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Las sillas estaban ordenadas, el viento caluroso de Cartagena se sentía. Todos los asistentes comenzarán un viaje al pasado a través de la pantalla. Una imagen en blanco y negro perfectamente encuadrada y una voz característica de las películas antiguas dice: “Ella ha cifrado en esta carta muchas ilusiones por su gesto...”.
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Así comienza La historia de un mensaje, 1954, formato 35 milímetros, blanco y negro. Los créditos corresponden a la Dirección y Propaganda del Estado, creada por el gobierno del general Rojas Pinilla, y varias décadas después la cinta forma parte de las funciones programadas por el Festival Internacional de Cine de Cartagena. La película acaba cuando la carta llega a su destino, se trata de un viaje por 15’04”, y es una mirada al sistema postal de la época.
Terminada esta proyección, la magia continuó. En la pantalla, La frontera del sueño, también en blanco y negro, dirigida por Esteban Sanz, en 1957. Se considera la primera producción de ficción realizada por la televisora nacional. De nuevo el túnel del tiempo, 28’29”, recorriendo Bogotá, Flandes y el Salto del Tequendama. Un niño actúa en la cinta, Bernardo Romero Pereiro, quien sería después director y guionista.
Pasaron más de 60 años y en Cartagena se proyectaron nuevamente estas películas, restauradas por Señal Memoria, la marca de RTVC Sistema de Medios Públicos. Expertos en diferentes áreas de comunicación e historia rescatan material existente desde la llegada de la radio y la televisión a Colombia.
Retocando 24 cuadros por segundo
En los archivos de Señal Memoria reposan unos 500 mil documentos audiovisuales y sonoros preservados. Hay 170 mil catalogados. De 1940 a 1960 hay 1.200 horas de documentos de origen fílmico. Paralelo, 750 radioteatros preservados de los años 40 y 50 y cerca de 1.100 comerciales que pueden contar sobre cómo se hacía la publicidad en el país.
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“La importancia de nuestros documentos va más allá de haber sido conservados en el tiempo. Radica, sobre todo, en que cada uno de ellos es una unidad de sentido por la información que guarda. Nuestros documentos dan cuenta no solo de la historia, sino también de la cultura de los colombianos, porque la mejor forma de conservar las tradiciones es ver cómo el pueblo siente su cultura y la liga a su descendencia”, dice Jaime Silva, director de Señal Memoria.
Técnicamente explicó Silva en una comunicación que recibió El Espectador, que el trabajo de restauración consiste en preparar negativos originales en formato de 35 mm con el apoyo de la Fundación Patrimonio Fílmico. Se refiere a películas como las presentadas en Cartagena y otras siete obras que ya están disponibles en la Cinemateca Distrital, en Bogotá.
“Posteriormente se digitalizaron las imágenes y los sonidos en el laboratorio Cinecolor en Ciudad de México, utilizando la técnica de escaneo cuadro a cuadro, a una resolución 2K (2048 x 1080 líneas). Una vez los archivos escaneados llegaron de nuevo a Bogotá, se les realizó el etalonaje (nivelación electrónica de luz, color, tono y contraste de la imagen), y en paralelo se limpió y niveló el sonido. Finalmente, se integraron las imágenes y sonidos y se generaron las versiones restauradas listas para proyección y preservación a largo plazo”, comenta Silva.
El historiador de la Memoria en Cartagena
La tarde de Cartagena sigue siendo fresca y recorriendo los pasillos del Centro de Cooperación Española, donde se proyectarán las películas La historia de un mensaje y La frontera del sueño, se encuentra el historiador e investigador Luis Alfonso Rodríguez Norato, líder del área de circulación y divulgación de Señal Memoria.
“Las dos cintas se producen en una década (entre 1950 y 1960) que para muchos estudiosos es un período de transición en el que el cine colombiano había entrado en un declive en parte por la sonorización”, asegura Rodríguez Norato, recordando que el trabajo de recuperación fue dispendioso, más de 18 meses.
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Los asistentes van llegando y cada uno toma su celular y los filmes. “Los jóvenes con el uso de las nuevas tecnologías están construyendo esa memoria visual del país”, sostiene Luis Alfonso Rodríguez. Afirma, además que antes las miradas eran muy cortas, hoy sucede todo lo contrario. “Ante un hecho hay muchas miradas y mil posibilidades, perspectivas y herramientas tecnológicas para analizarlo”.
El historiador pasa sus días revisando material. Tiene sus ojos en el pasado con imágenes, entrevistas y personajes. Siente admiración y gusto por el Noticiero Colombia al Día”, que se hizo entre 1953 y 1957 en formato cine y, por supuesto, en blanco y negro.
Recuerda que era como una cuestión de moda hacer noticieros cinematográficos, competían por los circuitos de cine en los teatros. “’Colombia al Día’ era producido por el Estado, pero había otros como Actualidad Panamericana que era realizado por privados, se peleaban las salas”.
La tarde empezó a caer, todos los asistentes se sentaron a esperar el viaje por el túnel del tiempo, en la recuperación de una memoria que es de todos los colombianos.
La Luna del Ficci y el pasado
“Creo que cada tiempo tiene su encanto, pero en el rescate de esas imágenes del ayer hay muchas enseñanzas y la posibilidad de mirar ese fragmento de historia con perspectiva”, dice Felipe Aljure, director artístico del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias, que este año se conoce como “Ficci Interruptus”. Terminará su año de funciones en octubre, siempre con la Luna como testigo.
Aljure comentó que la película La historia de un mensaje lleva a comparar la inmediatez de hoy en día con un clic que atraviesa el mundo en instantes. “Del otro lado vimos otra recuperación de una película que jamás se había visto y años después pudo nacer y tener su premiere en Cartagena. Es increíble que la película haya nacido en otro tiempo y aun así mantenga una vigencia y nos muestre que la fuerza de la narración supera las barreras del tiempo cuando se plantea desde lo pertinente y lo genuino”.
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El director artístico espera que RTVC continúe con esta iniciativa. “Las pantallas del Ficci están abiertas para recibir estas voces que regresan del pasado, renovadas y, en algunos casos, resucitadas”.
Cuando se terminó la proyección los asistentes volvieron a su realidad, y en una de esas conversaciones de salida salió a relucir el largometraje En este pueblo no hay ladrones, rodado en 1964, en el que había un cura interpretado por Luis Buñuel, y otro personaje, que cobraba las boletas de entrada al teatro, era Gabriel García Márquez.