Lisa Azuelos: “No tengo la capacidad física de preocuparme por mis hijos”
La directora y guionista francesa habla para El Espectador de “El libro de los deseos”, su nueva película. Antes de un trágico accidente, Louis, un niño de 12 años, escribe en su diario las “10 cosas que hay que hacer antes del fin del mundo”. Thelma, interpretada por Alexandra Lamy, hace lo posible para que las cumpla una a una. La película está inspirada en la novela “La chambre des merveilles” de Julien Sandrel.
De los mismos creadores de La familia Bélier y Coda, esta semana llega EL LIBRO DE LOS DESEOS, un emotivo drama sobre una madre quien decide cumplir todos los sueños de su hijo de doce años, sumido en un coma profundo. Un viaje que la llevará mucho más lejos de lo que imaginaba.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
De los mismos creadores de La familia Bélier y Coda, esta semana llega EL LIBRO DE LOS DESEOS, un emotivo drama sobre una madre quien decide cumplir todos los sueños de su hijo de doce años, sumido en un coma profundo. Un viaje que la llevará mucho más lejos de lo que imaginaba.
Protagonizada por Alexandra Lamy (Tout le monde debout), Muriel Robin (Jacqueline Sauvage) y Xavier Lacaille (Le parlement), esta honesta y esperanzadora película se estrenará en nuestro país este jueves 3 de agosto, con distribución de Cine Colombia. De la directora Lisa Azuelos (Dalida; LOL) y con guion de Juliette Sales y Fabien Suarez, EL LIBRO DE LOS DESEOS es una adaptación de la exitosa novela de Julien Sandrel, que ha sido traducida a 20 idiomas.
En ella se narra la historia de Thelma, una madre cuya vida da un vuelco cuando su hijo es víctima de un accidente de tránsito y su existencia queda pendiendo de un hilo. Tras encontrar en el diario del niño una lista de “las 10 cosas que hay que hacer antes del fin del mundo” y convencida de que puede demostrarle que vale la pena luchar por su vida, ella emprende un viaje por Portugal, Gran Bretaña y Japón, para realizarlas. Una aventura en la que se topará con personajes entrañables, diversidad de experiencias y con sus propias ganas de “vivir cada día como si fuera el último”.
“Esta película muestra que uno puede reconectarse con la materia viva de la existencia y que la experiencia cambia la presuposición. Vivir es un baile con los sueños, la realidad y cómo todo te cambia. ¡Diría que “El libro de los deseos” es un poco como un “Come, reza, ama” a la francesa! Muestra cómo enfrentar tu zona de confort... Es la historia de una madre que, para devolverle la vida a su hijo, se devolverá a la vida”. dice la directora Lisa Azuelos.
Una historia que se ilumina con la música original de Bonjour Meow y los paisajes, colores y luces capturados por sus tres directores de fotografía: Guillaume Schiffman, para las escenas de París, Christophe Offenstein en las de Portugal y Léo Hinstin en Japón. Todo esto sin contar la inmersión con las ballenas en la Polinesia. También hay que resaltar las actuaciones de su elenco, donde participan los actores Hugo Questel, Martine Schambacher, Hiroki Hasegawa, Ellie (Chim Pom), Eyed Meguedmini, Carima Amarouche y Eye Haïdara, quienes nos recuerdan en cada una de sus apariciones las cosas esenciales de la vida.
En entrevista, Lisa Azuelos habla sobre esta película.
¿Por qué esta historia le atrajo tanto?
Este proyecto llegó en un momento de mi vida en el que estaba harta de mí misma. Ya no quería hacer películas, quería dejar de tocar temas tan personales como lo hice desde mis comienzos como directora. Después de “Mi bebé” (Mon bébé) tuve la sensación de haberlo hecho todo: mi último hijo se había ido de casa, tenía la impresión de no tener nada más que contar, de envejecer, en fin. Estaba pasando por una especie de menopausia cinematográfica. Fue el productor Philippe Rousselet quien me ofreció rodar esta película, fuera de cualquier reunión profesional, durante una conversación amistosa.
Escuché a Philippe, le pedí que me enviara el guion y las cosas se fueron acomodando paso a paso. A menudo creemos que elegimos las películas que hacemos, pero creo que es exactamente lo contrario. Es más, cuando supe que Alexandra Lamy estaba adjunta al proyecto, me convencí definitivamente. Somos buenas amigas desde hace más de 10 años y queríamos trabajar juntas desde hace mucho tiempo. Con ella sabía que me iba a divertir, aunque el tema de la película es bastante serio.
Las relaciones entre padres e hijos, la dificultad de ser mamá, entre otros temas, se cruzan también en El libro de los deseos. ¿Por qué?
A veces nos necesitamos para entendernos a nosotros mismos y creo que esta película fue “mi otro yo”. Pude explorar facetas de mi personalidad que conocía poco o mal. La relación madre-hijo, por ejemplo. He hablado mucho sobre los vínculos entre una madre y su hija, pero también tengo un varón y nunca he tocado este tema.
