“Fue una negociación rápida y muy corta”: María López, sobre venta de revista "Semana"
Habla la hija de Felipe López y heredera de esta y sus otras publicaciones. Explica cómo y por qué se negoció el 50 % de la sociedad con Gabriel Gilinski, miembro de uno de los grupos económicos más poderosos del país y conocido en Colombia con ese apellido. María afirma que “Semana” conservará la autonomía periodística y dice que no cambiará el equipo profesional que la hace.
Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador
El reducido mundo colombiano de los medios de comunicación se sorprendió con el anuncio de la adquisición del 50 % de Publicaciones Semana por parte del grupo Gilinski. Supongo que fue una negociación difícil y larga. ¿Cómo lograron mantenerla en secreto hasta ahora?
Fue lo contrario: una negociación rápida y muy corta. Gabriel Gilinski había buscado a mi papá, Felipe López, hace un año para manifestarle su interés en comprar una parte de la compañía. Esa conversación quedó en el aire. Hace un mes se encontraron en Nueva York y se citaron en un restaurante. En la comida acordaron los términos del negocio.
¿Sin balances ni abogados?
Así es. Los dos tuvieron “buena química” desde el primer momento. Pocos días después viajé a Nueva York con Alejandro para avanzar en detalles de carpintería. Lo mismo hizo nuestra gerente Sandra Suárez, quien se reunió con Gabriel en Miami. Pero, le insisto, los fundamentos del negocio fueron resueltos entre Felipe López y Gabriel Gilinski.
Pero un negocio de esa magnitud no puede ser tan simple, y en cuanto a las cifras, tampoco se analizan a las carreras...
Bueno, no estuve en el restaurante: así me lo contó mi papá. Después llegaron los contadores, los auditores y los abogados, y perfeccionaron lo acordado.
Por lo que usted dice, la adquisición del 50 % de “Semana” se concretó con Gabriel Gilinski. ¿Quién es él? Le pregunto porque aunque en Colombia se conocen, sobradamente, los nombres de Isaac y Jaime Gilinski, apenas ahora escuchamos hablar de Gabriel...
(risa) Pues a mí me pasa lo contrario: solo estaba familiarizada con Gabriel. Le confieso que no sabía quiénes eran su abuelo o su papá. Gabriel tiene 31 años, vive en Miami y maneja los negocios de Jaime Gilinski en Colombia. Sin embargo, ahora está centrado en el mundo digital. Por eso, precisamente, le interesó Semana.
Entonces, ¿él se va a dedicar exclusivamente, o gran parte de su tiempo, al desarrollo digital de “Semana”?
No. Él maneja muchos negocios y aunque no está en el día a día de cada uno de ellos, orienta, delega y pide resultados. Creo que aplicará ese mismo esquema en Semana.
Usted y Gabriel Gilinski apenas pasan de los 30 años. Esta adquisición significa, en realidad, ¿el relevo generacional de “Semana”?
En realidad no empezó ahora, sino hace 12 años cuando entré a la empresa. Este tiempo me he dedicado a conocer las áreas del negocio en sus diferentes materias: producción, distribución, diversificación, finanzas, etc., para prepararme para cuando el proceso evolucione y avance.
¿Cuánto más permanecerá la fórmula periodística Felipe López- Alejandro Santos y cuándo -según sus cálculos- se iniciará su época? Quiero decir, ¿cuándo se retirará Felipe?
Como usted sabe, a mi papá le corre tinta por las venas. Él dice que se retirará dentro de tres o cuatro años, pero aspiro a que escriba hasta el último día de su vida. Es lo que le gusta hacer, y lo hace muy bien, aunque nunca ha querido firmar un artículo. Mientras estemos Alejandro Santos, Sandra Suárez y yo al frente de este negocio, podremos garantizar su legado.
¿Cómo se repartirán, entonces, los roles internos entre ustedes de ahora en adelante?
Mi papá se concentrará en el campo periodístico con Alejandro, tal como sucede hoy. Y Sandra, nuestra gerente, y yo nos dedicaremos a la parte del negocio.
Usted estaba dedicada a la fundación Semana. ¿Qué pasará con ese trabajo?
Hemos “desescalado” la operación de la fundación. Me siento muy orgullosa del papel que desempeñamos en Montes de María, en la reconstrucción de poblaciones víctimas del conflicto. Pero, hoy, mi responsabilidad es llevar a cabo la transformación digital de la empresa, y ese es uno de los temas que más me apasionan: rediseñar la compañía del futuro.
