Christian Tappan: “Tenemos que internacionalizar nuestra televisión a partir del género”
El actor encarna a un personaje mermado físicamente y gran estratega mental en esta historia de ficción. Según él, la serie “no es una apología”, sino que muestra a personajes que retratan a seres humanos que decidieron robar un banco en Valledupar en 1994.
“El robo del siglo” es una serie colombiana de Netflix que se inspira en el hurto que varias personas realizaron en 1994 en el Banco de la República de Valledupar. (Le recomendamos: La serie “El robo del siglo” vista por una de las víctimas del caso real).
La historia está protagonizada por Andrés Parra, quien encarna a Chayo, Marcela Benjumea, quien interpreta a Doña K, y Christian Tappan, quien recrea al abogado Molina.
Existen muchas series y películas sobre robos. ¿Cuál es el reto de narrar esta historia, más allá de que esté inspirada en un hecho real nacional?
Hay un miedo escénico en muchos países pequeños de Latinoamérica y es hora de dejarlo de lado. ¿Cómo así? ¿Por qué ya los gringos o los españoles hicieron producciones sobre robos no podemos hacerlo? Nosotros tenemos todo el derecho a hacerla así fuera ficción, por el simple hecho de poder hacer género en nuestra televisión. No podemos hacer sólo historias típicas del cantante vallenato o lo que pasó con los españoles, ¿Por qué no pensamos en hacer una producción de terror?, ¿No hicimos “Distrito salvaje” donde pusimos un héroe como J. J. (Yei Yei)?
Aquí (en “El robo del siglo”) tenemos una historia entretenida sobre el robo y cómo los personajes lograron planear un robo impresionante. Nosotros tenemos derecho a contarlo porque su visual, su dirección, su escritura, sus actores y su arte en general (1994) da la talla para que sea una gran historia, estoy seguro de que en la India muchos podrán disfrutar la serie como una historia de género.
En Colombia tenemos que internacionalizar nuestra televisión a partir del género, no sólo desde lo criollo y tradicional. Podemos hacer thriller, terror, drama y comedia, por la que ya somos reconocidos y ya no es un género exclusivo de México o Argentina.
En la elaboración de guiones de género los escritores Pablo González y Camilo Prince están labrando un buen camino. ¿Le gustó como crearon “El robo del siglo”?
La historia es impecable, ellos dos lo son en su trabajo. Haber aceptado esta ‘vaca loca’ de crear, escribir, dirigir y producir es increíble y lo hicieron bien. Es decir, hay un trabajo muy estricto por parte de ellos, pues no soltaron su serie ni siquiera en la posproducción. Qué bueno que se tengan los tiempos para que como creador y director puedas hacer todo esto. La serie tuvo un maravilloso director de fotografía y de arte. Quien ve la serie se transporta a los años 90 inmediatamente. Inclusive, la actuación es de la época.
En esta serie interpreta al abogado Molina, que tiene un papel más estratégico y mental, no tanto en el campo de acción como otros de sus personajes…
Yo sí necesitaba un personaje como el abogado. Venía de hacer personajes antagónicos o típicos de comedia, así que necesitaba un personaje más tranquilo, apagadito, meditabundo, al que su físico no le funciona muy bien. Como actor lo disfruté mucho porque tiene otros tiempos y su fuerza viene de otra parte… al tener tantos problemas, tuve que buscar de dónde sale su fuerza y esto me llevó a investigar otro tipo de cosas para la creación de este personaje.
No es la primera vez que trabaja junto a Andrés Parra. ¿Qué tanto sirvió estar juntos nuevamente en el set?
Obviamente, con este compañero (Andrés Parra) las cosas fluyen más, hay mucha más creatividad y salen muchas más cosas. Sabía que tenía llevar al set un personaje muy bien preparado, muy bien creado, pero que al final se iba a terminar de crear al lado de Parra porque eso nos ha pasado en trabajos anteriores. También influyó el volver a trabajar con Laura Mora (directora de algunos capítulos), quien es increíble y con quien ya trabajamos en “Escobar: el Patrón del mal”, y ya mirándonos nos entendemos perfecto y me parece que fue una parte esencial para “El robo del siglo” porque la mirada, la dirección o el énfasis que quiera hacerle una mujer en la puesta en escena es súper bacano y siempre la apuesta de Laura es maravillosa.
Dice que Molina lo motivó a investigar otras cosas, ¿a qué se refiere?
En este caso, a investigar cosas mías como actor, como las herramientas y de dónde saco la potencia de un personaje mermado, en dónde hago apoyos, de dónde sale la voz. Me refiero netamente a la creación actoral que busca, dentro de la herramienta, investigación sobre el caso, los personajes. Mi personaje tiene muchas variantes, no es 100% como fue (el hombre de la vida real), tiene muchas cosas de verdad y muchas cosas de ficción. En general, la serie está inspirada en hechos reales, pero fue llevada a la ficción, así que los personajes también.
¿Eso lo llevó a construir un personaje conflictivo porque retrata la humanidad y se enfrenta a ciertos sistemas que en Colombia no funcionan, como el de la salud?
