El cine y la inclusión, una lucha a través del tiempo
La evolución que ha tenido el cine en los últimos años ha cambiado varias percepciones. El racismo, el sexismo y la homofobia son discursos de odio que cada vez tienen menos cabida en los guiones, abriendo la puerta a nuevas historias que tienen como protagonistas a minorías que fueron violentadas por la misma industria.
Daniela Suárez Zuluaga
Desde hace un tiempo, el cine ha intentado interiorizar discursos inclusivos en el lenguaje audiovisual y acoger dentro de la industria nuevas historias, formas y narrativas que han impactado a las audiencias y las ha hecho parte de conversaciones políticas y culturales. Este proceso ha tomado décadas, pero se ha ido consolidando poco a poco disminuyendo brechas sexistas, racistas y discriminantes que dominaron la gran pantalla desde principios del siglo XX, y que en la actualidad son poco aceptadas por los espectadores.
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Desde hace un tiempo, el cine ha intentado interiorizar discursos inclusivos en el lenguaje audiovisual y acoger dentro de la industria nuevas historias, formas y narrativas que han impactado a las audiencias y las ha hecho parte de conversaciones políticas y culturales. Este proceso ha tomado décadas, pero se ha ido consolidando poco a poco disminuyendo brechas sexistas, racistas y discriminantes que dominaron la gran pantalla desde principios del siglo XX, y que en la actualidad son poco aceptadas por los espectadores.
El discurso racista
A finales de los años 1800 el cine estadounidense estaba creciendo lentamente, pero sus guiones estaban basados en ridiculizar a personas afroamericanas y su cultura, mostrándolos como personas vacías incapaces de razonar. Era tanto el racismo, que al principio los protagonistas de películas como Dancing Darkies (1896), Watermelon Feast (1896), y Who Said Watermelon? (1900) estaban protagonizadas por actores negros, pero tiempo después fueron reemplazados por actores blancos que usaban “blackface”, es decir, pintaban su cara de negro.
La ridiculización del afroamericano y películas como “El nacimiento de una nación” que alababan la supremacía blanca, hacían que el racismo en Estados Unidos se incrementara a grandes niveles, y se fue quedando incrustado en el cine de Hollywood con películas como “El cantante de jazz”, donde el tema principal era el “blackface”, que mostraba a la audiencia blanca que iba a escuchar géneros musicales con inspiración y descendencia en personas negras.
En la edad dorada de Hollywood comenzaron a verse algunos cambios con “Lo que el viento se llevó” (1939), que aunque romantizaba la esclavitud, logró provocar cambios en la forma en que los personajes de raza negra se representaban en el cine, y además hizo que la actriz Hattie McDaniel fuera la primera afroestadounidense en ganar un Premio Óscar a Mejor actriz de reparto, siendo ella la única mujer negra en el auditorio. Desde ese momento, los actores y actrices afro empezaron a tener más oportunidades en la industria, ligados a los estereotipos, pero escalando hacia un protagonismo cada vez mayor.
“A menudo, cuando voy a festivales de cine y soy entrevistado por periodistas, muchos me preguntan sobre incidentes raciales que acaban de pasar en Estados Unidos. Y sí, Estados Unidos es muy racista, pero el racismo se da en todo el mundo”, comentó el cineasta y actor Spike Lee en una entrevista para la BBC.
¿Y la homofobia?
Si los afroamericanos eran presentados en el cine como irracionales, esclavos y sirvientes, los homosexuales se mostraban como depravados, asesinos e incluso suicidas. Dependiendo de la época y el lugar, la temática LGTBIQ+ era abordada de manera distinta, e incluso grandes productoras comenzaron a cambiar el rumbo de estos estereotipos, creando historias con escenarios más realistas dirigidas para el público de la comunidad.
La homosexualidad ha estado presente en el cine desde sus inicios, primero presentada de manera sutil. Luego llegó la exageración del afeminamiento con el propósito de que los espectadores pudieran identificar al personaje homosexual sin tener que utilizar esa palabra dentro de la cinta, reforzando el estereotipo de que el hombre gay actuaba como mujer y la mujer lesbiana era masculina. Comenzó a llegar a censura con el Código Hays, que no permitía que se hablara sobre prostitución, abortos, o que se mostraran desnudos, y por supuesto, no abalaba escenas homosexuales explícitas dentro de ninguna producción. El cine europeo y latinoamericano también estuvo rodeado de censura y empañado por moralismos religiosos que retrasaron el proceso de inclusión en la gran pantalla, pero fue algo que cambió gradualmente en países como México, Ecuador, Perú y Colombia.
“Esta ha sido una batalla de décadas con aciertos y desaciertos, hoy podemos decir más libremente que tenemos la idea de hacer una película sobre la comunidad LGBTI+ sin ser juzgados y señalados, y lo hemos visto mucho últimamente en series y películas con este tipo de temáticas, ya las plataformas en streaming son un apoyo muy grande. La mentalidad ha cambiado, y así mismo nuestra manera de trabajar. Tenemos el deber de contar, de exteriorizar, de narrar la realidad, y eso es algo que no se puede silenciar. El cine es poder”, comentó Juan Sebastián Rincón, egresado de Medios Audiovisuales del Politécnico Grancolombiano y que está grabando su primer cortometraje con una protagonista transgénero.
Las mujeres en la gran pantalla
La historia de la mujer el en cine ha tenido altos y bajos. Sigue la lucha incansable por desligarse de los estereotipos, la cosificación y la hipersexualización, pero los avances son notorios aunque falte mucho camino para llegar al objetivo. A diferencia de décadas pasadas, actualmente la mujer ocupa un papel más allá de ser actriz, hay mujeres directoras y productoras sacando adelante historias que dan voz a esa misma lucha, dando visibilidad a papeles importantes dentro de la industria que requieren responsabilidad.
Por mucho tiempo (y todavía), la mujer sigue apareciendo ante la gran pantalla siendo tildada de débil, romántica, llorona, que se desvive por el amor de un hombre, pero esas narrativas han logrado cambiar dando espacio a otras con nuevas visiones. La mujer dejó de ser la víctima para convertirse en superheroína, trabajadora, madre cabeza de familia, protagonista de una historia no patriarcal. También los movimientos como #MeToo y #Time’s Up! Han ayudado a visibilizar esa lucha de la mujer en la industria audiovisual, dando voz e inspirando nuevas historias con mujeres de todas las razas y culturas. Directoras como Greta Gerwig, Sofía Coppola, Chloé Zhao han sido parte de este proceso que aun tiene mucho por lograr.