![Javier Cámara ha estado siete veces nominado a los premios Goya. / Archivo particular](https://www.elespectador.com/resizer/v2/KGDZEEF2OJAVLPXV2K7JC4DFXI.jpg?auth=e1755ea4a93025905cdfccfbaf4b1bb4c8d2f7441875d876f84ee8fc49874760&width=920&height=613&smart=true&quality=60)
¿Cómo le ofrecieron hacer parte de “El olvido que seremos”?
Al principio tuve muchas dudas, porque es un proyecto que me agarraba muy lejos. Mi centro de gravedad no estaba en Colombia, sino en Madrid, soy español, amo la cultura colombiana, los libros, la música, el cine y la cultura en general... pero no sentía esa cercanía íntima. Cuando Fernando Trueba me regaló el libro cuatro años antes, ni él ni yo sabíamos que íbamos a rodar esta película.
¿Por qué decidió aceptar la propuesta?
El día que decidí decirle que sí al proyecto, fue cuando Fernando me llamó para ir a una cena en su casa junto a la familia Abad Faciolince. En ese momento, Héctor puso una mano en mi espalda mientras me pidió que hiciéramos una foto para su familia. Mientras nos tomábamos la selfie, yo le pregunté si me conocía de alguna película y él me dijo: “No, es que mis hermanas se van a quedar muy impresionadas, porque te pareces mucho a mi papá”. Cuando él me dijo eso, cambié de opinión, porque sabía que no podía decirle que no al propio hijo de Héctor Abad.
¿Qué herramientas utilizó para la construcción de su personaje?
Esta película he tratado de llevarla con toda la humildad, sabiendo que yo no soy ni colombiano, ni muchas cosas que hay que ser en esa película. No soy valiente, me considero una persona fundamentalmente cobarde, y este personaje requería de una valentía importante. Tuve la gran fortuna de contar con un equipo técnico y artístico maravilloso, tengo familia en Colombia, lo sé, tengo algo dentro de mí que le pertenece a ese país y que lo siento como tal. Me alegró enormemente ser quien interpretara a Héctor Abad Gómez, porque nunca me imaginé estar haciendo una película tan bella en un lugar tan lejano de mi casa y rodeado de gente tan talentosa. Ha sido el regalo que Héctor me ha dado.
Tenía una responsabilidad muy grande al interpretar a Héctor Abad Gómez, ¿qué retos implicó para usted darle vida a una persona tan relevante como él?
Yo soy papá de hijos pequeños y sabía que había un reto que era importante, y era contar una parte de la historia colombiana representada por este hombre, y que en el fondo también, al mismo tiempo, era la historia de varios hombres y mujeres que habían luchado por el bien de los demás. Sabía que estaba interpretando a un hombre de familia, un esposo, un padre que les regala libros a sus hijos, que ven películas juntos... había una parte íntima del personaje que entendía perfectamente, y que le iba a dar esa humanidad tan característica.
¿De qué manera logró acoplarse a la cultura colombiana para interpretar a Héctor Abad Gómez?
Intenté mantener una cierta distancia para que la historia no me consumiera, y también trabajé todos los días preguntándoles a los actores sobre pequeños diálogos que yo no sabía cómo hacer, porque los españoles somos más parcos que los colombianos, y no solamente se trataba de pronunciar el paisa o las expresiones características, sino también de cantar con esa melodía tan bella que caracteriza a Colombia. Hubo muchos retos, pero para todos tenía ayuda.
¿Cómo fue su experiencia hablando paisa?
Cuando uno llega a los lugares hace una especie de remedo, una imitación barata. En mi caso, Patricia Tamayo y Juan Pablo Urrego me ayudaron mucho a corregir muchas cosas. Lo interesante es que yo no tengo ningún pudor y todas las sugerencias que me hacen las acepto con toda la amabilidad del mundo... esto es un trabajo en equipo. Daniela Abad, nieta de Héctor Abad Gómez, estuvo un tiempo trabajando con nosotros y yo le preguntaba a ella sobre la pronunciación
¿Qué importancia tiene que el mundo conozca la historia de Héctor Abad Gómez?
Cuando la gente vea la película se dará cuenta de que hace muchos años ya había gente preocupada por los virus, las bacterias y la limpieza; él intentaba dar lecciones muy básicas. Y ver que hace tiempo un hombre ya estaba preocupado por esas cosas, y le pedía a su hijo que cantara una canción mientras se lavaba las manos. Cuando grabamos la película, nosotros no teníamos esa sensación, porque no había pandemia, pero cuando la terminamos y vimos las escenas, dijimos: “Dios mío, estamos en un déjà vu”.