Como madre, ¿tiene ese miedo, a veces irracional, de algunos padres frente a lo que les puede pasar gravemente a los niños, como Louis en la película?
Para nada. Hice una especie de pacto en mi mente con Dios o la vida: “De mí depende que mis hijos estén bien, el resto te lo dejo a ti”. Así que nunca me preocupé, tanto que cada vez que mi hijo viene a verme en moto, me sigo sorprendiendo. En realidad, no tengo la capacidad física de preocuparme por mis hijos.
¿Cómo imaginó las diferentes partes de la película? El accidente de Louis, su hospitalización y luego la realización de sus sueños por parte de su madre.
Reescribí mucho el guion antes de filmar pero también durante el rodaje, de una manera bastante orgánica. Al principio, la historia era mucho más “comedia”, pero al filmar las escenas del hospital con Louis, por ejemplo, nos dimos cuenta con Alexandra que ciertas frases del diálogo no coincidían para nada. Este es el límite del trabajo de escribir un guion: de repente, como directora, te das cuenta de que lo esencial es la realidad de la imagen.
También notamos que faltaban algunos elementos, como el momento en que Thelma le habla a Louis sobre su padre. No estaba planeado, lo inventamos durante el rodaje. Lo mismo ocurre con la llegada de Muriel a la historia, que estaba prevista para más adelante.
¿Estas escenas en el hospital también muestran los vínculos que se crean entre las familias de los pacientes a lo largo del tiempo?
Perdí a mis dos padres en muy poco tiempo: a mi madre justo antes de filmar, a mi padre justo después, así que pasé 3 años yendo a hospitales todo el tiempo. Sé por experiencia que hay un tipo de vida cotidiana que se afianza a largo plazo. Es casi como una segunda casa, una segunda familia. Además, en los funerales, agradecemos al personal de enfermería que atendió a nuestros seres queridos. Ellos se convierten en amigos de alguna manera.
Cuando el personaje de Thelma decide hacer realidad los sueños de su hijo, la película nos lleva por todo el mundo: a Portugal, Gran Bretaña y Japón… ¿Cómo entiende esos viajes?
También acepté hacer esta película porque existía ese “exterior”. Sabía que viajar durante este período de luto me podía hacer bien. En ciertas ocasiones fue necesario adaptarse a las limitaciones vinculadas al confinamiento. Japón fue muy incierto hasta el final. En mi opinión, un niño de la edad de Louis lee mangas y obviamente quiere ir a Japón como todos los niños. La preocupación fue que era uno de los países que llevaba más tiempo cerrado y que es muy complicado recrearlo en otro lado.
De repente, en el verano de 2022, hubo una apertura y ahí nos fuimos, y la película fue editada y terminada. Me di cuenta de que este pasaje era importante y que había que darle cierta densidad: en el guion parecía que solo iba para marcar la casilla de otro sueño. No, esta prueba y cada viaje la hacen evolucionar íntimamente, de otra manera todo lo que ella hace sería inútil.
¿Reinventó todo durante el rodaje?
Totalmente. Estábamos en un comité muy pequeño, con cuatro personas, y me imaginé este símbolo del lobo que es el animal tótem de Louis. Fue la energía del lobo la que me guió hasta allí. Tuvimos muy poco tiempo para preparar el rodaje, los japoneses nos dijeron que era muy complicado en el lugar, a menos que tuvieras un gran presupuesto y una larga preparación previa. Así que fue una especie de operación de comando.
La película es muy hermosa, extremadamente elegante...
Quiero destacar el tremendo trabajo de mis tres directores de fotografía. Fue un gran acierto, debido a las filmaciones a veces complicadas y al hecho de que no todos estuvieron libres todo el tiempo. Fue Guillaume Schiffman quien se encargó de toda la parte parisina de la película, luego Christophe Offenstein de las secuencias en Portugal y finalmente Léo Hinstin del segmento japonés. En cuanto a las escenas con las ballenas, que habíamos considerado hacer en 3D, en realidad fue una amiga quien me sugirió que fuera a bucear con ella a la Polinesia. Me fui sin pensarlo mucho y me presentó a una amiga suya en Tahití que trabaja con la National Geographic. Por lo tanto, son sus imágenes sobre mi viaje y mi inmersión con las ballenas las que vemos en la película.
Hablemos de sus intérpretes, empezando por Alexandra Lamy. Deseaba filmar con una amiga. ¿Cómo fueron las cosas en el set?
Filmo a las personas que amo y Thelma es un personaje que ambas creamos, aunque ella lo interprete. Tenemos el mismo oído con Alexandra. Dejábamos de filmar, reflexionábamos y reescribíamos el diálogo juntas hasta quedar satisfechas. Conozco las inmensas cualidades de Alexandra como actriz y no tenía dudas de lo que me iba a entregar frente a la cámara. Siempre quiero que mis actores estén felices en mi set cuando interpretan un personaje. Ellos son los que hacen todo el trabajo y eso es respetable. Nunca tuve la sensación de “dirigir” a mis actores. Hacer una película es un trabajo creativo que hacemos juntos.