Cristina Sánchez y la terapia de no controlarlo todo
La directora de cine colombiana, formada en la Escac de Barcelona, presenta este viernes su cortometraje “Bebé” en la edición número 20 del Festival de Tribeca (Nueva York), uno de los más importantes de la cinematografía emergente.
Cristina Sánchez Salamanca cree que uno de los retos más importantes para las directoras es entender que no se tiene el control de todo. Cuando ella aplicó eso de “dejar ir”, todo fluyó de mejor manera.
Le sucedió con el cortometraje de Bebé, una secuencia que era parte de un relato de largo aliento y al comprender que podía obviar lo demás, la historia tomó un peso insospechado.
Le puede interesar: “Industry”, la serie dramática de HBO, estrena segunda temporada
Este viernes, Bebé tendrá su exhibición en el Festival de Cine de Tribeca, en Nueva York, después de haber resultado ganador de una beca de estímulo de Idartes. Conversamos con la directora sobre sus expectativas antes de su debut en este certamen, uno de los más importantes del cine emergente.
El punto de partida de su cortometraje “Bebé” es una obra pictórica: “El mundo de Christina”, de Andrew Wyeth. ¿Qué tan habitual es que una obra estática inspire una construcción de imagen en movimiento?
Los medios creativos se alimentan los unos de los otros y esa idea de tomar este cuadro de punto de partida para Bebé me llegó al ver a muchas directoras que hacen lo mismo. Muchos planos en la cinematografía que me gusta tienen sus mellizos pictóricos. Yo partí de una imagen, pero la narrativa la tomé de un guion anterior en el que llevaba trabajando durante muchos años. La pintura me ayudó a darle una identidad propia al corto.
Le puede interesar: Ana de Armas se transforma en Marilyn Monroe en el tráiler de “Blonde”
A propósito de las historias de largo aliento y los cortos, ¿cómo sabe que una idea da para un largometraje y otra para un corto como “Bebé”, por ejemplo?
En el caso de Bebé, la persona que supo que la historia era perfecta para un corto fue mi productor. Yo le envié el guion del largometraje, que nunca lograba despegar y fue él quien me sugirió: “Hagamos la secuencia de Bebé” y fue un consejo brillante. Queríamos explorar varias cosas, como la relación de Nina con el papá, los cambios en su cuerpo y sus competencias por su inseguridad. Pude contar esta historia en un corto y agradezco haberlo hecho en 14 minutos.
¿Ese proceso de editar, de quitar las demás secuencias de su largometraje, fue doloroso para usted como realizadora?
Fue extraño. Las directoras y los directores tenemos una obsesión con controlar y el hecho de dejar ir siempre resulta siendo un aprendizaje importante y algo, incluso, terapéutico. Fue un reto para mí porque para llegar a esta secuencia tenía más de 60 páginas de contexto y eso tocaba obviarlo.
En este cortometraje todos son “Bebé”, menos Nina, la protagonista, ¿por qué?
Las palabras que utilizamos, muchas veces de manera inconsciente, siempre me han llamado la atención, así que me pareció interesante estudiar cómo desde el cariño surgen expresiones divertidas y apodos. Creo que todos cedemos ante la tentación de decirle de manera cariñosa a alguien que tiene más de 30, 40, 50 o 60 años, pero le decimos “bebé”. Nina no pertenece a nada y por eso ella no es bebé y los demás sí.
Nina está en la preadolescencia y tiene mayor conexión con la naturaleza que con sus familiares. ¿Cómo logró descifrar a esta niña?
Nina es bien autobiográfica. Yo fui una preadolescente muy complicada... de los 8 a los 12 años tuve una etapa muy dura conmigo y con los demás. Siempre he sido muy amante de los animales, así que si no hubiera sido directora seguro hubiera sido una zoóloga, porque me gusta cuidar a los animales.
Le puede interesar: Remake de “Matilda”: Netflix publica tráiler del musical inspirado en la película
“Bebé” resultó beneficiada en los estímulos de Idartes, ¿cómo fue esto para usted?
No me lo esperaba en lo más mínimo. Pocas veces en mi vida he llorado más que cuando supe que este guion ganaba el estímulo. Estaba pasando por una etapa de inseguridad muy difícil, porque ya estaba cansada de intentar e intentar y fracasar.
Hoy se exhibe el corto en el Festival de Cine de Tribeca. ¿Qué expectativas tiene?
Me toca exponer y defender mi trabajo. Estoy concentrada en no llorar en ese momento, pero esta oportunidad me ha activado mucho y ahora pienso en lo que viene, porque tengo en la cabeza dos largometrajes. Quiero seguir trabajando y estoy muy motivada, porque ahora entiendo que mis ideas sí pueden tener una audiencia interesada en lo que quiero decir.
