, tras unos años en los que actores como Richard Gere y George Clooney aprovecharon la tribuna del festival para atacar a la administración de George W. Bush.
El compromiso político es, año tras año, marca registrada de parte de las películas a competición del festival que, en 1970, vivió uno de sus escándalos más sonados: el jurado en pleno abandonó la Berlinale, tras el pase de una película considerada antiamericana, en plena guerra de Vietnam.
‘O.K.' de Michael Verhoeven, que narraba la violación de una niña vietnamita por parte de soldados estadounidenses, sacudió el festival y nueve años después los países del bloque comunista protestaron airadamente por el excesivo americanismo de ‘The Deer Hunter' con Robert De Niro en el cartel.
La apertura hacia el antiguo enemigo soviético se profundizó con el inicio de su desmantelamiento con la primera película soviética en 1974 -‘Contigo y sin ti' de Rodion Nachapetow- y un año más tarde, la primera cinta germano-oriental entró a competición.
La historia de Berlinale se ha escrito al compás de los nuevos tiempos y también la Guerra de Irak y las consecuencias de los atentados de septiembre de 2001 dejaron su impronta en el festival.
De ‘In this world' sobre la guerra de Afganistán, con la que Michael Winterbottom se alzó con el Oso de Oro en 2003 al documental ‘Standar Operating Proceedure' de Errol Morris, sobre las torturas en la cárcel iraquí de Abu Ghraib, la Berlinale ha demostrado su afinidad con los cineastas comprometidos.
Winterbottom es uno de los ganadores del Oso de Oro que repiten este año en la competición oficial, junto a otros grandes del cine contemporáneo como Zhang Yimou y Roman Polanski.
Rainer Werder Fassbinder, Ingmar Bergman y Jean-Luc Godard también entraron en el Olimpo del festival berlinés a lo largo de seis décadas, que también dejaron resquicios a la frivolidad, con Jack Nicholson con el trasero al aire o el Oso de Oro de 2001 a ‘Intimacy' del francés Patrice Chéreau, acusada de pornográfica.
La nieve y las gélidas temperaturas que azotan Berlín no serán impedimento para los centenares de periodistas que cada febrero toman las inmediaciones de la Postdamer Platz, ávidos de buen cine, a los que la Berlinale espera con 400 nuevas películas para brindar por su aniversario.
Sesenta ediciones, 15.000 películas y un sinnúmero de memorables momentos del celuloide hilvanan la historia de la Berlinale, que este año celebra su 60 aniversario consolidado como el exponente más atípico de la tríada de grandes festivales europeos, que completan Cannes y Venecia.
La incorrección política y la rebeldía ‘berlinalera' han marcado la trayectoria de un festival surgido de la militancia anticomunista de las potencias aliadas, que en 1951 instauraron con él en el sector occidental de Berlín un atractivo aparato de contra-propaganda frente a la República Democrática Alemana (RDA).
Aislado en el corazón de la RDA, la isla democrática que fue Berlín Occidental se sirvió de la Berlinale para proyectar películas occidentales, apenas a unos kilómetros de la aún invisible línea divisoria que les separaba del "otro" Berlín y sólo dos años después de sobrevivir al bloqueo soviético que los aisló de los aliados.
El infame Muro de Berlín, que marcaría durante décadas la vida de la ciudad, se construiría diez años después.
Las autoridades germano-orientales no tardaron en reaccionar y en crear su propia variante comunista, con el Festival de las Películas Democráticas del Pueblo, que pronto cayó en el olvido.
El cariz político del festival, que no ha abandonado a la Berlinale durante sesenta años, se suma a su carácter atípico: se celebra en las últimas décadas durante el severo invierno berlinés alejado del halo de exclusividad y del imperativo de elegancia de sus competidores.
Romy Schneider, Cary Grant, James Stewart y Sophia Loren encabezaron la interminable lista de estrellas del celuloide que han caminado sobre la alfombra roja del festival, que en su 60 edición recibirá a una nueva generación de bellos de la gran pantalla como Leonardo DiCaprio, Ewan McGregor y Renée Zellweger.
Madonna, The Rolling Stones y Patti Smith pusieron en las últimas ediciones la banda sonora de la Berlinale, tras unos años en los que actores como Richard Gere y George Clooney aprovecharon la tribuna del festival para atacar a la administración de George W. Bush.
El compromiso político es, año tras año, marca registrada de parte de las películas a competición del festival que, en 1970, vivió uno de sus escándalos más sonados: el jurado en pleno abandonó la Berlinale, tras el pase de una película considerada antiamericana, en plena guerra de Vietnam.
‘O.K.' de Michael Verhoeven, que narraba la violación de una niña vietnamita por parte de soldados estadounidenses, sacudió el festival y nueve años después los países del bloque comunista protestaron airadamente por el excesivo americanismo de ‘The Deer Hunter' con Robert De Niro en el cartel.
La apertura hacia el antiguo enemigo soviético se profundizó con el inicio de su desmantelamiento con la primera película soviética en 1974 -‘Contigo y sin ti' de Rodion Nachapetow- y un año más tarde, la primera cinta germano-oriental entró a competición.
La historia de Berlinale se ha escrito al compás de los nuevos tiempos y también la Guerra de Irak y las consecuencias de los atentados de septiembre de 2001 dejaron su impronta en el festival.
De ‘In this world' sobre la guerra de Afganistán, con la que Michael Winterbottom se alzó con el Oso de Oro en 2003 al documental ‘Standar Operating Proceedure' de Errol Morris, sobre las torturas en la cárcel iraquí de Abu Ghraib, la Berlinale ha demostrado su afinidad con los cineastas comprometidos.
Winterbottom es uno de los ganadores del Oso de Oro que repiten este año en la competición oficial, junto a otros grandes del cine contemporáneo como Zhang Yimou y Roman Polanski.
Rainer Werder Fassbinder, Ingmar Bergman y Jean-Luc Godard también entraron en el Olimpo del festival berlinés a lo largo de seis décadas, que también dejaron resquicios a la frivolidad, con Jack Nicholson con el trasero al aire o el Oso de Oro de 2001 a ‘Intimacy' del francés Patrice Chéreau, acusada de pornográfica.
La nieve y las gélidas temperaturas que azotan Berlín no serán impedimento para los centenares de periodistas que cada febrero toman las inmediaciones de la Postdamer Platz, ávidos de buen cine, a los que la Berlinale espera con 400 nuevas películas para brindar por su aniversario.