Un capítulo del libro “Colombia en el espejo: 70 años de televisión”

Presentamos un capítulo del libro “Colombia en el espejo: 70 años de televisión”, una serie de ensayos para comprender las siete décadas de historia de la televisión en el país. El crítico, periodista y académico Omar Rincón fue uno de los editores del libro y escribió el capítulo “Mapa de la nación en el espejo de los 70 años de la televisión colombiana”.

Omar Rincón * / Especial para El Espectador
15 de junio de 2024 - 07:30 p. m.
Omar Rincón, María Paula Martínez y Luisa Uribe fueron los editores del libro "Colombia en el espejo: 70 años de televisión".
Omar Rincón, María Paula Martínez y Luisa Uribe fueron los editores del libro "Colombia en el espejo: 70 años de televisión".
Foto: Fes Comunicación - Friedrich Ebert Stiftung/Universidad de los Andes, Facultad de Artes y Humanidades

En este relato buscamos revelar algunos aspectos de la televisión que nos digan qué y cómo somos los colombianos. Un relato ficcional no verosímil que nos cuenta un relato del nosotros mismos. Lo hacemos por décadas porque cumplimos 70 años.

1954-1964: Aprendiendo de todo lado

O sobre cómo Colombia tiene un estilo propio desde el primer día

13 de junio de 1954. Primera transmisión de la televisión colombiana. Los transmisores vienen de Alemania, las cámaras de Estados Unidos, el personal técnico de Cuba y el talento en pantalla de Colombia. Nace el espejo en donde nos vemos y conectamos como nación. Desde ese día quedó marcado nuestro estilo: una pantalla política (a servicio del poder de turno: el General Rojas Pinilla celebra su primer año de gobierno con la llegada de la televisión), innovadora en la ficción (teleteatro), buscadora de cultura ilustrada en el mundo (concierto de música académica) que no se logra porque gana el pueblo y lo popular en el humor y la música (desde la primera vez, chistes al estilo Emeterio y Felipe, los tolimenses). Así nació… así siguió… así se quedó.

Al comienzo fue don Bernardo Romero Lozano, teatro ilustrado y culto recitado al estilo radial. Y llegó Seki-Sano que fue la intervención definitiva para crear modelo de ficción colombiana: uno que es oral-radial, pero con actuaciones desde lo interior. Y muy a la colombiana, el poder político al que no le ha gustado que se piense distinto. Cuando no mata expulsa, y Seki-Sano fue desterrado por dos razones: por marxista… y porque proponía otra manera de pensar y hacer la actuación.

Y más risas, Alicia del Carpio con su comedia costumbrista. Este programa duró más de 20 años en pantalla y por él pasaron todos los actores que harían parte de la familia nacional. Y lo que no se resuelve con chistes, se hace bailando. El animador de época don Juan Harvey Caicedo presenta a Lucho Bermúdez y su imitación de big band.

El circo llega con el primer programa que se transmitió en directo: fue la hípica que se convirtió en el evento de variedades de los domingos. Luego vino la vuelta a Colombia en bicicleta que creó una nueva épica nacional: la de los escarabajos en su caballito de acero… y el fútbol con la primera gran hazaña nacional: el 4-4 con Rusia en el mundial de 1962 en Chile. Las imágenes llegaban 48 horas más tarde grabadas en cine que hizo que la emoción del gol olímpico nos quedara por siempre.

Obvio, siempre ha habido noticieros “oficiales” del poder. En esa época debía ser todo en directo o filmado en cine y revelado. La mala noticia fue la explosión el 7 de agosto de 1956 de unos camiones en Cali. Este hecho llevó a que el régimen de Rojas Pinilla entrara en crisis. La noticia buena fue el voto femenino, ya que en 1957 las mujeres ya podrían votar en el plebiscito por el Frente Nacional. Desde entonces la mujer puede elegir y ser elegida. La noticia mundial fue que en octubre de 1958, el Che Guevara, Camilo Cienfuegos y Fidel Castro desde la Sierra Maestra hacen la revolución cubana. Batista, el dictador que gobernaba la isla, huye. Así comienza el gran mito del siglo XX latinoamericano: la Cuba Socialista

El orgullo colombiche fue que el 22 de noviembre de 1961, John F. Kennedy, el presidente de los Estados Unidos, nos visitó y para frenar el influjo cubano crea “la Alianza para el progreso” que apoyará a los países amigos del capitalismo. Ya era época del Frente Nacional y el presidente en ese entonces era Alberto Lleras Camargo. El Frente Nacional (1958-1974) fue el modo en que las élites liberales y conservadoras sacaron al general Rojas y ganaron el poder para ellos.