El personaje de Molina tiene esa particularidad, quisimos poner en algunos personajes de la serie la parte humana para que el espectador tuviera esa disyuntiva y no supiera cómo calificar al personaje. Hay que alejarse de la apología y adentrarse en la sensación del ser humano en esa disyuntiva, sea bueno o sea malo… Molina es el personaje polo a tierra porque, si está con sus problemas, ¿qué otra decisión puede tomar?
Seguramente hay quienes piensen que la serie refleja a Colombia, nuestro sistema de salud, el no derecho a enfermarnos; y Molina se presta para esa crítica, pero no es una apología, son personajes que retratan a seres humanos que decidieron hacer eso, y es justo esto lo que permite el entretenimiento de la televisión y de este tipo de series cinematográficas que se vuelven género.
Molina, para mí es uno de los personajes que, después de hacer el Apache (de “Distrito salvaje”, que tiene potencia física y un hablado fuerte) me encuentro con este abogado debilitado que sigue siendo un cerebrito, muy intelectual. También hay una diferencia de peso porque en “Distrito salvaje” pesaba casi 90 kilos y en “El robo del siglo” 77 kilos.
¿Qué le aporta la ficción a la historia?
“El robo del siglo” está pensada para entretener con un caso que pasó. El espectador puede preguntar si los hechos sucedieron así o qué fue lo que realmente pasó y poco a poco llega a otras series y películas que narran robos de esta índole. Entonces, termina entreteniéndote con el robo, con lo que pasó, más allá de que haya sido un hecho histórico de nuestro país. Por su constitución, la serie te termina enganchando desde el ‘thriller’, el suspenso… y si se le mete el ingrediente colombiano queda un ‘heladote’ con crema y cereza arriba que no hay otra que comérselo. Pensar si fue o no fue real, no viene al caso.
¿Qué recuerda del robo y luego del escándalo de los ‘billetes vallenatos’?
Recuerdo que listas en los negocios con los números. Llegaba uno a pagar con un billete de $10.000 y hasta que no lo revisaran no lo aceptaban, Me acuerdo que fue noticia de primera plana, que el Gobierno Nacional no hallaba cómo descontinuarlos, cosa que al final no pudo hacerlo 100 %, y pues lo más triste es que se perdió el billete de la india, en esa época nació el otro billete de esa denominación y para muchos el de la india era más bonito. En el 94 tenía 23 años y tener a esa edad dos billetes de $10.000 es como tener el de $100.000 hoy, no era muy común, así que cuando lo tenía tocaba esperar que no fuera de la lista porque se perdía la platica. Ahora, para la gente que necesitaba el dinero para comer fue duro, fue un mega problema.
“El robo del siglo” es una serie colombiana de Netflix que se inspira en el hurto que varias personas realizaron en 1994 en el Banco de la República de Valledupar. (Le recomendamos: La serie “El robo del siglo” vista por una de las víctimas del caso real).
La historia está protagonizada por Andrés Parra, quien encarna a Chayo, Marcela Benjumea, quien interpreta a Doña K, y Christian Tappan, quien recrea al abogado Molina.
Existen muchas series y películas sobre robos. ¿Cuál es el reto de narrar esta historia, más allá de que esté inspirada en un hecho real nacional?
Hay un miedo escénico en muchos países pequeños de Latinoamérica y es hora de dejarlo de lado. ¿Cómo así? ¿Por qué ya los gringos o los españoles hicieron producciones sobre robos no podemos hacerlo? Nosotros tenemos todo el derecho a hacerla así fuera ficción, por el simple hecho de poder hacer género en nuestra televisión. No podemos hacer sólo historias típicas del cantante vallenato o lo que pasó con los españoles, ¿Por qué no pensamos en hacer una producción de terror?, ¿No hicimos “Distrito salvaje” donde pusimos un héroe como J. J. (Yei Yei)?
Aquí (en “El robo del siglo”) tenemos una historia entretenida sobre el robo y cómo los personajes lograron planear un robo impresionante. Nosotros tenemos derecho a contarlo porque su visual, su dirección, su escritura, sus actores y su arte en general (1994) da la talla para que sea una gran historia, estoy seguro de que en la India muchos podrán disfrutar la serie como una historia de género.
En Colombia tenemos que internacionalizar nuestra televisión a partir del género, no sólo desde lo criollo y tradicional. Podemos hacer thriller, terror, drama y comedia, por la que ya somos reconocidos y ya no es un género exclusivo de México o Argentina.
En la elaboración de guiones de género los escritores Pablo González y Camilo Prince están labrando un buen camino. ¿Le gustó como crearon “El robo del siglo”?
La historia es impecable, ellos dos lo son en su trabajo. Haber aceptado esta ‘vaca loca’ de crear, escribir, dirigir y producir es increíble y lo hicieron bien. Es decir, hay un trabajo muy estricto por parte de ellos, pues no soltaron su serie ni siquiera en la posproducción. Qué bueno que se tengan los tiempos para que como creador y director puedas hacer todo esto. La serie tuvo un maravilloso director de fotografía y de arte. Quien ve la serie se transporta a los años 90 inmediatamente. Inclusive, la actuación es de la época.
