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Kelley y Saari aportaron a Love & Death una trayectoria intachable en la narración de historias complejas centradas en la mujer. Pero necesitaban un visionario impertérrito que les ayudara a hacer realidad sus ambiciones.
Lesli Linka Glatter (Homeland, Man Men), nominada en ocho ocasiones a los Emmy y ganadora de tres premios del Sindicato de Directores, se enfrentó a un reto especial a la hora de crear un aspecto, una sensación y un tono apropiados para esta historia como directora y productora ejecutiva de la serie.
“Quería profundizar en estos personajes y su mundo, equilibrando al mismo tiempo los cambios tonales de la historia original”, dice Glatter. “La historia trata en gran medida de una versión percibida del clásico sueño americano. Trata de la vida a finales de los 70, una época en la que la gente se casaba a los 22, tenía hijos y la iglesia era su red social. No quería que la narración careciera de frivolidad. La vida no es así. También es una historia que, si no fuera cierta, no se podría inventar”.
Glatter dice que vio un atractivo especial en Candy como protagonista. “Tiene unos agujeros inmensos en el corazón y en el alma, y elige absolutamente lo incorrecto para llenarlos. También había una gran desconexión entre la Candy pública y la privada, lo que no creo que fuera raro entre las mujeres de aquella época”.
Y lo que es más importante, no podían “dejar libre de culpa” a Candy por su terrible acto.
“Siento mucha compasión por ella, pero también por Betty. Ella también estaba atrapada. Y también hay una tragedia que explorar en una cultura que fomentó una incapacidad colectiva para expresar sentimientos”, dice Glatter. “Y eso es lo que quería explorar; no sólo contar una historia sobre un horrible asesinato”.
A pesar de haberse labrado sendos estatus legendarios en la televisión y el cine, Kelley y Glatter nunca habían colaborado antes. Y Glatter dice que desde una de sus primeras conversaciones quedó claro que la suya sería una asociación definida por la equidad. “Estábamos cenando y me dijo: ‘Tú eres el director y yo el guionista’. Al instante nos convertimos en un equipo. Nada de esto podría suceder sin las increíbles palabras de David, y mi trabajo era dar vida a esas palabras”, afirma.
Kelley comenzó su proceso de escritura en diciembre de 2020 - durante el pico de la pandemia COVID 19 - con la intención de escribir las siete horas de la serie. Glatter empezó a buscar localizaciones en Texas en mayo de 2021 y el rodaje comenzó en septiembre de 2021.
A Glatter, nativa de Texas, no se le pasó por alto la novedad de poder rodar en su estado natal, a sólo unas horas de donde tuvieron lugar los acontecimientos de Love & Death hace 42 años. “Me encanta Texas: los espacios abiertos, la sensación de posibilidad”, dice Glatter. “Esta es absolutamente una historia de Texas y el hecho de que yo sea de allí espero que me haya dado aún más compasión y perspectiva”.
Una de las tareas más emocionantes y desalentadoras del equipo fue conseguir el reparto clave de Love & Death, concretamente el papel de Candy Montgomery, un papel que requería que su intérprete poseyera una rara combinación de seriedad, jovialidad y accesibilidad, todo ello en una actriz de treinta y pocos años.
“Cuando leí los increíbles guiones de David, pensé inmediatamente en Elizabeth Olsen”, dice Glatter. “La recordaba de su película revelación [de 2011] Martha Marcy May Marlene. Su carrera es una combinación tan interesante de películas indie provocativas y proyectos comerciales como WandaVision. Lizzie es una actriz increíblemente inteligente y con muchas capas: es muy lista, viene del teatro y estudió literatura rusa en la Universidad de Nueva York. Ella es el verdadero negocio”.
Añade Glatter: “Queríamos que los espectadores se enamoraran de Candy. Era el alma de la fiesta, pero no era todo lo que parecía en la superficie, así que necesitábamos una actriz que pudiera enhebrar esa aguja tan delicada. Elizabeth tenía todo lo que esperábamos”.
Para el papel de Allan Gore, Glatter admite que “sólo podía pensar” en el nominado al Oscar Jesse Plemons (El poder del perro), que es un actor extraordinario. Para el ingeniero-marido de Candy, Pat, a Glatter se le ocurrió: “Dios mío. ¿Y Patrick Fugit?”.
La nominada al Emmy Lily Rabe (American Horror Story) fue elegida para interpretar a la condenada Betty Gore; el nominado al Emmy Tom Pelphrey (Ozark) como el ampuloso abogado de Candy, Don Crowder; y el reparto se completó con aclamados secundarios, como Krysten Ritter (Jessica Jones), Keir Gilchrist (Atypical) y Elizabeth Marvel (Homeland). “Tenemos un reparto de ensueño”, dice Glatter. “También me encantó poder hacer el casting en Texas. Encontramos tantos actores locales geniales”.
Al diseñar su enfoque de dirección para Love & Death, Glatter se vio sorprendida por numerosos momentos “humanos” en los guiones de Kelley, que le sirvieron como potentes recordatorios de su misión. “Quería refinar la propiedad intelectual y hacer que la serie girara en torno a los personajes y la historia: las escenas en la iglesia, el fin de semana de terapia de Encuentro Matrimonial de Allan y Betty... Quería abrazar el ambiente único y a veces humorístico, sin burlarme de él”, dice Glatter.
Dentro de estos pequeños momentos, Glatter tuvo que sortear al menos tres cambios de género muy distintos a lo largo de la serie: el humor negro que subyace al romance de Candy y Allan; el horrible y espantoso asesinato y la posterior investigación policial; y el drama judicial del juicio de Candy.
Estos flujos y reflujos narrativos se fusionan de una forma que eleva el material por encima de su fundamento básico de “crimen real”. “Candy decide tener una aventura, pero no escoge al ‘tío bueno’, sino al simpático barrigón con el que está en el coro de la iglesia. Nada de esto tiene sentido y, sin embargo, es increíblemente conmovedor”, dice Glatter. “Y hablan de ello durante meses antes de actuar. No era lascivo. Era: ‘Vamos a pensarlo durante el almuerzo’. Se trataba de ser vistos y escuchados, no sólo de sexo. Quería interpretar todo eso con respeto y realismo”.
En cuanto a la violencia, “puedo decir sin lugar a dudas que rodar el asesinato fue una experiencia horrible para todos nosotros”, afirma Glatter. “Y queríamos que lo fuera. No queríamos glorificar nada. Basé toda la coreografía en lo que estaba escrito en el libro y en los forenses de la policía. Intentamos ser muy específicos a la hora de vestir la escena: el cuenco del perro, el retrete didáctico del niño, el libro de canciones infantiles. Todo contribuye a la tragedia y el trauma”.
Al concebir las escenas de la sala del tribunal en los episodios 6 y 7, Glatter recordó una película clásica en particular y cómo, a pesar de los acontecimientos del mundo real que describe, consiguió crear una sensación de misterio en el espectador. “Cada vez que veo Todos los hombres del presidente, sigo preguntándome si el final será distinto”, dice Glatter refiriéndose a la película del director Allan Pakula sobre el Watergate (1976), protagonizada por Robert Redford y Dustin Hoffman.
“Eso es lo que quería conseguir también con las escenas del tribunal. Quería que tanto la acusación como la defensa se vieran con la misma fuerza, de modo que uno se pregunta: ‘Dios mío, ¿no va a salir libre? Y claro que sale, pero no es nada alegre. No la declararon ‘inocente’; la declararon ‘inocente’. Nada bueno salió de este calvario para ninguno de los implicados, y para mí fue una prueba increíble de interpretar”, dice Glatter.