A Martin Scorsese el asma lo acercó al cine
El próximo 28 de junio se estrena en la plataforma de streaming MUBI el documental “Hecho en Inglaterra: Las películas de Powell y Pressburger”. Allí el director de cine Martin Scorsese hace un recorrido por la vida y obra de Michael Powell y Emeric Pressburger, sus primeros formadores en el séptimo arte. David Hinton, director del audiovisual, habló para El Espectador.
Mateo Medina Escobar
A mediados de 1940 el asma le impidió a un pequeño Martin Scorsese jugar y correr como los otros niños. La condición médica convirtió la sala de su casa y un televisor de 16 pulgadas, que solo emitía imágenes en blanco y negro, en su principal fuente de entretenimiento y, sin saberlo, en sus primeras lecciones de cine. La distribución de películas por televisión de la época llevó a Scorsese a conocer el cine británico antes que el estadounidense.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
A mediados de 1940 el asma le impidió a un pequeño Martin Scorsese jugar y correr como los otros niños. La condición médica convirtió la sala de su casa y un televisor de 16 pulgadas, que solo emitía imágenes en blanco y negro, en su principal fuente de entretenimiento y, sin saberlo, en sus primeras lecciones de cine. La distribución de películas por televisión de la época llevó a Scorsese a conocer el cine británico antes que el estadounidense.
Mundos de fantasía, comedia absurda y una relación íntima entre la música y las imágenes hipnotizaron al futuro director de películas como “Taxi Driver” (1976), “Goodfellas” (1990) y “Los asesinos de la luna” (2023). El pequeño Scorsese, sin saber los nombres de aquellos creadores, se convirtió en fiel seguidor del trabajo de Michael Powell (1905-1990) y Emeric Pressburger (1902-1988), sus primeros maestros en el séptimo arte.
Las películas del británico Powell y del húngaro naturalizado británico Pressburger tendrían una influencia profunda en las películas que dirigiría el aclamado director estadounidense, así lo cuenta en el documental “Hecho en Inglaterra: Las películas de Powell y Pressburger”. La cinta sigue la vida y obra de los dos cineastas, especialmente de Powell al que Scorsese conoció en la década de 1970 y con el cual formó una amistad hasta la muerte del británico en 1990.
El director del documental, David Hinton, habló para El Espectador sobre el proceso para contar la historia de estos dos cineastas, realizadores fundamentales para la edad dorada del cine británico. “La idea original vino del productor Nick Varley. Él quería hacer una película sobre Powell y Pressburger. Se acercó a Thelma Schoonmaker, la editora de Scorsese y viuda de Michael Powell. Ella me recomendó para ser el director del documental porque yo hice una película para televisión con Michael en 1986″, recuerda el cineasta, que al igual que Scorsese considera las películas del dúo como algunas de sus favoritas.
El documental empieza contando la obra de estos cineastas desde la perspectiva del director estadounidense, quien recuerda las largas horas frente al televisor impresionado por las historias que Powell y Pressburger llevaban a la pantalla. El primero de ellos era el que tomaba más el rol de director, el segundo el que les daba forma a las historias, aunque ambos aparecían acreditados como productores, directores y guionistas. De todas las películas británicas que se presentaban en la parrilla de las décadas de los 40 y 50, las que siempre emocionaban a Scorsese eran las que tenían el sello de la productora The Archers (en español, los arqueros), que siempre daban en el blanco del interés de este niño de Nueva York.
El tiro al blanco del logo de The Archers se veía al inicio de películas como “Vida y muerte del coronel Blimp” (1943), “Sé a dónde voy” (1945), “Escalera al cielo” (1946), “Narciso negro” (1947), “Las zapatillas rojas” (1948) y “Los cuentos de Hoffman” (1951), cintas que Scorsese veía obsesivamente una y otra vez. Estas producciones, nacidas como parte de la sociedad entre Powell y Pressburger, plantaron en el estadounidense la semilla de sensibilidad necesaria para el arte de hacer cine.