¿Por qué Felipe López, fundador y casi único propietario del grupo editorial Semana a lo largo de su historia, decide salir de la mitad de su “criatura” editorial? Tomar esa opción no debió ser fácil para él desde el punto de vista emocional...
En verdad, quien siempre se opuso a que tuviéramos un socio fui yo. Como usted sabe, él es tremendamente realista y nadie como él conoce el panorama de los medios en el mundo. Yo tenía ideas más románticas y, tal vez, utópicas de lo que podría ser Semana en el futuro. Pero la realidad digital se impone, y si queríamos seguir creciendo y ser líderes en el campo periodístico, necesitábamos un socio.
Le soy sincera: se ha rumorado que la venta total o parcial de “Semana” era una necesidad por razones financieras y que la supervivencia de la revista estaba amenazada. ¿Eso era cierto?
Lo segundo es verdad, lo primero no. Todos los medios impresos están amenazados por internet, pero en Semana no hay crisis financiera. Llevamos casi 20 años sin dar pérdidas. El año pasado, por ejemplo, se tuvo una utilidad de alrededor de $3 mil millones. Y la deuda de la empresa es cero.
Entonces, ¿por qué vendieron?
Porque, como le acabo de decir, la prensa escrita sí se encuentra amenazada y solo puede sobrevivir con un gran know how en el mundo digital. Gabriel Gilinski trae a la mesa ese conocimiento que potenciará lo que tenemos hoy en materia tecnológica.
¿El músculo financiero de ese grupo no tuvo nada que ver?
Claro que es importante, pero no era lo fundamental. En Semana llevamos varios años implementando una transformación digital y tenemos claro en dónde están las apuestas que necesitamos hacia el futuro. Era clave encontrar a un socio que nos permitiera fortalecer el componente tecnológico de nuestra estrategia.
Exactamente, ¿qué adquiere el grupo Gilinski con el 50 %: la propiedad intelectual de “Semana”, su “good will”, sus bienes muebles e inmuebles, o unos activos están incluidos y otros no?
Adquiere el 50 % de todo lo que es la empresa hoy. Eso incluye good will, edificio y activos financieros.
En el campo comercial se da por hecho que la fórmula societaria 50 % - 50 % es problemática: a la hora de hacer efectiva una decisión, no hay quién pueda dirimir las diferencias. ¿Por qué tomaron ese riesgo tanto ustedes como los Gilinski, y cómo se arbitrarán los eventuales conflictos entre las partes?
A esa fórmula se llegó porque la familia Gilinsky quería dejar claro que la responsabilidad periodística era exclusivamente nuestra y que ella se concentraría en el desarrollo tecnológico. De esa manera, garantizamos confianza entre las partes y cada uno se dedicará al área de su conocimiento.
Insisto: cuando haya diferencias (y seguramente se presentarán) no habrá quién dirima el conflicto, aunque sea pasajero...
Mi papá cree -y estoy convencida de lo mismo- que los negocios funcionan más cuando están basados en la confianza y el equilibrio que en el poder impositivo de una parte sobre la otra. El hecho de que ellos estuvieran de acuerdo con nosotros, significa que comparten esta filosofía.
Me es difícil creer que Jaime Gilinski, padre de Gabriel, no se dejará tentar por el poder mediático y por tratar de intervenir en él, así sea de forma tangencial...
Nosotros tuvimos una sociedad durante unos años con el grupo Sanford. Nunca sus miembros trataron de intervenir en el contenido. Hoy veo una situación igual a esa.
Sin embargo, hace algún tiempo se supo que la familia Gilinski había apoyado económicamente a Gustavo Petro en una de sus aspiraciones políticas. ¿Tendrán aún interés en ese campo?
La verdad no sé mucho sobre ese tema. No veo a Gabriel metido en política local ni me imagino a mi papá o a Alejandro Santos aceptando líneas editoriales que no correspondan al interés netamente periodístico.
Siendo usted la heredera de Publicaciones Semana y quien deberá tomar las riendas del negocio en algún momento, ¿cómo va a enfrentar la nueva realidad? Lo digo porque una cosa es ser propietaria única; otra, tener socios tan poderosos.
