Marlyn Vinig, contando historias a través del cine y la crítica
La cineasta israelí, que visitó Colombia para ser jurado de Bogoshorts 2022, habla de su amor por hacer películas, su trabajo impulsando a otras mujeres a involucrarse en la industria y hablar abiertamente de temas tabús.
Daniela Suárez Zuluaga
Marlyn Vinig nació en un contexto complicado, no solo por la parte social y política, sino por el machismo que abunda en su país, Israel. Desde muy pequeña le gustó contar historias, y se interesó por la escritura, así que decidió estudiar para hacer películas.
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Marlyn Vinig nació en un contexto complicado, no solo por la parte social y política, sino por el machismo que abunda en su país, Israel. Desde muy pequeña le gustó contar historias, y se interesó por la escritura, así que decidió estudiar para hacer películas.
“Siempre me ha gustado mucho pensar en lo que hay en la mente de las personas y saber el porqué de sus comportamientos. Después de que estudié ficción y teatro en la universidad hice un doctorado en escritura y decidí que quería hacer películas, porque considero que tiene todas estas disciplinas y me encontré a mí misma en este mundo”, comentó en entrevista con El Espectador. “Me motiva mucho saber que puedo impulsar a otras mujeres a hacer cine, escribir y hacer investigaciones”, agregó.
Y es que luego de tanto estudiar y labrar poco a poco una carrera, Marlyn ha logrado ser jurado para festivales de cine en Israel y el exterior, además de asistir como panelista y conferencista. Sirvió como parte del Consejo de Cine Israelí y es actualmente miembro del Consejo de Segunda Autoridad en TV y Radio de Israel.
Cuatro de sus libros han sido publicados, dos de ellos acerca del cine ultraortodoxo, y en este momento se desempeña como crítica de cine. También investiga la filosofía del cine mientras trabaja en su nuevo cortometraje. Sin duda, es una cineasta exitosa, sin contar que es madre de siete hijos y abuela de dos nietos, algo que nunca le impidió lograr sus objetivos y mucho menos la alejó de ser la primera crítica del cine ortodoxo en el mundo.
“El cine siempre ha sido complicado para las mujeres, hemos tenido que pelear porque nuestro trabajo sea reconocido. Cuando estuve en Bogotá hablé con las mujeres que habitan el barrio Santa Fe, y tocamos un tema muy interesante sobre lo complicado que es ser madre y hacer una carrera”, reveló Vinig sobre su visita al país. “Me di cuenta de que en cualquier lugar del mundo siempre está el mismo conflicto: las mujeres tienen que pelear y probarse a ellas mismas ante los demás, como si siempre tuviéramos que mostrar que somos capaces, cuando debería darse por hecho que sí lo somos. No deberíamos estar sometidas a probarle nada a nadie solo por ser mujeres”, declaró.
Vinig se ha tenido que enfrentar a algunas situaciones complejas a lo largo de los años mientras pregonaba la causa de las mujeres ultraortodoxas y su derecho a salirse de los límites estrictos de su papel tradicional de esposa y madre, pues la imagen común de la mujer Haredi está enfocada en tener más de media docena de hijos y cuidado de la casa, asegurándose de que sus hijos y su esposo estén bien alimentados, provistos de ropa limpia y otras necesidades de la vida.
“En Israel es difícil, porque la competencia es siempre entre mujeres y hombres... cuando hablamos de mujeres ortodoxas, ellas no toman dinero del gobierno para hacer sus películas... son producciones muy sectoriales. Para hacer cine en mi país y ser mujer se necesitan varios requisitos, y al ser Haredi (comunidad conservadora) debemos esforzarnos un poco más”, afirmó la cineasta.
Haredi cinema
Las películas de mujeres Haredi a menudo se centran en las relaciones entre mujeres y abordan temas que hasta hace poco se consideraban tabú, como la obligación de cubrirse la cabeza, la prevención del embarazo y el amor prohibido. Recientemente, los ultraortodoxos han comenzado a aparecer con mayor frecuencia en largometrajes y cine documental israelíes, así como en películas LGBT.
Hasta la década de 2010, las películas Haredi creadas por hombres se vendían en DVD en cadenas minoristas y otras tiendas, mientras que las películas hechas por mujeres se exhibieron primero en las aulas de las escuelas secundarias para niñas y evolucionaron gradualmente hasta convertirse en vehículos de video y luego en películas exhibidas en lugares cerrados solo para mujeres.
A medida que el cine Haredi se solidificaba y lograba una difusión más amplia, los mecanismos de inspección rabínica dictaban cómo las cineastas Haredi podían llevar a cabo su oficio y cómo debía ser el arte Haredi. En las primeras películas de hombres y en las películas de mujeres, esta “inspección” incluso reclamaba el derecho a intervenir descaradamente en el acto de hacer arte: revisando los guiones de las películas antes de la producción, entrometiéndose en las tramas y eliminando escenas por razones de estética, inmodestia o conducta inapropiada.