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Con la dirección de Juan Pablo Polanco y César Alejandro Jaimes, "Lapü" se centra en Doris, una joven wayú que tiene un sueño con una prima fallecida.
Siguiendo el consejo de su abuela y las creencias de los wayú, Doris afronta un "segundo enterramiento" de su prima para el que tendrá que exhumar los restos de su familiar y realizar un nuevo rito fúnebre junto a los miembros de su comunidad.
Con un místico y espiritual juego de opuestos (la vida frente a la muerte, el sueño ante la realidad), "Lapü" parte del choque entre las diferentes concepciones que existen acerca del fallecimiento de un ser querido, dijeron a Efe los directores del documental.
"En nuestro contexto occidental habíamos tenido una relación muy fría con la muerte, donde se trata de esconder a la muerte, se trata de no mirarla, se escondía en instituciones como hospitales, donde no hay un contacto directo con el proceso de morir", explicó César Alejandro Jaimes.
"Pero la manera en la que entiendes la muerte es la misma manera en la que entiendes la vida", añadió.
Su compañero, Juan Pablo Polanco, contó que investigaron formas diferentes de acercarse a la muerte, y que por eso estuvieron viajando durante más de dos años a La Guajira, en el norte de Colombia. (Le puede interesar: El documental colombiano "Lapú", en el Forum de la Berlinale)
"A través de unos amigos conocimos a la familia de Doris. Y durante esa época nos contaron que había tenido unos sueños Doris y que la decisión de hacer el ritual o no estaba llevándose a cabo. Es un sueño que, al compartirlo, se puede interpretar como que aquel ser querido con que has soñado está pidiéndote que es el momento de hacer una exhumación", indicó.
El realizador apuntó además que para la joven fue también un momento de interrogantes.
"Era un paso muy importante para reafirmar su cultura -argumentó-. La generación joven a la que pertenece Doris está en ese proceso también de muchas dudas respecto a su propia cultura por las influencias occidentales y cristianas que hay en su entorno".
"Hacer ese ritual era, para Doris, algo que sabía que quería hacer profundamente, por un cariño a su prima y por lo que significaba, pero también era poner en duda muchas de sus creencias de su contexto más permeado por miradas occidentales a la muerte", agregó.
Por su parte, el productor de "Lapü", Julián Quintero, destacó la complejidad de rodar en una comunidad wayú al interrumpir "la cotidianeidad" de sus habitantes.
"Yo creo que eso fue lo más difícil, realmente: llegar a esa relación tan bonita que logramos y que fue el paso para hacer una película conjuntamente y que no fuera nosotros simplemente llegar a grabar allá y ya", afirmó.
Con planos muy largos y estáticos y una apuesta evidente por la contemplación, "Lapü" se deja llevar, según sus directores, por el "ritmo de la vida" en las comunidades wayú, donde tienen "una concepción del tiempo diferente".
"Queríamos jugar con la espera, con la idea de esperar para rodar. No estar con la cámara buscando todo el tiempo, sino poder estar en el lugar, sentir el lugar, y grabar y ver qué sucede", indicó Jaimes.
"Buscamos maneras que permitieran que el azar entrara en la película de una manera libre y sin nuestra intervención", puntualizó Polanco.
Emocionados por poder haber mostrado "Lapü" en un contexto y a un público muy diferentes al de su país, los dos realizadores también contaron cómo fue ver el documental junto a su protagonista.
"Queríamos venir a Sundance con Doris, pero por las políticas migratorias de EE.UU. le negaron la visa. Es una lástima", dijo Jaimes.
"Pero pudimos ver la película con Doris (en Bogotá) y fue toda una experiencia. Pocas veces ha ido ella al cine, pocas veces ha tenido relación con películas, y ver esta película era para ella como todo un recuerdo familiar (...). Había momentos que no podía mirar porque le recordaba demasiado a su prima y había otros en los que se reía y se reía. Fueron muchas emociones para ella", aseguró.