“El rojo más puro”, la historia de una violencia normalizada
En cartelera alternativa se encuentra esta película, dirigida por la cartagenera Yira Plaza O’Byrne quien documenta la historia de su padre, un líder sindical de 70 años que ha sobrevivido a amenazas, un atentado y al exterminio de su partido político.
“Haciendo esta película y con la distancia que permitió el proceso creativo del cine, fue que me hice consciente de que en mi propia familia habíamos actuado como lo hace la gran mayoría de la sociedad colombiana: normalizamos la presencia de la violencia y la posibilidad de la muerte violenta al interior de nuestra propia casa. Y eso lo único de lo que habla es de que somos una sociedad que está realmente enferma”, dice la directora cartagenera Yira Plaza O’Byrne en entrevista sobre su película “El rojo más puro”, que ya está en salas de cine nacionales.
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“Haciendo esta película y con la distancia que permitió el proceso creativo del cine, fue que me hice consciente de que en mi propia familia habíamos actuado como lo hace la gran mayoría de la sociedad colombiana: normalizamos la presencia de la violencia y la posibilidad de la muerte violenta al interior de nuestra propia casa. Y eso lo único de lo que habla es de que somos una sociedad que está realmente enferma”, dice la directora cartagenera Yira Plaza O’Byrne en entrevista sobre su película “El rojo más puro”, que ya está en salas de cine nacionales.
En esta pieza audiovisual producida por Jorge Botero, Plaza documenta la historia de su padre, un líder sindical de 70 años que ha sobrevivido a amenazas, un atentado y al exterminio de su partido político. En su casa, Yira creció sin preguntar el porqué del revolver debajo de la almohada en la cama de sus padres, de los papeles con amenazas constantes y los mil cerrojos en la puerta de su casa. Para ella todo eso era normal, tanto, que jamás se cuestionó al respecto, pues su progenitor nunca le había contado la historia completa sobre el exterminio de la Unión Patriótica, partido en el que militaba.
“Al inicio yo solo quería contar la historia de la Unión Patriótica y la imposibilidad de mi papá de volver a San Onofre (Sucre), el pueblo donde él había liderado ese partido. Pero la vida misma se fue encargando de mostrarme que era imposible contar la historia de mi padre sin contar la mía propia y sin poner mi mirada sobre mi madre y mis hermanos”, reveló Yira.
Cuando arrancó a escribir el guion del proyecto en 2014, su padre sufrió un atentado en Cartagena, del que se salvó gracias a su escolta. “Eso cambió totalmente el rumbo de la vida de mi padre, y por supuesto, la película que yo estaba imaginando. Recuerdo haber hablado con él al día siguiente y notarlo sereno, como si el atentado fuera una razón para seguir adelante”.
Como estudiante de periodismo, Yira realizó algunos trabajos y publicaciones sobre este tema y sobre líderes de derechos humanos, pero fue hasta ese año donde casi pierde a su padre a manos de la violencia, que tomó la decisión de enfrentarse en cuerpo y alma a esta historia haciendo lo que más le apasiona: cine. Su padre se exilió por un tiempo en España y al volver a Colombia, vivieron juntos en Bogotá, donde se filmó gran parte de la película que se narra en primera persona por una sola razón.
“Fui descubriendo que era importante ser parte de la película como hija que cuestiona, que también tiene una postura política propia y que no ve al padre como un héroe y también la necesidad de que la voz de mi madre integrara más el relato, al ser ella quien realmente sostuvo la posibilidad de que mi padre pudiera a la vez ser un militante comprometido, con todo lo que esto implica, y tener una familia”, comenta Yira sobre la narración de “El rojo más puro”.
Yira reconoce que comparte con su padre un impulso vital que los lleva a creer que el mundo merece cambiar y, aunque en su época estudiantil ella misma hizo parte de una organización de izquierda con la intención de alcanzar esos cambios, optó por hacerlo desde un escenario audiovisual. “Lo que me cansó de la militancia de izquierda fue la no-acción, el quedarse en un estado discursivo. El cine es todo lo contrario, es acción pura, es movimiento y transformación; basada obviamente en investigación y planeación. Haciendo El rojo más puro me transformé en primer lugar a mí misma, se transformó mi mirada y también se han transformado quienes han participado en ella. Espero que quien vea esta película logre ampliar su mirada sobre lo que humanamente somos como país y como sociedad”.
Para Yira es vital reconocer que, a pesar de las diferencias, se puede construir un cambio desde la historia de su familia y su relación con el contexto político actual tanto en Colombia como en el mundo entero, sabía que quería generar un impacto por medio de esta historia, algo que se transformara en acciones concretas, que de verdad le llegaran a la gente. Es por eso que quiso plantearse varios interrogantes.
“¿Por qué somos incapaces de tolerarnos en la diferencia? ¿Por qué seguimos permitiendo que en nuestra sociedad la vida tenga tan poco valor? Para mí, sembrar la duda, la inquietud sobre cómo permitimos en pequeñas acciones que se repita nuestra historia violenta, o cómo desde las relaciones familiares somos violentos e intolerantes, ya es una ganancia”.
La generación de su padre, padre (aquellos que militaron en la izquierda y/o fueron parte de procesos comunitarios y sociales en la década del 70, 80 y 90), según Yira, tenía la fuerte convicción de que podía haber, al menos, algo de justicia social en el país, y esto equivalía al a acceso a educación, salud, vivienda, trabajo de la mayoría, es decir, de las clases menos favorecidas. “Si bien se enarbolaban banderas del socialismo, en mi lectura el sueño real de esa generación era poder lograr esto”, comentó Yira, alegando que actualmente las personas se preocupan solo por su propia tranquilidad, buscan estabilidad por medio de lo material y no les importa el otro.
Lo que vivió su padre le sigue recordando todos los días la importancia de actuar, de hacer algo palpable ante la problemática, y recuerda todo lo que tuvo que vivir en su niñez como si hubiese sido ayer. “A mis catorce años encontré en la biblioteca de mi casa una de las amenazas contra mi papá. Lo obligaban a ‘largarse’ del pueblo donde trabajaba como profesor. Mi papá no era el único que tenía que largarse, los paramilitares en compañía del ejército de mi país asesinaron a más de tres mil miembros de la Unión Patriótica (UP), el partido del que mi papá hacía parte”.
Al ver el documental, su padre le reclamó por no haber incluido varios hechos que fueron importantes en su vida, como la vez que había sido deportado de Panamá siendo estudiante, o su experiencia en Cuba… Yira tuvo que explicarle que en las películas hay que tomar decisiones, y que hay algunas cosas que inevitablemente quedan por fuera. “Creo que todavía no está satisfecho con mi respuesta”, reconoce entre risas.