Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Hace muchos años no salía tan satisfecho de una sala de cine después de ver una película de superhéroes. Sí, tengo que confesarlo, soy fan. Esa fue la sensación que Guardianes de la Galaxia vol. 3 dejó, no solo en mí, sino en las otras 150 personas que estaban en la sala: en sus caras se les notaba.
Me quedé pensando qué pasaría por la cabeza de los ejecutivos de Marvel al ver esta película dirigida por James Gunn, quien ahora es el director creativo del universo cinematográfico de DC: su legendario rival. ¿Dejaron ir a la gallina de los huevos de oro?, ¿al héroe que podría salvar la decadencia a la que apuntan las últimas películas de Marvel? Si hizo esto con un grupo de superhéroes desconocidos en la industria, ¿qué podrá hacer con Batman?
En 2012, cuando el entonces mecenas de Marvel Studios, Kevin Feige, buscaba a quien iba a llevar a la pantalla la historia de un grupo de superhéroes intergalácticos poco relevantes al, hasta entonces, prometedor universo cinematográfico de Marvel. Y decidió darle el proyecto a James Gunn, un director de 42 años no tan conocido, quien empezó a trabajar en Hollywood en 2002 como guionista de la película Scooby-Doo, y que luego trabajó en otros proyectos poco alentadores.
(Le recomendamos: ¿Por qué el 4 de mayo se celebra el día de Star Wars?)
Fue en 2006 cuando tuvo la oportunidad de dirigir un proyecto suyo, bastante particular Slither: la plaga, que cuenta la historia de un pequeño pueblo al que llega una invasión alienígena. La película no logró recuperar los costos de producción, pero a cambio recibió críticas positivas, se convirtió en una película de culto y Gunn en un prometedor director de películas de ficción.
Pero el largometraje que hizo que Feige se posicionara como ese prometedor director fue Super (2010), que cuenta la historia de un hombre común y corriente que decide transformarse en superhéroe, obviamente sin poderes, quien, con un traje rojo y armado con una llave inglesa, intenta acabar con los malos.
Kevin Feige no se equivocó y en 2014, los casi US $800 millones que recaudó Guardianes de la Galaxia en todo el mundo le acabaron dando la razón. Y catapultó definitivamente a James Gunn como uno de los mejores realizadores de películas de este género, pues él no solo dirigió, sino que también escribió el guion de la película. Para Gunn no era nada fácil, pues hasta el 2012, como dije, Los Guardianes de la Galaxia eran un quinteto de héroes poco conocidos que no tenían nada que hacer contra el grupo que en ese momento era el consentido de Marvel: Los Avengers, que en ese mismo año estrenaron su exitosa película.
En la primera historieta de Los Guardianes de la Galaxia, publicada en enero de 1969 y creada por Arnold Drake y Gene Colan, los protagonistas eran unos personajes totalmente diferentes a los que nosotros conocemos, a excepción de Yondu, quien aparece en las dos primeras películas, pero no es protagónico. Es más, esta versión del cómic no fue nada exitosa. Hasta que después de muchos ires y venires, en mayo de 2008, Dan Abnett y Andy Lanning, creativos de Marvel, retomaron la historia y reunieron a otros héroes creados por diferentes escritores y artistas de la editorial y publicaron Guardianes de la Galaxia vol. 2, donde aparecen las carismáticas figuras que dan origen a la versión cinematográfica.
Luego de recibir la propuesta de Kevin Feige, el CEO de Marvel Studios, James Gunn quiso agregar un nuevo protagonista para que acompañara a Star-Lord, Gamora, Drax, Groot y Rocket, y fue la música, pues desde la primera entrega, los ritmos setenteros se convirtieron en un factor fundamental en cada historia.
