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En esta ocasión hablamos con la actriz Diana Ángel, para la más reciente versión del Claro Oscuro de la sección de Entretenimiento que fue publicado el pasado jueves 12 de octubre. La bogotana habla sobre la industria creciente de la actuación en Colombia y cómo la actual huelga de Hollywood puede tener sus repercusiones en el país.
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Comienza su carrera artística en 1990, ¿qué la llevó a inclinarse por este camino?
Creo que uno se deja influenciar por su entorno, mi padre era muy artístico, él era arquitecto, no era ni músico, ni actor, ni nada, pero la arquitectura está rodeada de muchas artes, y él siempre me inculcó la pintura, las artes escénicas; entonces fue, digamos que fácil entrar en el circuito desde que era muy chiquita. Estudié música siete semestres, pero decanté por artes escénicas y me fui a hacer teatro y actuación hasta que me gradúe de la Universidad de Antioquia de maestría en Artes Escénicas.
¿Cómo fue su paso en “Francisco, el matemático”?
¡Maravilloso!, creo que Francisco fue una escuela para todos. Actoral y personal. Ahí entendí que los actores tenemos esa capacidad y ese virtuosismo para ser otra persona. El personaje de Gabriela tenía 14 años y yo tenía 22, entonces fue muy bueno poder hacer esa retrospectiva en mi vida, y encarnar a una niña de ese talante.
Cuéntenos de alguna experiencia que haya tenido con sus compañeros de la novela
La verdad es que fueron mi familia. Conocía a Verónica Orozco de tres años antes, pero ella es mi mejor amiga de la vida y poder parchar con ella todo el tiempo. Creo que nosotras siempre contamos una anécdota y es que antes de que pudiéramos agremiarnos y decir: este es un trabajo común y corriente, nos tocaba dormir en el suelo, en los pupitres, pasábamos derecho y no había dónde estar. Eramos unas divas que dormíamos en pupitres.
¿En qué momento decide encaminarse hacía la música?
Siempre ha sido una de mis pasiones, estudié saxofón en la ASAB y todavía lo saco de debajo de la cama de vez en cuando. La música siempre fue para mí parte de mi vida. Siempre.
Y muchas de las producciones que he hecho han esto ligadas a la música, de algunas otras les he cantado los cabezotes, por ejemplo. Siempre he estado ligada a la música y no he dejado de hacerlo. He lanzado mis canciones, soy cantautora, pero no lo hice de una manera profesional porque digamos que mi vida gira alrededor de la actuación, pero la música siempre será parte de mi día a día.
Estuvo siete años en la obra “Mujeres a la plancha”, en julio se retiró, ¿qué la llevó a tomar esa decisión?
No me llevó a mí, el teatro la llevó por mí. Eso ha sido algo raro, porque estuve durante siete años muy dichosa. Fue también una escuela inmensa, no me imaginé que la música de plancha y de estas cantantes tan maravillosas nos llevaran a posicionar una marca que ya es parte de todo este recorrido bogotano de las artes escénicas que son distintas, porque no es una obra, pero si es un espectáculo que uno encuentra en Bogotá desde hace siete años, lleno total.
El tiempo pasa, y el teatro decide hacer una renovación de su elenco y salimos el 26 de julio, terminamos cuatro de las cinco.
¿Qué le enseñó esta experiencia sobre mantenerse vigente en el medio?
Siento que he sido muy afortunada porque he tenido esa suerte de estar en proyectos que han perdurado, y es muy difícil estar en proyectos con continuidad laboral si lo hablamos del trabajo, porque uno dice: “no, eso es como un hobby”, pero realmente es un trabajo y es la manera en la que vive tu familia y la gente con la que estás alrededor. “Francisco, el matemático” duró cinco años, “La hija del mariachi” duró dos años, “Mujeres a la plancha” duro siete, “Monólogos a la vagina” duró casi diez años.
He estado en proyectos que se han sostenido y creo que en eso tiene que ver con la disciplina y la constancia; soy ñoña con mi trabajo entonces siento que eso también hace parte de que se conviertan en trabajos sólidos. A mí me decían n ‘en la plancha’ la monitora, porque soy súper estricta, el horario, las letras, antes les costaba un poco entender mi forma porque les decía: “se equivocaron en esta letra”, “¡ay!, pero eso es una bobada”, “¡no, porque Juan Gabriel se debe estar revolcando en su tumba sin en vez de ‘querida’ dices ‘mi amor’”. Creo que eso es una parte de mí que fortalece de alguna manera los proyectos, y me fortalece a mí como artista, porque creo que esto es una profesión a la que darle una absoluta disciplina.