En Colombia manda dios y creó su minuto en 1955. Este caso es único y de Guinness récord. También aparece otra de nuestras costumbres televisivas: las donaciones y recolectas de dinero para los damnificados.

La noticia de farándula fue ganar Miss Universo con Luz Marina Zuluaga. Su llegada al aeropuerto de Techo es transmitida en directo por la televisora.

Las damas culturales aparecieron con doña Gloria Valencia de Castaño quien es inolvidable por muchos programas como Naturalia, y Marta Traba quien se convirtió en la crítica más importante de arte en Colombia y se inició en la televisión dictando cursos de arte en directo. Así nace la televisión educativa, o las teleclases, para llevar a los mejores docentes a la pantalla. Toda una revolución que no se cumplió.

A los 6 años de creada la televisión surge la primera productora y programadora privada. Su nombre fue Punch TV de los hermanos Peñaranda. Esta fue una de las grandes productoras hasta que en 1995 se privatizó la pantalla. También llegó la televisión de Estados Unidos. Ante la llegada de los programas norteamericanos, los actores, realizadores y técnicos de la televisión nacional sintieron que estaba en peligro su talento y marcharon para exigir sus derechos y crearon el CICA (Círculo Colombiano de Artistas). La palabra sindicato ha sido siempre pecado en Colombia.

Para gestionar la televisión se crea en 1963 el Instituto Nacional de Radio y Televisión –INRAVISIÓN– Así comienza el experimento más singular: el Estado administra los canales, los productores privados realizan y vende sus espacios a programadoras. La publicidad debía hacerse en vivo y en directo.

1964-1974: Buscando la propia identidad

O sobre cómo habitamos esa revolución cultural del 68 y seguimos en las mismas del poder

Esta década revolucionó al mundo: mayo del 68 puso al sexo, las drogas y al rock de moda, Vietnam amargó el orgullo gringo, Apolo llega a la luna, Martin Luther King es asesinado por gritar libertad y el mundial de México 70 pudo ser visto por los que tenían aparato. El presidente Lleras Restrepo viajaba ya con la televisión. Se transmitió la visita a Bogotá del otro jefe, el religioso, Pablo VI. En directo vimos quemar al edificio Avianca. Nacieron las Farc que irían a marcar la historia de nuestra desgracia. El padre Camilo Torres primero enseñó sociología, luego fue a la guerrilla y murió al instante. En el deporte pudimos soñar con la épica de Antonio Cervantes, más conocido como Kid Pambelé en el boxeo, ese sabio de “Es mejor ser rico que pobre”. El ciclista Martín Emilio Cochise Rodríguez quien hizo el récord mundial de la hora en 1968 y nos dejó otra frase de identidad: “En Colombia muere más gente de envidia que de cáncer”. Alfonso Castellanos y su noticiero Suramericana fue elegido como el mejor del continente por la Revista Visión.

Aparece un segundo canal de carácter privado llamado TELE-TIGRE. Como le fue bien por traer los modos estadounidenses de producir y programar, el Estado (los políticos) le quitan la licencia y comienza lo que se vino a llamar Cadena 1 y Cadena 2… más tarde Canal Uno y Canal A.

La programadora Punch hizo la primera telenovela: El 0597 está ocupado con Raquel Ércole y Julio César Luna. Esta tendencia de galanes extranjeros se ha mantenido en los 70 años. Lo más impresionante es que se hacía al aire, no se grababa, era en directo. Luego vino Caminos de Gloria de Pepe Sánchez y La envidia de Bernardo Romero. Llegó el invento televisivo de los concursos y nos dijeron Concéntrese con Otto Greffeinstein y don Julio E. Sánchez Vanegas. Aparece Gran sábado gran con el chileno Alejandro Michel Talento. Llega Pacheco, el feo más divertido, para animar todo. Eran épocas de la balada-rock y creamos nuestro cielo con Oscar Golden, Vicky, Harold, Billy Pontoni que se podían ver en El club del clan y Juventud Rebelde.