“Creo que en general hay mucho amor en el centro de este proyecto. Éramos tres personas completamente dedicadas a Michael y que trabajaron con él. Martin Scorsese, Thelma Schoonmaker y yo. Porque, aunque a Thelma solo se le acredita como productora ejecutiva del documental, en realidad estuvo muy involucrada. La realización fue un esfuerzo colaborativo”, sostiene Hinton.
El director del documental tuvo el reto de revisar cientos de horas de archivo y de dirigir a su colega cineasta. “Es una situación loca pensar que estás dirigiendo a Martin Scorsese, pero él estuvo de muy buen humor al respecto. Lo mejor de todo fue que estuvo muy dedicado al proyecto. Es un hombre con muchísimo en su plato, pero dedicó mucho tiempo y energía para hacer esta película. Quedé increíblemente impresionado por lo meticuloso que fue”.
Hinton entendió que la historia de estos dos cineastas, íconos británicos del mismo nivel de David Lean, Carol Reed y Alfred Hitchcock, estaba contada desde el punto de vista de Scorsese, que no solo presentaba el documental, sino que traía consigo sus memorias. “Hay ciertos fragmentos en el documental que yo no habría incluido. Pero Scorsese insistió en que aparecieran. La película representa su punto de vista de Powell y Pressburger, no tanto el mío. Mi trabajo fue tratar de interpretar lo que él quería hacer y asegurarme de que eso fuera lo que sucediera en la pantalla”.
David Hinton recordó cuando conoció a Powell hace casi 40 años y destacó su visión del cine. “Con Michael la obsesión es parte de este romanticismo que él tiene. Cuando lo conocí yo era un hombre muy joven, fue cuando hice este documental con él para televisión. Yo era un joven descuidado y él ya era una especie de gigante del cine británico. Fue emocionante para mí ver lo devoto que era para el arte del cine, estaba tan comprometido con la idea de que hacer películas es hacer arte. Siempre descartó el lado comercial del cine”.
Scorsese tuvo la oportunidad de conocer a Michael Powell cuando el estadounidense había estrenado su tercer largometraje, “Mean Streets” (1973), cinta protagonizada por los jóvenes Robert De Niro y Harvey Keitel. El realizador estaba en Reino Unido cuando preguntó por aquel mítico cineasta británico que lo había inspirado profundamente desde que era niño. Alguien pudo darle razón de dónde vivía y los dos directores se conocieron a los pocos días, sería el inicio de una amistad de décadas.
“Sentí que la vida regresaba a mí. Sentí la sangre correr por mis venas. Sentí que todos los clichés del mundo sucedían simultáneamente en mi cuerpo y en mi cerebro. Aquí estaba el cine, y aquí estaba un verdadero rey del cine; él sabía qué estaba haciendo y por qué lo estaba haciendo. Aquí estaba el arte, y aquí estaba el artista que había estado perdido durante tanto tiempo después de la guerra. Aún no lo hemos superado. Necesitamos una docena de Scorseses”, así escribió Powell sobre su amigo estadounidense en el segundo volumen de su autobiografía “Million-Dollar Movie” (1992), publicada después de su muerte.
“Cuando escucho la etiqueta ‘leyenda’, pienso en cineastas como Michael Powell, Emeric Pressburger, que hicieron ‘Las zapatillas rojas’”, así recordó Scorsese a sus primeros formadores en la más reciente edición de CinemaCon en Las Vegas, Nevada. El director colocó a sus colegas británicos al nivel de Stanley Kubrick, Jean Renoir, Satyajit Ray, Akira Kurosawa, Federico Fellini, Jacques Rivette, entre otros. “Para mí, son leyendas. Y si voy a ser una leyenda, entiendo que el objetivo de ser una leyenda debe ser infundir emoción y entusiasmo a la próxima generación de artistas, inspirar y, en última instancia, ser realmente un buen maestro. Así que espero que mi leyenda ayude a que estas nuevas generaciones, que están con nosotros ahora o en el futuro, reinventen la forma de arte cada vez. Y lo están haciendo”.