Para mí ser socia de Gabriel Gilinski es muy importante. Somos, como usted ya lo dijo, de la misma generación y tenemos la responsabilidad de mantener el legado que recibimos. Reitero que en Semana contamos con un gran equipo de trabajo. Si le sumamos el conocimiento de Data que tiene Gabriel, la revista, después de 37 años de vida en papel, estará entrando a un capítulo muy prometedor.
Publicaciones Semana es, tal vez, el último medio de comunicación influyente de Colombia que es adquirido por un grupo financiero. Con el traspaso de la mitad de la propiedad de la revista, ¿termina para siempre la historia de las empresas periodísticas personales o familiares en el país?
Ese fenómeno no solo se presenta en Colombia: es una tendencia mundial y puede ser bueno o malo dependiendo de cómo lo maneje el grupo que lo adquiere. Por ejemplo, usted trabaja en El Espectador. Este periódico tiene admiradores y críticos, pero nadie lo acusa de manipular la información para defender intereses económicos de los dueños.
Parezco repetitiva, pero la mayor preocupación de los periodistas y de sus lectores es la autonomía editorial. ¿Cómo garantizarla más allá de las puras intenciones de las dos partes?
También le insisto: no solo hay una definición clara sobre la responsabilidad de cada una de las partes, sino un acuerdo de los accionistas en esta materia. Pero le quiero decir una cosa con toda sinceridad: he tenido varias reuniones de trabajo con Gabriel Gilinski y para mí no existe la posibilidad de que él esté iniciando esta aventura para manipular la información.
¿Cuál va a ser el papel de Alejandro Santos de ahora en adelante?
Exactamente igual al de ahora: Alejandro es y será el director del equipo periodístico y, además, consejero en lo empresarial.
En cuanto al equipo periodístico que soporta el contenido de la revista impresa y de los otros medios de Publicaciones Semana, ¿está contemplado que haya algún cambio?
No. La calidad del equipo periodístico que tenemos en este momento no es fácil de conseguir. Y al nuevo socio le parece que cuando algo funciona bien, no hay que hacerle modificaciones.
¿Habrá debate con los nuevos socios sobre los columnistas y nombres de los jefes periodísticos actuales?
Tampoco. Usted, más que nadie, sabe que la calidad del periodismo no es cuestión de dinero, sino de la gente que lo hace. Y ese criterio se aplica también a la parte administrativa con Sandra Suárez y su equipo que han mantenido la casa en orden.
Con el énfasis en el fortalecimiento tecnológico, ¿la revista impresa que llega cada ocho días a las puertas de las casas tenderá a desaparecer en un plazo más o menos corto?
No. Aunque las revistas impresas enfrentan el reto digital a mediano plazo, no van a desaparecer. Mi papá dice que mis hijos no leerán nunca una revista en papel. Y a pesar de que a él le gusta ser fatalista, tiene mucha razón. Pero por lo menos en los próximos 10 años seguirá existiendo un grupo reducido que quiera seguir leyendo la revista impresa. En mi opinión, el papel es solo un canal como lo es el móvil o la pantalla de un computador. A la larga, lo que importará no será tanto el canal como que el contenido sea de alta calidad. En esa lucha estamos.
Es impertinente preguntar por el valor de ciertos negocios. Sin embargo, no resisto las ganar de tocar el punto: el diario “La República”, usualmente bien enterado en temas financieros, publicó que la adquisición del 50 % de “Semana” había costado US$12 millones. ¿Es cierto?
Eso no es verdad.
¿Está muy lejos de la realidad?
No le voy a contestar eso. Solamente le repito que la cifra que usted menciona no es cierta.
Tal vez esta es la primera y no la última pregunta que he debido hacerle, pero de todos modos la hago ahora: ¿por qué el comunicado en que se da el anuncio de adquisición está escrito en lenguaje condicional: “Se ha llegado a un acuerdo preliminar...”; “la responsabilidad periodística quedaría en manos de...”; “la alianza estaría focalizada...”? ¿Qué falta para que el negocio sea irreversible?
Se escribió así porque aun cuando no se ha cerrado la negociación, ya hay acuerdo en todos los puntos. Faltan unos trámites jurídicos y las firmas.
¿Por qué se precipitó la información?
Porque se filtró antes de tiempo y era necesario evitar las especulaciones.
