Las "niñas" polémicas de la televisión
La serie estadounidense Girls ha causado polémica entre el público y los críticos.
Redacción Cultura
El 13 de enero se estrenó la tercera temporada de Girls, una serie del canal HBO escrita, dirigida y protagonizada por la estadounidense Lena Dunham. Hasta el momento la serie ha sido polémica, y ha suscitado debates alrededor de sus posibles políticas feministas. La alaban por la descripción y caracterización de la amistad e intimidad de unas mujeres jóvenes, pero también ha sido tachada de racista y clasista.
Catherine Scott, del periódico británico The Independent, se pregunta qué hay de feminista en una serie donde las mujeres negras, latinas y asiáticas son dejadas de lado casi por completo, siendo que se desarrolla en Nueva York, una de las ciudades más diversas y multiculturales del mundo. Por el contrario, Kerensa Cadenas, de Ms.
Magazine, afirma que, a pesar de su falta de conciencia alrededor de cuestiones como la raza y la clase, Girls da otra lucha, centrándose en dilemas feministas (¿o femeninos?) que asedian la vida de las mujeres contemporáneas, como el aborto, el machismo, la percepción y aceptación del propio cuerpo, las drogas y el alcohol, las relaciones interpersonales, el futuro laboral incierto al que se enfrentan unas recién graduadas en un mundo cada vez más exigente y competitivo. Estos dilemas no aparecen ocasionalmente: son el foco, el eje, la dirección de la serie.
Scott dice: ¿Por qué debería ser celebrado el feminismo con un programa de televisión que representa a unas mujeres interesadas solo en sí mismas, cuya protagonista tiene las más deprimentes y degradantes relaciones sentimentales imaginables? Más bien, la pregunta debería ser: ¿Por qué hablar de feminismo solo por el hecho de que son mujeres las que protagonizan la serie? Más que estar inscrita en una agenda feminista, la serie retrata, muestra, representa, y se burla de una realidad. Se trata, más bien, de un realismo desgarrado. Es cruda, y si cae en frivolidades lo hace porque la vida misma es frívola a veces. Por eso es, además, una serie sencilla, porque la vida no es exagerada y rara vez pasan cosas extraordinarias. Girls presenta la rutina, común y corriente, de unas veinteañeras desubicadas.
Por hablar de temas sensibles y tabúes sociales (es ahí cuando empieza a ser crítica, sin dejar de ser divertida), y por mostrar a sus personajes en situaciones no necesariamente agradables, es que la serie resulta incómoda para algunos. Pero si los libros, las películas y ahora las series (que cada vez se vuelven más populares, y mejores) hablaran de cuestiones o experiencias de vida solo alentadoras, serían todos mentira. No ficción, sino mentira.
Al contrario, Girls es una serie honesta. No vacía, honesta, porque se atreve a mostrar sin adornos las preocupaciones de los personajes, y también sus caprichos imbéciles. Está cargada de ironía y de humor negro e inteligente que atenúa o ridiculiza el vacío existencial de estas jóvenes, cuyo futuro es todavía gris, y para ellas angustiante. La escritora, directora, productora y actriz se enfrenta a sus miedos emocionales, profesionales y autorales, y lo que resulta es una serie (que es también su catarsis, donde el cuerpo es su arma) en la que la realidad se confunde con la ficción, la ficción con la autobiografía, y la autobiografía aparece con su inevitable estrechez de mirada, que obliga a expresar las cosas como uno las vive, las ve, las siente.
La serie hay que verla tomándosela con humor. El problema está en creer que lo que alguien dice o muestra del mundo quiere pasar por verdad única e inamovible sobre todo lo que existe. Girls muestra lo que les pasa a unas niñas de veinte y tantos en Nueva York; las muestra a ellas, con sus ansiedades y problemas, directamente relacionados con su posición socio-económica. Esta serie no habla de todas las mujeres, ni de todas las poblaciones, ni de todas las clases sociales. Habla de unas mujeres, y muchas veces se burla de ellas. No es que sea excluyente, es que afortunadamente no pretende abarcarlo todo.
Es cierto que en la segunda temporada todo se vuelve más previsible y menos creíble, pero la tercera llega con fuerza, y presenta unos personajes más decididos y un poco más listos para hacerle frente a sus propias y pequeñas derrotas.
