Frank Ramírez y el “asesinato” de las telenovelas
El actor, que falleció el 19 de febrero de 2015, terminó sus días sumergido en la lectura y la pintura.
Febrero en todo caso. Pasa que estas líneas tienen dos motivaciones. O recodar el natalicio del actor colombiano Frank Ramírez (12 de febrero de 1939 en Aguazul, Casanare) o rememorar el día de su muerte (19 de febrero de 2015 en Bogotá). Febrero en todo caso.
Y en todo caso puede ser un capricho elegirlo a él y no a alguien más para intentar, con sus palabras, darle una mirada a lo que se hace y no por estos tiempos en televisión. Ramírez, quien terminó sus días divorciado de la pantalla chica y de las telenovelas, no comprendió cómo en la industria seguían matando al mismo caballo.
“Para mí las telenovelas están siendo asesinadas por todos los países latinoamericanos, porque todo el mundo las hace y es como la misma novela que le dan botes. Están acabando con un género que podría ser entretenido y ameno si no estuviera tanta gente matando el mismo caballo”, dijo en 2015 en la última entrevista que le concedió Caracol Televisión.
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Para Ramírez trabajar en telenovelas terminó siendo algo tortuoso. “La última telenovela me curó. Era espantosa y era espantoso trabajar ahí. El productor era una mula. Contrató a un buen director y buenos escritores, pero después decidió que sabía de todo. Y los escritores se fueron, aburrió al director, que también se fue y quedé en manos de un montón de gente que no sabía dónde tenía la nariz”.
En una entrevista con “Mañanas con Uno”, un programa que ya no existe, el actor, director y pintor habló de la receta repetida a la que estaba recurriendo la televisión que le tocó ver en sus últimos años. “La fórmula es: la niña buena y pobre que queda embarazada del niño rico, que es un poco perro y después la niña, antes de decirle al novio que está embarazada, se vuelve ciega o empieza a toser punticos de sangre. Ojalá acabaran esa vaina de hacer telenovelas”.
El actor, quien finalizó sus días aislado, perdido en sus lecturas y pintando porque le parecía “mucho más divertido pintar mujeres en bola que hacer televisión”, analizó en esa entrevista con “Mañanas con Uno” el frenesí de la competencia por el “rating”. “Una programadora se fija más en lo que está haciendo la otra para pisarle el cable. Se inventan una serie de médicos y la otra programadora se busca cuál es la enfermedad del mes para hacer un contenido. Esa dinámica está acabando con el género”.
Hace un par de meses el Archivo Señal Memoria, de RTVC, desempolvó una entrevista que Ramírez le concedió en 2005 al programa “Yo me libro”, una serie documental dirigida por el realizador de cine y televisión Néstor Oliveros Machado, enfocada en presentar libros de escritores colombianos.
A propósito del capítulo dedicado a “Cóndores no entierran todos los días”, del escritor vallecaucano Gustavo Álvarez Gardeazábal, Ramírez habló de su participación en la película homónima, adaptación de Francisco Norden y estrenada en 1984. La cinta enfoca los episodios que marcaron la historia social y política de Colombia en época de la Violencia (1948).
Su actuación en el rol de León María Lozano lo hizo merecedor de galardones, como el HUGO a mejor actor en el 20° Festival de Cine de Chicago, en Estados Unidos; el Colón de Oro, al mejor actor en el Festival de Cine de Huelva, España, y el Bochica de Oro, en la Primera Bienal de Cine Ciudad de Bogotá.
“Por la poca documentación que tuve sobre él y su comportamiento, y por las fotografías que vi, físicamente no tenía cómo parecerme a ese señor porque era bajito y gordito. Alguien me presentó a un senador conservador de corbatín y él me decía que era un tipo muy simpático y bonachón. Un ciudadano que mató tanta gente era bonachón. Y me sorprendió encontrar cómo alguien tan solitario de golpe tiene el aval del partido político del momento para hacer lo que le dé la gana”.
Frank Ramírez fue uno de los pocos actores colombianos que lograron abrirse camino en la industria estadounidense. A los 20 años inició sus estudios actorales en la academia de teatro de Gene Frankel y en la escuela Actors Studio de Nueva York. Allí empezó a hacer teatro y gracias a eso viajó a Los Ángeles para trabajar en cine y televisión.
“Cuando empecé a estudiar en Nueva York me decían: “Usted, un tipo tan joven, por qué tiene los vicios de un actor viejo”. Me daba pena decir que había invertido cuatro años de mi existencia en la Escuela Nacional de Arte Dramático, donde la referencia era el teatro español. Fue para mí un problema tratar de desaprender. Fue incluso un proceso doloroso, porque me daba contra las paredes para no caer en lo fácil, que es lo que veo que pasa mucho en televisión”, dijo en la charla con Néstor Oliveros Machado.
El 19 de febrero de 2015 Ramírez falleció en la Clínica Marly de Bogotá a los 65 años, luego de luchar por años contra un cáncer y el mal de Parkinson.
