“Intercambio de reinas”: niños en medio del juego de poder

Marc Dugain, director senegalés radicado en Francia, es un apasionado por la historia y aborda un episodio entre Francia y España sucedido en 1721.

Redacción cine
26 de julio de 2019 - 02:00 a. m.
“Intercambio de reinas” se basó en el libro homónimo escrito por Chantal Thomas. / Cortesía
“Intercambio de reinas” se basó en el libro homónimo escrito por Chantal Thomas. / Cortesía
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Intercambio de reinas, del director Marc Dugain, tiene la intención de mostrar la esencia humana debajo de una corona. Con un elenco de niños y jóvenes actores, respaldados por el talento de Lambert Wilson, Catherine Mouchet y Oliver Gourmet, esta película refleja el egocentrismo y la frialdad de la realeza y cómo esta condición choca con el pensamiento infantil atrapado en sus juegos de poder.

Tras años de guerra entre Francia y España que han debilitado a ambos países, el regente galo pone en marcha un plan para consolidar la paz y decide casar a su hija de 12 años con el heredero del trono español y casar a Luis XV, futuro rey de Francia, con la infanta de España, Mariana Victoria, de solo cuatro años.

Sin embargo, la llegada precipitada de estas dos jóvenes princesas a las cortes reales, sacrificadas por el bien de sus naciones, da pie a una red de alianzas, traiciones, secretos y juegos de poder que cambiará el rumbo de la historia.

Esos nexos claros y oscuros fueron los que quiso mostrar Marc Dugain, director senegalés radicado en Francia, con quien conversamos sobre la intimidad de su más reciente filme, Intercambio de reinas.

Esta es la primera vez que adapta una película sobre un libro escrito por otra persona. ¿Por qué asumió el reto de adaptar “Intercambio de reinas” de Chantal Thomas?

Soy un apasionado por la historia. Esta historia me atrajo especialmente, ya que cuando era niño leía numerosos libros sobre el siglo XVIII. Este episodio histórico relacionado con el intercambio de las princesas es bastante singular, especialmente en lo que respecta a la crueldad con la que trataron a los niños y la forma como cada uno intentó abrirse camino. Nada de esto está muy lejos de mi área de interés habitual, que se ha dedicado principalmente a la manipulación política. Estos niños son manipulados por adultos que tampoco lo son todavía. Los jóvenes príncipes y los aristócratas se educaron con mucha pompa e ideas de grandeza, a la vez que eran infantilizados y mantenidos en un estado pueril: niños que juegan a la guerra porque no tienen nada más que hacer. Esto es lo que en parte explica la decadencia de la monarquía. En la película podemos ver que la monarquía ya se está dirigiendo a su desaparición.

De hecho, su película muestra a un mundo muy particular, con la omnipresencia de la muerte, en un Versalles que cae en ruinas…

Esta conexión con la precariedad fue fundamental en mi deseo de hacer la película. En el siglo XVIII, la omnipresencia de epidemias como la plaga y la viruela implicaba que las personas tenían una perspectiva muy particular de la vida. La probabilidad de vivir hasta la edad de setenta años como hoy no existía. La presencia de la muerte también explica la importancia de la religión en la vida de las personas, ya que ofrecía un vínculo entre la vida eterna y la existencia en la tierra, que era efímera.

¿Cree que eso se aplica especialmente a Luis XV?

Luis XV es un niño cuya familia fue eliminada por la viruela. Ha visto morir a todos a su alrededor: su bisabuelo, su abuelo, su padre, su madre, su hermano... Y a pesar de este aterrador vacío emocional se le exige que sea rey. Se encuentra investido con una función que al principio llena torpemente y luego aprenderá a encarnar completamente.

¿Por qué está tan interesado en los temas históricos?

Siempre ha sido así. De niño tuve ante mis ojos a un hombre cuya vida había chocado con la historia: mi abuelo se desfiguró atrozmente en la Primera Guerra Mundial. Este choque entre la historia y la vida personal de alguien me hizo muy consciente del hecho de que las grandes causas a veces pueden tener un impacto dramático en las personas. A su manera, Intercambio de reinas cuenta la historia de los poderes que nos manipulan y arrastran a los desastres colectivos. Es una historia que podría haber escrito.

¿Dónde se rodó la película?

Utilizamos varios castillos en Bélgica: Beloeil, cuyo interior es como una réplica de Versalles, y el palacio de Egmont, donde se encuentra el Ministerio de Relaciones Exteriores de Bélgica. Y no muy lejos, en la región flamenca, está el castillo de Gaasbeek, que es bastante representativo del arte flamenco bajo la influencia española. Ahí es donde filmamos las escenas para la corte de Felipe V.

¿Cómo fue la elección de Juliane Lepoureau, quien interpreta a la infanta?

Ella estaba allí, entre varios niños que habían venido al casting. Tan pronto la vi, supe que era la elegida. Era tan espontánea y trajo gran inteligencia a sus líneas. No sé cómo alguien posee la capacidad de actuar de esa manera a su tierna edad. En el set siempre estaba feliz, nunca cansada, y nunca se quejaba, aunque hubo momentos en que tuvo que esperar y esperar por largos períodos. Y para el papel de Louise-Elisabeth, Gilles Porte me había hablado de Anamaria Vartolomei. La había visto en el L’Idéal, de Beigbeder, por lo que manejó la cinematografía a la perfección.

¿Cómo fue el trabajo con Gilles Porte, el director de fotografía?

Creo en el talento de los actores, en sus habilidades de improvisación, pero no en la del director durante el rodaje de la película. Como resultado, preparo todo por adelantado, en particular mi guion de filmación. Un mes antes de la filmación fui con Gilles a visitar los diferentes fondos y escenarios, y con él hicimos el repaso escena tras escena para ver dónde podríamos ubicar la cámara. Al final seguimos el guion de rodaje bastante de cerca.

La música en la película “Intercambio de reinas” es muy especial. ¿Cómo se logró eso?

Llamé a Marc Tomasi, quien ya había compuesto la música para “The Curse of Edgar”. Estaba buscando un estilo neobarroco y Marc trabajaba día y noche para componer una partitura a tiempo. El aplauso que le dieron los músicos de la London Symphony Orchestra durante la grabación fue el último galardón para él.

¿Cómo fue el proceso de casting?

Alguien me había hablado de Igor van Dessel, que paga a Luis XV. Estaba trabajando en una película en Cap Ferret y, como vivo en Burdeos, fui a su encuentro. Lo llevé a almorzar, tuvimos una larga charla. Igor es muy fotogénico. Y al igual que con los grandes actores, es capaz de una gran toma, pero cuando se termina una toma, se desconecta de inmediato.

¿Y qué nos puede decir sobre el casting para los adultos?

Catherine Mouchet tiene un estilo de actuación único. Es sorprendente verla en el set, pero aún más cuando descubres su trabajo en los ensayos. Ella encarna perfectamente este vínculo con los dos niños perdidos. En cuanto a Lambert Wilson, es muy generoso, con una fuerza que a veces necesita ser canalizada, pero que lo convierte en un actor excepcional. Es magnífico en la escena de la abdicación, donde expresa a la perfección la mística locura de Felipe V. Lo imaginé en este papel desde el principio.

Por Redacción cine

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