Eso que comenta de la rigurosidad de las letras es un método de trabajo…
Sí, porque la letra, digamos en la televisión o en los guiones de las obras, a veces el actor puede tener una libertad de cambiar algunas palabras si siente que el personaje no las dice así, pero el sentido no se puede cambiar, así que uno no puede ir inventando. Y en las letras de las canciones mucho menos, pues si son mías, yo me puedo inventar lo que quiero, pero la gente y el público va a escuchar unas canciones que se saben, que son casi unos himnos; hablando particularmente de la plancha, son canciones que si tú estás cantando con el público y te equivocas, 700 personas dicen una cosa y tu otra, y es como, “¿quién se equivocó ahí?”, y evidentemente es uno.
Soy muy rigurosa con el trabajo porque creo que se merece un respeto tanto el compositor como el público, pero claro, a veces nos pasa de todo, nos ha pasado a todas, no soy perfecta, pero soy juiciosa con eso.
Así mismo, ¿cree que la industria es agradecida con sus artistas?
No sé si este país tenga una gran industria, digamos que nos falta mucho por aprender también. Somos un gran generador de contenido, tenemos mucho talento a nivel de guion, a nivel de cine, a nivel de producción, pero creo que nos falta recorrido a nivel de industria.
También creo que el ‘star system’ en Colombia no existe: darle el valor a sus artistas, darle ese escalafón que se le puede dar en México, España, Argentina, entonces pasa el tiempo y te van desechando y no tienes ese reconocimiento como artista, que has dejado la vida entera en el escenario.
Creo que nos falta reconocimiento a muchos de los sectores y particularmente puedo hablar desde el sector actoral, pienso que si falta mucho para que la industria se consolide pero vamos muy bien.
Como vicepresidente de la Asociación Colombiana de Actores, ¿siente que se le ha dado un buen uso a la imagen de los actores en Colombia?
La agremiación ha sido importante para, precisamente, visibilizar que esto es un trabajo, que tiene unos horarios, unas condiciones muy importantes para que el artista pueda desarrollar su labor. Siento que con esta lucha que apenas tiene ocho años, hemos logrado muchas cosas, porque hay asociaciones sindicales que llevan 100 años como la de México y la de Argentina.
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Hacerle caer en cuenta a la gente que no es solamente esta carita que yo puedo poner ahí, toda feliz sino que también tengo una familia. Antes trabajábamos 18 horas, 20 horas, la Asociación Colombiana de Actores logró regular un poco a 12 horas. No teníamos domingos, no teníamos festivos, no teníamos la Semana Santa, no teníamos lugares de espera decentes o dignos de estar. Ha sido un paso a paso, y creo que la industria, entre comillas, la que se ha ido generando, ha entendido que estas cosas son importantes y de paso, no solo los actores, sino todos los demás, la parte técnica, de maquillaje, los vestuaristas, los libretistas.
Creo que ACA fue un rompe hielo para que todo el sector empezara a agremiarse y a entender que tiene unos derechos y unos recaudos también, unas sociedades de gestión. Pero bueno, ahí vamos, pasito a pasito se va a poder.
¿Siente que en algún momento lo que está pasando en Hollywood puede repercutir en Colombia?
Hemos hablado mucho de eso por estos días, siento que las protestas y digamos que los puntos por los que ellos están hablando son, efectivamente, puntos que también nos pasan acá: jornadas, regalías, los pagos, estas plataformas que también han venido a impulsar la industria pero también creo que ellos tienen una frase clave y es: “el negocio cambio, el contrato también debe de cambiar”. Eso es lo que debemos empezar a analizar.
Ellos son una industria muy fuerte, tienen un sindicato tan fuerte que tienen a todo el mundo parado, no pueden hablar ni siquiera de sus producciones, nada, todo está quieto. Acá, digamos, también tenemos un miedo porque venimos de una historia sindical que está un poco sesgada y no es la realidad. Es posible que ese coletazo nos llegue si las cosas no mejoran, pues en algún momento la industria colombiana empezará a decir: esto está irregular, esto no se está manejando, y pues, por ahí va la cosa.
Soy optimista. Quisiera que empezáramos a regularlo desde Colombia con todas las agremiaciones y no llegar a un paro colectivo porque sería gravísimo parar, y más en este país en donde no somos millonarios ni nada por el estilo, al contario, somos unos trabajadores del arte que nos toca todos los días guerrear. Ojalá no nos toque llegar a lo que está pasando allá.
Habla de un miedo, ¿cuál es el miedo?
