“Cosplay”, el arte camaleónico y la personificación

Juan Pablo Castilla es abogado. Trabaja en Paloquemao, en el centro de servicios judiciales del sistema penal acusatorio más grande de Bogotá. Natalia Ospina o Lanat, como prefiere que le digan, es fotógrafa y maestra en Artes Plásticas. Trabaja haciendo transmisiones en Twitch, en donde habla con sus seguidores de videojuegos, fotografía y cómics, entre otros temas. Además, tiene un estudio de fotografía.

Juan Pablo Castilla es abogado. Trabaja en Paloquemao, en el centro de servicios judiciales del sistema penal acusatorio más grande de Bogotá. Natalia Ospina o Lanat, como prefiere que le digan, es fotógrafa y maestra en Artes Plásticas. Trabaja haciendo transmisiones en Twitch, en donde habla con sus seguidores de videojuegos, fotografía y cómics, entre otros temas. Además, tiene un estudio de fotografía.

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Por momentos dejan de ser el abogado y la streamer, para convertirse en, entre otros, el Doctor Strange, Saruman, Clow Reed, VI, una variante de Loki y Eren Jaeger, personajes de sus cómics, mangas y series favoritas.

Castilla lleva aproximadamente 15 años haciendo cosplay. Dice que llegó a esta práctica al hacer un trabajo para graduarse del colegio. “Quería algo distinto, hablar de la cultura geek, que ni siquiera sabía que se llamaba así. Fui a un evento y quedé enamorado”.

Cuando el abogado no está en Paloquemao, está en los eventos del mundo geek. Encarna al Doctor Strange, personaje de Marvel, en diferentes versiones de cosplay, Saruman el Blanco, de El señor de los anillos, o Darth Vader, de Star Wars.

Su primer cosplay fue de Kurogane, personaje del anime “Rakudai Kishi no Eiyuutan”. Con ese personaje, dice, se ganó un premio. Luego hizo al Mago Clow, de “Sakura Card Captor”, un “cosplay” más elaborado que le dio un campeonato nacional.

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En sus caracterizaciones, Lanat ha sido la hermana de Jinx, VI, una variante de Loki en el multiverso, y Eren, personaje del cuerpo de exploración de Attack on Titan. Más allá de tener poderes, estas encarnaciones son logradas por este arte camaleónico. Lleva 13 años haciendo crossplay, una forma no tan diferente de hacer cosplay, pues, en palabras de ella, es un estilo en donde “siendo chica, puedo hacer de chico”, encarnado a un personaje del sexo opuesto; de hecho, según relata, es una de las primeras personas en Colombia que usó ese estilo.

Inició en este mundo siendo miembro del staff de eventos anime, cosplay y k-pop. A los 22 años hizo su primera personificación, de Haruhi Fujioka, del anime Ouran High School Host Club.

Usualmente en sus directos enseña edición de sus fotografías, otro arte que le encanta y con el que piensa ayudar a otros cosplayers emergentes, tiktokers y streamers para que tenga un buen contenido en sus redes sociales. “Hay días en que voy a jugar cositas de Nintendo con la comunidad. Otros días los utilizo para mostrarles cómo es mi proceso de fotografía, muestro la toma y empiezo a editar en la transmisión explicándoles cada detalle”.

Hacer “cosplay” en Colombia

“En Barranquilla está el Hiro Con, en Cali está el Shinanime. Hay muchísimos eventos, ahorita hay un boom de eventos de este tipo en centros comerciales. Me parece chévere, porque se está agrandando la comunidad y están viniendo nuevas generaciones de cosplayers”, afirma emocionada Lanat.

“Colombia es un excelente exponente en materia cosplay. Puedes mirar los trabajos en Cali, Medellín, Bogotá y Pasto. Conozco gente que ya se dedica a eso completamente, hacen propmakers (crear artefactos y objetos) o crean trajes para exportar al resto del mundo; las habilidades están aquí”, dice Juan Pablo Castilla sobre el cosplay en el país.

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“La comunidad de cosplayers, al menos en Bogotá, es bastante unida, hay muchas personas y cada una de ellas se especializa en la creación desde cero de armaduras, accesorios, pelucas y manufactura de los trajes. También se está viendo que los más antiguos se están volviendo a presentar en tarimas y eventos, además de que se está abriendo el espacio para que lleguen nuevas personas y se enteren más en el mundo del cosplay”, explica emocionada Ospina.

En esta charla para El Espectador, Juan Pablo Castilla y Natalia Ospina dicen que quienes hacen cosplay son estigmatizados, maltratados y objetos de burla por parte de algunos que no entienden el sentido de lo que hacen.

Hace algunos meses, para Semana Santa, se viralizó un video en el que una fanática religiosa agredió a un grupo de adolescentes que estaban en una de las zonas verdes de la Biblioteca Virgilio Barco vistiendo según una moda japonesa de alta costura, parecida a muchos cosplays.

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“A mí se me complica mucho ir al baño porque cuando hago crossplay voy de chico y tengo que ir al de chicas. Por lo regular piensan que uno cambia su personalidad y se autoconvence de que realmente es el personaje que uno está encarnando y no es así”, explica anecdóticamente Lanat.

El cosplay más difícil de hacer para Juan Pablo fue el de un personaje llamado Big Mom, de One Piece. “Tocó estudiar cómo hacer maquillaje de efectos especiales de prótesis. El personaje tiene una papada que pesa tres kilos, una nariz adicional, una peluca que no era una sino como seis pelucas combinadas”. Con esta personificación participó con su hermano por un cupo en el World Cosplay Summit en Japón, uno de los eventos de este tipo más importantes del mundo.

Por otro lado, uno de los cosplay más sencillos de realizar fue una versión de Doctor Strange, en su aparición inicial durante la película Spider-Man: Sin camino a casa. “Él está con el buzo, las botas y otros elementos básicos. No fue tan simple por el buso de la Universidad de Columbia que él usa, pues no lo venden propiamente. Pero una vez lo conseguí, el resto fue simple, ya que contaba con las botas y la capa del personaje”.

Las mujeres que practican cosplay, dice Lanat, no son ajenas a la violencia machista. “Algunas chicas no pueden usar los trajes que ellas quieren por el acoso. A veces te piden besos, te piden cosas, te cogen de la cintura de forma morbosa. Poco a poco se está mermando ese tipo de actitudes, incluso, te ven comiendo y son insistentes con que les des una foto, nosotros somos humanos, no mercancía”.