El cine independiente revive gracias al “streaming”
En 2015, Daniela Abad y Miguel Salazar estrenaron esta película, que tiene ahora otra oportunidad de ser vista gracias a las nuevas formas de consumir cine.
En el gremio audiovisual se dice que una película tiene vida por ahí unos dos años, una teoría que debería replantearse según la directora Daniela Abad, para quien ese tiempo “es muy poco para un producto que se demora muchos años en hacerse”.
Su reflexión surgió a propósito de que Carta a una sombra, filme que dirigió con Miguel Salazar y que se estrenó en salas comerciales hace cinco años, hoy disfruta de una nueva vida y de la posibilidad de ser vista, ya que desde este fin de semana está disponible para rentar o comprar en Cinecoplus.com, la plataforma virtual de Cine Colombia.
Para la realizadora hay dos tipos de películas: las que resisten en el tiempo y las que gustan solo en el momento de estreno. Para ella es “valioso” saber que su ópera prima “reaccionó muy bien al paso del tiempo”, algo que sucede a menudo con los documentales porque, “además de ser un documento, adquieren un valor adicional”.
Esta pieza, según Daniela Abad, es importante no solo porque explora a su abuelo paterno, sino porque al codirigirla aprendió del cine documental más que si hubiera estudiado. “Que la película no pierda vigencia se debe al personaje. Héctor Abad Gómez siempre será un referente para Colombia respecto a lo que es correcto (…) y lo que significa luchar por una mejor sociedad”, sostiene, por su parte, Miguel Salazar.
La exhibición digital permite que Carta a una sombra adquiera otro valor. Por un lado, porque rescata el legado de una persona que se preocupó por la salud pública, algo importante en estos tiempos de pandemia; y por otro, porque varios de los personajes que participan en el filme murieron durante los últimos años.
Otro valor agregado que aporta el streaming es que las producciones pueden ser vistas por nuevas generaciones o en latitudes donde no hay salas de cine, o donde no se exhibió en cine.
“Así como nosotros accedemos a otro cine, también es la forma en que otros pueden ver nuestras películas”, complementa Abad.
Al principio de la pandemia se pensó que para esta época la gente ya podría ir a cine, pero la realidad es otra. Hollywood sigue sin estrenar sus platos fuertes, lo cual pone en aprietos tanto a las producciones más pequeñas como a las planeadas en 2021.
Además, la cadena más grande de cines de Estados Unidos, AMC, pactó con Universal reducir el tiempo que demora una película en pasar de la pantalla grande al video bajo demanda (VOD) de 90 a 17 días.
Abad y Salazar coinciden en que estos pactos dejan al cine independiente sin otras posibilidades que cambiar la mentalidad, adaptarse a nuevas formas de consumo audiovisual y pensar en otras maneras de recaudación que llenen las arcas de los fondos de estímulos, que son los que ayudan a la producción de este tipo de historias.
Las plataformas virtuales, que ya llevan años trabajando, producen su propio contenido y los festivales de cine, que también son un espaldarazo para la realización, están en apuros.
Daniela Abad trata de que el pesimismo no la paralice, pero no puede negar que “los que hemos hecho cine independiente siempre hemos estado preocupados y siempre hemos vivido en la incertidumbre de hacer películas”.
Ahora, la decisión de los festivales de hacer una edición virtual o cancelar la de 2020 afecta enormemente a los realizadores que no tienen el respaldo de un estudio de cine que cuenta con muchos recursos económicos, pues dichos eventos están pensados para conocer gente y pensar en futuras producciones, sin contar con la posibilidad de exposición que ofrece la alfombra roja y los encuentros con los periodistas.
Este año el cine colombiano pierde una gran oportunidad, pues El olvido que seremos, dirigida por Fernando Trueba y producida por Caracol Televisión, se quedó sin el registro de medios a escala mundial, que pudo ser parecido al que gozaron El abrazo de la serpiente y Pájaros de verano.
Daniela Abad tiene esperanza del efecto rebote que puede generar la nueva conversación sobre Cartas a una sombra para que el público sienta curiosidad de ver, cuando se pueda, el filme que está basado en el libro de su padre, Héctor Abad.
“Cannes tuvo una posición muy radical al no hacer un festival online porque no quieren reducir el cine a una pantalla chica. Confío en que cuando se pueda ir a cine la gente tenga ganas de verla por estar contenida durante meses”, dice.
Son estas nuevas formas de exhibición las que pueden apoyar las futuras obras independientes, las que se quedaron en el limbo porque los realizadores no saben qué camino explorar: estrenar en China, pero no en Estados Unidos, exponerse a la piratería o retenerla hasta que acabe la pandemia. Al fin y al cabo la humanidad siempre necesitará la emoción de las historias.
El retrato familiar plasmado en documental
Carta a una sombra reconstruye lo narrado en el libro El olvido que seremos, en el que Héctor Abad Faciolince narra la vida y muerte de su padre, Héctor Abad Gómez, un colombiano pionero en el campo de la salud pública y defensor de los derechos humanos que fue asesinado en Medellín en 1987.
Daniela Abad y Miguel Salazar estrenaron el documental en junio de 2015 y le permitieron al espectador acceder a espacios íntimos de la familia Abad gracias al recurso del archivo familiar.
Cuatro años después, los realizadores presentaron The Smiling Lombana, dedicado a Tito Lombana, abuelo materno de la directora, quien fue el autor de la obra “Zapatos viejos” en Cartagena y quien quedó en el olvido. Esta pieza también representa al país que olvida los valores por la cultura del dinero fácil.
