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Tener de nuevo la oportunidad de trabajar con James Cameron después de 25 años, fue algo maravilloso para Kate Winslet, pero sin duda alguna después de ver la película, nos queda claro que fue para el director un placer tenerla de nuevo frente a su cámara, pues en la escena en que hace su aparición el personaje de Ronal, la matriarca del clan Metkayina, interpretado por la reconocida actriz británica, se oyen las notas de la famosa película “Titanic” en la que ambos trabajaron por primera vez en 1997.
Para Winslet, participar en esta entrega sería todo un reto, no solo por las exigencias del personaje a nivel interpretativo y los efectos especiales, sino por mantener posicionado el nombre de “Avatar” como una de las mejores películas del cine contemporáneo y comercial. Por todos es conocido que las continuaciones no siempre son buenas, pero Kate Winslet sabe al igual que muchos de nosotros que James Cameron, es exitoso haciendo segundas partes, pues él escribió y dirigió dos de las secuelas más exitosas y queridas de todos los tiempos: “Aliens” y “Terminator 2: Día del Juicio Final”.
La actriz británica, ganadora de un premio Oscar en 2008 y cinco Globos de Oro, sabía también que su nivel interpretativo estaba en buenas manos y no se iba a menos cavar por los efectos especiales. Cameron se encargó de asegurarse de que la tecnología revolucionaria inventada exclusivamente para la película nunca abrumara las actuaciones y la emoción de los personajes o el alcance de la historia.
En esta ocasión la historia deja los bosques de Pandora para sumergirse, literalmente, en la región costera de dicha luna, donde la familia de Jack Sully, el protagonista, busca refugio de la persecución de un transformado villano.
El mar y el agua son un factor adicional que amalgama esa sinergia que se encausó para la relación de Kate Winslet y James Cameron, pues ambos fuera de las luces de Hollywood han tenido una fuerte relación con el mar, y no solo por el naufragio del Titanic. Él tuvo una inmersión en solitario al punto más bajo de la Tierra en 2012, que documentó en la película “James Cameron’s Deepsea Challenge” de National Geographic de 2014, sino también a su pasión de toda la vida por el mar. Por otra parte, ella vive a la orilla del mar, practica surf tradicional y remo.
¿Qué la inspiró a formar parte de Avatar: el camino del agua?
Me encantó la primera película. Me pareció muy potente y extremadamente emotiva. Así que me emocioné cuando James Cameron me dijo: “Me encantaría que formaras parte de esto”. El elemento del agua fue otro atractivo muy importante. Más allá de los chistes relativos a Titanic, siempre me ha fascinado el agua. Vivimos a la orilla del mar y estoy constantemente nadando y haciendo surf. Además, me gusta especialmente sumergirme bajo el agua, así que cuando Jim me dijo: “Mira, esto va a requerir que aprendas buceo libre”, no podría haber estado más entusiasmada. Siempre quise aprender buceo libre. Es uno de los regalos más fantásticos que me han dado en la vida.
¿Quién es su personaje en la película y qué papel tiene en la historia?
Interpreto a Ronal, que es la tsahik del clan Metkayina. Yo la describiría como una líder, una diosa guerrera. Es el constante pulso vital de la aldea, ella es quien la nutre. Ronal está casada con Tonowari, interpretado por Cliff Curtis, y tienen dos hijos, Aunong y Tsiyera, interpretados por el hermoso Filip Geljo y la adorable Baily Bass. Ronal desconfía mucho de ellos (los Sully) cuando llegan pidiendo asilo para la familia. Esto para Ronal es un gran desafío. Es la importancia de la familia lo que ancla estas historias en la verdad y la integridad.
Los metkayina son un pueblo de arrecife. ¿Ronal tiene una conexión especial con el mar y sus criaturas?
