“Castle Rock”, el universo de Stephen King en TV
Lizzy Caplan protagoniza la segunda temporada e interpreta a Annie Wilkes, a quien da un matiz muy diferente al descrito en la novela y la película “Misery”.
Lilian Contreras Fajardo / @ProhibidodeLili
Mientras Annie Wilkes maneja su camioneta y canta en compañía de su hija Joy Let the river run, de Carly Simon, los realizadores de la serie Castle Rock presentan al icónico personaje de la novela Misery, de Stephen King. Las estrofas de este tema lanzado en 1988 sirven para contextualizar cómo a través de los años Wilkes va de pueblo en pueblo trabajando como enfermera y robando las medicinas que necesita para mantener controlada su enfermedad mental. Joy (interpretada por Elsie Fisher), testigo de todo eso, intenta crear su propio mundo para sentirse a salvo y poder encontrar lo que todo adolescente desea.
Castle Rock está catalogada como una serie de terror, suspenso, drama y fantasía ambientada en el universo de King, pero es indispensable que el espectador sepa que los capítulos no retoman literalmente la historia de la novela publicada en 1987. De hecho, el programa en sí es bastante particular, porque la primera temporada lanzada en 2018 reunió en un escenario a varios personajes y tramas del escritor, quien en los bosques del estado de Maine (Estados Unidos) ha ubicado varias ciudades ficticias, entre ellas Castle Rock, nombrada en las historias de Cujo, The dark half, It y Needful things, entre otras.
La segunda entrega de Castle Rock cierra un poco más su historia al enfocarse en Misery, pero aun así el televidente se encuentra con una novedad, y es que esta vez el relato no está narrado desde el punto de vista del escritor Paul Sheldon, sino desde Annie Wilkes, una enfermera con problemas mentales. (Puede: Stephen King regresa a Castle Rock en su novela "Elevación")
Los referentes de Wilkes no son pocos, pues además de aparecer en Misery, donde está obsesionada con Sheldon, también su historia llegó al cine en 1990 en un filme titulado como la novela y protagonizado por James Caan y Kathy Bates (quien ganó el Óscar por esta actuación), de quien Lizzy Caplan, protagonista de la nueva serie de televisión, tomó referentes, pero también se apartó completamente para darle una nueva identidad al personaje.
Reconoce que no era muy seguidora de las novelas de King (aunque dice que su esposo es el fan número uno del escritor), pero sí de la primera temporada de Castle Rock, por lo que sintió que sería “aterrador” y un “gran desafío” darle vida a Wilkes, según contó la artista a El Espectador.
La actriz, recordada por la serie Masters of Sex o la película Despedida de soltera, se enfocó en desarrollar un personaje que con su forma de caminar o mirar fuera lo suficientemente intimidante y que, además, reflejara que en ella algo no estaba bien.
(Lea: “El instituto”: la nueva novela de Stephen King)
El hecho de que el guion no estuviera ligado a la historia de Misery le dio, en cierta medida, libertad para enfocarse en el carácter de la enfermera con el objetivo de que la gente entienda cómo, a pesar de su enfermedad mental, va de pueblo en pueblo intentando trabajar para, además de conseguir sus medicamentos, cuidar de su hija Joy, que, paradójicamente, es quien debe lidiar con la actitud amenazante de su madre.
Para Lizzy Caplan esa es la gran diferencia entre el personaje desarrollado en la novela y en la serie de televisión. “Nuestra Annie no está encerrada en su casa, vive en un mundo en el que tiene que trabajar, ganar dinero y cuidar a la persona que más ama en el mundo, su hija”, explica.
Desde la primera escena del primer capítulo de la segunda temporada de Castle Rock, titulado Let the river run (como la canción de Carly Simon), el televidente sabe que Annie Wilkes está relacionada desde muy joven con un asesinato, y a lo largo que pasan los minutos de la serie su personalidad perturbada se hace evidente, por más que ella lo quiera disimular o controlar. Pero desconcierta a todos porque esconde bien su actitud psicópata.
Pero vivir en Castle Rock, que en la serie se reflejó en el área rural de Massachusetts, Estados Unidos, es un desafío para cualquiera, pues los personajes no solo se enfrentan a acontecimientos misteriosos, sino a hechos sociales y políticos que en esta historia están reflejados en la comunidad somalí y cómo ellos se enfrentan a la discriminación migratoria. Y en este aspecto los creadores Sam Shaw y Dustin Thomason, junto al productor J. J. Abrams, aciertan para entregar una renovada y siempre aterradora historia.
Además, ponen en la cuerda floja al espectador, porque desarrollan situaciones en las que los conflictos sociales borran la línea del bien y del mal, pues algunos personajes hacen cualquier cosa por mantener su statu quo e impiden que una comunidad tenga acceso a derechos como la salud o el trabajo. Y es con estas situaciones, en las que se refleja la naturaleza humana, como los realizadores de Castle Rock ponen en aprietos al televidente, pues, ¿quién es más psicópata: el que hace mal porque no puede controlar sus impulsos o el que hace mal porque no quiere ceder privilegios?
