La representación: radiografía del cine afro en Latinoamérica
Recorrido por las producciones que cuentan las problemáticas de la población afro en el continente, más allá de la influencia del cine norteamericano.
Laura Silva – Especial para El Espectador
Somos testigos de que el cine estadounidense ha llevado una evolución cultural y racial por más de 100 años, desde la época de la histórica y criticada película de D. W. Griffith Birth of a Nation (1915), pasando por Hattie McDaniel, primera mujer negra en ganar un Óscar por “Lo que el viento se llevó”. Las leyes de segregación racial de la época impidieron que celebrara el reconocimiento. Debemos reconocer la importancia del movimiento por los derechos civiles entre 1956 y 1969, que se empezó a gestar por el asesinato de Emmett Till en 1955 y la encarcelación de Rosa Parks el mismo año y que eventualmente permitió que se grabara una película como “In the Heat of the Nigth” (1967), protagonizada por Sidney Poitier, quien buscó representar en sus papeles la lucha racial, convirtiéndose así en un referente de toda una comunidad. Directores como Spike Lee y Jordan Peele han continuado con el legado.
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Somos testigos de que el cine estadounidense ha llevado una evolución cultural y racial por más de 100 años, desde la época de la histórica y criticada película de D. W. Griffith Birth of a Nation (1915), pasando por Hattie McDaniel, primera mujer negra en ganar un Óscar por “Lo que el viento se llevó”. Las leyes de segregación racial de la época impidieron que celebrara el reconocimiento. Debemos reconocer la importancia del movimiento por los derechos civiles entre 1956 y 1969, que se empezó a gestar por el asesinato de Emmett Till en 1955 y la encarcelación de Rosa Parks el mismo año y que eventualmente permitió que se grabara una película como “In the Heat of the Nigth” (1967), protagonizada por Sidney Poitier, quien buscó representar en sus papeles la lucha racial, convirtiéndose así en un referente de toda una comunidad. Directores como Spike Lee y Jordan Peele han continuado con el legado.
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Pero, y si nos vamos un poco hacia el sur del continente, ¿qué encontraríamos? En México, Cuba, Argentina y Colombia, por solo nombrar algunos países, se han llevado unos procesos particulares, muy diferentes a los de Estados Unidos.
Colombia
Ya desde 1969 se vio un interés por hacer cine en Colombia de la mano de extranjeros. Para la película Queimada, en la que también participó Marlon Brando, Evaristo Márquez, nacido en San Basilio de Palenque, fue seleccionado para actuar la historia de José Dolores, un hombre en busca de la libertad de su pueblo, el primer afrocolombiano en protagonizar una película. El camino a la fama lo llevó a actuar en cuatro películas más y a extrañar tanto su natal Palenque que prefirió dejar las cámaras para retomar el pastoreo.
Como lo planteo el periodista William Martínez, hoy existen más festivales de cine negro que nunca. Hay muestras en las cinematecas del país, hay inventarios bien estructurados, los públicos han aumentado significativamente en las proyecciones de estas películas y se creó el primero consejo audiovisual afro en el país, Wida Monikongo.
A las salas de cine llegó Chocó (2012) de Jhonnny Hendrix Hinestroza, convirtiéndose en la primera película taquillera realizada por un director negro nacido en la costa pacífica. Entre 2010 y 2017 se estrenaron 196 películas dentro del llamado surgimiento del cine colombiano, y en las que podemos resaltar películas como La playa D.C. (2012) de Juan Andrés Arango, La sociedad del semáforo (2010) de Rubén Mendoza, Siembra (2016) de Ángela Osorio y Santiago Lozano, Keyla (2017) de Viviana Gómez y El día de la cabra (2017) de Samir Oliveros.
Para Jorge Duque, productor del Festival de Cine Afro Ananse en Cali en 2022, el problema en películas como Perro come perro (2008) y El vuelo del cangrejo (2009) de Óscar Ruiz Navaja, es que algunos negros no se llegan a identificar con las historias contadas, que además suelen tener presentes temas como el del desplazamiento y la violencia que lo identifica, y se encasilla a los personajes en la exoticidad del folclor y las habilidades deportivas.