El miedo nos ha gobernado a lo largo de los años en Colombia en todo el sentido. Una persona que se atreva a hablar tiene miedo de ser vetada, de ser juzgada, tiene miedo de que se quede sin trabajo y efectivamente pasa, porque las personas que damos la cara de alguna manera, estamos enfrentando unas batallas que no son tan fáciles; el miedo a pronunciarse, el miedo a que nuestros técnicos digan: bueno, si, esto no debe ser así, los turnos deben ser de tal manera, hasta la comida, todo se puede discutir, pero mientras tengamos miedo de expresarnos va a ser más complejo.
Siento que las necesidades cuando se vuelven fuertes, es lo que nos ha impulsado a unirnos y a decir: “aquí estamos todos”, pero mientras trabajemos en individual será difícil.
¿Cómo ha visto el manejo que se le está dando a la cultura desde el gobierno Petro?
Siento que ha habido desorden e incertidumbre, nos han cambiado al ministro tres veces, ha sido muy complejo de entender, pero también es un momento para ver las realidades porque de alguna manera, este país tenía que abarcar varios temas. Venimos de una guerra terrible, de una comisión de la verdad que ha denunciado todos los asesinatos extrajudiciales. Colombia tiene tantas cosas encima que hay que ir paso a paso.
Creo que cuatro años ni siquiera alcanzarán para ver un cambio, todos estamos esperanzados en que sí, pero definitivamente creo que es nuestra responsabilidad como artistas auditar y estar encima. La Asociación Colombiana de Actores tiene una cita con el nuevo ministro en estos días para plantearle proyectos, plantearle soluciones porque también desde este sector tienen que venir los insumos para que la cultura cambie o tenga alguna injerencia. Las personas quieren los cambios hoy, y esto es eterno, y si llevamos en un país que no ha podido cambiar su mentalidad en 300 años, pues imagínate, en un año no hemos podido hacer mucho pero hay que tener paciencia y trabajar, porque le queda muy fácil a uno estar en la casa criticando, tuiteando, mandando veneno, pero bueno, ¿qué está haciendo usted?, vamos a trabajar juntos. De eso se trata.
¿Cree que en Colombia, un actor se puede permitir pensar en pensionarse en algún momento?
¡Ay!, ¿qué es esa pregunta triste? No sé si un actor, creo que cualquier colombiano tiene esas esperanzas y ya vemos que hasta nos polarizan con las pensiones: que el privado, que Colpensiones, que sí, que no. Pienso: “carajo, yo a los sesenta y pico de años con un salario mínimo, ¿qué haré para subsistir?”, pero siento que esa también es una pelea que hay que dar, y es una pelea con reformas, diciendo “¿de qué se trata esto?”, que muchos de nosotros venimos cotizando desde hace años, pero también tenemos un trabajo súper intermitente.
Hay un año en el que puedo cotizar por un buen dinero, luego con el mínimo, pero luego no tengo ni con qué y sin embargo hay que cotizar con el mínimo; es todo un rollo y creo que siempre estará la esperanza de que sí nos podamos pensionar. Pero en este momento, al hoy, es muy complejo, es difícil.
¿Considera que en el medio (cine, teatro, televisión), condenan a las mujeres a la eterna juventud?
Vivimos en un medio que también se ha ido transformando porque sí existen unos prototipos de esa belleza que nos acostumbramos a ver, pero también creo que ha empezado a evolucionar el tema.
De alguna manera estamos en ese ojo del huracán pero está en mí no prestarle atención. Es que es la vida, ya no puedes estar opinando sobre el cuerpo, si eres flaco, si eres gordo, ni siquiera hablan de género. Tengo un hijo de 18 años que habla de humanidad, de los seres humanos, de las almas y de lo que somos. Pienso, “caramba, hay que evolucionar con nuestros jóvenes”, porque esto está mandando a recoger, y todos somos capaces, todos somos merecedores de todo lo que venga y creo que lo último que se puede juzgar es eso, porque somos una máquina, que con el tiempo se va envejeciendo y no hay nada que hacer.
¿Qué opina de la cultura de la cancelación?, que se ha vuelto tan popular en redes sociales
No soy nadie para impartir las leyes y los juzgamientos, creo que siempre hay que escuchar las partes y entender. Vivo en un país donde la violencia me ha tocado muy fuerte, donde creo que sí hay que tener una justicia que sea acorde a lo que nos ha pasado.
Soy madre de un chico que puede ser censurado por alguna cosa u otra. Creo que eso puede ser muy contraproducente porque no sabemos desde tu casa cuál es tu sufrimiento, cuál es tu dolor, las redes pueden ser muy crueles, tienen un bullying muy fuerte.