Mientras Annie Wilkes maneja su camioneta y canta en compañía de su hija Joy Let the river run, de Carly Simon, los realizadores de la serie Castle Rock presentan al icónico personaje de la novela Misery, de Stephen King. Las estrofas de este tema lanzado en 1988 sirven para contextualizar cómo a través de los años Wilkes va de pueblo en pueblo trabajando como enfermera y robando las medicinas que necesita para mantener controlada su enfermedad mental. Joy (interpretada por Elsie Fisher), testigo de todo eso, intenta crear su propio mundo para sentirse a salvo y poder encontrar lo que todo adolescente desea.
Castle Rock está catalogada como una serie de terror, suspenso, drama y fantasía ambientada en el universo de King, pero es indispensable que el espectador sepa que los capítulos no retoman literalmente la historia de la novela publicada en 1987. De hecho, el programa en sí es bastante particular, porque la primera temporada lanzada en 2018 reunió en un escenario a varios personajes y tramas del escritor, quien en los bosques del estado de Maine (Estados Unidos) ha ubicado varias ciudades ficticias, entre ellas Castle Rock, nombrada en las historias de Cujo, The dark half, It y Needful things, entre otras.
La segunda entrega de Castle Rock cierra un poco más su historia al enfocarse en Misery, pero aun así el televidente se encuentra con una novedad, y es que esta vez el relato no está narrado desde el punto de vista del escritor Paul Sheldon, sino desde Annie Wilkes, una enfermera con problemas mentales. (Puede: Stephen King regresa a Castle Rock en su novela "Elevación")
Los referentes de Wilkes no son pocos, pues además de aparecer en Misery, donde está obsesionada con Sheldon, también su historia llegó al cine en 1990 en un filme titulado como la novela y protagonizado por James Caan y Kathy Bates (quien ganó el Óscar por esta actuación), de quien Lizzy Caplan, protagonista de la nueva serie de televisión, tomó referentes, pero también se apartó completamente para darle una nueva identidad al personaje.
Reconoce que no era muy seguidora de las novelas de King (aunque dice que su esposo es el fan número uno del escritor), pero sí de la primera temporada de Castle Rock, por lo que sintió que sería “aterrador” y un “gran desafío” darle vida a Wilkes, según contó la artista a El Espectador.
La actriz, recordada por la serie Masters of Sex o la película Despedida de soltera, se enfocó en desarrollar un personaje que con su forma de caminar o mirar fuera lo suficientemente intimidante y que, además, reflejara que en ella algo no estaba bien.
(Lea: “El instituto”: la nueva novela de Stephen King)
El hecho de que el guion no estuviera ligado a la historia de Misery le dio, en cierta medida, libertad para enfocarse en el carácter de la enfermera con el objetivo de que la gente entienda cómo, a pesar de su enfermedad mental, va de pueblo en pueblo intentando trabajar para, además de conseguir sus medicamentos, cuidar de su hija Joy, que, paradójicamente, es quien debe lidiar con la actitud amenazante de su madre.
Para Lizzy Caplan esa es la gran diferencia entre el personaje desarrollado en la novela y en la serie de televisión. “Nuestra Annie no está encerrada en su casa, vive en un mundo en el que tiene que trabajar, ganar dinero y cuidar a la persona que más ama en el mundo, su hija”, explica.
Desde la primera escena del primer capítulo de la segunda temporada de Castle Rock, titulado Let the river run (como la canción de Carly Simon), el televidente sabe que Annie Wilkes está relacionada desde muy joven con un asesinato, y a lo largo que pasan los minutos de la serie su personalidad perturbada se hace evidente, por más que ella lo quiera disimular o controlar. Pero desconcierta a todos porque esconde bien su actitud psicópata.
Pero vivir en Castle Rock, que en la serie se reflejó en el área rural de Massachusetts, Estados Unidos, es un desafío para cualquiera, pues los personajes no solo se enfrentan a acontecimientos misteriosos, sino a hechos sociales y políticos que en esta historia están reflejados en la comunidad somalí y cómo ellos se enfrentan a la discriminación migratoria. Y en este aspecto los creadores Sam Shaw y Dustin Thomason, junto al productor J. J. Abrams, aciertan para entregar una renovada y siempre aterradora historia.
Además, ponen en la cuerda floja al espectador, porque desarrollan situaciones en las que los conflictos sociales borran la línea del bien y del mal, pues algunos personajes hacen cualquier cosa por mantener su statu quo e impiden que una comunidad tenga acceso a derechos como la salud o el trabajo. Y es con estas situaciones, en las que se refleja la naturaleza humana, como los realizadores de Castle Rock ponen en aprietos al televidente, pues, ¿quién es más psicópata: el que hace mal porque no puede controlar sus impulsos o el que hace mal porque no quiere ceder privilegios?