Céline Dion y la cámara que no se apagó ante la enfermedad

Desde antes de nacer, el nombre de Céline Dion era sinónimo de música. Su madre, Thérèse Dion, había elegido el nombre durante su embarazo después de escuchar la canción “Céline”, escrita por el cantautor francés Hugues Aufray, un tema que había tenido éxito en Quebec, Canadá, de donde es originaria la cantante.

Desde antes de nacer, el nombre de Céline Dion era sinónimo de música. Su madre, Thérèse Dion, había elegido el nombre durante su embarazo después de escuchar la canción “Céline”, escrita por el cantautor francés Hugues Aufray, un tema que había tenido éxito en Quebec, Canadá, de donde es originaria la cantante.

Céline, la menor de 14 hermanos, no tardó en mostrar su interés por la música. Creció entre la radio, el tocadiscos de sus padres y tardes musicales, en las que lavar la loza se convertía en un concierto espontáneo. Sus hermanos y hermanas tomaban los utensilios de la cocina e imitaban canciones de Janis Joplin, Jimi Hendrix, The Doors y The Beatles, como se lee en el libro “Céline: la biografía autorizada”, escrito por Georges-Hébert Germain.

La canción “Ce n’était qu’un rêve” (en español Era solo un sueño), lanzada en junio de 1981, fue el debut de Céline Dion, quien, desde los 12 años, cuando grabó ese primer sencillo, se ha mantenido vigente en la industria musical. La cantante también ha tenido una relación íntima con el cine. Ha creado e interpretado canciones para producciones como “La bella y la bestia” (1991) y “Titanic” (1997), en las que la artista interpretó las canciones “Beauty and the Beast” y “My Heart Will Go On”, respectivamente. Ambas composiciones se llevaron el premio Óscar en la categoría de Mejor canción original.

Después de 250 millones de discos vendidos, cinco premios Grammy y menciones en los premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos, la artista es ahora la protagonista del documental “Soy Céline Dion”, que se estrenó el 25 de junio en Prime Video.

En 2022, durante la producción del documental, la artista reveló que había sido diagnosticada con el Síndrome de la Persona Rígida (SPR), un trastorno neurológico poco común y progresivo, que afectaba principalmente sus músculos. Rigidez, dificultad para respirar y espasmos musculares podían perjudicar su habilidad para caminar, y lo que para ella podría ser aún peor, para hablar y cantar. Así como la enfermedad afecta los músculos de sus piernas, espalda y brazos, lo hace en los de su garganta, su principal fuente de trabajo.

La noticia de la salud de la cantante fue una sorpresa para sus fanáticos en todo el mundo y para la directora de “Soy Céline Dion”, Irene Taylor, quien ya estaba trabajando en el documental de la artista. “Creo que mis películas del pasado son lo que han sido impulsadas por los personajes. Por eso no hago películas sobre temas políticos o cosas específicas. Me interesan esas cosas, pero prefiero contar la historia a través de la experiencia de una persona”, explica la directora en entrevista para El Espectador.

“Me gusta seguir a las personas en sus vidas, eso es mucho más interesante para mí. Sé que Céline vio algunos de mis trabajos, tal vez eso le atrajo, pero no puedo hablar por ella. Aunque sí, ciertamente soy una narradora impulsada por los personajes”, agrega la realizadora. Taylor ha enfocado su quehacer fílmico en el documental, llegando a ser nominada a los Premios Óscar con el cortometraje “The Final Inch” (2009). También recibió una nominación en los premios Emmy por su documental “Moonlight Sonata: Deafness in Three Movements” (2019). Otros de sus trabajos han sido “El lado oscuro de los Boy Scouts” (2022) y “Árboles y otros enredos” (2023).

La cineasta habló por primera vez con Dion en 2021, cuando todavía el mundo vivía encerrado por la pandemia. Un año antes la habían contactado para saber si estaba interesada en dirigir el documental sobre la artista. “Durante mucho tiempo, Céline se llamó a sí misma un libro abierto. Ella usó esa frase, pero no podía imaginar ni haber anticipado cuán abierta era. Estaba preocupada de que no lo fuera y que pudiera ocultar cosas (...) Cuando empezamos a embarcarnos en el rodaje me sorprendió mucho lo abierta que era”.

Taylor acompañó a Dion durante un año, en el que presenció el final de la pandemia y momentos complicado para la salud de la cantante que la llevaron a tener que cancelar su residencia musical en Las Vegas, Nevada, sus giras en Norteamérica y Europa, y declinar una y otra vez entrevistas a medios de comunicación, pero permitiendo a la directora continuar con el documental.

“Me dieron casi 600 horas del archivo personal de Céline. Así que tenía mucho más de lo que podía usar. Tuve que elegir el material por su valor cinematográfico y situarlo en la película como contrapunto o como ejemplo de lo que ella hablaba. Así que teníamos unas condiciones muy altas para que ese metraje entrara en la película. No quería sumergir la película en esos archivos, pero quería que estuvieran ahí como una yuxtaposición constante, mostrando las diferentes etapas de ella. Lo interesante es que la Céline del archivo es muy similar a la persona que es ahora. Simplemente, vivía en un cuerpo que ya no cooperaba, esa fue la gran diferencia”.

El título de “Soy Céline Dion” se concibió en la última etapa de la producción, pero venía resonando desde el rodaje. “Ella me contó algo sobre cuando era niña, que ella no creó a esta persona. Ella no creó a Céline Dion, ella es. Eso me llamó la atención más tarde en el montaje de la película. Pensé que tal vez sería un buen título porque se centra en el tiempo presente. No es que ella fuera o que podría llegar a ser, sino que es la persona que es ahora. Aunque entrevemos un poco de su pasado y sus esperanzas para el futuro, realmente se trata de quién es ella y de lo que está pasando en este momento”.