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Bajarle al ego, la agresión y la intolerancia: tres claves contra la polarización

Si no logramos bajarle el nivel a los gritos sin argumentación y si no dejamos de endiosar a quienes los promueven va a ser más difícil construir un país en el que quepamos todos.

JUAN ROBERTO VARGAS
19 de julio de 2024 - 10:48 p. m.
Juan Roberto Vargas, director de Noticias Caracol.
Juan Roberto Vargas, director de Noticias Caracol.
Foto: Juan Roberto Vargas - El Espectador

Siempre que me pregunto por qué andamos tan polarizados en Colombia llego a la misma conclusión: porque aquí no hemos entendido que la opinión del otro vale tanto como la de uno mismo. De allí que tenga la certeza de que la mejor forma de bajarle la espuma a esa polarización y de contribuir para que Colombia pueda unirse en busca de salidas a sus problemas sea - así parezca obvio - respetar la opinión ajena y entender que puede ser tan valiosa como la de usted o la mía. ¿Por qué nos cuesta tanto entenderlo? Porque las vitaminas para el ego no solo nos hacen creer más inteligentes que los demás, sino mucho más infalibles.

Lo hemos visto en Colombia, en Europa, en Estados Unidos, en el colegio, en la universidad, en la casa. Una especie de guerra eterna de todos contra todos, en donde terminamos pensando que el lente a través del cual vemos las cosas es siempre más nítido que el de los demás. Y el problema resulta tan simple, está tan a la vista, que muchas veces ni lo reconocemos. Nos peleamos hasta en los momentos de triunfos deportivos, como acabamos de ver en la Copa América. Hablamos de los plásticos de un solo uso y el asunto se vuelve un tema de polarización. Aparece una idea sobre cambios en la educación y el asunto se pone peor.

Todos creemos tener la razón. En la sala de la casa, en una red social o en un medio de comunicación. Y en esa torre de Babel de egos encontrados, de gritos sin argumentos, es donde pasamos de la ofensa a la intolerancia y de la intolerancia al odio.  Más que en un mundo de ideas, a veces parecemos estar en el mundo del ruido: el de las redes sociales, el que hacemos los medios, el de las familias y el del trabajo.

No creo que las cosas tengan que ser así. No creo que, a falta de ideas, o incluso por encima de ellas, debamos quedarnos con la tesis de que entre más agresivo sea uno, entre más intolerante sea, más validez va a tener en la sociedad de hoy.

Si no logramos bajarle el nivel a esos ruidos, a los gritos sin argumentación y si no dejamos de endiosar a quienes los promueven el problema será aún más delicado. Si usted mira quiénes están detrás de las estrategias de campaña, de las estrategias de quienes gobiernan verá que también ahí se busca ambientar las peleas de unos y otros. Ya descubrimos que decir las cosas de manera sensata no da votos, rating, likes, ni atención. Y por eso muchos acuden al ají de la polarización, de la desconexión, del irrespeto.

No quiero dármelas de faro moral. ¡Faltaba más! Pero sí reconozco que desde los medios también le echamos ají a la discusión nacional e internacional. El mea culpa debe ser colectivo. Si permitimos que en vez de conversación haya agresión, nos vamos a destruir entre todos. Como en el caso del alcohólico, lo primero es reconocer que, como sociedad, tenemos un problema.

El paso siguiente es hacer algo para corregir ese problema. En Noticias Caracol reflexionamos todos los días sobre el asunto. Hay que hacerse preguntas. ¿Vamos a seguir dándole pantalla al personaje que se limita a gritar, que es intolerante, que descalifica y que denigra o buscamos otros temas, personajes y situaciones? O buscamos el mismo tema, pero con personas que lo expliquen y ayuden a abrir el espectro, a mirar mejor aquello sobre lo que estamos informando. Una cosa es explicar lo que pasa con la economía y otra poner una voz que se limita a echar culpas a uno u otro lado.

El digital News Report, del Reuters Institut, tal vez el estudio más serio sobre para dónde va el periodismo, lleva tres años mostrando que hay un lento e inexorable alejamiento de las audiencias frente a las noticias. Y va uno a ver y resulta que es que la gente está mamada de ver a Trump peleando, a Petro peleando, a Uribe peleando, a la otra peleando, al otro peleando. Y así como a veces nos reclaman por cosas que ni siquiera hemos publicado, en este asunto, el de la peleadera la gente reclama con razón.

Hay otros factores que escapan a los medios de comunicación y al periodismo, como la influencia de las redes sociales con toda la desinformación que viaja a través de ellas. Pero los periodistas debemos seguir por nuestro camino. Me gusta recordar que los informes más vistos del noticiero son los de Titanes Caracol. Historias de personas que reivindican el valor de las cosas, el valor de la honestidad, el valor de la bondad.

Y no digo que todas las historias deban ser color de rosa, porque también tengo que mostrar quién o quiénes se robaron la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo, y tengo que decir quiénes son los funcionarios que no les han solucionado los problemas a las víctimas de la avalancha de Mocoa, o a los chocoanos, que siguen sin agua. La función del periodismo es escrutar al poder, así eso algunas veces pise callos. Pero el cumplimiento de esa función no es óbice para que el periodismo narre también otras historias y para que busque otras miradas.  Si no somos capaces de descubrir las historias bellas, optimistas, que abundan en medio de las otras historias, nos vamos a morir. Tenemos que ser capaces de cambiar la agenda, de ponerle el foco a las historias maravillosas y ejemplares, no solo a las trágicas. Hagámoslo sin egos, acudiendo a la evidencia, con investigación y verificación antes de salir a contar la historia y sin olvidar que, así estemos en redes sociales, los medios no podemos dejar de ser rigurosos.

Por el afán de estar en la conversación de las redes sociales nos estamos dejando inducir al error. Muchas personas, incluso si están en redes sociales, lo que andan buscando es que les expliquen lo que ocurre. Pasa en elecciones. Pasó en la pandemia. La gente necesita información verificada, oportuna, útil, en profundidad. Y para eso estamos los periodistas.

Por JUAN ROBERTO VARGAS

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A(68560)22 de julio de 2024 - 12:36 a. m.
Tienes razón...como vocero y director de un medio desorientador , mentiroso, sesgado, haz logrado que cuando se nombra a caracol la gente identifique un grupo , ya no de periodistas profesionales, sino de vendidos aduladores del poder y la máquina económica que los maneja.
Cesar(uyih4)21 de julio de 2024 - 12:02 p. m.
Gracias. Columna con elementos críticos. Me pregunto por la independencia verdadera de los noticieros en general y por el de Noticias Caracol, en particular. Descreo de ella. En mi opinión, también hace falta seguimiento serio a los grandes temas en lugar de correr tras cada noticia del momento. ¿Se hace investigación de gran aliento en el periodismo colombiano?
Carlos(92784)21 de julio de 2024 - 11:57 a. m.
" Si quieres estar desinformado no veas el noticiero, si quieres estar mal informado míralo"
Jairo(24834)20 de julio de 2024 - 12:20 a. m.
Querido JRV ni tengo dudas que por tu caracter eres calmado y poco amigo de la camorra. Pero en la audiencia quedan los hechos de los 8nfirmes ran sesgados de Caracol tv, Basuca 100.9 y Blue Radio... en las que la mala leche salta a la cara desde los titulares y los refuerza el editorial. Supone uno que debe haber un grupo de personas que odian a la mitad del país que votó y votará a favor de las mayorías...
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