“El hombre que vendió su piel”, una historia de amor y egoísmo
Entre la guerra en Siria y la desesperanza de un amor que está a kilómetros, Sam Ali se enfrentará al mundo para recuperar a la mujer de su vida. Yahya Mahayni, quien interpreta al protagonista, habla de su personaje y su experiencia retomando la actuación.
Daniela Suárez Zuluaga
Sam Ali, un joven sirio, sensible e impulsivo, abandona Siria huyendo de la guerra. Para poder viajar por Europa y vivir con el amor de su vida, acepta hacerse tatuar la espalda a manos de un reconocido artista contemporáneo. Tras convertir su cuerpo en una prestigiosa obra de arte, Sam comprende, poco a poco, que su decisión implica todo lo contrario a lo que él deseaba en un principio: su libertad.
Una lucha interna entre dignidad, principios y amor vive Sam, protagonista de El hombre que vendió su piel, que fue nominada al Óscar a Mejor película extranjera este año. Dirigida por la tunecina Kaouther Ben Hania, es la primera producción cinematográfica de ese país que logra dicha nominación.
Protagonizada por Monica Bellucci y el actor sirio Yahya Mahayni, la cinta está inspirada en la obra Hombre tatuado, del artista belga Wim Delvoye, quien en 2006 realizó un tatuaje a un joven suizo que luego fue vendido por 150.000 euros (casi $600 millones), a cambio de ser expuesto varias semanas al año en los museos más importantes del mundo y recuperar su piel tras su muerte. Una fábula moderna contada en clave de drama con visos de tragedia, sátira y algo de romance.
Sam deberá enfrentarse a varios problemas para obtener una visa que le permita entrar a Europa, específicamente a Bruselas, y así poder encontrarse con el amor de su vida, que ya está casada con otro hombre. Además de las locuras que su protagonista hace por amor, la cinta también recurre a temas como el arte contemporáneo, la mercantilización, los derechos humanos y la inmigración.
Yahya Mahayni, actor que interpreta a Sam Ali, habló sobre las temáticas que aborda la película y su experiencia regresando a la actuación para darle vida a su personaje. “No soy actor profesional, hubo cierto tiempo en mi vida en el que me dediqué a mi otra carrera, que es el derecho, porque no pude sostenerme económicamente de la actuación”, revela Mahayni.
El actor había participado en varios cortometrajes hasta que ingresó al elenco de la comedia The Visitors. Trabajó en la película francesa Opium (2016) dirigida por Pablo Dury y más adelante en Fearless Girl (2019). En 2019 recibió la invitación a protagonizar The Man Who Sold His Skin (El hombre que vendió su piel); por su trabajo en esta película obtuvo el Premio Horizon a Mejor actor en la 77 Bienal de Venecia.
“Un día me llamaron porque habían guardado unas fotos mías, y en ese momento estaban buscando un actor sirio para el papel principal. Me pidieron mandar unos videos a manera de audición y les gustó mi trabajo, luego hicimos otras pruebas con Monica Bellucci y tuvimos muy buena química. Al final me mandaron el guion para mi papel”, agrega el actor.
Mahayni define la situación de su personaje de principio a fin como algo increíble, sobre todo en las etapas en las que su dignidad está herida, amenazada y disminuida por las situaciones que debe enfrentar, como el simple hecho de tener que huir de su propio país. Según el actor, todo el equipo de trabajo detrás de El hombre que vendió su piel estaba muy entusiasmado por la visión de la directora Kaouther Ben Hania y quedaron muy complacidos con el resultado.
Pero ¿cuáles son los conflictos de Sam? Según Yahya, “es una persona con mucho orgullo, que no tiene las mismas normas que los demás; es un poco infantil. La mujer a quien ama se casó con otro hombre y de repente le llega la oportunidad de hacerse un tatuaje en la espalda para poder tener un visado Schengen e ir a buscarla. Sus acciones son muy egoístas porque están cegadas por el amor”, comenta el actor, que además revela que el tema de las visas tuvo que sufrirlo en carne propia, cuando aun siendo canadiense tuvo que pedirla para poder entrar a Europa.
La película muestra cómo Sam maneja todo tipo de humillaciones y ataques a su dignidad y humanidad. “Cuando lo tomamos objetivamente, el amor te vuelve loco, y personalmente debo admitir que las locuras que he hecho en mi vida han sido por amor”, comenta Yahya, aceptando que juzgó varias veces a su personaje pensando que era egoísta cuando pretendía que la mujer que amaba dejara a su marido, un hombre con dinero, por él, que no tenía nada que ofrecerle más que su sentimiento. “Me acordé de todas las veces en las que yo también he sido egoísta por amor”.
Pero más allá del drama amoroso, El hombre que vendió su piel también es una crítica hacia algunos hechos que trascienden nacionalidades, como la paradoja que existe entre tener una declaración de derechos humanos que habla de dignidad e igualdad, pero la realidad es todo lo opuesto. De hecho, una de las razones por las que la película, que tiene 16 nominaciones y seis premios, entre ellos el Premio a Mejor guion en el Festival de Cine de Estocolmo 2020, fue tan aclamada por la crítica, se debió a la reflexión elegante y sublime que hace sobre la libertad que todos los países deberían tener.
