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                                                                                                                                La edad de oro del cine mexicano

                                                                                                                                Hubo un tiempo en que Alfonso Cuarón sostenía el micrófono, Guillermo del Toro maquillaba a los actores e Iñárritu se ganaba la vida como locutor de una emisora musical.

                                                                                                                                Jan Martínez Ahrens / El País

                                                                                                                                Alejandro González Iñarritu y Emmanuel Lubezki. / AFP
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Pasada la barrera de los 50, aceptó con melancolía que la vida es un permanente fin de fiesta. El fruto de esa transformación fue "Birdman". Una obra de madurez que marca una línea divisoria. Las cuatro estatuillas (mejor película, dirección, guión y fotografía) sitúan al director a la cabeza de una generación áurea que ha llevado al cine de raíz mexicana a cruzar la orilla y convertirse en un fenómeno global. Nunca un grupo de cineastas de habla hispana tuvo tanta influencia. Jamás una cuadrilla de amigos chilangos llevó tan lejos sus postulados.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                "Qué palabra tan utilizada… El boom siempre trae un tum-tum-tum, como el final de una canción. Lo que hay es una simple sincronía", dice.

                                                                                                                                Pese a estas reticencias, a nadie se le escapa que forman una camada única, con edades y orígenes similares y visiones profundamente críticas del negocio del cine —"está jodido desde que nació, porque es industria y es arte", afirma Iñárritu—.

                                                                                                                                Todos ellos, además, exhiben en público su mexicanidad. Pese a estar afincados fuera, cuando visitan su país natal denuncian en público sus problemas medulares. Y en el extranjero, nunca renuncian a sus raíces. El propio Iñárritu lo dejó claro. Subido en el escenario del Teatro Dolby, ante una audiencia mundial, en ese momento de gloria, pidió no solo un "Gobierno que México se merezca" sino un trato justo y digno para sus compatriotas, mil veces estigmatizados más allá del Río Bravo.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En estas dos últimas obras le ha acompañado el discreto Lubezki, su gran amigo, al que en la noche de los Óscar, llamó "el verdadero artista". Un genio visual que ganó en 2014 la estatuilla a la mejor fotografía con "Gravedad" y ahora con "Birdman". Su técnica asombra. En los lugares de filmación, sabe los nombres de los árboles, el color de sus hojas al atardecer. En Canadá, en el rodaje de "The Revenant", se veía su compenetración con Iñárritu. Negro y Chivo. Ambos, sobre la nieve, se apartaban del equipo en los momentos críticos. Hablaban, se comprendían y volvían a rodar. Sin saberlo, hacían historia. A partir de ahora tendrán que aprender a cargar con ella. El mundo los mira.

                                                                                                                                 

                                                                                                                                Alejandro González Iñarritu y Emmanuel Lubezki. / AFP
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Pasada la barrera de los 50, aceptó con melancolía que la vida es un permanente fin de fiesta. El fruto de esa transformación fue "Birdman". Una obra de madurez que marca una línea divisoria. Las cuatro estatuillas (mejor película, dirección, guión y fotografía) sitúan al director a la cabeza de una generación áurea que ha llevado al cine de raíz mexicana a cruzar la orilla y convertirse en un fenómeno global. Nunca un grupo de cineastas de habla hispana tuvo tanta influencia. Jamás una cuadrilla de amigos chilangos llevó tan lejos sus postulados.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                "Qué palabra tan utilizada… El boom siempre trae un tum-tum-tum, como el final de una canción. Lo que hay es una simple sincronía", dice.

                                                                                                                                Pese a estas reticencias, a nadie se le escapa que forman una camada única, con edades y orígenes similares y visiones profundamente críticas del negocio del cine —"está jodido desde que nació, porque es industria y es arte", afirma Iñárritu—.

                                                                                                                                Todos ellos, además, exhiben en público su mexicanidad. Pese a estar afincados fuera, cuando visitan su país natal denuncian en público sus problemas medulares. Y en el extranjero, nunca renuncian a sus raíces. El propio Iñárritu lo dejó claro. Subido en el escenario del Teatro Dolby, ante una audiencia mundial, en ese momento de gloria, pidió no solo un "Gobierno que México se merezca" sino un trato justo y digno para sus compatriotas, mil veces estigmatizados más allá del Río Bravo.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En estas dos últimas obras le ha acompañado el discreto Lubezki, su gran amigo, al que en la noche de los Óscar, llamó "el verdadero artista". Un genio visual que ganó en 2014 la estatuilla a la mejor fotografía con "Gravedad" y ahora con "Birdman". Su técnica asombra. En los lugares de filmación, sabe los nombres de los árboles, el color de sus hojas al atardecer. En Canadá, en el rodaje de "The Revenant", se veía su compenetración con Iñárritu. Negro y Chivo. Ambos, sobre la nieve, se apartaban del equipo en los momentos críticos. Hablaban, se comprendían y volvían a rodar. Sin saberlo, hacían historia. A partir de ahora tendrán que aprender a cargar con ella. El mundo los mira.

                                                                                                                                 

                                                                                                                                Por Jan Martínez Ahrens / El País

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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