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Ladybird Book, una editorial especializada en literatura infantil, que hace parte del grupo Penguin del Reino Unido, contrató a un grupo de “lectores de sensibilidad”, quienes se encargan de determinar si la representación de algún grupo poblacional es adecuada o puede ser ofensiva dentro de una obra literaria para evaluar ciertos textos.
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Blancanieves y La Cenicienta hacen parte de las obras que fueron analizadas y según los “lectores de sensibilidad”estas historias son problemáticas en el discurso. Los expertos en materia de inclusión y publicaciones resaltan siete elementos que resultan dañinos para las nuevas generaciones: amor a primera vista, belleza, pronombres, clase social, edadismo, diversidad y el papel de la mujer.
Según reveló el medio The Telegraph, los lectores de sensibilidad encontraron que, estos dos cuentos privilegian la belleza sobre los rasgos de la personalidad, omitiendo la importancia de conocer a las personas más allá de lo atractivas que puedan ser físicamente. Además, afirman que los personajes que muestran como bellos, suelen ser blancos, rubios y de ojos azules, lo que segrega la diversidad racial.
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Asimismo, se alega que todas las relaciones amorosas de estos clásicos de la literatura infantil son heterosexuales y siempre se presume el pronombre o el género de los personajes, lo que para este grupo creado para analizar las obras resultó problemático porque no representan otras orientaciones sexuales e identidades de género.
En el artículo publicado por el medio británico también se expone que estos lectores ven con preocupación, el énfasis que se hace la obra si el protagonista es “príncipe” o una “princesa”, pues aseguran que esto sugiere que lo importante de estos personajes es su rango social.
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Otro elemento que se señala como problemático, es la discriminación por edad, ya que los personajes buenos son a menudo “jóvenes y atractivos, mientras que los malos se representan como brujas, viejos y arrugados”. Igualmente se referencia la “dependencia de las princesas con sus príncipes”, puesto que los lectores sensibles sugieren que las heroínas deberían tener mayor independencia y no mostrar como si su felicidad y seguridad dependieran de los personajes masculinos.
¿Son los lectores de sensibilidad?
Actualmente, son muchos los escritores y las editoriales que acuden a esta figura para evitar ser acusados de sexistas, misóginos, homofóbicos, racistas y cualquier otro tipo de acción discriminatoria u ofensiva hacia algún sector de la población.
Su acogida masiva ha detonado un debate entre los escritores y demás actores del círculo literario, pues como son muchos los que legitiman la existencia y necesidad de estos especialistas, hay otros que la rechazan.
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Según el periódico francés Charlie Hebdo, muchos autores sienten una fuerte presión política y social que los inhibe de su libertad escritora, por lo que algunos señalan que estos consejeros son una nueva forma de censura.
En el artículo publicado por el medio francés se lee a Alexander Maksik, un novelista estadounidense, quien comenta que, “no hace mucho tiempo en los Estados Unidos, fue la extrema derecha la que se ofendió con las obras de arte, que llamó a la quema de pinturas o prohibió las novelas en las que se detectó pornografía. Hoy es más bien en la izquierda, donde encontramos a los escandalizados y a los seguidores de la censura, y entre ellos, lamentablemente, escritores, editores, pintores o conservadores de museos”.
Muchos de los defensores del papel de los lectores de sensibilidad afirman que esto no es censura. La escritora estadounidense, Marjorie Ingall escribió en una columna de opinión para la revista The Table que, “intentar que los libros para niños sean más auténticos y menos estereotipados no es censurar”. Además, añade que los lectores de sensibilidad son representantes de un grupo a menudo marginado que intenta garantizar que la representación del grupo sea la correcta.
Sin embargo, el escritor David Rieff publica en su blog, en una entrada que dedica al tema, que sí o sí, estos lectores cohíben y limitan el proceso creativo. “Aunque no les diga a los autores qué deberían escribir sobre algo o qué personaje retratar en una novela, les está diciendo cómo deberían hacerlo”, escribe.