“Esta película muestra un poco nuestra hipocresía y cómo invertimos más en guerras que en educación. Esto demuestra que somos culpables en cierto sentido de nuestra realidad, le damos más importancia al dinero que a la humanidad misma”, concluye Yahya Mahayni.
Sam Ali, un joven sirio, sensible e impulsivo, abandona Siria huyendo de la guerra. Para poder viajar por Europa y vivir con el amor de su vida, acepta hacerse tatuar la espalda a manos de un reconocido artista contemporáneo. Tras convertir su cuerpo en una prestigiosa obra de arte, Sam comprende, poco a poco, que su decisión implica todo lo contrario a lo que él deseaba en un principio: su libertad.
Una lucha interna entre dignidad, principios y amor vive Sam, protagonista de El hombre que vendió su piel, que fue nominada al Óscar a Mejor película extranjera este año. Dirigida por la tunecina Kaouther Ben Hania, es la primera producción cinematográfica de ese país que logra dicha nominación.
Protagonizada por Monica Bellucci y el actor sirio Yahya Mahayni, la cinta está inspirada en la obra Hombre tatuado, del artista belga Wim Delvoye, quien en 2006 realizó un tatuaje a un joven suizo que luego fue vendido por 150.000 euros (casi $600 millones), a cambio de ser expuesto varias semanas al año en los museos más importantes del mundo y recuperar su piel tras su muerte. Una fábula moderna contada en clave de drama con visos de tragedia, sátira y algo de romance.
Sam deberá enfrentarse a varios problemas para obtener una visa que le permita entrar a Europa, específicamente a Bruselas, y así poder encontrarse con el amor de su vida, que ya está casada con otro hombre. Además de las locuras que su protagonista hace por amor, la cinta también recurre a temas como el arte contemporáneo, la mercantilización, los derechos humanos y la inmigración.
Yahya Mahayni, actor que interpreta a Sam Ali, habló sobre las temáticas que aborda la película y su experiencia regresando a la actuación para darle vida a su personaje. “No soy actor profesional, hubo cierto tiempo en mi vida en el que me dediqué a mi otra carrera, que es el derecho, porque no pude sostenerme económicamente de la actuación”, revela Mahayni.
El actor había participado en varios cortometrajes hasta que ingresó al elenco de la comedia The Visitors. Trabajó en la película francesa Opium (2016) dirigida por Pablo Dury y más adelante en Fearless Girl (2019). En 2019 recibió la invitación a protagonizar The Man Who Sold His Skin (El hombre que vendió su piel); por su trabajo en esta película obtuvo el Premio Horizon a Mejor actor en la 77 Bienal de Venecia.
“Un día me llamaron porque habían guardado unas fotos mías, y en ese momento estaban buscando un actor sirio para el papel principal. Me pidieron mandar unos videos a manera de audición y les gustó mi trabajo, luego hicimos otras pruebas con Monica Bellucci y tuvimos muy buena química. Al final me mandaron el guion para mi papel”, agrega el actor.
Mahayni define la situación de su personaje de principio a fin como algo increíble, sobre todo en las etapas en las que su dignidad está herida, amenazada y disminuida por las situaciones que debe enfrentar, como el simple hecho de tener que huir de su propio país. Según el actor, todo el equipo de trabajo detrás de El hombre que vendió su piel estaba muy entusiasmado por la visión de la directora Kaouther Ben Hania y quedaron muy complacidos con el resultado.
Pero ¿cuáles son los conflictos de Sam? Según Yahya, “es una persona con mucho orgullo, que no tiene las mismas normas que los demás; es un poco infantil. La mujer a quien ama se casó con otro hombre y de repente le llega la oportunidad de hacerse un tatuaje en la espalda para poder tener un visado Schengen e ir a buscarla. Sus acciones son muy egoístas porque están cegadas por el amor”, comenta el actor, que además revela que el tema de las visas tuvo que sufrirlo en carne propia, cuando aun siendo canadiense tuvo que pedirla para poder entrar a Europa.
La película muestra cómo Sam maneja todo tipo de humillaciones y ataques a su dignidad y humanidad. “Cuando lo tomamos objetivamente, el amor te vuelve loco, y personalmente debo admitir que las locuras que he hecho en mi vida han sido por amor”, comenta Yahya, aceptando que juzgó varias veces a su personaje pensando que era egoísta cuando pretendía que la mujer que amaba dejara a su marido, un hombre con dinero, por él, que no tenía nada que ofrecerle más que su sentimiento. “Me acordé de todas las veces en las que yo también he sido egoísta por amor”.
Pero más allá del drama amoroso, El hombre que vendió su piel también es una crítica hacia algunos hechos que trascienden nacionalidades, como la paradoja que existe entre tener una declaración de derechos humanos que habla de dignidad e igualdad, pero la realidad es todo lo opuesto. De hecho, una de las razones por las que la película, que tiene 16 nominaciones y seis premios, entre ellos el Premio a Mejor guion en el Festival de Cine de Estocolmo 2020, fue tan aclamada por la crítica, se debió a la reflexión elegante y sublime que hace sobre la libertad que todos los países deberían tener.
“Esta película muestra un poco nuestra hipocresía y cómo invertimos más en guerras que en educación. Esto demuestra que somos culpables en cierto sentido de nuestra realidad, le damos más importancia al dinero que a la humanidad misma”, concluye Yahya Mahayni.