El 13 de enero se estrenó la tercera temporada de Girls, una serie del canal HBO escrita, dirigida y protagonizada por la estadounidense Lena Dunham. Hasta el momento la serie ha sido polémica, y ha suscitado debates alrededor de sus posibles políticas feministas. La alaban por la descripción y caracterización de la amistad e intimidad de unas mujeres jóvenes, pero también ha sido tachada de racista y clasista.
Catherine Scott, del periódico británico The Independent, se pregunta qué hay de feminista en una serie donde las mujeres negras, latinas y asiáticas son dejadas de lado casi por completo, siendo que se desarrolla en Nueva York, una de las ciudades más diversas y multiculturales del mundo. Por el contrario, Kerensa Cadenas, de Ms.
Magazine, afirma que, a pesar de su falta de conciencia alrededor de cuestiones como la raza y la clase, Girls da otra lucha, centrándose en dilemas feministas (¿o femeninos?) que asedian la vida de las mujeres contemporáneas, como el aborto, el machismo, la percepción y aceptación del propio cuerpo, las drogas y el alcohol, las relaciones interpersonales, el futuro laboral incierto al que se enfrentan unas recién graduadas en un mundo cada vez más exigente y competitivo. Estos dilemas no aparecen ocasionalmente: son el foco, el eje, la dirección de la serie.
Scott dice: ¿Por qué debería ser celebrado el feminismo con un programa de televisión que representa a unas mujeres interesadas solo en sí mismas, cuya protagonista tiene las más deprimentes y degradantes relaciones sentimentales imaginables? Más bien, la pregunta debería ser: ¿Por qué hablar de feminismo solo por el hecho de que son mujeres las que protagonizan la serie? Más que estar inscrita en una agenda feminista, la serie retrata, muestra, representa, y se burla de una realidad. Se trata, más bien, de un realismo desgarrado. Es cruda, y si cae en frivolidades lo hace porque la vida misma es frívola a veces. Por eso es, además, una serie sencilla, porque la vida no es exagerada y rara vez pasan cosas extraordinarias. Girls presenta la rutina, común y corriente, de unas veinteañeras desubicadas.
Por hablar de temas sensibles y tabúes sociales (es ahí cuando empieza a ser crítica, sin dejar de ser divertida), y por mostrar a sus personajes en situaciones no necesariamente agradables, es que la serie resulta incómoda para algunos. Pero si los libros, las películas y ahora las series (que cada vez se vuelven más populares, y mejores) hablaran de cuestiones o experiencias de vida solo alentadoras, serían todos mentira. No ficción, sino mentira.
Al contrario, Girls es una serie honesta. No vacía, honesta, porque se atreve a mostrar sin adornos las preocupaciones de los personajes, y también sus caprichos imbéciles. Está cargada de ironía y de humor negro e inteligente que atenúa o ridiculiza el vacío existencial de estas jóvenes, cuyo futuro es todavía gris, y para ellas angustiante. La escritora, directora, productora y actriz se enfrenta a sus miedos emocionales, profesionales y autorales, y lo que resulta es una serie (que es también su catarsis, donde el cuerpo es su arma) en la que la realidad se confunde con la ficción, la ficción con la autobiografía, y la autobiografía aparece con su inevitable estrechez de mirada, que obliga a expresar las cosas como uno las vive, las ve, las siente.
La serie hay que verla tomándosela con humor. El problema está en creer que lo que alguien dice o muestra del mundo quiere pasar por verdad única e inamovible sobre todo lo que existe. Girls muestra lo que les pasa a unas niñas de veinte y tantos en Nueva York; las muestra a ellas, con sus ansiedades y problemas, directamente relacionados con su posición socio-económica. Esta serie no habla de todas las mujeres, ni de todas las poblaciones, ni de todas las clases sociales. Habla de unas mujeres, y muchas veces se burla de ellas. No es que sea excluyente, es que afortunadamente no pretende abarcarlo todo.
Es cierto que en la segunda temporada todo se vuelve más previsible y menos creíble, pero la tercera llega con fuerza, y presenta unos personajes más decididos y un poco más listos para hacerle frente a sus propias y pequeñas derrotas.