La separación
La razón por la que Gunn ya no está en Marvel fue toda una novela. En 2009, mucho antes de llegar al UCM, el director publicó en Twitter unos chistes con doble sentido con respecto a la pedofilia y el abuso sexual, los cuales fueron desempolvados y salieron de nuevo a la luz en 2018, precisamente un año después del estreno de la también exitosa Guardianes de la Galaxia vol. 2. Pero esto a Disney, dueña ya por ese entonces de Marvel, no le gustó y a pesar de que Gunn ya estaba trabajando en la preproducción de la tercera entrega y saliera a ofrecer disculpas, sin contemplaciones lo despidió.
DC y Warner no dudaron en aprovechar esta oportunidad y luego de pasar los vergonzosos estrenos de Escuadrón suicida (2016), Mujer Maravilla (2017), la también accidentada Liga de la Justicia (2017) y Aquaman (2018), encontraron el momento perfecto para traer a sus filas al nuevo mesías de las películas de superhéroes. Así fue como, apenas pasados tres meses de ser despedido de Marvel, Gunn fue contratado por Warner y su división de DC Cómics, para dirigir la nueva versión de El escuadrón suicida en 2021 y, con un reparto menos rimbombante, la convirtió en el éxito que DC estaba esperando.
Mientras tanto, Disney y Marvel no sabían qué hacer con el proyecto que tenían engavetado, no encontraban al director adecuado para la tercera entrega de Guardianes y, lo que es peor, el grupo de actores encabezados por Chris Pratt se reveló, amenazaron con renunciar y presionaron para que Disney aceptara que Gunn regresara a dirigir la película y no solo ellos, pues los fans del UCM pedían lo mismo. Todos afirmaban que más que un buen director es un ‘excelente tipo’.
(Le puede interesar: Las claves de la huelga de guionistas en Hollywood)
Disney terminó cediendo, pero ya era demasiado tarde, DC le ofreció un contrato a Gunn que no podría rechazar. Lo ponían a cargo de todo el universo cinematográfico de la compañía con total autonomía en las decisiones creativas; una muestra de ello es que lo primero que hizo fue despedir a Henry Cavill, el actor que le dio vida al emblemático Superman de los últimos tiempos y el más querido por las nuevas audiencias. Además, canceló los proyectos que se venían trabajando de Batman y la Mujer Maravilla.
Para el realizador, lograr dirigir una película de Marvel siendo cabeza de DC es una auténtica maravilla y de hecho una pomposa despedida.
La mejor película de Marvel
James Gunn desde el inicio demostró ser de otro mundo, les dio un nuevo aire a las películas de superhéroes y logró terminar la que hoy es sin duda la mejor trilogía del UCM. No fueron en vano los 11 años de su vida que le entregó a ese proyecto. Cada noche imaginaba las escenas de acción y las trasladaba a un libro de bosquejos, la mayoría eran concebidas con un tema musical. Uno de los mayores aciertos de esta última entrega es su banda sonora, parece un musical sin serlo.
Con un lenguaje fresco, lleno de acción y sentimiento, sumerge al espectador durante 149 minutos en una historia llena de corazón y humor, que roba unas cuantas lágrimas al espectador; eso, hasta ahora, ninguna película de los dos universos cinematográficos lo había logrado; sus escenas de acción son impecables, factor en el que muchas últimamente han fallado.
Las interpretaciones son tan sentidas que parecen reales y eso lo logró Gunn al amalgamar las diferentes personalidades de los protagonistas con unos diálogos simples, pero sinceros. “El éxito de esta película se debe a que realmente somos una familia y él es la cabeza, por eso no aceptamos nada cuando lo despidieron” dijo en algún momento Chris Pratt.
Y si todo eso no es suficiente, es un filme que habla de una manera cruda, sin tapujos, sobre la discriminación y el maltrato que ejercemos los humanos sobre nosotros mismos y las demás especies, y cómo la ambición nos lleva a destruir comunidades enteras por guerras sin sentido.
Esta película demuestra que aún no es tiempo para que las películas de superhéroes se vuelvan grandilocuentes y aburridas con argumentos sin sentido.
Con Guardianes de la Galaxia vol. 3 se confirma que esta trilogía es definitivamente el alma y el verdadero corazón del universo cinematográfico de Marvel.