Domo: entre el conflicto, el yagé y las visiones
La película colombiana, que se mezcla entre la realidad y la ficción, se estrenó en 2023 y aún sigue girando por varios festivales nacionales e internacionales. El director Tayo Cortés habló para El Espectador sobre la inspiración para construir esta historia y detalló los retos de grabar con película cinematográfica en 35 milímetros.
Jorge Danilo Bravo Reina
En “Domo”, un buscador de oro se topa con una fosa común y se convierte en un objetivo militar al ser sospechoso de poseer información incriminatoria. Mientras tanto, Sara es secuestrada por una organización secreta. Su padre, desesperado, busca la ayuda de un chamán del Amazonas, quien, durante una ceremonia con ayahuasca, entra en un estado expandido de conciencia para intentar descubrir quién tiene a su hija.
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En “Domo”, un buscador de oro se topa con una fosa común y se convierte en un objetivo militar al ser sospechoso de poseer información incriminatoria. Mientras tanto, Sara es secuestrada por una organización secreta. Su padre, desesperado, busca la ayuda de un chamán del Amazonas, quien, durante una ceremonia con ayahuasca, entra en un estado expandido de conciencia para intentar descubrir quién tiene a su hija.
La protagonista, Sara, es interpretada por Gabriela Ponce, mientras que el antagonista, Mr. Koch, el líder de una organización secreta, es encarnado por Christoph Baumann, un alemán radicado en Ecuador. La película también cuenta con la participación de sabedores tradicionales del alto Putumayo, quienes ayudan a localizar a Sara a través de visiones.
Inicialmente, el director, Tayo Cortés, planeaba realizar un documental sobre la “medicina sagrada” de la ayahuasca, utilizada en contextos rituales por algunas comunidades indígenas en Colombia. A lo largo de su investigación, se dio cuenta de que muchos documentales sobre el tema eran superficiales, y se limitaban a entrevistas que no capturaban la complejidad de las experiencias visionarias.
A partir de esta reflexión, Cortés decidió crear una ficción que integrara elementos de la realidad. “Durante el proceso de escritura, me encontré con aspectos perturbadores sobre la violencia y el conflicto armado en Colombia, como la aparición de fosas comunes y las confesiones de crímenes por parte de las fuerzas armadas. Así, la historia se transformó en un misterio que explora el poder visionario de la ayahuasca para desentrañar estos crímenes”.
En lugar de representar la violencia de manera explícita, el cineasta optó por enfocar la lucha entre el bien y el mal en un plano mental y espiritual. Esta decisión permitió una representación más profunda de los conflictos internos y externos, alejándose de las narrativas bélicas tradicionales y adaptándose mejor a la expansión de conciencia que ofrece el remedio. La idea central de la disputa entre la luz y la sombra se mantuvo, pero en un contexto espiritual.
La historia comienza con un huaquero en busca de oro que se topa con una serie de cadáveres. Aunque no es una representación exacta, se basa en hechos reales: Cortés conoció un relato sobre campesinos en Colombia que solicitaron a una ONG investigar una finca sospechosa de contener fosas comunes. Al llegar, encontraron ropa en la superficie al mover un poco de tierra, lo que inspiró la secuencia inicial de la película.
En el largometraje, este descubrimiento se convierte en un conflicto central, donde los responsables del crimen persiguen al huaquero. Además, está el profesor, quien realiza estudios botánicos cerca del área donde están los cuerpos, mientras que la organización detrás de los delitos considera que su secreto está en riesgo, deciden secuestrar a su hija, Sara. El profesor se une a un chamán del Putumayo para intentar encontrarla, conectando diferentes elementos de la historia.
“Mi acercamiento como documentalista fue un proceso que me llevó bastante tiempo. Primero, experimenté mucho conmigo mismo, especialmente con las tomas de yagé. A medida que pasaba el tiempo, mi amistad con los taitas se fortaleció. Les compartí mi intención: quería hacer una película y solicitaba su autorización para filmar la ceremonia”, aclaró el director.
La conexión del Tayo Cortés con la práctica ancestral del yagé (ayahuasca) tiene raíces en su historia familiar. Su abuelo trabajó en el Putumayo y estableció amistades con los “taitas”. Desde sus primeras visitas a Mocoa y al Valle de Sibundoy, Cortés quedó asombrado por la ceremonia del brebaje ancestral.
