Los niños en la guerra
Tiene pena de que sus compañeros de clase se burlen de ella por protagonizar una película. Nadie le creía hasta que vieron el afiche de la cinta. Karen Torres, la protagonista de “Alias María”, habla de su personaje.
Camila Builes
“María y yo nos parecemos en el silencio. Ese silencio que dice muchas cosas. En la película, María casi no habla y Karen en la realidad habla muy poco. En los momentos cuando guardo silencio digo muchas cosas, pienso muchas cosas”. Karen Torres, protagonista de la película Alias María, está sentada en una de las salas de El Espectador. Vino con su papá, Javier, al estreno para medios de la película que protagoniza. Tiene un sombrero negro, unas aretas brillantes. Tiene quince años.
Alias María, rodada en la región del Magdalena Medio (centro de Colombia), donde todavía hay presencia de las Farc y del Eln, relata la experiencia de una niña guerrillera que ve el parto secreto del hijo del comandante. Después de esa escena, María se pregunta todo el tiempo qué hacer con el bebé que ella está esperando.
Si tú fueras María, de trece años, ¿decidirías igual que ella no abortar?
Yo no abortaría. No sé. Es que los niños en la guerra sufren mucho. Sobre todo las mujeres. Sin embargo, la vida va primero.
Cuando Javier Torres ve a su hija hablar, se le inundan los ojos. Sentado a su lado respira profundo, está un poco sonrojado. Karen, por el contrario, luce suelta. Silenciosa.
“Yo conocía superficialmente la guerra en el país. Sabía de los secuestros, de los asesinatos. Sabía de la violencia, pero cuando hice la película me di cuenta del papel de los niños en esta guerra. Antes no tenía una idea muy clara, porque era lo que veía en la televisión. Después de Alias María fue muy difícil entender que los niños son parte de la guerra”.
La película está hecha en la oscuridad. Las escenas nocturnas ocultan cualquier viso de manipulación y envuelven el cine en la penumbra real de la noche. Entre las ramas de los árboles, el rostro de Karen –María– surge de a pocos, sin fuego, en calma. En una de las escenas, María llora incansablemente. Como de verdad, como quien lo necesita. “Pensaba en muchas cosas que me han pasado. Pensaba en la muerte. Siempre es un sentimiento que me atemoriza, que he tenido cerca. Un montón de recuerdos, de imágenes. Se me dio fácil. Luego de la escena seguí llorando, casi no soy capaz de parar”.
¿Tienes hermanos, hermanas o eres hija única?
Se queda en silencio. Mira al papá. “Sí tengo. Tenía. Fallecieron”.
“Tenía mucha pena y mucho miedo de equivocarme y que todos me reclamaran como: ‘Huy eso no se hace así’, y claro que me equivoqué, pero al final todo salió bien. En vez de reclamarme, me hicieron críticas constructivas para hacerlo mejor. Me decían que ¿los nervios para qué? Que me relajara y aprovechara todo lo que estaba pasando. Que viviera el momento. Y así hice y viví cada momento de Alias María”.
“María y yo nos parecemos en el silencio. Ese silencio que dice muchas cosas. En la película, María casi no habla y Karen en la realidad habla muy poco. En los momentos cuando guardo silencio digo muchas cosas, pienso muchas cosas”. Karen Torres, protagonista de la película Alias María, está sentada en una de las salas de El Espectador. Vino con su papá, Javier, al estreno para medios de la película que protagoniza. Tiene un sombrero negro, unas aretas brillantes. Tiene quince años.
Alias María, rodada en la región del Magdalena Medio (centro de Colombia), donde todavía hay presencia de las Farc y del Eln, relata la experiencia de una niña guerrillera que ve el parto secreto del hijo del comandante. Después de esa escena, María se pregunta todo el tiempo qué hacer con el bebé que ella está esperando.
Si tú fueras María, de trece años, ¿decidirías igual que ella no abortar?
Yo no abortaría. No sé. Es que los niños en la guerra sufren mucho. Sobre todo las mujeres. Sin embargo, la vida va primero.
Cuando Javier Torres ve a su hija hablar, se le inundan los ojos. Sentado a su lado respira profundo, está un poco sonrojado. Karen, por el contrario, luce suelta. Silenciosa.
“Yo conocía superficialmente la guerra en el país. Sabía de los secuestros, de los asesinatos. Sabía de la violencia, pero cuando hice la película me di cuenta del papel de los niños en esta guerra. Antes no tenía una idea muy clara, porque era lo que veía en la televisión. Después de Alias María fue muy difícil entender que los niños son parte de la guerra”.
La película está hecha en la oscuridad. Las escenas nocturnas ocultan cualquier viso de manipulación y envuelven el cine en la penumbra real de la noche. Entre las ramas de los árboles, el rostro de Karen –María– surge de a pocos, sin fuego, en calma. En una de las escenas, María llora incansablemente. Como de verdad, como quien lo necesita. “Pensaba en muchas cosas que me han pasado. Pensaba en la muerte. Siempre es un sentimiento que me atemoriza, que he tenido cerca. Un montón de recuerdos, de imágenes. Se me dio fácil. Luego de la escena seguí llorando, casi no soy capaz de parar”.
¿Tienes hermanos, hermanas o eres hija única?
Se queda en silencio. Mira al papá. “Sí tengo. Tenía. Fallecieron”.
“Tenía mucha pena y mucho miedo de equivocarme y que todos me reclamaran como: ‘Huy eso no se hace así’, y claro que me equivoqué, pero al final todo salió bien. En vez de reclamarme, me hicieron críticas constructivas para hacerlo mejor. Me decían que ¿los nervios para qué? Que me relajara y aprovechara todo lo que estaba pasando. Que viviera el momento. Y así hice y viví cada momento de Alias María”.