1974-1984: Muy literarios y muy cultos

O cómo buscamos nuestra ficción nacional en estilo colombiche

En 1970 la tele fue clave. Por ahí el presidente Carlos Lleras Restrepo mandó a dormir a los colombianos y su ministra Sanín puso un partido de fútbol de Millonarios. Y no fue ficción. Tampoco lo fue el nacimiento del M-19 ante el fraude electoral que puso a Pastrana a gobernar, ni la Toma de la embajada de República Dominicana, ni el terremoto de Popayán, ni la ventanilla siniestra para cambiar dólares que venía de la marihuana. Desde siempre la ficción en Colombia es la realidad. Tan así que a partir de 1970 los noticieros no son un asunto de calidad y rigor, sino de pertenencia a una “casa” o “apellido” político: los López, los Gómez, los Pastrana y así. El periodismo corría por parte de Germán Castro Caycedo con su programa Enviado Especial que fue a contar esas “lejanías” que no eran Bogotá. Fue un tiempo de épica ciclística con Alfonso Flórez y Lucho Herrera. Los narcos matan al ministro Lara Bonilla y ya entramos en su guerra. Gabriel García Márquez gana el nobel y fuimos felices.

En la ficción se continuó con el Teleteatro llamado Teatro Popular Caracol. Se obligó a hacer historias de la literatura latinoamericana de Rulfo, Vargas Llosa, Cortázar, Benedetti y apareció García Márquez con Mala Hora para televisión y las historias propias de la televisión con el sello de Julio Jiménez y Martha Bossio.

La comedia se consolidó con Yo y Tú, Operación Jaja, Sábados Felices, Don Chinche y Dejémonos de vainas, todas maneras muy a la colombiana de reír y pensar desde el humor.

En esta década se consolida Pacheco, el personaje más espectacular de la televisión colombiana, quien hizo de la televisión algo simple pero sofisticado, creó su estilo y demostró que la televisión es un asunto de espontaneidad, improvisación y vivir el directo.

Para la música teníamos a don Jorge Barón y su famoso Show de las estrellas, Jimmy Salcedo y el Show de Jimmy, Julio E. Sánchez y Espectaculares JES.

Apareció un clásico infantil que marcó generaciones: Pequeños gigantes, por otro lado, El precio es correcto de Doña Gloria Valencia marcó época.

O cuando definimos la marca Colombia de hacer televisión

A partir de 1984 se fundaron la mayoría de los canales regionales para celebrar las identidades que nos habitan y crear industria audiovisual fuera de la capital. Murió la democracia con la Toma y matazón del Palacio de Justicia (6 de noviembre de 1985). Esta barbarie fue puesta de lado ante la belleza de la señorita Guajira, María Mónica Urbina, en el reinado nacional de la belleza (11 de noviembre de 1985) y para que no quedara rastro se enterró con la desaparición de Armero cuando se deshieló el Nevado del Ruíz (13 de noviembre de 1985). Todo se jodió cuando el horror narco rompió el pacto entre políticos y narcos. Se mató mucho político que pensara distinto (Galán, Jaramillo, Pizarro…).

El 5-0 a la Argentina lo vimos por la tele y su “no me esperen en la casa”. Estaba Lucho Herrera en Europa, se hizo buena tele cultural como Yuruparí, Talentos, Travesías, Vida de barrio, Crónica de una generación trágica.

Pero lo mejor es que en la ficción descubrimos que Colombia era diversa culturalmente y se contó con grandes historias creando el modo singular de hacer televisión a nuestra manera. Aparecieron esas series y telenovelas que nos mostraron cómo somos: una Colombia regional, diversa, musical, popular, mágica y provocativa. El maestro Martín-Barbero que estudió en serio a la telenovela afirmó que “en Colombia pasa más país por la telenovela que por los noticieros de televisión”. Esto es tan cierto porque en las telenovelas aprendimos a ser caribe con Gallito Ramírez y Caballo Viejo; paisas con ¡Quieta, Margarita! y La Casa de las Dos Palmas; vallunos con Azúcar, El divino y San Tropel; llaneros con La potra zaina y Garzas al amanecer. Nos burlamos de nuestro machismo en Pero sigo siendo el Rey; fuimos musicales con Música, Maestro y Escalona; profundos y modernos con “Señora Isabel”. Eran los tiempos de la buena televisión colombiana.