“Quería entender bien cómo se llevaba a cabo, ya que esta ceremonia la han estudiado antropólogos y arqueólogos que estiman que se practica desde hace 3000 años. Los taitas mantienen una tradición muy específica que se ha conservado a lo largo del tiempo. Han probado otras formas, pero tras años de estudio, han concluido que la mejor manera de hacerlo es la tradicional. Me explicaron que este método ha sido perfeccionado a lo largo de tres generaciones, y que la receta, los rezos, las oraciones y los secretos que guardan provienen de tiempos muy antiguos”, contó el cineasta.
El objetivo era capturar la esencia del estado expandido de conciencia asociado con el yagé. Un momento destacado para el director fue un plano en el que el Taita Miguel muestra una profunda conexión espiritual. El título “Domo” surgió de la necesidad de crear un espacio físico para representar las visiones. Cortés consideró que un lugar misterioso y desconocido, como un volcán, podría ser el escenario adecuado, dado su fuerte vínculo cultural en Nariño. Así, el “Domo” del volcán Azufral y del Galeras se convirtió en un lugar simbólico para representar el espacio espiritual y visionario en la película.
El director también se preocupó por asegurar que la representación en la película fuera fiel a la tradición, temiendo que una representación inexacta pudiera ofender a la comunidad. La producción se llevó a cabo con respeto y consideración hacia quienes viven y practican estas tradiciones.
Un aspecto no menos importante de la película es que se rodó en parte con material fotosensible en 35 mm, utilizando 40 rollos de negativo de 122 metros cada uno. Entre los planos filmados se incluyen momentos clave como la experiencia de visión del taita y escenas en la cima del volcán. Aunque filmar en 35 mm fue complicado, el director destacó la calidad única de la imagen en película.
El proceso de filmación enfrentó complicaciones logísticas, especialmente en Putumayo, una zona considerada de alto riesgo. Transportar la cámara fue un desafío, ya que las casas de alquiler se negaban a enviarla a la región.
Por otra parte, el material de película se importó, pero tuvo que llegar por Ecuador, por lo que el proceso de entrada y salida de la cinta tuvo una larga trayectoria hasta Pasto. Sin embargo, en el trayecto para revelar en México sucedieron otros percances: “En Panamá, me detuvieron porque pensaban que llevaba explosivos. Como los rollos no podían ser abiertos sin exponer el material a la luz, llevaba un saco negro para su revisión manual. Me confinaron en una sala, trajeron un perro detector de explosivos que inicialmente dio positivo. Finalmente, después de una inspección exhaustiva, una persona con conocimiento del tema entendió que llevaba película cinematográfica”, agregó Cortés.
El negativo fue revelado en México. A pesar de estos contratiempos, se logró mantener la calidad cinematográfica del proyecto. Se utilizaron materiales y ópticas adecuadas para replicar la estética de la película en su formato original, ajustando la iluminación y otros aspectos técnicos para que no se notara la diferencia entre las tomas en 35 mm y las digitales.
El equipo de trabajo estuvo compuesto por profesionales del cine de diversas ciudades colombianas y del extranjero, incluyendo a Takuro Takeuchi y Anton Fresco en la dirección de fotografía; Miller Castro y Eric Spitzer – Marlyn en el sonido; Martín Guzmán en la música original; Magda Carolina Ponce en la dirección de arte; Catalina Yela en el diseño de vestuario; y Carlos Rufete en el montaje.
Cortés aclaró que su intención nunca fue hacer una película de terror, aunque algunos la han catalogado como tal. Su idea inicial era crear un documental, pero luego optó por una película de ficción centrada en el misterio, incorporando elementos reales. La investigación para la película fue mayormente periodística, abarcando el conflicto armado en Colombia a través de documentales, películas y libros sobre la economía de la guerra y el paramilitarismo. Aunque algunas escenas de la película están inspiradas en hechos reales, han sido adaptadas para ajustarse a la narrativa cinematográfica.
Después de una larga búsqueda “entre mundos” la película culmina con la celebración de un ritual oscuro por parte de la organización secreta, una mezcla entre terror, misterio y magia, que pone a todos los personajes contra el reloj para evitar que Sara pierda la vida. Domo es un acercamiento ficcional a realidades ocultas, es una liberación de lo que no se dice, es misterio, es documental, es una historia para estar pendiente de la pantalla de inicio a fin.