Las mujeres de la ficción y la realidad que desafían
La académica e investigadora Karol Valderrama Burgos, autora del libro “Mujer, diversidad y cine en Colombia. Perspectivas de género e imágenes de la mujer en el siglo XXI”, habló para El Espectador sobre esta investigación que indaga sobre la representación de la mujer en el cine colombiano, analizando 12 películas contemporáneas.
Mateo Medina Escobar
El silencio, la sumisión y la invisibilidad han sido recurrentes en los personajes femeninos a lo largo de la historia del cine colombiano. Las temáticas religiosas y en torno a la guerra ayudaron a formar este imaginario en el audiovisual. Desde la Ley de Cine de 2003, que permitió un crecimiento exponencial en la industria nacional, y con la consecuente llegada de cientos de nuevas producciones, la mujer como personaje en la ficción se ha transformado con respecto a algunas de las representaciones que ha tenido históricamente.
Karol Valderrama Burgos, académica e investigadora, analizó 12 películas de los últimos 20 años para presentar un documento que aborda la representación de la mujer en el cine colombiano. “Hábitos sucios” (2003), “Rosario Tijeras” (2005), “Entre sábanas” (2008), “Retratos en un mar de mentiras” (2010), “La vida ‘era’ en serio” (2011), “Sofia y el terco” (2012), “Señoritas” (2013), “Alias María” (2015), “La luciérnaga” (2016), “La sargento Matacho” (2017), “Una mujer” (2017) y “¿Cómo te llamas?” (2018) fueron las cintas que seleccionó para el estudio.
La investigadora eligió estas películas porque, aunque ofrecen “imágenes aparentemente convencionales de mujeres patriarcales, mirándolas más de cerca, desafían al género y las normas sociales”. Además, para la elección filmográfica tuvo en cuenta la accesibilidad de este cine en Escocia, país donde reside y trabaja como profesora. Por cinco años Valderrama estudió estas películas y notó algunas de las constantes y transgresiones en la representación de las mujeres.
La colombiana dejó el país para estudiar, y al sentir que tenía una deuda con Colombia en términos de consumo cultural, se adentró en el audiovisual del país. “Haciendo la Maestría me acerco al cine colombiano”, cuenta Karol Valderrama, quien habló para El Espectador. La investigadora recordó también que su interés por el séptimo arte venía desde muy niña.
“Siempre tuve un interés por lo audiovisual, particularmente por el entender las historias, querer saber en qué iban a terminar”. Esa curiosidad se desarrolló y más adelanté reconoció el impulso por conocer las razones de la representación de la mujer en el cine. “Me cuestiona mucho saber cómo la mujer está siendo contada. A eso yo conectaba también las historias personales de mis abuelas, mis tías, mi mamá, primas, amigas e incluso mi propia vida”.
Desde niña Valderrama discutió sobre cine con sus amigas y el imaginario que esté estaba construyendo en ellas. “Recuerdo que hablamos de la necesidad de una escena de sexo para que una película fuera interesante. Eso ya empezó a levantarme las alertas y de cuestionarme por qué tiene que haber eso en una historia. Me di cuenta de cómo el cine estaba permeado por todas estas formas de contar y de ver la realidad”.
La curiosidad de la académica por entender a los personajes ficticios femeninos quedó evidenciada en su primer libro, titulado “Mujer, diversidad y cine en Colombia. Perspectivas de género e imágenes de la mujer en el siglo XXI”, publicado a finales del año pasado. “Hay un código de género que determina un personaje: la mujer silenciosa y oprimida. La mujer que está queriendo escapar o que está atrapada en la guerra y está también esta figura de mujer que está tratando de entender su sexualidad y sus deseos”, explica.
Esa fue una de las maneras en las que dividió los bloques de su análisis. “Había otras vertientes, por ejemplo, la más dominante, que casi todas las figuras femeninas tendían a ser secundarias en la narrativa. Había poco para explorar desde el centro de las historias”, asegura la investigadora, que se encontró con pocos roles protagónicos femeninos.
“Hay una alta influencia de códigos y lógica heteropatriarcal que define no solamente al país, sino a sus productos culturales como el cine. Eventualmente, se abre una puerta en donde ya podemos narrar una historia que no se define desde esa estructura”, asegura la investigadora, que, aunque dice que hay una fuerte crítica contra las nuevas formas de contar historias en el cine nacional, también está posibilitando otras formas de mirar y narrar.
“Este libro explora e invita a celebrar representaciones diversas y emergentes de la mujer entendiendo el silencio y la sumisión como factores subversivos, los tipos de emancipación de la mujer dentro de grupos al margen de la ley, la sexualidad y el deseo de las mujeres como agentes de cambio al hablar de la feminidad”.
La investigadora rescata los nombres de cineastas que han trabajado en la industria colombiana, quienes exploran y transgreden los límites de lo que ha sido el cine nacional históricamente. “Es inevitable mencionar el cine de Ruth Caudeli (española que ha desarrollado su cine en Colombia). Ella abre una nueva ola, casi que, con una película por año, en las cuales particularmente se interesa por la mujer diversa.
Laura Huertas también marca una pauta importante. Aunque sabemos que el hecho de ser mujeres no implica que no caigan en la misma ruta dominante. Hay unas narrativas diferentes en donde se exploran formatos y narrativas. También se crean historias donde se relaciona más lo sensorial (...) Vale la pena rescatar otro nombre. El de Libia Stella Gómez, una mujer que ha sido clave e influyente en el cine de Colombia”.