Empieza la nueva era de la revista "Semana"
Un sacudón informativo se produjo en los últimos días cuando se filtró la noticia sobre la adquisición del 50% de Publicaciones Semana – editora de la revista más influyente de Colombia en materia política -, por parte del grupo Gilinski, ubicado entre los más pudientes del país y del continente latinoamericano. Con la nueva sociedad López – Gilinski se inicia una nueva era de la revista que lleva ese nombre y cuya última etapa, conocida por un estilo incisivo en materia de narración de los hechos de relevancia nacional, duró poco más de 36 años, desde cuando la compró Felipe López, hijo y nieto de presidentes de la República. Semana fue fundada en 1946, como una especie de vocera del partido Liberal, por Alberto Lleras Camargo, también periodista y presidente de Colombia. Circuló desde el 46 hasta el año 1961 cuando dejó de imprimirse. Sin embargo, el nombre de la revista mantuvo su recordación. En 1982, Felipe López logró convencer al exmandatario de cederle los derechos de ese nombre. Lo que en realidad consiguió López Caballero fue emprender una difícil aventura periodística con un importante activo de inicio: el prestigio del título. Convertido hoy en un grupo editorial, empieza, de lleno y con esta sociedad, una fuerte inversión tecnológica para enfrentar el futuro mediático en Internet.
López – Gilinski, relevo generacional
Isaac y Jaime Gilinski son banqueros y empresarios creadores de importantes sociedades, principalmente en países de Latinoamérica. Según la revista Forbes, el año pasado, Jaime Gilinski figuraba, de manera individual, como el segundo hombre más rico de Colombia y el número 606 del mundo. Su patrimonio neto fue calculado en $3.700 millones de dólares pero en los medios financieros internacionales se da por hecho que esa cifra es pequeña para la que, en realidad, posee su grupo. Don Isaac, el patriarca de la familia, está retirado. Su hijo, Jaime, es considerado como el cerebro de los grandes negocios y como el responsable de la expansión que han tenido sus firmas. Vive en Londres. Con la entrevista de hoy a María López, heredera del 50% que conservará el socio mayoritario de Publicaciones Semana, Felipe López, se precisa que quien estará al frente del otro 50% de los medios de esa agrupación, es Gabriel Gilinsky, hijo de Jaime y tercera generación de la familia. Tanto María como Gabriel apenas acaban de sobrepasar los 30 años de edad, lo que significa que con esta venta, Semana entra en etapa de relevo generacional.
El reducido mundo colombiano de los medios de comunicación se sorprendió con el anuncio de la adquisición del 50 % de Publicaciones Semana por parte del grupo Gilinski. Supongo que fue una negociación difícil y larga. ¿Cómo lograron mantenerla en secreto hasta ahora?
Fue lo contrario: una negociación rápida y muy corta. Gabriel Gilinski había buscado a mi papá, Felipe López, hace un año para manifestarle su interés en comprar una parte de la compañía. Esa conversación quedó en el aire. Hace un mes se encontraron en Nueva York y se citaron en un restaurante. En la comida acordaron los términos del negocio.
¿Sin balances ni abogados?
Así es. Los dos tuvieron “buena química” desde el primer momento. Pocos días después viajé a Nueva York con Alejandro para avanzar en detalles de carpintería. Lo mismo hizo nuestra gerente Sandra Suárez, quien se reunió con Gabriel en Miami. Pero, le insisto, los fundamentos del negocio fueron resueltos entre Felipe López y Gabriel Gilinski.
Pero un negocio de esa magnitud no puede ser tan simple, y en cuanto a las cifras, tampoco se analizan a las carreras...
Bueno, no estuve en el restaurante: así me lo contó mi papá. Después llegaron los contadores, los auditores y los abogados, y perfeccionaron lo acordado.
Por lo que usted dice, la adquisición del 50 % de “Semana” se concretó con Gabriel Gilinski. ¿Quién es él? Le pregunto porque aunque en Colombia se conocen, sobradamente, los nombres de Isaac y Jaime Gilinski, apenas ahora escuchamos hablar de Gabriel...
(risa) Pues a mí me pasa lo contrario: solo estaba familiarizada con Gabriel. Le confieso que no sabía quiénes eran su abuelo o su papá. Gabriel tiene 31 años, vive en Miami y maneja los negocios de Jaime Gilinski en Colombia. Sin embargo, ahora está centrado en el mundo digital. Por eso, precisamente, le interesó Semana.
