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Russell Crowe se mete en la piel del polémico sacerdote Gabriele Amorth, “una figura interesante de interpretar” no solo “por sus exorcismos, sino también por su personalidad”, señala el actor al hablar de la película El exorcista del Papa, que llega este miércoles a las salas de cine de todo el mundo,
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La cinta dirigida por Julius Avery, centrada en la figura del que fuera el exorcista más célebre del mundo. Una película inspirada en los archivos reales del padre Amorth, que fue nombrado exorcista oficial de la diócesis de Roma en 1986 y que fundó en 1990 la Asociación Internacional de Exorcistas (AIE), organización que presidió hasta su retiro en el año 2000.
Amorth era además conocido por sus polémicas declaraciones. Aseguró que Juan Pablo II realizó en la plaza de San Pedro del Vaticano un exorcismo para sacar el diablo a una muchacha endemoniada o que los ataques al papa Benedicto XVI por los casos de curas pederastas habían sido “sugeridos” por Satanás.
Durante los años en los que ejerció de exorcista, Amorth efectuó más de 70.000 exorcismos, como él mismo aseguró en varias ocasiones. Una trayectoria que dejó reflejados en sus libros, documentales y memorias.
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Crowe, ganador del Premio Oscar por su papel protagonista en Gladiador, se convierte ahora en Amorth en una cinta que combina ficción con algunos de los testimonios del padre italiano durante sus años como exorcista oficial de Roma. “No conocía la figura de Amorth hasta recibir este proyecto”, resalta Crowe, que para preparar el personaje leyó dos de las obras del sacerdote.
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En la película, el padre viaja a España para exorcizar a un niño poseído. Allí descubre toda una trama oculta desde hace siglos relacionada con el demonio. “Creo que entendí rápido la personalidad de Amorth para poder meterla en la película. No fue únicamente importante por sus trabajos, sino también por su propia personalidad”, un tipo de carácter que era “importante comprender para poder llevarlo a la pantalla”.
Para Crowe, lo más sorprendente del proyecto fue haber descubierto que el Vaticano tenía su propio archivo de exorcismos. Una realidad desconocida y que la película muestra salpicada por algunas escenas asociadas a los exorcismos; desde levitaciones a vómitos de objetos, autolesiones y frases en lenguas muertas.