El silencio, la sumisión y la invisibilidad han sido recurrentes en los personajes femeninos a lo largo de la historia del cine colombiano. Las temáticas religiosas y en torno a la guerra ayudaron a formar este imaginario en el audiovisual. Desde la Ley de Cine de 2003, que permitió un crecimiento exponencial en la industria nacional, y con la consecuente llegada de cientos de nuevas producciones, la mujer como personaje en la ficción se ha transformado con respecto a algunas de las representaciones que ha tenido históricamente.
Karol Valderrama Burgos, académica e investigadora, analizó 12 películas de los últimos 20 años para presentar un documento que aborda la representación de la mujer en el cine colombiano. “Hábitos sucios” (2003), “Rosario Tijeras” (2005), “Entre sábanas” (2008), “Retratos en un mar de mentiras” (2010), “La vida ‘era’ en serio” (2011), “Sofia y el terco” (2012), “Señoritas” (2013), “Alias María” (2015), “La luciérnaga” (2016), “La sargento Matacho” (2017), “Una mujer” (2017) y “¿Cómo te llamas?” (2018) fueron las cintas que seleccionó para el estudio.
La investigadora eligió estas películas porque, aunque ofrecen “imágenes aparentemente convencionales de mujeres patriarcales, mirándolas más de cerca, desafían al género y las normas sociales”. Además, para la elección filmográfica tuvo en cuenta la accesibilidad de este cine en Escocia, país donde reside y trabaja como profesora. Por cinco años Valderrama estudió estas películas y notó algunas de las constantes y transgresiones en la representación de las mujeres.
La colombiana dejó el país para estudiar, y al sentir que tenía una deuda con Colombia en términos de consumo cultural, se adentró en el audiovisual del país. “Haciendo la Maestría me acerco al cine colombiano”, cuenta Karol Valderrama, quien habló para El Espectador. La investigadora recordó también que su interés por el séptimo arte venía desde muy niña.
“Siempre tuve un interés por lo audiovisual, particularmente por el entender las historias, querer saber en qué iban a terminar”. Esa curiosidad se desarrolló y más adelanté reconoció el impulso por conocer las razones de la representación de la mujer en el cine. “Me cuestiona mucho saber cómo la mujer está siendo contada. A eso yo conectaba también las historias personales de mis abuelas, mis tías, mi mamá, primas, amigas e incluso mi propia vida”.
Desde niña Valderrama discutió sobre cine con sus amigas y el imaginario que esté estaba construyendo en ellas. “Recuerdo que hablamos de la necesidad de una escena de sexo para que una película fuera interesante. Eso ya empezó a levantarme las alertas y de cuestionarme por qué tiene que haber eso en una historia. Me di cuenta de cómo el cine estaba permeado por todas estas formas de contar y de ver la realidad”.
La curiosidad de la académica por entender a los personajes ficticios femeninos quedó evidenciada en su primer libro, titulado “Mujer, diversidad y cine en Colombia. Perspectivas de género e imágenes de la mujer en el siglo XXI”, publicado a finales del año pasado. “Hay un código de género que determina un personaje: la mujer silenciosa y oprimida. La mujer que está queriendo escapar o que está atrapada en la guerra y está también esta figura de mujer que está tratando de entender su sexualidad y sus deseos”, explica.
Esa fue una de las maneras en las que dividió los bloques de su análisis. “Había otras vertientes, por ejemplo, la más dominante, que casi todas las figuras femeninas tendían a ser secundarias en la narrativa. Había poco para explorar desde el centro de las historias”, asegura la investigadora, que se encontró con pocos roles protagónicos femeninos.
“Hay una alta influencia de códigos y lógica heteropatriarcal que define no solamente al país, sino a sus productos culturales como el cine. Eventualmente, se abre una puerta en donde ya podemos narrar una historia que no se define desde esa estructura”, asegura la investigadora, que, aunque dice que hay una fuerte crítica contra las nuevas formas de contar historias en el cine nacional, también está posibilitando otras formas de mirar y narrar.
“Este libro explora e invita a celebrar representaciones diversas y emergentes de la mujer entendiendo el silencio y la sumisión como factores subversivos, los tipos de emancipación de la mujer dentro de grupos al margen de la ley, la sexualidad y el deseo de las mujeres como agentes de cambio al hablar de la feminidad”.
La investigadora rescata los nombres de cineastas que han trabajado en la industria colombiana, quienes exploran y transgreden los límites de lo que ha sido el cine nacional históricamente. “Es inevitable mencionar el cine de Ruth Caudeli (española que ha desarrollado su cine en Colombia). Ella abre una nueva ola, casi que, con una película por año, en las cuales particularmente se interesa por la mujer diversa.
Laura Huertas también marca una pauta importante. Aunque sabemos que el hecho de ser mujeres no implica que no caigan en la misma ruta dominante. Hay unas narrativas diferentes en donde se exploran formatos y narrativas. También se crean historias donde se relaciona más lo sensorial (...) Vale la pena rescatar otro nombre. El de Libia Stella Gómez, una mujer que ha sido clave e influyente en el cine de Colombia”.