Entonces, ¿él se va a dedicar exclusivamente, o gran parte de su tiempo, al desarrollo digital de “Semana”?
No. Él maneja muchos negocios y aunque no está en el día a día de cada uno de ellos, orienta, delega y pide resultados. Creo que aplicará ese mismo esquema en Semana.
Usted y Gabriel Gilinski apenas pasan de los 30 años. Esta adquisición significa, en realidad, ¿el relevo generacional de “Semana”?
En realidad no empezó ahora, sino hace 12 años cuando entré a la empresa. Este tiempo me he dedicado a conocer las áreas del negocio en sus diferentes materias: producción, distribución, diversificación, finanzas, etc., para prepararme para cuando el proceso evolucione y avance.
¿Cuánto más permanecerá la fórmula periodística Felipe López- Alejandro Santos y cuándo -según sus cálculos- se iniciará su época? Quiero decir, ¿cuándo se retirará Felipe?
Como usted sabe, a mi papá le corre tinta por las venas. Él dice que se retirará dentro de tres o cuatro años, pero aspiro a que escriba hasta el último día de su vida. Es lo que le gusta hacer, y lo hace muy bien, aunque nunca ha querido firmar un artículo. Mientras estemos Alejandro Santos, Sandra Suárez y yo al frente de este negocio, podremos garantizar su legado.
¿Cómo se repartirán, entonces, los roles internos entre ustedes de ahora en adelante?
Mi papá se concentrará en el campo periodístico con Alejandro, tal como sucede hoy. Y Sandra, nuestra gerente, y yo nos dedicaremos a la parte del negocio.
Usted estaba dedicada a la fundación Semana. ¿Qué pasará con ese trabajo?
Hemos “desescalado” la operación de la fundación. Me siento muy orgullosa del papel que desempeñamos en Montes de María, en la reconstrucción de poblaciones víctimas del conflicto. Pero, hoy, mi responsabilidad es llevar a cabo la transformación digital de la empresa, y ese es uno de los temas que más me apasionan: rediseñar la compañía del futuro.
¿Por qué Felipe López, fundador y casi único propietario del grupo editorial Semana a lo largo de su historia, decide salir de la mitad de su “criatura” editorial? Tomar esa opción no debió ser fácil para él desde el punto de vista emocional...
En verdad, quien siempre se opuso a que tuviéramos un socio fui yo. Como usted sabe, él es tremendamente realista y nadie como él conoce el panorama de los medios en el mundo. Yo tenía ideas más románticas y, tal vez, utópicas de lo que podría ser Semana en el futuro. Pero la realidad digital se impone, y si queríamos seguir creciendo y ser líderes en el campo periodístico, necesitábamos un socio.
Le soy sincera: se ha rumorado que la venta total o parcial de “Semana” era una necesidad por razones financieras y que la supervivencia de la revista estaba amenazada. ¿Eso era cierto?
Lo segundo es verdad, lo primero no. Todos los medios impresos están amenazados por internet, pero en Semana no hay crisis financiera. Llevamos casi 20 años sin dar pérdidas. El año pasado, por ejemplo, se tuvo una utilidad de alrededor de $3 mil millones. Y la deuda de la empresa es cero.
Entonces, ¿por qué vendieron?
Porque, como le acabo de decir, la prensa escrita sí se encuentra amenazada y solo puede sobrevivir con un gran know how en el mundo digital. Gabriel Gilinski trae a la mesa ese conocimiento que potenciará lo que tenemos hoy en materia tecnológica.
¿El músculo financiero de ese grupo no tuvo nada que ver?
Claro que es importante, pero no era lo fundamental. En Semana llevamos varios años implementando una transformación digital y tenemos claro en dónde están las apuestas que necesitamos hacia el futuro. Era clave encontrar a un socio que nos permitiera fortalecer el componente tecnológico de nuestra estrategia.
Exactamente, ¿qué adquiere el grupo Gilinski con el 50 %: la propiedad intelectual de “Semana”, su “good will”, sus bienes muebles e inmuebles, o unos activos están incluidos y otros no?
Adquiere el 50 % de todo lo que es la empresa hoy. Eso incluye good will, edificio y activos financieros.