Esta época también fue testigo de grandes adaptaciones de obras literarias colombianas a la televisión como Mi alma se la dejo al diablo de Germán Castro Caycedo, Los pecados de Inés de Hinojosa de Próspero Morales, Tiempo de Morir de García Márquez, El cristo de espaldas de Caballero Calderón. Se hizo el famoso Cuento del domingo y la mítica Historia de Tita. Las comedias con recursividad popular se contaron en Don Chiche y Romeo y Buseta. Para completar la diversidad de este nuevo país que se mostraba en televisión apareció el humor que hacía pensar de Jaime Garzón con Zoociedad y las reflexiones ficcionadas de Mauricio Navas y su OKTV. Un país más moderno que llegaría a ser realidad con la Constitución de 1991.

Apareció el que cambiaría todo: Fernando Gaitán con Café, con aroma de mujer.

Se hace la paz con el M-19. Se crea una nueva constitución que establece la Comisión Nacional de Televisión como ente independiente de los gobiernos (¡lo cual nunca se pudo!), y el Estado logró una victoria contra el narcotráfico el 2 de diciembre de 1993: muere Pablo Escobar.

1994-2004: Cuando nos volvimos privados

O cómo llegó la privatización y todo se fue al carajo

En 1998 aparece el dueño de la información Google. Llegamos al siglo XXI. Garzón, con su humor para pensarnos como nación, fue asesinado. El narco marca el gobierno Samper (1994-1998). Las FARC deciden sobre Andrés Pastrana (1998-2002) y la silla vacía. El gobierno Samper crea el Ministerio de Cultura y con él viene una reinvención de la Señal Cultural Televisiva. Llega el vengador Uribe (2002-2010), gana la guerra y se pierde la democracia. Uribe hace propaganda con la tele pública y sus consejos comunitarios.

Nace la televisión privada con 3 canales RCN, Caracol y City TV. Mueren las programadoras/productoras/comercializadoras de la vieja Colombia: RTI, Cenpro, Jes, Punch y muchas más serán asunto del pasado. Con la televisión privada llega una de más calidad técnica. Aparecen los realities, el formato que reinará en el siglo XXI. Se buscó la telenovela neutra de Miami y se fracasó. La ficción local y popular fue la salvación con Pedro el escamoso, La saga, Pecados capitales en Caracol; Todos quieren con Marylin, La viuda de la mafia, Los Reyes, Francisco el matemático, La madre en RCN.

El 25 de octubre de 1999 nació la reina: Yo soy Betty, la fea, nuestra mejor telenovela de todos los tiempos. Más de 40 versiones en modo local en el mundo, más de 200 países la vieron con éxito. La genialidad de Fernando Gaitán está en que sabía de melodrama donde el amor triunfa, le metía el tonito colombiano que es el humor para sobrevivir, conocía que el relato popular se hace en forma de mujer y jugaba al periodismo al contar realidades en forma de ficción.

Betty Pinzón es muy colombiana porque es guerrera y de buenos sentimientos. Puede ser torpe, aburrida, insegura y tímida, pero gana por su belleza interior, esa que surge de los buenos sentimientos, se expresa en la solidaridad, es capaz de ironizarse a sí misma, se ríe de sus propios límites. Ella tiene esa cotidianidad, esa referencia de vida, ese estilo de la vecina que hace que todos nos sintamos cerca muy cerca de su drama.

Con Betty, a su vez, nos vemos en el espejo de una Colombia buena y honesta pero que se presta a todos los juegos que tenemos que inventar para sobrevivir en medio de la injusticia, la arrogancia de clase y la exclusión de la belleza. Betty es un modelo por su inteligencia, valores y buen humor, pero no en su manera de ser leal a su jefe aun a costa de sus sentimientos y la ley. Betty, como Colombia, termina rendida al amor, a la belleza, al dinero, al que manda por encima de la ética ciudadana y el referente de colectivo que necesitamos.