Cristina Sánchez Salamanca cree que uno de los retos más importantes para las directoras es entender que no se tiene el control de todo. Cuando ella aplicó eso de “dejar ir”, todo fluyó de mejor manera.
Le sucedió con el cortometraje de Bebé, una secuencia que era parte de un relato de largo aliento y al comprender que podía obviar lo demás, la historia tomó un peso insospechado.
Le puede interesar: “Industry”, la serie dramática de HBO, estrena segunda temporada
Este viernes, Bebé tendrá su exhibición en el Festival de Cine de Tribeca, en Nueva York, después de haber resultado ganador de una beca de estímulo de Idartes. Conversamos con la directora sobre sus expectativas antes de su debut en este certamen, uno de los más importantes del cine emergente.
El punto de partida de su cortometraje “Bebé” es una obra pictórica: “El mundo de Christina”, de Andrew Wyeth. ¿Qué tan habitual es que una obra estática inspire una construcción de imagen en movimiento?
Los medios creativos se alimentan los unos de los otros y esa idea de tomar este cuadro de punto de partida para Bebé me llegó al ver a muchas directoras que hacen lo mismo. Muchos planos en la cinematografía que me gusta tienen sus mellizos pictóricos. Yo partí de una imagen, pero la narrativa la tomé de un guion anterior en el que llevaba trabajando durante muchos años. La pintura me ayudó a darle una identidad propia al corto.
Le puede interesar: Ana de Armas se transforma en Marilyn Monroe en el tráiler de “Blonde”
A propósito de las historias de largo aliento y los cortos, ¿cómo sabe que una idea da para un largometraje y otra para un corto como “Bebé”, por ejemplo?
En el caso de Bebé, la persona que supo que la historia era perfecta para un corto fue mi productor. Yo le envié el guion del largometraje, que nunca lograba despegar y fue él quien me sugirió: “Hagamos la secuencia de Bebé” y fue un consejo brillante. Queríamos explorar varias cosas, como la relación de Nina con el papá, los cambios en su cuerpo y sus competencias por su inseguridad. Pude contar esta historia en un corto y agradezco haberlo hecho en 14 minutos.
¿Ese proceso de editar, de quitar las demás secuencias de su largometraje, fue doloroso para usted como realizadora?
Fue extraño. Las directoras y los directores tenemos una obsesión con controlar y el hecho de dejar ir siempre resulta siendo un aprendizaje importante y algo, incluso, terapéutico. Fue un reto para mí porque para llegar a esta secuencia tenía más de 60 páginas de contexto y eso tocaba obviarlo.
En este cortometraje todos son “Bebé”, menos Nina, la protagonista, ¿por qué?
Las palabras que utilizamos, muchas veces de manera inconsciente, siempre me han llamado la atención, así que me pareció interesante estudiar cómo desde el cariño surgen expresiones divertidas y apodos. Creo que todos cedemos ante la tentación de decirle de manera cariñosa a alguien que tiene más de 30, 40, 50 o 60 años, pero le decimos “bebé”. Nina no pertenece a nada y por eso ella no es bebé y los demás sí.
Nina está en la preadolescencia y tiene mayor conexión con la naturaleza que con sus familiares. ¿Cómo logró descifrar a esta niña?
Nina es bien autobiográfica. Yo fui una preadolescente muy complicada... de los 8 a los 12 años tuve una etapa muy dura conmigo y con los demás. Siempre he sido muy amante de los animales, así que si no hubiera sido directora seguro hubiera sido una zoóloga, porque me gusta cuidar a los animales.
Le puede interesar: Remake de “Matilda”: Netflix publica tráiler del musical inspirado en la película
“Bebé” resultó beneficiada en los estímulos de Idartes, ¿cómo fue esto para usted?
No me lo esperaba en lo más mínimo. Pocas veces en mi vida he llorado más que cuando supe que este guion ganaba el estímulo. Estaba pasando por una etapa de inseguridad muy difícil, porque ya estaba cansada de intentar e intentar y fracasar.
Hoy se exhibe el corto en el Festival de Cine de Tribeca. ¿Qué expectativas tiene?
Me toca exponer y defender mi trabajo. Estoy concentrada en no llorar en ese momento, pero esta oportunidad me ha activado mucho y ahora pienso en lo que viene, porque tengo en la cabeza dos largometrajes. Quiero seguir trabajando y estoy muy motivada, porque ahora entiendo que mis ideas sí pueden tener una audiencia interesada en lo que quiero decir.