En el campo comercial se da por hecho que la fórmula societaria 50 % - 50 % es problemática: a la hora de hacer efectiva una decisión, no hay quién pueda dirimir las diferencias. ¿Por qué tomaron ese riesgo tanto ustedes como los Gilinski, y cómo se arbitrarán los eventuales conflictos entre las partes?
A esa fórmula se llegó porque la familia Gilinsky quería dejar claro que la responsabilidad periodística era exclusivamente nuestra y que ella se concentraría en el desarrollo tecnológico. De esa manera, garantizamos confianza entre las partes y cada uno se dedicará al área de su conocimiento.
Insisto: cuando haya diferencias (y seguramente se presentarán) no habrá quién dirima el conflicto, aunque sea pasajero...
Mi papá cree -y estoy convencida de lo mismo- que los negocios funcionan más cuando están basados en la confianza y el equilibrio que en el poder impositivo de una parte sobre la otra. El hecho de que ellos estuvieran de acuerdo con nosotros, significa que comparten esta filosofía.
Me es difícil creer que Jaime Gilinski, padre de Gabriel, no se dejará tentar por el poder mediático y por tratar de intervenir en él, así sea de forma tangencial...
Nosotros tuvimos una sociedad durante unos años con el grupo Sanford. Nunca sus miembros trataron de intervenir en el contenido. Hoy veo una situación igual a esa.
Sin embargo, hace algún tiempo se supo que la familia Gilinski había apoyado económicamente a Gustavo Petro en una de sus aspiraciones políticas. ¿Tendrán aún interés en ese campo?
La verdad no sé mucho sobre ese tema. No veo a Gabriel metido en política local ni me imagino a mi papá o a Alejandro Santos aceptando líneas editoriales que no correspondan al interés netamente periodístico.
Siendo usted la heredera de Publicaciones Semana y quien deberá tomar las riendas del negocio en algún momento, ¿cómo va a enfrentar la nueva realidad? Lo digo porque una cosa es ser propietaria única; otra, tener socios tan poderosos.
Para mí ser socia de Gabriel Gilinski es muy importante. Somos, como usted ya lo dijo, de la misma generación y tenemos la responsabilidad de mantener el legado que recibimos. Reitero que en Semana contamos con un gran equipo de trabajo. Si le sumamos el conocimiento de Data que tiene Gabriel, la revista, después de 37 años de vida en papel, estará entrando a un capítulo muy prometedor.
Publicaciones Semana es, tal vez, el último medio de comunicación influyente de Colombia que es adquirido por un grupo financiero. Con el traspaso de la mitad de la propiedad de la revista, ¿termina para siempre la historia de las empresas periodísticas personales o familiares en el país?
Ese fenómeno no solo se presenta en Colombia: es una tendencia mundial y puede ser bueno o malo dependiendo de cómo lo maneje el grupo que lo adquiere. Por ejemplo, usted trabaja en El Espectador. Este periódico tiene admiradores y críticos, pero nadie lo acusa de manipular la información para defender intereses económicos de los dueños.
Parezco repetitiva, pero la mayor preocupación de los periodistas y de sus lectores es la autonomía editorial. ¿Cómo garantizarla más allá de las puras intenciones de las dos partes?
También le insisto: no solo hay una definición clara sobre la responsabilidad de cada una de las partes, sino un acuerdo de los accionistas en esta materia. Pero le quiero decir una cosa con toda sinceridad: he tenido varias reuniones de trabajo con Gabriel Gilinski y para mí no existe la posibilidad de que él esté iniciando esta aventura para manipular la información.
¿Cuál va a ser el papel de Alejandro Santos de ahora en adelante?
Exactamente igual al de ahora: Alejandro es y será el director del equipo periodístico y, además, consejero en lo empresarial.
En cuanto al equipo periodístico que soporta el contenido de la revista impresa y de los otros medios de Publicaciones Semana, ¿está contemplado que haya algún cambio?
No. La calidad del equipo periodístico que tenemos en este momento no es fácil de conseguir. Y al nuevo socio le parece que cuando algo funciona bien, no hay que hacerle modificaciones.
¿Habrá debate con los nuevos socios sobre los columnistas y nombres de los jefes periodísticos actuales?
Tampoco. Usted, más que nadie, sabe que la calidad del periodismo no es cuestión de dinero, sino de la gente que lo hace. Y ese criterio se aplica también a la parte administrativa con Sandra Suárez y su equipo que han mantenido la casa en orden.
