La periodista, hoy presa, que expuso el caso de corrupción más grande en Azerbaiyán
La periodista de Azerbaiyán Khadija Ismayilova, condenada a siete años y medio de cárcel, se convirtió en la ganadora el prestigioso premio Uneso/Guillermo Cano de Libertad de Prensa.
Redacción Medios
“Como saben, les hablo desde mi celda en una prisión, con ocasión del premio (Guillermo Cano) que no puedo reclamar. ¿Mi crimen? Exponer la corrupción del presidente de Azerbaiyán, Ilham Aiyev, y miembros de su familia”. Con esas palabras Khadija Ismayilova se dirigió esta noche en el Helsinki Hall (Helsinki, Finlandia) a quienes asistieron a la ceremonia de entrega del premio Unesco/Guillermo Cano de Libertad de Prensa, en una carta que leyó su madre, Elmira Ismayilova, quien recibió la distinción por su hija.
A Khadija Ismayilova no le permitieron ni siquiera leer las palabras que había preparado para el día en que leerían su condena. Luego de un juicio a puerta cerrada, en septiembre de 2015 escuchó de boca de un juez que ella, una de las periodistas más reconocidas en su natal Azerbaiyán por sus investigaciones de corrupción estatal, debía pasar siete años y medio de su vida en prisión por cargos como abuso de poder. “Quizá yo esté en prisión, pero mi trabajo seguirá”, fue lo poco que alcanzó a decir.
“La humanidad sufre cuando callan a los periodistas. Es por eso que alguna gente cree que los ataques fatales contra ellos constituyen un crimen de lesa humanidad. A ustedes les pido no que alaben mi trabajo o mi coraje, sino que se dedican al trabajo que cada uno de ustedes puede hacer en nombre de la libertad de prensa y la justicia”, continuó Khadija Ismayilova en su carta.
Sus valerosas denuncias y su trabajo constante la pusieron en el radar del Gobierno de su país tanto como en el radar de colegas y organizaciones internacionales que, desde que fue sentenciada, exigen su libertad. Este 3 de mayo, que la Unesco celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa en el Finlandia Hall, en Helsinki, no ha sido distinto. Recién empezado el evento, un grupo de personas se reunió en una escalera, con letreros en sus manos, para demandar una vez más: #FreeKhadija. Liberen a Khadija.
La famosa periodista Christiane Amanpour, jefe de corresponsales internacionales de CNN y embajadora de buena voluntad de la Unesco, llegó al evento sosteniendo un pequeño cartel en sus manos en el que pedía lo mismo que tantos: la libertad de Khadija Ismayilova. Aquí en Helsinki, donde el invierno ha durado más de la cuenta, Khadija Ismayilova está presente a través de quienes como Amanpour la recuerdan en público y de su madre, quien vino a ser espectadora de cómo su hija, aun en la cárcel, recibe uno de los galardones más prestigiosos que existen en el mundo del periodismo.
“Estos son tiempos difíciles para el periodismo. Los asesinatos y las amenazas contra los periodistas aumentan, y los mecanismos que lo facilitan se están volviendo más sofisticados. El acceso limitado a la información, así como los intereses económicos complejos tras los gobiernos y las corporaciones, son grandes obstáculos para quienes tratan de revelar la verdad. Afortunadamente, personas como Khadija Ismayilova existen para recordarnos el camino ético que nos devuelve la dignidad y habla en nombre del honor del periodismo”, expresaron los voceros de la Fundación Guillermo Cano poco antes de que la madre de la periodista de Azerbaiyán recibiera el premio de su hija.
Con esta van 20 veces que se entrega el premio Unesco/Guillermo Cano de Libertad de Prensa. Uno de los galardonados que más resalta es la reportera rusa Anna Politovskaya, quien incomodó por años al gobierno de su país documentando el conflicto en Chechenia. Se le otorgó el reconocimiento en 2007 de manera póstuma pues, el 7 de octubre de 2006, fue asesinada en Moscú, en la puerta de su casa. Se le ha entregado a periodistas de todo el mundo: China, Siria, Nigeria, Myanmar. Entre los latinoamericanos hay periodistas de México, Cuba y Chile. (Esta es la lista de todos los ganadores). Ningún colombiano.
El premio Guillermo Cano fue constituido en 1997 y lleva el nombre del director de El Espectador, asesinado el 17 de diciembre de 1986 mientras salía de las instalaciones del periódico en Bogotá. Cano se había convertido en enemigo de Pablo Escobar, jefe del cartel de Medellín, luego de pasar años señalando cómo el narcotráfico permeaba cada vez más la sociedad colombiana y de haber expuesto que Escobar, entonces representante a la Cámara, era un narcotraficante. Su caso, aunque declarado de lesa humanidad, muy poco ha avanzado en estos casi 30 años.
