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Canal Uno (Opinión)

Con la inesperada iniciativa de Presidencia a designarme para liderar RTVC y el desenlace conocido, quedo sin mordaza ética y protocolaria limitante e impedimento para opinar.

Jenniffer Steffens
24 de mayo de 2023 - 05:38 p. m.
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Foto: Cortesía
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El nombramiento de marras sin quererlo yo, impuso en mí cierto acartonamiento para exponer. Me descubrí con en esa sensación rara, que no me enamoró, pero sí me comprometió absolutamente para poder dar el lugar adecuado a los medios públicos, para buscar el equilibrio entre la cultura en su universo y por supuesto en la información.

Puedo agregar que también detuvo el privilegio, así lo considero, de expresar a través de La Mirilla y El Espectador, mi percepción sobre lo que se consume hoy en este ejercicio de contemplación, crítica y goce que me produce el “paraíso del ocioso”, (gracias Moure, gracias De Francisco).

El aparato que nutre el ocio que me cautiva y que en este momento lo alimenta, es el Canal Uno.

Quiero referirme a su estilo y programación que parece “retro” permanentemente a toda hora y hablo sin sarcasmo, lo encuentro un plus de modo que resalto lo visto en el canal. Mucho para comentar, bastante para descartar y por supuesto lo de destacar.

Recurrente mi devoción y pasión por mi arte y oficio que ejerzo desde siempre, puedo decir sin modestia ¡que este ojo se ha afinado!

Así las cosas, empiezo por destacar la concepción de la programación, sí planeada desde la orientación y naturaleza de la T.V. privada y comercial, pero con criterio más generoso con la audiencia, con algún respeto hacia el televidente y a la influencia que tiene el medio en la sociedad.

Canal Uno propone una parrilla pensada en la familia, ordenada, con franjas dirigidas mejor a las audiencias infantil, juvenil, familiar y adultos (como antes) en sus horarios y rutinas en que de alguna manera un servicio le presta a la audiencia sin perder plata.

No sé si estoy soñando o delirando. ¿O será nostalgia? Pero eso es lo que me vende, con una reciente excepción que bien vale la pena mencionar ya entrada en materia, el anuncio de la próxima emisión y repetición de “Narcos”, serie hecha por Dynamo Producciones y Gaumon International Television para Netflix.

Explícito mi argumento relacionado con la T.V. que viene proponiendo Canal Uno y consecuente con mi pensar sobre la T.V. nacional abierta, no veo ese tipo de contenidos a la orden del día -sí con mucho rating y ganancias también- pero ya visto y revisto. En cambio cómo se extraña una comedia nacional que nos refleje y divierta al mejor estilo de “Don Chinche”, “Vuelo Secreto”, un dramatizado o dos que hagan lo propio y nutran esa parrilla otrora “El cuento del domingo”, “En primera fila”, producciones que se alimentaban de adaptaciones de importantes obras literarias, de ideas y libretos afines a nuestra cultura y que no nos “culturizaban a la fuerza”, cabe decir el gran daño y poco aporte que nos hacen esas series que nos alejan de principios éticos, de nuestras expresiones naturales reflejo de nuestra identidad, máxime cuando son contadas desde mirada ajena, aparte y con el prurito de ser parte de nuestra historia y la tesis de la audiencia.

Sigamos. El noticiero CMI bajo la maestría de Yamit Amat, (y no hablo de orillas políticas) hablo de estructura periodística, sencillez en la información, suficiente, variada, concisa. Pensaría que bastante veraz, dentro de lo que se observa en el estrecho mercado nacional.

Certero en el casting y escogencia de sus presentadoras, aunque podría considerar que en cuanto al aspecto “dramático o interpretativo” que quiere caracterizar el segmento del “1,2,3 y la ñapa” le falta dirección actoral.

Aunque pueda resultar ya cansado, Yamit Amat (por ahí se escucha que “sin brillo, su director y el editorial” -eso para algún público-) creo que le imprime sello, carácter, no en vano -guste o no- ha sido por mucho tiempo uno de los destacados abocados a anunciarle al país todo tipo de hechos, también con quien se han confesado muchos mortales y padres de la patria igual.

Me merece respeto su tenacidad y compromiso con la televisión y el periodismo colombiano, (muy aparte de sesgos y cuestionamientos sobre la profesión en sí misma, de eso no se trata ahora).

Viene a reforzar la franja informativa RED+ Noticias, sin embargo podría añadir que dentro del contenido informativo y periodístico haría falta uno o dos programas de opinión, entrevistas en manos de algún destacado y culto profesional en el tema, algo como “Enviado especial”, “El juicio”, incluso “Charlas con Pacheco (no recurro a referentes extranjeros, siempre hicimos buena televisión). Programas que nos permitían saber, conocer e incluso entender relevantes aspectos y hechos. Tenían poca censura, eso sí, conocimiento por parte de los realizadores.

Lo acoto puesto que para comentar y escribir reflexiones sobre una industria rentable, súper comercial y superficial como la televisión privada, hay que verla con esa mirada.