2004-2014: Nos perdimos y nos reinventamos

O cuando buscando ser globales descubrimos que es nuestro gusto popular lo que nos hace universales

El siglo XXI nos cambió para siempre con la tecnología: internet, redes digitales, plataformas, teléfonos “inteligentes”. 2004, Mark Zuckerberg funda Fakebook y Wikipedia alcanza 1 millón de artículos en 100 idiomas. 2005 nace YouTube. 2007, el toque cool de iPhone, Twitter y Netflix. 2009 aparece WhatsApp. En 2010 se consolida el activismo tecnológico con WikiLeaks y nace Instagram. 2011 muere el revolucionario de las tecnologías, Steve Jobs. Estamos en un nuevo mundo en donde la creatividad se mezcla con la intimidad. Se expanden las posibilidades audiovisuales con nuevas maneras de hacer televisión como la transmedia, las series web y el modo Netflix. El mundo se fascina con la mejor televisión de todos los tiempos, una mejor que el cine y mejor que la tevé: Los Sopranos, Lost, The Wire, Mad Men, Breaking Bad, Game of Thrones. Tv digital, plataformas y series, pero nada cambia: mandan las historias. Si hay una revolución: las audiencias deciden dónde, cómo, cuándo y qué ver. Fin del poder del emisor, pero no de los monopolios al estilo Disney.

El siglo XXI llegó con un nuevo mundo también en la política con los héroes mediáticos: Uribe en Colombia, Chávez en Venezuela, Correa en Ecuador, Evo en Bolivia, Lula en Brasil, Kirchner y Cristina en Argentina, Bachelet en Chile, Mujica en Uruguay, Lugo en Paraguay, Obama en los Estados Unidos, Berlusconi en Italia, Sarkozy en Francia, la señora Merkel en Alemania. Todos ellos sabían que su poder estaba en los medios de comunicación, sobre todo la televisión, luego descubrirían Twitter.

2004: muere Inravisión, El Instituto Nacional de Radio y Televisión donde todo se hizo y todo se aprendió. Se crea el sistema de medios públicos con RTVC. 2011: muere la CNTV que se convierte en la ANTV (Autoridad Nacional de Televisión, en adelante ANTV) como ente regulador y orientador de las políticas públicas de televisión. Once Caldas se proclama Campeón de la Copa Libertadores. Y en el 2014 Nairo Quintana conquista el Giro de Italia.

2006: cambia todo. El presidente Uribe es reelegido y todo el marco institucional se va al carajo. 2010: Juan Manuel Santos es presidente, es el que quería Uribe.

Ganamos la guerra contra las FARC. 2008 se elimina a Raúl Reyes y de muerte natural se va Tirofijo, el guerrillero más viejo del mundo. 2012 se da de baja al Mono Jojoy y a Alfonso Cano. 2 de julio del 2008, la operación jaque “libera” a Ingrid Betancourt y otros 14 secuestrados.

Los noticieros son felices narrando a Uribe, contando violencias, masacres y “falsos positivos”. Triunfa el periodismo sensacionalista, la farandulización de la realidad y los reyes informativos son los presentadores.

Esta es la época dorada de la televisión pública, Señal Colombia es señalado como el mejor canal cultural de América Latina con formatos infantiles como Chinkanarama, Migrópolis, La lleva, El show de Perico, Ooommm Mmmooo, Kikirikí, El Notizín; documentales como Nacer, Que el mundo lo sepa, Wejya, vientos de resistencia, Don Ca; nuevos formatos como Lasub30, Lado B de la historia, Banderas en Marte, En Órbita, Los Puros Criollos.

Cada vez hay más canales comunitarios para que la gente sea como quiere ser y para que el ciudadano gane poder sobre su mundo. Aparecen nuevas temáticas, nuevas estrellas, nuevas estéticas. Sobresale Kankuama TV, Escuela audiovisual Infantil de Belén de los Andaquíes y el Colectivo de Comunicaciones Montes de María.

Se mantiene el tono de la experimentación narrativa en la ficción. RCN presenta Francisco el matemático, Correo de Inocentes, Corazones blindados, Juego limpio, Juegos Prohibidos, Mujeres Asesinas, El último matrimonio feliz, Allá te espero, La pola, Todos quieren con Marylin, Pura Sangre, A Corazón abierto. Caracol presenta Pecados capitales, La selección, Mentiras perfectas, Los infiltrados y Dora la celadora.

Se confirma la tendencia que nos lleva a diluir el amor en la comedia como modo de huir de la miseria, el matoneo y la guerra. Por eso se crean obras como Nuevo rico, nuevo pobre, La teacher de inglés, El Secretario, Los Reyes, Las detectivas y el Víctor, Germán es el man, Chepe Fortuna. Sábados Felices cumple más de 40 años como “modelo” de humor colombiche.