En El vuelco del cangrejo (2009), por ejemplo, algunos habitantes de La Barra, una playa de Buenaventura, utilizan acentos y dichos típicos de Quibdó. Ese tipo de distorsiones, cuenta, desconcertaron a muchas de las personas afro que vieron la película en Cali. “Hubo un choque cultural porque el director no fue capaz de diferenciar ese matiz, que a la vista del gran público no se nota, porque para la mayoría de colombianos, todos los negros hablamos igual”, dijo Duque en entrevista para Arcadia.
Si bien históricamente ya se habían realizado denuncias del racismo y la desigualdad que vive la población negra en Colombia, esto se había visto desde la visión blanca o mestiza, por lo que lo logrado por Jhonny Hendrix en Chocó, su ópera prima, ha abierto nuevas posibilidades para directores y directoras de cine que buscan contar sus historias desde otros rincones del país.
Aunque en materia audiovisual han existido avances, el trabajo de Hendrix no se salva de la crítica. Para algunos críticos, en Chocó se hizo una representación equívoca de la familia negra chocoana, a lo que él responde que la idea era hacer una denuncia al machismo y la minería que rompió las barreras nacionales y encontró un público extranjero que se relacionó con la historia. Para el director existen dos problemáticas aún más necesarias de atacar: la obligada separación del “cine afro” en un país racista que obliga a hacer estas distinciones para sobrevivir y las pocas posibilidades que tienen algunos para acceder a las convocatorias del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico. Esto, sumado a la dificultad de hacer cine en el país, lleva a que las películas se estanquen en los festivales y no lleguen a las salas de cine.
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Al avance es innegable y la producción ha ido en aumento; hay una representación más consolidada de nuevas propuestas por mujeres y hombres afrocolombianos. Sin embargo, nuevamente, como dice William Martínez, “se corre el riesgo de desaparecer si no se evoluciona”.
“Más que una realidad, somos una tendencia”, afirma tajante Duque, quien dice que la afro colombianidad es un tema de moda, alentado por los discursos multiculturales que han enarbolado los últimos gobiernos y que mientras esté en boga habrá estímulos, becas y ciertas oportunidades. “Pero ¿qué pasará cuando ya no estemos de moda? En ese momento sabremos si solo fuimos una tendencia, si seguiremos casi invisibles, o si somos una realidad”.
México y Argentina
En dos de los países con una industria cinematográfica consolidada, existe un problema latente: el desconocimiento de su población negra y la negación de un racismo normalizado. En el primero, históricamente se ha recurrido a ciertos estereotipos. Por un lado, el de la mujer negra que carece de todo aspecto atractivo y que ayuda en casa de una familia blanca. Por ejemplo, en Angelitos negros de 1948, se recurre al blackface, que consiste en maquillar a una persona para que su piel se vea más oscura.
Por otro, como dice Itza Varela, Maestra en Estudios Latinoamericanos por la UNAM, se empleó el recurso de las mujeres fiesteras y los músicos que iban con ellas: “La idea de las mujeres negras-afrodescendientes como cuerpos sexualmente disponibles (…); por otro lado, la idea del varón negro afrodescendiente es la de un ser bohemio, ligado a la música, la sensualidad y la sexualidad”. Estos filmes se fueron más hacia el lado del Blaxploitation o explotación negra, que se puede ver en películas como Fuego negro (1979), que al estilo de película del Oeste narra la historia de un esclavo que se opone a su amo blanco, pero que está enamorado de la hija de este.
La población afro se reconoció constitucionalmente como una etnia que conforma la república mexicana solo hasta 1997, con la creación de México Negro A.C. Para 2015 la población negra era de 1,4 millones, o sea el 1,2% de la población mexicana, y no han sido reconocidos oficialmente como una minoría por lo que no pueden recibir fondos para la cultura y la salud pública.
*Cimarrón Producciones - Profesional en Estudios Literarios