Con el énfasis en el fortalecimiento tecnológico, ¿la revista impresa que llega cada ocho días a las puertas de las casas tenderá a desaparecer en un plazo más o menos corto?
No. Aunque las revistas impresas enfrentan el reto digital a mediano plazo, no van a desaparecer. Mi papá dice que mis hijos no leerán nunca una revista en papel. Y a pesar de que a él le gusta ser fatalista, tiene mucha razón. Pero por lo menos en los próximos 10 años seguirá existiendo un grupo reducido que quiera seguir leyendo la revista impresa. En mi opinión, el papel es solo un canal como lo es el móvil o la pantalla de un computador. A la larga, lo que importará no será tanto el canal como que el contenido sea de alta calidad. En esa lucha estamos.
Es impertinente preguntar por el valor de ciertos negocios. Sin embargo, no resisto las ganar de tocar el punto: el diario “La República”, usualmente bien enterado en temas financieros, publicó que la adquisición del 50 % de “Semana” había costado US$12 millones. ¿Es cierto?
Eso no es verdad.
¿Está muy lejos de la realidad?
No le voy a contestar eso. Solamente le repito que la cifra que usted menciona no es cierta.
Tal vez esta es la primera y no la última pregunta que he debido hacerle, pero de todos modos la hago ahora: ¿por qué el comunicado en que se da el anuncio de adquisición está escrito en lenguaje condicional: “Se ha llegado a un acuerdo preliminar...”; “la responsabilidad periodística quedaría en manos de...”; “la alianza estaría focalizada...”? ¿Qué falta para que el negocio sea irreversible?
Se escribió así porque aun cuando no se ha cerrado la negociación, ya hay acuerdo en todos los puntos. Faltan unos trámites jurídicos y las firmas.
¿Por qué se precipitó la información?
Porque se filtró antes de tiempo y era necesario evitar las especulaciones.
Empieza la nueva era de la revista "Semana"
Un sacudón informativo se produjo en los últimos días cuando se filtró la noticia sobre la adquisición del 50% de Publicaciones Semana – editora de la revista más influyente de Colombia en materia política -, por parte del grupo Gilinski, ubicado entre los más pudientes del país y del continente latinoamericano. Con la nueva sociedad López – Gilinski se inicia una nueva era de la revista que lleva ese nombre y cuya última etapa, conocida por un estilo incisivo en materia de narración de los hechos de relevancia nacional, duró poco más de 36 años, desde cuando la compró Felipe López, hijo y nieto de presidentes de la República. Semana fue fundada en 1946, como una especie de vocera del partido Liberal, por Alberto Lleras Camargo, también periodista y presidente de Colombia. Circuló desde el 46 hasta el año 1961 cuando dejó de imprimirse. Sin embargo, el nombre de la revista mantuvo su recordación. En 1982, Felipe López logró convencer al exmandatario de cederle los derechos de ese nombre. Lo que en realidad consiguió López Caballero fue emprender una difícil aventura periodística con un importante activo de inicio: el prestigio del título. Convertido hoy en un grupo editorial, empieza, de lleno y con esta sociedad, una fuerte inversión tecnológica para enfrentar el futuro mediático en Internet.
López – Gilinski, relevo generacional
Isaac y Jaime Gilinski son banqueros y empresarios creadores de importantes sociedades, principalmente en países de Latinoamérica. Según la revista Forbes, el año pasado, Jaime Gilinski figuraba, de manera individual, como el segundo hombre más rico de Colombia y el número 606 del mundo. Su patrimonio neto fue calculado en $3.700 millones de dólares pero en los medios financieros internacionales se da por hecho que esa cifra es pequeña para la que, en realidad, posee su grupo. Don Isaac, el patriarca de la familia, está retirado. Su hijo, Jaime, es considerado como el cerebro de los grandes negocios y como el responsable de la expansión que han tenido sus firmas. Vive en Londres. Con la entrevista de hoy a María López, heredera del 50% que conservará el socio mayoritario de Publicaciones Semana, Felipe López, se precisa que quien estará al frente del otro 50% de los medios de esa agrupación, es Gabriel Gilinsky, hijo de Jaime y tercera generación de la familia. Tanto María como Gabriel apenas acaban de sobrepasar los 30 años de edad, lo que significa que con esta venta, Semana entra en etapa de relevo generacional.