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¿En qué está trabajando ahora?
En este momento no estoy trabajando en nada. El año pasado estuve en varias cosas que saldrán al aire este año, como “La Venganza de Analía” y la segunda temporada de “La Primera vez” en Netflix.
¿Y a nivel personal que está pasando?
A raíz de las cosas que pasan en la vida y todo lo que pasó con David (Stivelberg esposo de la actriz que falleció en 1992) decidí nunca hacer planes. Yo espero lo que me vaya trayendo el día, que cada uno trae su afán. Con los años uno aprende a no crear expectativas y a no estar pendiente de si las cosas van a llegar a o no.
¿Eso la ha hecho disfrutar más de la vida?
Tal cual. Me gozo más todo y además también vivo la vida con la capacidad de sorprenderme. Como ahora hay que hacer casting para todo, que es algo que a mí me aterra, porque no sé hacerlos, son algo nuevo. A mí me dicen que tengo que audicionar y me pongo nerviosa y vivo en la zozobra de si pasé o no. En cambio, cuando me llaman directamente me gusta más, que estar a la expectativa de si lo hice bien o no. Ya llevo 53 años en esto y que pereza que todavía tenga que ir a presentar un examen, también se me hace algo cruel. Ya tuve una época en mi vida en que era muy agitada, en que hacía demasiadas cosas y ahora resolví que tengo tiempo para mí y lo necesito, así sea para no hacer nada, pero que yo decida.
¿Cuál es su relación con la vejez?
Yo nunca he tenido rollo con la edad, además, porque cuando uno está en este oficio, ¿qué sentido tiene mentir sobre la edad o creerse más, cuando la gente le lleva la cuenta a uno? Imagínate, hay tres generaciones que han crecido viendo televisión. ¿Qué voy a decir? Que tengo 45, a ver.
Entonces para mí eso nunca ha sido un tema, siempre me ha parecido chévere la edad que tengo en cada momento, me ha parecido chévere y he tratado de sacarle provecho a esas etapas de la vida. Ahora estoy en esta etapa de vejez y obvio que el trabajo es menos, porque es lógico, no hay tantos personajes para una persona mayor.
En estos países nuestros, donde no se considera a la gente mayor en lo que debe ser, es como que ya uno empieza a ser casi desechable. En otras partes se considera la experiencia, el nombre, la trayectoria, eso pesa. Aquí eso no pesa. Yo digo que los libretistas y los guionistas casi nunca tienen buenos personajes para la gente mayor. Se escribe para gente joven, casi todos para jóvenes. Entonces obvio que hay menos trabajo.
Cuando decidí que me iba a dejar mi pelo blanco porque, pues es hace muchos años, yo tengo canas, vengo de una herencia familiar de canas; entonces, cuando me llaman para hacer Analía, la primera temporada, me preguntan que si me importaría dejarme las canas y no lo había pensado. Dije, pues, no, miremos a ver. Cuando vi que tenía el pelo tan blanco dije: esta es la libertad. Nunca más me quiero volver a pintar el pelo ni nada de eso. Entre otras cosas, porque así yo tenga el pelo negro, rojo o verde, los personajes que voy a hacer son los de mi edad. ¿Entonces como para qué me pongo a gastarme un día entero en la peluquería pintándome el pelo cuando mi trabajo mismo no me lo está exigiendo? Antes sí porque era muy joven y pues había que taparse las canas porque, pues lo exige el mismo trabajo.
¿Han pensado en retirarse?
Yo creo que ya es hora. Ahora, tampoco se trata de retirarme del todo. Quisiera dejar de tener esa angustia de no tener trabajo por mucho tiempo, yo quiero ya terminar con eso. Lo que pasa es que también hay que tener platica para eso y ahí voy.
Me parece que la gente mientras está arrancando, mientras está empezando, si es buenísimo que haga de todo, porque de todo se aprende, pero después de tantos años, yo ya lo que iba a aprender, lo aprendí. Y eso se lo agradezco a la vida y haber llegado a vieja, cada vez me importa menos muchas cosas. Cada vez me importa menos decir que no, no me importa si les gusta o no les gusta lo que yo haga o lo que diga y eso se lo da a uno los años.
¿Cómo ha sido vivir de la actuación?
Yo me acuerdo cuando iba a hacer mis arreglos económicos y terminaba firmando. Daba tres pasos y sentía que me tumbaban. No tenemos esa conciencia del tema económico como lo pueden tener otras profesiones. Nosotros trabajamos mucho con el corazoncito y con las sensaciones y con las ganas.
Ahora, gracias a Dios, con los managers, esas preocupaciones son menores porque ellos valorizan el trabajo. Antes yo no me ofendía por lo que me ofrecían, pero sí se ofendedían por lo que yo les pido, ¿si me explico? Eso me parece espantoso. Entonces, chévere que una tercera persona haga ese trabajo, porque eso sí es un desgaste emocional y psicológico muy grande.