Sí. Ronal tiene una conexión muy pura con el mar. Ella tiene una hermana espiritual que es un tulkun, que solo se puede describir como una especie de ballena prehistórica. Hay unas conexiones muy hermosas entre la vida terrestre y la vida marina, que es un mensaje de importancia crucial de lo que deberíamos estar haciendo en la actualidad. Deberíamos estar creando esta conexión con el océano y cuidar y nutrir a sus criaturas.
¿Cómo fue volver a trabajar con James Cameron por primera vez después de Titanic?
Fue genial. Esta es la primera vez que vuelvo a trabajar con un mismo director. Fue muy especial volver a conectarme con Jim. Él se enorgullece mucho de su relación con sus actores, y eso se siente. Fue increíble que me permitiera aportar muchas ideas sobre Ronal y las tuviera en cuenta. Él tiene esta convicción innata de que los humanos son capaces de hacer cosas casi sobrehumanas a veces. No conozco a ninguna otra persona así. También está convencido de que todos pueden esforzarse un poco más de lo que creen. Me encanta ver cómo alienta a la gente a esforzarse un poco más y probar esa nueva experiencia que los atemorizaba o los desalentaba. Fue fantástico. Francamente alucinante.
¿Qué tipo de entrenamiento tuvo que hacer para la película?
Ojalá pudiera decir que soy de esas personas que meditan y que llevan una vida sana en todos los aspectos, pero la verdad es que no, y la meditación es algo que siempre quise poder hacer. Pero cuando estás conteniendo la respiración, estás en una especie de estado meditativo, casi como en trance, porque tienes que relajarte. No tienes alternativa, tienes que despejar la mente porque usas más oxígeno conteniendo la respiración si estás pensando en otras cosas. Es como que gastas el oxígeno de otra manera, e incluso si mueves las manos demasiado puedes consumir oxígeno que necesitas para contener la respiración. Yo me quedaba ahí relajada como una especie de extraño manatí humano, pensando: “Quizás me morí. Quizás estoy muerta, y esto es la muerte. Tal vez estoy muerta y nadie se dio cuenta, y así es la transición entre la vida y el más allá, si es que hay vida en el más allá”. Es muy raro, estar ahí suspendida pensando: “Hace por lo menos cinco minutos que estoy aquí”. Es muy pero muy raro. Antes de hacer esta película no aguantaba ni veinte segundos. Lo más que pude aguantar –con una combinación segura de oxígeno de modo de que no te agarre una embolia o algo que pueda ser peligroso si sales a la superficie sin el regulador– fueron siete minutos y catorce segundos. Me pareció algo fantástico y realmente emocionante, y me entusiasma poder llevarlo a otros lados y usarlo en mi propia vida.
¿Y por último, qué puede esperar el público de esta película?
Creo que la gente va a tener otra vez una experiencia como la de Avatar, multiplicada por 100.
* * *
Está nueva aventura de James Cameron duro muchos años en hacerse realidad, tuvo que esperar trece años para desarrollar las cámaras y los efectos visuales de la segunda parte de película que soñó desde 1994 y que desde ya nos asegura hasta una quinta entrega en 2028.
Sin duda alguna Avatar: el camino del agua será una digna continuación de su antecesora en cuanto desarrollo tecnológico e impecable producción. Él tiene la certeza del éxito y para ello contó con la colaboración de Kate Winslet, la musa que lo catapultó con Titanic como uno de los mejores directores. Ella no es protagonista pero sobre su personaje recaen algunos de momentos más intensos de la trama.
Contra el rigor cinematográfico de Cameron y su extraordinaria ambición de marcar un nuevo comienzo en la historia del cine con sus producciones, no hay nada que decir. Pero el guion de esta segunda entrega no es nada sorprendente, en algunos momentos se crean situaciones dramáticas pensando más en mantener algunos de los personajes de la primera parte, dando como resultado unas historias forzadas y poco creíbles. Y lo que me produce más nostalgia es saber que los Na’vi ya no hablan su idioma original, ahora hablan inglés.
Esperamos que esta nueva historia no naufrague en los efectos especiales y se pueda mantener a flote como Rose en Titanic.