Josephine Landertinger Forero, tras la causa de filmar

La directora Josephine Landertinger Forero trabaja desde hace cuatro años en la producción del documental Mister Tierra Bomba y ahora busca inversionistas para poder finalizarlo. Para eso lidera una campaña de crowdfunding; es decir, una recolecta, en la que espera que participen futuros espectadores que al hacer un aporte monetario recibirán a cambio la posibilidad de seguir el proceso del filme, así como un regalo que puede ser aparecer en los créditos de la película o recibir una invitación a la alfombra roja del estreno. Sin embargo, para la realizadora lo más importante es que esa persona haya decidido donar dinero a un proyecto cultural.

En Colombia cada vez son más los artistas que deciden apostar por esta forma de financiación: músicos, cineastas y artistas plásticos han aprovechado la posibilidad que ofrecen las redes sociales para establecer un diálogo cercano con sus seguidores, socializar sus proyectos y lograr el apoyo necesario. Tal vez el crowdfunding con más repercusión en Colombia fue el que se llevó a cabo en mayo pasado para ayudar a pagar al excandidato presidencial Humberto de la Calle un crédito con el cual financió su campaña electoral.

El cine ya ha probado esta alternativa. Las producciones El espíritu de la muerte (en 3D), de Jairo Pinilla; ¿Cómo te llamas?, de Ruth Caudelí (próxima a estrenarse); Virus tropical, de Santiago Caicedo; Keyla, de Viviana Gómez, Amazona, de Clare Weiskopf, y La negociación, de Margarita Martínez, se han logrado financiar, en parte, con el apoyo de la gente.

Incluso, Josephine Landertinger recurrió a este método hace unos años para terminar Home, el país de la ilusión, su primer largometraje, aunque asegura que la mayoría de las donaciones provinieron del exterior, tal vez porque ella vivía en ese momento en Berlín. Reconoce que en Colombia “aún no estamos acostumbrados” y piensa que para que eso cambie es fundamental hacer un trabajo de socialización para explicarle a la gente que un aporte a un proyecto cultural es algo muy positivo.

“En un país donde las convocatorias públicas son muy escasas y donde cada vez somos más cineastas compitiendo por básicamente la misma cantidad de estímulos, es urgente crear otros mecanismos de financiación de productos culturales. El crowdfunding es una de esas formas”, sostiene la directora que, para darles tranquilidad a futuros inversionistas, recuerda que su primer largometraje ganó un estímulo del Fondo de Desarrollo Cinematográfico en 2013, se estrenó en el Festival de Cine de Cartagena 2016, inauguró el Festival de Cine DocsBarcelona (en Medellín y Bogotá) y obtuvo el Premio Señal Colombia en el Bogotá Audiovisual Market 2016.

Hasta el momento la convocatoria de Mister Tierra Bomba ha estado un poco lenta en Colombia y la mayor parte de las donaciones han llegado de Alemania, Australia y Tailandia. El proyecto se comenzó a producir hace cuatro años. Actualmente la fase de producción está llegando a su fin, por lo que los recursos que buscan se invertirán en la edición y posproducción. Según sus cuentas, un documental realizado en el país puede costar de $300 a $600 millones, dependiendo de la duración del rodaje y la complejidad de la posproducción. “Para editar con un profesional colombiano necesitamos $3 millones a la semana, que es la tarifa estándar aquí en el país para un editor con muy buena experiencia”, explica.

Con el fin de apoyar la recolecta, los productores organizan la fiesta Tierra Bomba en Berlín (Alemania), para que la gente tenga la oportunidad de donar dinero en efectivo. El evento se realiza en Club Gretchen este 28 de septiembre. Así mismo, en Bogotá se llevará a cabo el 6 de octubre en Origen Bistro.