Cosa distinta la televisión pública, pero ese es otro capítulo extenso. ¡Ese capítulo, sí que merece, ya que la cultura es de todos, como los medios públicos, voceros transmisores, memoria de un país, de su historia!

Hoy me regodeo en el paraíso pero seguimos con el retro, Canal Uno. Recientemente arranca proponiendo un formato o género que en otros tiempos fue de mucha aceptación, y gran sintonía: El magazín, el mundo del espectáculo, el show, el entretenimiento internacional. En esta ocasión le apuesta de nuevo con Adriana Tono, que es linda, cumple, se conserva y no propone nada nuevo. Entendible: esos formatos son limitados, no hay mucho por hacer. Entre otras, en estos días la vi, tenía unos zapatos blanco y negro espectaculares.

En esta modalidad encajan, puede ser, estos programas nutridos del showbiz tipo La Red o Lo Sé Todo, ¿en qué se diferencian? Eso está inventado.

Las variedades que se puedan observar en su desarrollo, sólo dependen del carisma, simpatía, “repentismos” de los conductores; obviamente en la abundancia, contundencia y actualidad del chisme. Hay que mencionar la retroalimentación existente entre estos contenidos y la necesidad de todo el que trabaja delante de cámaras, por buscar reconocimiento y visibilidad. De alguna manera es de agradecer el cariño con el que se expresan en general de la abatida farsa, y de los célebres.

Entra en frecuencia y al aire el rosario de telenovelas, de distintas nacionalidades, priman las mexicanas también muy retro, por no decir anticuadas, cuando es notoria la expansión del mercado de la telenovela a los asiáticos o turcos por ejemplo. Por otra parte la realización colombiana cada vez es menor en esa materia, cabe mencionarlo, puesto que como actriz y televidente, resiento el hecho, hoy sin mayor profundidad. Como artista, eso sí, me inquieta y despierta en mí el deseo de continuar con mi arte. Me compromete a emprender retos concernientes a la creación e industria, lo que atañe natural.

Resalto también su permanente interés en la realización nacional, frecuentemente emiten contenidos diversos de producciones independientes, creo que el esfuerzo hay que visibilizarlo, falta promoción en ese sentido.

Las mañanas son perdidas en el Canal Uno, entendemos que hay que comercializar, pero es tedioso. Sólo puedo decir que sería bueno replantear de repente el ser más creativos a la hora de vender.

Disculpas por el atrevimiento, yo que no vendo ni una paleta, pero ajá. Perdidos por ahí, programas de esos de gritos, concursos, alaridos, pruebas, música, fórmulas, conductores estridentes, y no sé qué más, ¿dirigido a quién? Y eso sucede un día festivo, un sábado, a las 6 de la tarde o a cualquier hora da igual en semana sin pena ni gloria, ¡pérdidas! Tal vez finalizó la temporada y le dio paso al magazín, a todas luces mejor desde mi óptica, sin desconocer que hace falta contenido para los jóvenes y en ese horario sería adecuado un concurso que ojalá dinamicen la mente, despierten inquietudes y entreteniendo, brinden educación; distintos a las actuales propuestas que se nutren de mucho esfuerzo físico, pero poco ejercicio mental.

Y a esa hora en que, o se duerme o se emprende ese camino de la noche, optando por lo que plazca, la televisión podría ofrecer variedad de contenidos, tocando el delicado asunto religioso y a sabiendas de que este es un Estado, un país laíco, creo, con respeto a la gloria… la de Dios, debería ser tan privada, esa relación espiritual con el credo escogido, tan particular, tan personal, que me atrevería a plantear que puede ser hermoso protegerla en su intimidad, abstenerse de exponerla y comentarla.

De ningún credo, en ningún horario, en ningún día. Entre otras porque aun contando con el insuperable control remoto, a esas horas de la noche ese contenido nos espanta a muchos. Insisto en que se podría emitir contenido de interés general y no enfocado a una opción que te desconecta y excluye a otros invitando a buscar una mejor alternativa y ojo, para eso hay muchas plataformas, no tengo nada en contra todo lo contrario, pero mi preferencia siempre será la televisión colombiana. Y aquí viene como anillo compartir la experiencia con frecuencia dada cuando a alguien como yo le dicen “ay usted hace rato que no sale en televisión, claro que es que yo no veo televisión nacional”

No me oigo unida a ese coro. A todo rey, todo honor, resalto que Canal Uno emite producto nacional, se arriesgan con contenidos que no necesariamente están dentro del llamado “top” con protagonistas famosos, ni con el estricto modelo de la T.V. privada y más bien sí con un aire de realizaciones independientes, alternativas que propone Canal Uno. Le dan también espacio y abren la puerta al retro de series de acción gringas, con las que uno se “entretiene” también mientras se cocina, se lava, lee, escribe, habla por teléfono, etc. Y entre tanto vemos Chicago Fire, Magnum, Chicago no sé qué. En cuanto al cine, este fin de semana le tocó a Tarantino y RED2 con actores de la talla de Anthony Hopkins, Malkovich, Bruce Willis.

Finalmente para concluir, la fantástica Dra. Ana María Polo y Caso Cerrado.

Por Jenniffer Steffens

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