Hay que educar adolescentes, jóvenes, niños con carácter, dispuestos a tener sus opiniones y obviamente a ser buenos seres humanos. Ninguno quiere a alguien que agreda a otro, ninguno de nosotros queremos que la otra persona sea lastimada ni discriminada, no debería de existir, pero estamos en este mundo. Creo que la cancelación, ya por el nombre es terrible, como el bloqueo, creo que desde la palabra es dura y pues siento que no debería ser así. Hay que escuchar y hay que dar segundas oportunidades, de ahí para adelante ya no podemos hacer nada.
¿A que retos se enfrentó siendo jurado en SmartFilms, qué ha cambiado?
En la primera edición fui jurado de la parte junior, de los que estaban apenas empezando, así que fue lindo ver estas ganas que tiene los chicos de hacer audiovisuales. En esta edicón, las producciones fueron más profesionales; hay que fijarse en todo porque cuando la calidad se sube, uno no puede pasar por alto los detalles: la producción, el guion, la realización, las condiciones específicas que tiene el festival con teléfonos inteligentes, porque ellos tienen que mandar pruebas de que se hizo así, hay que estar en el detalle.
¿Considera que las redes son el nuevo medio para crear, ver y conocer cine?
No sé si el cine, porque el cine sigue siendo el cine, y yo me muero de ganas de ir a una sala de cine siempre. Por lo general, motivo a las personas a que vayan al cine porque nunca va a ser igual la experiencia a la pantalla pequeña o a una plataforma.
Lo que hace SmartFilms es poder generar el contenido, no detenernos. Lo que me gusta es que las redes se convierten en una herramienta positiva de acuerdo al contenido que cada uno consume. Es una herramienta en la red para mostrar el trabajo más fácil, lo que antes era monopolizado, ahora todo el mundo tiene un canal.
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Es algo positivo siempre y cuando la sepamos manejar, debe haber algunas regulaciones, supongo, pero sí creo que han servido mucho y en este momento para SmartFilms es importantísimo esa difusión y la forma en la que se puede dar.
Y después de pandemia, todo el mundo volvió a salir…
¡Qué dicha!, y que curioso porque yo pensaba que después de un tiempo íbamos a volver a ser los ermitaños de siempre, pero no. A las personas les gusta salir y socializar, somos seres sociales. Los conciertos viven llenos, cosa que me alegra, las salas de teatro viven llenas, cosa que me alegra, ojalá el cine colombiano tuviera esa acogida también.
Este es un llamado de atención a los generadores de contenido de cine a preguntarse: qué será lo que los colombianos queremos ver en nuestro cine; hasta donde podemos transformar eso géneros, esas historias, cuándo podemos contar memoria y cuándo podemos hacer ficción. En el cine hay demasiadas cosas por hacer, así que echemos a volar la cabeza y hagamos más cine, ojalá la gente vea cine colombiano.
Siempre solemos preguntar, ¿para usted qué significa el éxito?
El de la 53 con Caracas… Mira, no lo sé, creo que esa palabra puede estar sobrevalorada porque tener éxito qué significa, para alguien debe ser ganarse el Óscar, para mí un éxito es levantarme temprano y no dejarme coger la pereza en la cama y subir a Monserrate todos los días; para mi hijo un éxito es pasar en la universidad a piano; para ti un éxito puede ser, estar hoy aquí chismoseando conmigo, yo qué sé.
Creo que la palabra éxito la tenemos que bajar de por allá de esas nubes, y sentir que todos los días somos exitosos solo por respirar, solamente por vivir en este país que es tan agresivo y difícil. El otro día me subí a un taxi y de repente se agarró con un ciclista y agarro un cuchillo, yo dije: “¿esto es en serio?”, me tocó bajarme y pensaba: “el éxito es que llegué viva a la casa”.
Tenemos que empezar a transformamos desde adentro, desde lo que hacemos y dejar de sobrevalorar esas palabras que tanto daño nos ha hecho: la belleza, la juventud, el éxito, los premios, la fama. Nada. Todos somos iguales, tenemos derecho a todo.
Y otra cosa que le digo a la gente, no sé si ya estoy muy viejita o qué, vivan el día en serio, no se preocupen por lo que viene mañana, sí, hay que planificar cosas, pero que va, qué delicia poder estar hoy, aquí, y poniendo la cabeza en la almohada esta noche y decir, qué delicia todo lo que me pasó en 24 horas, en 12, lo que haya durado tu día. Vivan, vivan porque el covid, con la muerte de mi papá, me enseño que es ya, y que una persona saludable, hermosa, llena de vida, se puede ir en cualquier momento, no somos exentos, entonces, vivan.