En palabras de la Unesco: “El destino que corrió Guillermo Cano ejemplifica el precio que pagan los periodistas en el mundo por ejercer su profesión. Los periodistas son encarcelados y maltratados cada día y que estos crímenes se queden la mayoría sin castigo es aun más alarmante”.
“Como saben, les hablo desde mi celda en una prisión, con ocasión del premio (Guillermo Cano) que no puedo reclamar. ¿Mi crimen? Exponer la corrupción del presidente de Azerbaiyán, Ilham Aiyev, y miembros de su familia”. Con esas palabras Khadija Ismayilova se dirigió esta noche en el Helsinki Hall (Helsinki, Finlandia) a quienes asistieron a la ceremonia de entrega del premio Unesco/Guillermo Cano de Libertad de Prensa, en una carta que leyó su madre, Elmira Ismayilova, quien recibió la distinción por su hija.
A Khadija Ismayilova no le permitieron ni siquiera leer las palabras que había preparado para el día en que leerían su condena. Luego de un juicio a puerta cerrada, en septiembre de 2015 escuchó de boca de un juez que ella, una de las periodistas más reconocidas en su natal Azerbaiyán por sus investigaciones de corrupción estatal, debía pasar siete años y medio de su vida en prisión por cargos como abuso de poder. “Quizá yo esté en prisión, pero mi trabajo seguirá”, fue lo poco que alcanzó a decir.
“La humanidad sufre cuando callan a los periodistas. Es por eso que alguna gente cree que los ataques fatales contra ellos constituyen un crimen de lesa humanidad. A ustedes les pido no que alaben mi trabajo o mi coraje, sino que se dedican al trabajo que cada uno de ustedes puede hacer en nombre de la libertad de prensa y la justicia”, continuó Khadija Ismayilova en su carta.
Sus valerosas denuncias y su trabajo constante la pusieron en el radar del Gobierno de su país tanto como en el radar de colegas y organizaciones internacionales que, desde que fue sentenciada, exigen su libertad. Este 3 de mayo, que la Unesco celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa en el Finlandia Hall, en Helsinki, no ha sido distinto. Recién empezado el evento, un grupo de personas se reunió en una escalera, con letreros en sus manos, para demandar una vez más: #FreeKhadija. Liberen a Khadija.
La famosa periodista Christiane Amanpour, jefe de corresponsales internacionales de CNN y embajadora de buena voluntad de la Unesco, llegó al evento sosteniendo un pequeño cartel en sus manos en el que pedía lo mismo que tantos: la libertad de Khadija Ismayilova. Aquí en Helsinki, donde el invierno ha durado más de la cuenta, Khadija Ismayilova está presente a través de quienes como Amanpour la recuerdan en público y de su madre, quien vino a ser espectadora de cómo su hija, aun en la cárcel, recibe uno de los galardones más prestigiosos que existen en el mundo del periodismo.
“Estos son tiempos difíciles para el periodismo. Los asesinatos y las amenazas contra los periodistas aumentan, y los mecanismos que lo facilitan se están volviendo más sofisticados. El acceso limitado a la información, así como los intereses económicos complejos tras los gobiernos y las corporaciones, son grandes obstáculos para quienes tratan de revelar la verdad. Afortunadamente, personas como Khadija Ismayilova existen para recordarnos el camino ético que nos devuelve la dignidad y habla en nombre del honor del periodismo”, expresaron los voceros de la Fundación Guillermo Cano poco antes de que la madre de la periodista de Azerbaiyán recibiera el premio de su hija.
Con esta van 20 veces que se entrega el premio Unesco/Guillermo Cano de Libertad de Prensa. Uno de los galardonados que más resalta es la reportera rusa Anna Politovskaya, quien incomodó por años al gobierno de su país documentando el conflicto en Chechenia. Se le otorgó el reconocimiento en 2007 de manera póstuma pues, el 7 de octubre de 2006, fue asesinada en Moscú, en la puerta de su casa. Se le ha entregado a periodistas de todo el mundo: China, Siria, Nigeria, Myanmar. Entre los latinoamericanos hay periodistas de México, Cuba y Chile. (Esta es la lista de todos los ganadores). Ningún colombiano.
El premio Guillermo Cano fue constituido en 1997 y lleva el nombre del director de El Espectador, asesinado el 17 de diciembre de 1986 mientras salía de las instalaciones del periódico en Bogotá. Cano se había convertido en enemigo de Pablo Escobar, jefe del cartel de Medellín, luego de pasar años señalando cómo el narcotráfico permeaba cada vez más la sociedad colombiana y de haber expuesto que Escobar, entonces representante a la Cámara, era un narcotraficante. Su caso, aunque declarado de lesa humanidad, muy poco ha avanzado en estos casi 30 años.
En palabras de la Unesco: “El destino que corrió Guillermo Cano ejemplifica el precio que pagan los periodistas en el mundo por ejercer su profesión. Los periodistas son encarcelados y maltratados cada día y que estos crímenes se queden la mayoría sin castigo es aun más alarmante”.