Mister Tierra Bomba cuenta la historia de Cristian Aaron, un joven nativo de Tierra Bomba que sueña con ser actor a pesar de las dificultades que surgen en el camino. Como es un documental, el proceso de realización es más complejo, pues se necesita llevar un proceso de inmersión para seguir al personaje. La idea de la realizadora es filmar durante un año más para ver si logra graduarse de Artes Escénicas de la Universidad de Bellas Artes Cartagena, que está cursando en este momento.

Tierra Bomba es una isla ubicada a diez minutos en lancha de Bocagrande, Cartagena. Gran parte de la historia se desarrolla allí, así que el espectador también podrá ver cómo los habitantes sufren la negligencia en todos los sentidos: es difícil conseguir agua para el consumo humano, es complicado tener energía eléctrica todo el día, hay proliferación de sustancias alucinógenas y narcotráfico, deserción escolar e inseguridad.

“La juventud no tiene mucho futuro en esta isla. Todo eso es visible en la película a través de la historia de Cristian”, dice Josephine. Además, la madre de Cristian (Mirla Aaron) es la lideresa de la comunidad, y aunque no es un personaje principal, sí aparece en sus actividades de lucha por los derechos de los habitantes de la isla. Cristian quiere formarse como actor, no solo para cumplir un sueño de niñez, sino porque cree que esa profesión, al ser mediática, puede dar visibilidad a su comunidad tan olvidada.

Cristian Aaron encarna una persona con conflictos interiores y problemas por resolver. Él, al igual que Lilia (personaje principal de Home, el país de la ilusión), refleja el punto de vista cinematográfico de Josephine Landertinger, que se nutre de su “experiencia de vida en tránsito”, pues es hija de madre colombiana y padre austríaco, nació en Portugal, creció en Sudáfrica, estudió en Alemania y vive en Colombia. Sus estudios de cine en Berlín también son una gran influencia, ya que se graduó en Neorrealismo Italiano y en Cine Posguerra Alemán. Siguiendo el gusto de retratar períodos de transición, está convencida de buscar caminos para llegar al fin: producir una película con un mensaje.

La directora Josephine Landertinger Forero trabaja desde hace cuatro años en la producción del documental Mister Tierra Bomba y ahora busca inversionistas para poder finalizarlo. Para eso lidera una campaña de crowdfunding; es decir, una recolecta, en la que espera que participen futuros espectadores que al hacer un aporte monetario recibirán a cambio la posibilidad de seguir el proceso del filme, así como un regalo que puede ser aparecer en los créditos de la película o recibir una invitación a la alfombra roja del estreno. Sin embargo, para la realizadora lo más importante es que esa persona haya decidido donar dinero a un proyecto cultural.

En Colombia cada vez son más los artistas que deciden apostar por esta forma de financiación: músicos, cineastas y artistas plásticos han aprovechado la posibilidad que ofrecen las redes sociales para establecer un diálogo cercano con sus seguidores, socializar sus proyectos y lograr el apoyo necesario. Tal vez el crowdfunding con más repercusión en Colombia fue el que se llevó a cabo en mayo pasado para ayudar a pagar al excandidato presidencial Humberto de la Calle un crédito con el cual financió su campaña electoral.

El cine ya ha probado esta alternativa. Las producciones El espíritu de la muerte (en 3D), de Jairo Pinilla; ¿Cómo te llamas?, de Ruth Caudelí (próxima a estrenarse); Virus tropical, de Santiago Caicedo; Keyla, de Viviana Gómez, Amazona, de Clare Weiskopf, y La negociación, de Margarita Martínez, se han logrado financiar, en parte, con el apoyo de la gente.

Incluso, Josephine Landertinger recurrió a este método hace unos años para terminar Home, el país de la ilusión, su primer largometraje, aunque asegura que la mayoría de las donaciones provinieron del exterior, tal vez porque ella vivía en ese momento en Berlín. Reconoce que en Colombia “aún no estamos acostumbrados” y piensa que para que eso cambie es fundamental hacer un trabajo de socialización para explicarle a la gente que un aporte a un proyecto cultural es algo muy positivo.

