“La Matriarca”, una mezcla de plomo y ternura en medio de la guerra
La Matriarca es la segunda película del director de Patía (Cauca), Julián Casanova, después de Lamentos (2016). Es un drama histórico contextualizado en la Guerra de los Mil Días en 1900, y narra el amor épico de Dionisia, una mujer indígena, y Salvador, un campesino santandereano.
Juan Camilo Parra
Una mezcla de plomo y ternura que reconstruye a la mujer desde la historia de la colonia. Así es como define Luminixa Gómez a La Matriarca, película colombiana que produjo y coprotagonizó. Narra la lucha de Dionisia, una mujer indígena que huye de la guerra bipartidista de los Mil Días. La cinta, escrita y dirigida por Julián Casanova, es proyectada cines del país luego de siete años de producción. Llegó a las salas con una propuesta que reconstruye una historia basada en hechos reales.
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Una mezcla de plomo y ternura que reconstruye a la mujer desde la historia de la colonia. Así es como define Luminixa Gómez a La Matriarca, película colombiana que produjo y coprotagonizó. Narra la lucha de Dionisia, una mujer indígena que huye de la guerra bipartidista de los Mil Días. La cinta, escrita y dirigida por Julián Casanova, es proyectada cines del país luego de siete años de producción. Llegó a las salas con una propuesta que reconstruye una historia basada en hechos reales.
“Es una película que expone a la sociedad colombiana en su violencia, desde el bipartidismo y ese dominio patriarcal que sustenta la violencia contra la mujer. Para mí, en dos palabras, La Matriarca es plomo y ternura, pero desde la mirada femenina, es una historia esperanzadora, transformadora que nos recuerda que el amor es el único antídoto para la guerra”, señala Luminixa, quien interpreta a Hortensia.
La historia es también un “símbolo de hermandad entre pueblos, no solamente entre pueblos originarios, sino también como sociedad”, piensa Sayari Chikangana, es licenciada en biología, descendiente de la comunidad indígena Yakuna, quien interpreta a Dionisia. Agrega que el filme, “nos invita a romper esas brechas que nos ha dejado el pensamiento colonial. Lo que tiene que ver con la violencia, con el machismo, con el hecho de que la participación de las mujeres en la guerra en ese tiempo, fue invisibilizado, entonces la película muestra que detrás de todo este conflicto que sigue teniendo rastros, las mujeres tenemos un papel muy importante como manifestadoras de vida y como guardianas de conocimientos y sabiduría”.
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Una historia real
Este es un relato que pidió ser contado. Julián Casanova cuenta que su abuela le habló sobre el pasado indígena de su familia antes de partir. “Mi abuela, que siempre era una mujer muy silenciosa, al final de una tarde, tomando café, me contó que su abuela fue una indígena que se llamaba Dionisia y que no hablaba español. Había sido raptada por los liberales en un intento de toma de Popayán en la Guerra de los Mil Días. Me dijo que ella no sabía que era una guerra tan antigua y que los liberales le trenzaron una bandera roja en su cabellera cuando la raptaron en Patía, tierra de donde soy”, señaló en conversación con El Espectador.
En un enfrentamiento, Dionisia logró huir, se escondió en una finca campesina donde vivía Salvador Daza con su esposa y se enamoró de la mujer indígena; la defendió con su vida y de ahí viene la familia del director. “Fui el único a quien le contó la historia, ni siquiera a sus hijos, por lo que nadie sabía de nuestro origen indígena, así que ese relato sembró la misión de contar a historia y hacer una película”, añadió.
En el proceso de investigación, el director encontró los registros y actas de nacimiento de su tatarabuela Dionisia y emprendió el viaje que lo llevó a vivir siete años en Zapatoca, Santander. Allí, y en pueblos aledaños, se filmó la cinta. Y es que es una zona que tiene un papel en la historia del país al ser parte de la ruta libertadora y fue un bastión conservador en la Guerra de los Mil Días. Es un municipio anclado a las montañas, por eso dicen que tiene el ‘clima de seda’, un lugar inhóspito pero extraordinario. Allí, en la finca Alsacia, se escribió la novela colombiana La otra raya del tigre (1977) y se filmó La Matriarca.
“Están las montañas andinas de Colombia que tienen la segunda mejor iluminación del país, es un pueblo silencioso, es un pueblo con la arquitectura colonial y republicana que ha conservado sus costumbres y tradiciones. Eso se ve retratado en la bella fotografía y la historia”, apunta Casanova.
Un lugar perfecto para hacer una película de época, a pesar de todo lo que significa llevar a cabo esa tarea en Colombia. “La producción de una película de época es bastante compleja, puesto que requiere primero una investigación muy profunda de, en este caso, la Guerra de los Mil Días, la época de 1900. El reto de retratar esa idiosincrasia colombiana y recrear el vestuario y la arquitectura”, añade Luminixa.
Julián Díaz, quien interpreta a Laurentino, cuenta que el proceso de preparación de la cinta involucró una metodología original, basada en talleres cinematográficos y de actuación, para seccionar a los actores y crear el clímax perfecto de la película. “Fue pensada no solo para dejar una cinta, sino un legado, una nueva manera de entender el oficio de hacer cine. Es una película protagonizada por mujeres y yo siento que este es un momento en el que realmente tenemos que confiar la atención hacia la posibilidad de devolver de la mujer su estatus de reina, de matriarca”.
Es una película que llevó siete años de elaboración, fue financiada de manera independiente con crowdfunding y en coproducción con Panamá, y con apoyo de Kuwait, Francia y Alemania. Casanova considera que en medio de los retos de hacer la obra, sería un “milagro” que la película pase de la segunda semana en cartelera en cines colombianos. “Es una competencia muy fuerte y los pequeños siempre estamos desprotegidos. El 90% de las películas colombianas terminadas no logran este tipo de estreno, por eso es un milagro que La Matriarca haya logrado un estreno en salas comerciales”.
“Hacer cine es un proceso de mucho corazón y valentía, es muy complejo, muy costoso y se requiere de mucha paciencia, pero la hemos logrado hacer a pesar de todas las dificultades”, relata Julián Casanova.
No obstante, La Matriarca está representada por la agencia de ventas de cine Soul Pictures de España y con el apoyo de Proimágenes, la película logro participar en las secciones no competitivas de los mercados de los festivales EFM de la Berlinale y MDF de Cannes con proyecciones de la película ante miembros de la industria. Eso logró que tenga, para febrero 2024, confirmado estreno en salas de cine en España y por confirmar fecha otros países y con ofertas de plataformas de streaming.
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