Febrero en todo caso. Pasa que estas líneas tienen dos motivaciones. O recodar el natalicio del actor colombiano Frank Ramírez (12 de febrero de 1939 en Aguazul, Casanare) o rememorar el día de su muerte (19 de febrero de 2015 en Bogotá). Febrero en todo caso.
Y en todo caso puede ser un capricho elegirlo a él y no a alguien más para intentar, con sus palabras, darle una mirada a lo que se hace y no por estos tiempos en televisión. Ramírez, quien terminó sus días divorciado de la pantalla chica y de las telenovelas, no comprendió cómo en la industria seguían matando al mismo caballo.
“Para mí las telenovelas están siendo asesinadas por todos los países latinoamericanos, porque todo el mundo las hace y es como la misma novela que le dan botes. Están acabando con un género que podría ser entretenido y ameno si no estuviera tanta gente matando el mismo caballo”, dijo en 2015 en la última entrevista que le concedió Caracol Televisión.
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Para Ramírez trabajar en telenovelas terminó siendo algo tortuoso. “La última telenovela me curó. Era espantosa y era espantoso trabajar ahí. El productor era una mula. Contrató a un buen director y buenos escritores, pero después decidió que sabía de todo. Y los escritores se fueron, aburrió al director, que también se fue y quedé en manos de un montón de gente que no sabía dónde tenía la nariz”.
En una entrevista con “Mañanas con Uno”, un programa que ya no existe, el actor, director y pintor habló de la receta repetida a la que estaba recurriendo la televisión que le tocó ver en sus últimos años. “La fórmula es: la niña buena y pobre que queda embarazada del niño rico, que es un poco perro y después la niña, antes de decirle al novio que está embarazada, se vuelve ciega o empieza a toser punticos de sangre. Ojalá acabaran esa vaina de hacer telenovelas”.
El actor, quien finalizó sus días aislado, perdido en sus lecturas y pintando porque le parecía “mucho más divertido pintar mujeres en bola que hacer televisión”, analizó en esa entrevista con “Mañanas con Uno” el frenesí de la competencia por el “rating”. “Una programadora se fija más en lo que está haciendo la otra para pisarle el cable. Se inventan una serie de médicos y la otra programadora se busca cuál es la enfermedad del mes para hacer un contenido. Esa dinámica está acabando con el género”.
Hace un par de meses el Archivo Señal Memoria, de RTVC, desempolvó una entrevista que Ramírez le concedió en 2005 al programa “Yo me libro”, una serie documental dirigida por el realizador de cine y televisión Néstor Oliveros Machado, enfocada en presentar libros de escritores colombianos.
A propósito del capítulo dedicado a “Cóndores no entierran todos los días”, del escritor vallecaucano Gustavo Álvarez Gardeazábal, Ramírez habló de su participación en la película homónima, adaptación de Francisco Norden y estrenada en 1984. La cinta enfoca los episodios que marcaron la historia social y política de Colombia en época de la Violencia (1948).
Su actuación en el rol de León María Lozano lo hizo merecedor de galardones, como el HUGO a mejor actor en el 20° Festival de Cine de Chicago, en Estados Unidos; el Colón de Oro, al mejor actor en el Festival de Cine de Huelva, España, y el Bochica de Oro, en la Primera Bienal de Cine Ciudad de Bogotá.
“Por la poca documentación que tuve sobre él y su comportamiento, y por las fotografías que vi, físicamente no tenía cómo parecerme a ese señor porque era bajito y gordito. Alguien me presentó a un senador conservador de corbatín y él me decía que era un tipo muy simpático y bonachón. Un ciudadano que mató tanta gente era bonachón. Y me sorprendió encontrar cómo alguien tan solitario de golpe tiene el aval del partido político del momento para hacer lo que le dé la gana”.
Frank Ramírez fue uno de los pocos actores colombianos que lograron abrirse camino en la industria estadounidense. A los 20 años inició sus estudios actorales en la academia de teatro de Gene Frankel y en la escuela Actors Studio de Nueva York. Allí empezó a hacer teatro y gracias a eso viajó a Los Ángeles para trabajar en cine y televisión.
“Cuando empecé a estudiar en Nueva York me decían: “Usted, un tipo tan joven, por qué tiene los vicios de un actor viejo”. Me daba pena decir que había invertido cuatro años de mi existencia en la Escuela Nacional de Arte Dramático, donde la referencia era el teatro español. Fue para mí un problema tratar de desaprender. Fue incluso un proceso doloroso, porque me daba contra las paredes para no caer en lo fácil, que es lo que veo que pasa mucho en televisión”, dijo en la charla con Néstor Oliveros Machado.
El 19 de febrero de 2015 Ramírez falleció en la Clínica Marly de Bogotá a los 65 años, luego de luchar por años contra un cáncer y el mal de Parkinson.