“En un país donde las convocatorias públicas son muy escasas y donde cada vez somos más cineastas compitiendo por básicamente la misma cantidad de estímulos, es urgente crear otros mecanismos de financiación de productos culturales. El crowdfunding es una de esas formas”, sostiene la directora que, para darles tranquilidad a futuros inversionistas, recuerda que su primer largometraje ganó un estímulo del Fondo de Desarrollo Cinematográfico en 2013, se estrenó en el Festival de Cine de Cartagena 2016, inauguró el Festival de Cine DocsBarcelona (en Medellín y Bogotá) y obtuvo el Premio Señal Colombia en el Bogotá Audiovisual Market 2016.

Hasta el momento la convocatoria de Mister Tierra Bomba ha estado un poco lenta en Colombia y la mayor parte de las donaciones han llegado de Alemania, Australia y Tailandia. El proyecto se comenzó a producir hace cuatro años. Actualmente la fase de producción está llegando a su fin, por lo que los recursos que buscan se invertirán en la edición y posproducción. Según sus cuentas, un documental realizado en el país puede costar de $300 a $600 millones, dependiendo de la duración del rodaje y la complejidad de la posproducción. “Para editar con un profesional colombiano necesitamos $3 millones a la semana, que es la tarifa estándar aquí en el país para un editor con muy buena experiencia”, explica.

Con el fin de apoyar la recolecta, los productores organizan la fiesta Tierra Bomba en Berlín (Alemania), para que la gente tenga la oportunidad de donar dinero en efectivo. El evento se realiza en Club Gretchen este 28 de septiembre. Así mismo, en Bogotá se llevará a cabo el 6 de octubre en Origen Bistro.

Mister Tierra Bomba cuenta la historia de Cristian Aaron, un joven nativo de Tierra Bomba que sueña con ser actor a pesar de las dificultades que surgen en el camino. Como es un documental, el proceso de realización es más complejo, pues se necesita llevar un proceso de inmersión para seguir al personaje. La idea de la realizadora es filmar durante un año más para ver si logra graduarse de Artes Escénicas de la Universidad de Bellas Artes Cartagena, que está cursando en este momento.

Tierra Bomba es una isla ubicada a diez minutos en lancha de Bocagrande, Cartagena. Gran parte de la historia se desarrolla allí, así que el espectador también podrá ver cómo los habitantes sufren la negligencia en todos los sentidos: es difícil conseguir agua para el consumo humano, es complicado tener energía eléctrica todo el día, hay proliferación de sustancias alucinógenas y narcotráfico, deserción escolar e inseguridad.

“La juventud no tiene mucho futuro en esta isla. Todo eso es visible en la película a través de la historia de Cristian”, dice Josephine. Además, la madre de Cristian (Mirla Aaron) es la lideresa de la comunidad, y aunque no es un personaje principal, sí aparece en sus actividades de lucha por los derechos de los habitantes de la isla. Cristian quiere formarse como actor, no solo para cumplir un sueño de niñez, sino porque cree que esa profesión, al ser mediática, puede dar visibilidad a su comunidad tan olvidada.

Cristian Aaron encarna una persona con conflictos interiores y problemas por resolver. Él, al igual que Lilia (personaje principal de Home, el país de la ilusión), refleja el punto de vista cinematográfico de Josephine Landertinger, que se nutre de su “experiencia de vida en tránsito”, pues es hija de madre colombiana y padre austríaco, nació en Portugal, creció en Sudáfrica, estudió en Alemania y vive en Colombia. Sus estudios de cine en Berlín también son una gran influencia, ya que se graduó en Neorrealismo Italiano y en Cine Posguerra Alemán. Siguiendo el gusto de retratar períodos de transición, está convencida de buscar caminos para llegar al fin: producir una película con un mensaje.