En esta serie interpreta al abogado Molina, que tiene un papel más estratégico y mental, no tanto en el campo de acción como otros de sus personajes…
Yo sí necesitaba un personaje como el abogado. Venía de hacer personajes antagónicos o típicos de comedia, así que necesitaba un personaje más tranquilo, apagadito, meditabundo, al que su físico no le funciona muy bien. Como actor lo disfruté mucho porque tiene otros tiempos y su fuerza viene de otra parte… al tener tantos problemas, tuve que buscar de dónde sale su fuerza y esto me llevó a investigar otro tipo de cosas para la creación de este personaje.
No es la primera vez que trabaja junto a Andrés Parra. ¿Qué tanto sirvió estar juntos nuevamente en el set?
Obviamente, con este compañero (Andrés Parra) las cosas fluyen más, hay mucha más creatividad y salen muchas más cosas. Sabía que tenía llevar al set un personaje muy bien preparado, muy bien creado, pero que al final se iba a terminar de crear al lado de Parra porque eso nos ha pasado en trabajos anteriores. También influyó el volver a trabajar con Laura Mora (directora de algunos capítulos), quien es increíble y con quien ya trabajamos en “Escobar: el Patrón del mal”, y ya mirándonos nos entendemos perfecto y me parece que fue una parte esencial para “El robo del siglo” porque la mirada, la dirección o el énfasis que quiera hacerle una mujer en la puesta en escena es súper bacano y siempre la apuesta de Laura es maravillosa.
Dice que Molina lo motivó a investigar otras cosas, ¿a qué se refiere?
En este caso, a investigar cosas mías como actor, como las herramientas y de dónde saco la potencia de un personaje mermado, en dónde hago apoyos, de dónde sale la voz. Me refiero netamente a la creación actoral que busca, dentro de la herramienta, investigación sobre el caso, los personajes. Mi personaje tiene muchas variantes, no es 100% como fue (el hombre de la vida real), tiene muchas cosas de verdad y muchas cosas de ficción. En general, la serie está inspirada en hechos reales, pero fue llevada a la ficción, así que los personajes también.
¿Eso lo llevó a construir un personaje conflictivo porque retrata la humanidad y se enfrenta a ciertos sistemas que en Colombia no funcionan, como el de la salud?
El personaje de Molina tiene esa particularidad, quisimos poner en algunos personajes de la serie la parte humana para que el espectador tuviera esa disyuntiva y no supiera cómo calificar al personaje. Hay que alejarse de la apología y adentrarse en la sensación del ser humano en esa disyuntiva, sea bueno o sea malo… Molina es el personaje polo a tierra porque, si está con sus problemas, ¿qué otra decisión puede tomar?
Seguramente hay quienes piensen que la serie refleja a Colombia, nuestro sistema de salud, el no derecho a enfermarnos; y Molina se presta para esa crítica, pero no es una apología, son personajes que retratan a seres humanos que decidieron hacer eso, y es justo esto lo que permite el entretenimiento de la televisión y de este tipo de series cinematográficas que se vuelven género.
Molina, para mí es uno de los personajes que, después de hacer el Apache (de “Distrito salvaje”, que tiene potencia física y un hablado fuerte) me encuentro con este abogado debilitado que sigue siendo un cerebrito, muy intelectual. También hay una diferencia de peso porque en “Distrito salvaje” pesaba casi 90 kilos y en “El robo del siglo” 77 kilos.
¿Qué le aporta la ficción a la historia?
“El robo del siglo” está pensada para entretener con un caso que pasó. El espectador puede preguntar si los hechos sucedieron así o qué fue lo que realmente pasó y poco a poco llega a otras series y películas que narran robos de esta índole. Entonces, termina entreteniéndote con el robo, con lo que pasó, más allá de que haya sido un hecho histórico de nuestro país. Por su constitución, la serie te termina enganchando desde el ‘thriller’, el suspenso… y si se le mete el ingrediente colombiano queda un ‘heladote’ con crema y cereza arriba que no hay otra que comérselo. Pensar si fue o no fue real, no viene al caso.
¿Qué recuerda del robo y luego del escándalo de los ‘billetes vallenatos’?
Recuerdo que listas en los negocios con los números. Llegaba uno a pagar con un billete de $10.000 y hasta que no lo revisaran no lo aceptaban, Me acuerdo que fue noticia de primera plana, que el Gobierno Nacional no hallaba cómo descontinuarlos, cosa que al final no pudo hacerlo 100 %, y pues lo más triste es que se perdió el billete de la india, en esa época nació el otro billete de esa denominación y para muchos el de la india era más bonito. En el 94 tenía 23 años y tener a esa edad dos billetes de $10.000 es como tener el de $100.000 hoy, no era muy común, así que cuando lo tenía tocaba esperar que no fuera de la lista porque se perdía la platica. Ahora, para la gente que necesitaba el dinero para comer fue duro, fue un mega problema.