Aparece esa gran novedad que es la música como el relato y la bioepic como modo de contar, cuando nuestros ídolos populares son la historia. Ahí tuvimos en esta década a La hija del mariachi, Amor sincero, El Joe, El baile de la vida, Nadie es eterno, La sucursal del cielo, Oye Bonita, Tierra de cantores, El ídolo, Rafael Orozco, La ronca de oro.

Todo cambió cuando el narco se tomó, también, la televisión. Lo cual legitima que el narco es nuestra alma nacional. RCN presenta La viuda de la Mafia, Los protegidos, La Guaca, Rosario Tijeras, Operación Jaque, El Capo 1 y 2, La Mariposa, Los 3 caínes, La prepago, El mexicano, Comando élite. Caracol presenta Sin tetas no hay paraíso, El Cartel 1 y 2, Las muñecas de la mafia, La bruja, La diosa coronada, Escobar, el patrón del mal. Escobar resulta ser un éxito mundial y nos marca como sociedad donde el narco lo es todo.

Los realities musicales triunfan, gusta mucho El Desafío y sus jueguitos extremos y el morbo de Protagonistas de Novela

Así se decide el futuro de nuestra pantalla que será en forma de realities, comedia, épicas musicales y narcos. Y, tal vez, eso somos como nación: un concurso donde no gana el talento, hay risas por doquier, ídolos populares que triunfan a pesar del Estado y de no tener educación, música para todito y ética narco.

En esta década comienzan a morir los pioneros: Pacheco, Bernardo Romero Pereiro, Gloria Valencia de Castaño, Mónica Agudelo y Mauricio Miranda, quienes hicieron que la pantalla Colombia fuera grande muy grande. Muere, también, Gabriel García Márquez nuestro personaje icónico.

2014-2024: …y todo fue plataformas y digital

O cuando lo nacional ya no importa, todo es para las plataformas, menos mal nos quedan las historias y el saber hacer

Un hecho alucinante pasa en este país donde las élites no quieren compartir sus riquezas y la palabra “sindicalismo” es pecado comunista. El 26 de mayo del 2014, en el Teatro Nacional Fanny Mikey, 699 actores y actrices crean la Asociación Colombiana de Actores (ACA) para hacer respetar sus derechos laborales y así garantizar mejor calidad y una industria más productiva. La idea es practicar un capitalismo solidario: uno donde todos ganan (empleadores, trabajadores, la sociedad).

El gobierno Duque hizo tres jugaditas que rompen con la pluralidad y democracia: destruir Señal Colombia como canal cultural con la estupidez llamada Juan Pablo Bieri; acabar con la ANTV y pasar el dinero para la televisión pública a la administración gubernamental del gobierno en Mintics, lo cual lleva a usar ese dinero como premio y castigo; meter un noticiero nacional en Señal Colombia con lo cual desvirtuó el carácter cultural del canal y lo convirtió en un canal de propaganda. Toda esta politiquería la usó Duque, y ahora también Petro.

Lo más éxitoso son los concursos musicales como la Voz Kids, Yo me llamo, A otro nivel, Factor X, y los concursos escándalo como Master Chef y La Casa de los famosos. Emblemático que siempre gana El Desafío, ya lleva 20 años, todo un enigma nacional.

Las ficciones que triunfan son las biopics de las vidas populares como la Ronca de oro, Santa Laura, Diomedes, La Niña Emilia, Emma Reyes, Garzón, Arelys Henao: canto para no llorar, Leandro Díaz y Rigo.

Se consolida el narco con Alias J.J. sobre ese héroe del mal que fue Popeye. Seguimos haciendo El Capo y más Sin tetas, solo que ahora es Sin tetas SÍ hay paraíso. En todo caso es narcolombia, contamos que somos narcos feos, mujeres bellas y exuberancias de lenguajes y éticas. Netflix escandaliza con Narcos que da risa porque nos pinta como unos salvajes salvados por la DEA. Siguen haciendo muchas más.

En esta década se comprueba que la selección Colombia de fútbol es el mejor rating, no tiene rival.

El fenómeno de la década fue La Niña de Caracol, que es el mejor relato que se ha hecho sobre lo que significa el Acuerdo de Paz (2016) en la vida de los colombianos y que por su buen rating demuestra que estamos dispuestos a hacer las paces. La Niña es una historia emocional que enternece por las luchas y saca lágrimas por la tragedia que nos ha tocado en destino. Muy a lo colombiano se le pone humor a las lágrimas de la vida.