A la directora le gusta explorar el relato familiar porque es el primer contacto que el ser humano tiene con la sociedad.
En el gremio audiovisual se dice que una película tiene vida por ahí unos dos años, una teoría que debería replantearse según la directora Daniela Abad, para quien ese tiempo “es muy poco para un producto que se demora muchos años en hacerse”.
Su reflexión surgió a propósito de que Carta a una sombra, filme que dirigió con Miguel Salazar y que se estrenó en salas comerciales hace cinco años, hoy disfruta de una nueva vida y de la posibilidad de ser vista, ya que desde este fin de semana está disponible para rentar o comprar en Cinecoplus.com, la plataforma virtual de Cine Colombia.
Para la realizadora hay dos tipos de películas: las que resisten en el tiempo y las que gustan solo en el momento de estreno. Para ella es “valioso” saber que su ópera prima “reaccionó muy bien al paso del tiempo”, algo que sucede a menudo con los documentales porque, “además de ser un documento, adquieren un valor adicional”.
Esta pieza, según Daniela Abad, es importante no solo porque explora a su abuelo paterno, sino porque al codirigirla aprendió del cine documental más que si hubiera estudiado. “Que la película no pierda vigencia se debe al personaje. Héctor Abad Gómez siempre será un referente para Colombia respecto a lo que es correcto (…) y lo que significa luchar por una mejor sociedad”, sostiene, por su parte, Miguel Salazar.
La exhibición digital permite que Carta a una sombra adquiera otro valor. Por un lado, porque rescata el legado de una persona que se preocupó por la salud pública, algo importante en estos tiempos de pandemia; y por otro, porque varios de los personajes que participan en el filme murieron durante los últimos años.
Otro valor agregado que aporta el streaming es que las producciones pueden ser vistas por nuevas generaciones o en latitudes donde no hay salas de cine, o donde no se exhibió en cine.
“Así como nosotros accedemos a otro cine, también es la forma en que otros pueden ver nuestras películas”, complementa Abad.
Al principio de la pandemia se pensó que para esta época la gente ya podría ir a cine, pero la realidad es otra. Hollywood sigue sin estrenar sus platos fuertes, lo cual pone en aprietos tanto a las producciones más pequeñas como a las planeadas en 2021.
Además, la cadena más grande de cines de Estados Unidos, AMC, pactó con Universal reducir el tiempo que demora una película en pasar de la pantalla grande al video bajo demanda (VOD) de 90 a 17 días.
Abad y Salazar coinciden en que estos pactos dejan al cine independiente sin otras posibilidades que cambiar la mentalidad, adaptarse a nuevas formas de consumo audiovisual y pensar en otras maneras de recaudación que llenen las arcas de los fondos de estímulos, que son los que ayudan a la producción de este tipo de historias.
Las plataformas virtuales, que ya llevan años trabajando, producen su propio contenido y los festivales de cine, que también son un espaldarazo para la realización, están en apuros.
Daniela Abad trata de que el pesimismo no la paralice, pero no puede negar que “los que hemos hecho cine independiente siempre hemos estado preocupados y siempre hemos vivido en la incertidumbre de hacer películas”.
Ahora, la decisión de los festivales de hacer una edición virtual o cancelar la de 2020 afecta enormemente a los realizadores que no tienen el respaldo de un estudio de cine que cuenta con muchos recursos económicos, pues dichos eventos están pensados para conocer gente y pensar en futuras producciones, sin contar con la posibilidad de exposición que ofrece la alfombra roja y los encuentros con los periodistas.
Este año el cine colombiano pierde una gran oportunidad, pues El olvido que seremos, dirigida por Fernando Trueba y producida por Caracol Televisión, se quedó sin el registro de medios a escala mundial, que pudo ser parecido al que gozaron El abrazo de la serpiente y Pájaros de verano.
Daniela Abad tiene esperanza del efecto rebote que puede generar la nueva conversación sobre Cartas a una sombra para que el público sienta curiosidad de ver, cuando se pueda, el filme que está basado en el libro de su padre, Héctor Abad.
“Cannes tuvo una posición muy radical al no hacer un festival online porque no quieren reducir el cine a una pantalla chica. Confío en que cuando se pueda ir a cine la gente tenga ganas de verla por estar contenida durante meses”, dice.
Son estas nuevas formas de exhibición las que pueden apoyar las futuras obras independientes, las que se quedaron en el limbo porque los realizadores no saben qué camino explorar: estrenar en China, pero no en Estados Unidos, exponerse a la piratería o retenerla hasta que acabe la pandemia. Al fin y al cabo la humanidad siempre necesitará la emoción de las historias.
El retrato familiar plasmado en documental
Carta a una sombra reconstruye lo narrado en el libro El olvido que seremos, en el que Héctor Abad Faciolince narra la vida y muerte de su padre, Héctor Abad Gómez, un colombiano pionero en el campo de la salud pública y defensor de los derechos humanos que fue asesinado en Medellín en 1987.
Daniela Abad y Miguel Salazar estrenaron el documental en junio de 2015 y le permitieron al espectador acceder a espacios íntimos de la familia Abad gracias al recurso del archivo familiar.
Cuatro años después, los realizadores presentaron The Smiling Lombana, dedicado a Tito Lombana, abuelo materno de la directora, quien fue el autor de la obra “Zapatos viejos” en Cartagena y quien quedó en el olvido. Esta pieza también representa al país que olvida los valores por la cultura del dinero fácil.
A la directora le gusta explorar el relato familiar porque es el primer contacto que el ser humano tiene con la sociedad.