Por ejemplo, David era el que manejaba mis cosas porque me decía: “A usted la tumban, venga, yo voy y le hago el contrato y pongo las condiciones y todo lo demás”. Uno no se atreve ni a poner una condición. Le han creado una inseguridad muy tenaz. Este siempre ha sido un medio en el que la premisa de los productores, antes de que fueran canales, y después también: “que no se vuelvan estrellas acá no podemos dejar que se vuelvan estrellas del aire”.
Siempre eran como conteniéndolo a uno para que uno no creciera, porque entonces uno era muy estrella y de pronto iba a exigir más. Iba a exigir que el almuerzo no fuera en la caja de icopor, sino que fuera en un plato, por ejemplo.
¿Quién era David?
David fue mi todo y el amor de mi vida, el papá de mi hijo, estuvimos poquito tiempo juntos. Solo 11 años y se murió, pero fue el mejor compañero, amigo, maestro, te digo que hasta psicoanalista. Era todo. Realmente fue una persona demasiado importante en mi vida, aprendí mucho de él en todos los sentidos, no solo profesionalmente.
Digo que maduré también como mujer y pues me hace todavía falta. Imagínense, hace más de 30 años que se murió y todavía lo extraño. A veces recuerdo mucho, es la risa, porque creo que una de las cosas que más me atrajo de él fue la risa.
Me hacía reír mucho, además de que intelectualmente era un tipo impresionante también, pues me enseñó muchas cosas y me gusta acordarme de él, los momentos bonitos que fueron todos en realidad, porque yo no sé si fue por lo que se murió tan rápido. La vida no nos dio el tiempo suficiente, pero nosotros nunca nos peleábamos. O sea, yo tuve uno de esos matrimonios en que uno nunca tocaba que uno dormir en el sofá ni nada de eso.
¿Cómo fue crecer con una familiar de artistas?
Yo empecé a hacer televisión antes que mi papá, lo que pasa es que la gente cree que yo entré a la televisión por mi papá, pero estaba mi tía, Dora Cadavid, pero no tuvo nada que ver con eso tampoco. Yo empecé a hacer televisión y yo hacía teatro con mi papá porque mi papá hacía teatro, tenía grupos de teatro en las empresas en que trabajaba, antes de meterse de loco a hacer televisión y teatro, ya como profesional. Pero yo empecé antes, yo arranqué solita.
Es un poco molesto a veces porque la gente empezó a decir: “Claro, como el papá es el director, entonces por eso la llaman”. Después “Ah, claro, como el marido es el director, por eso la llaman”. Entonces, ¿ahora qué? ¿Cómo mi hijo es el director, también me llaman? O sea, me ha tocado cargar con todo eso. ¿Será que la gente cree que yo no tengo mérito, que todo ha sido porque soy la hija de, la esposa de, la mamá dé?
¿Cómo defines el éxito?
Yo no sé qué es el éxito y menos en estos países. Como el otro día alguien me dice: “es que ustedes los famosos”. No sé, famoso DaVinci o Dalí. Uno es popular y eso a raticos, sobre todo con los actores pasa mucho eso, que la gente ni siquiera se sabe el nombre.
Uno es popular, mientras hay una cosa que se está dando, entonces se acuerdan, pero pasa la novela y si uno no salió en un año en una novela ya se les olvidó. Digamos que en mi caso no es tan así, porque yo no he sido solo actriz, yo he sido además presentadora y todo eso. Entonces sí, mi nombre lo retienen más, pero en general a los actores y a las actrices que sepan los nombres.
Eso del éxito tampoco sé que significa tener éxito, ¿no? Digamos que, ¿yo podría decir que he sido una persona que ha tenido éxito? Yo no sé. Creo que he sido afortunada y que me ha ido muy bien porque son muchos años y aquí estoy y ustedes me están entrevistando a mí, después de 53 años de estar en esto. Luego, creo que me ha ido bien, pero de ahí al éxito, no. Yo creo que además en estos países tan chiquitos, con estos medios tan chiquitos, el éxito es muy pasajero.
¿Cómo ve la industria audiovisual?
Solo existe la de la televisión. Porque es que acá no hay industria de cine, no hay industria de teatro y no existen porque no hay cultura. O sea, cuando uno hace teatro, es muy triste ver que el público es tan inculto. Si no es ir a reírse de lo fácil, del doble sentido o la vulgaridad: “qué hartera, esa obra es aburrida”. Y lo mismo con el cine, las películas que medio funcionan son las chistosas, pero si hacen una película de fondo, la gente no va. En la televisión, como es el negocio más fuerte, pues creo que tiene cosas buenas y cosas no tan buenas, pero en general yo vivo agradecida a la televisión también, porque gracias a eso he hecho todo lo que he podido hacer. No es tan terrible como a veces le hacen creer a uno.
¿Extraña algo del pasado de la televisión?
Cuando yo empecé a hacer televisión y hacíamos telenovelas en vivo y en directo y no había tantos avances tecnológicos y siento que eso está buenísimo, pero al mismo tiempo eso ha acelerado todo y no tenemos tiempo. Antes podía armar un personaje, discutirlo con el director y eso lo hacía sentir más seguro. Hoy en día, con todo ese afán, se ha creado un detrimento del trabajo del actor por falta de tiempo.