Se adaptó Grey´s Anatomy con mucho éxito a la forma telenovela con el nombre de La ley del corazón. Mónica Agudelo con Hombres documentó lo precarios, infantiles y bobos que pueden llegar a ser los hombres. Triunfó La reina del Flow con reggaetón y narco. También vimos a La Gloria de Lucho que cuenta la historia de Luis Eduardo Díaz, el lustrabotas que con su buena parla y humor llegó a honorable concejal. Frente al espejo es un programa de Capital y la Comisión de la verdad para contarnos como es de bello estar juntos. Ana de Nadie volvió a testimoniar la autonomía y libertad de las mujeres.

Al llegar la pandemia descubrimos que no había que hacer nada nuevo, solo repetir y gozar del placer de lo conocido: Betty, Café, Pedro, Pasión de gavilanes, La vendedora de rosas, Los reyes, El man es Germán, La Hija del mariachi, Nuevo rico, nuevo pobre. Muy colombiano es que nos guste el “calentado”.

En el 2016 logramos el Acuerdo de paz, aparece TikTok como nuevo poder informativo y fue el año en que se jodió el periodismo. Tuvimos el ‘brexit’ en Inglaterra, a Trump en USA, perdimos el plebiscito en Colombia y murió como sin querer Fidel en Cuba. El periodismo ni comprendió ni narró. Se culpó a la realidad, nunca se dijo que estamos haciendo mal periodismo. A partir de ahí llegamos al periodismo militante basado en las fakenews, para adular al dueño o jefe político y usar la diatriba contra el que piensa distinto. Los informativos televisivos los dejamos a las cámaras de la Policía Nacional de Colombia para producir miedo y bullying políticos.

2018: el escándalo de “no hay que pegarle a la cuchara” del presentador Bieri llevó al caos a Señal Colombia. 2019: fue la protesta social y se descubre la militancia gubernamental de Caracol y RCN. 2020: “Prevención y acción” es el estudio donde se esconde el presidente ante la pandemia. Se expulsa a Noticias UNO por criticón. Hay muchas ficciones en los canales regionales por un lado Canal Capital con La loca Margarita, La Junta, Las pasantes, Bolívar youtuber, Roma, descubre el amor al revés, #TBT sin límites; Canal Trece con Reportera X, Mateo y el tesoro sonoro, Yo soy Ana; Telepacífico con Leonor; Telecafé con El Charrito Negro; TeleAntioquia con Córdova, un general llamado arrojo, La popular, Cata mestiza; Universidad del Magdalena con Ciudad pantalla. Se crea un canal para las etnias Orígen en TelePacífico y el canal infantil Eureka en Canal Capital.

No queremos informarnos, pero jugamos a la desinformación que alude al querer deliberadamente distorsionar para manipular las creencias, emociones y opiniones de la gente: las fakenews que son creadas para desinformar premeditadamente a los ciudadanos y la posverdad que es la producción de una “realidad alternativa” a los datos científicos y comprobables. Esto ha llevado a que el 70% de la gente ya no vea noticias a través de la televisión porque ya no creen en los periodistas ni en los medios, porque ese mundo que presentan como “la información” no es la realidad del común. Los canales de noticias y los informativos parecieran no caer en cuenta de esta abrumadora evidencia y siguen haciendo lo mismo que en el siglo XX. Sus innovaciones son tecnológicas o de escenografía, nada más. No se dan cuenta de que ese modelo fracasó.

El gobernante Petro, como Andrés Manuel López Obrador, Uribe, Chávez, Correa, Evo, Cristina, Trump, Bolsonaro, Bukele buscan “imponer” su relato, así que el periodismo y los medios son “la cancha” de una batalla cultural por el relato de hegemonía política.

*Este capítulo se publica con la autorización de los editores, la Fundación Friedrich Ebert Stiftung y la Universidad de los Andes, Facultad de Artes y Humanidades.

Por Omar Rincón * / Especial para El Espectador

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Alberto(3788)15 de junio de 2024 - 10:47 p. m.
Sanín no fue ministra de Carlos Lleras sino de Belisario Betancourt y de varios posteriores. Con seguridad lo va a demandar por aumentarle la edad.
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